miércoles, 17 de febrero de 2016

Fiesta de la Santa Faz. Miércoles de San José. 17/02/2016. Santos Fundadores Servitas ¡rueguen por nosotros!

JA

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 29-32

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, la gente se aglomeraba alrededor de Jesús y él se puso a decir:
"Esta es una generación malvada; pide una señal, pero no se le dará una señal diferente a la de Jonás. Pues así como Jonás fue una señal para los ninivitas, así el Hijo del hombre lo será para esta generación.
La reina del sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino desde el extremo de la tierra a escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien que es más importante que Salomón.
Los habitantes de Nínive se levantarán el día del juicio contra esta generación y la condenarán, porque ellos hicieron penitencia por la predicación de Jonás, y aquí hay alguien que es más importante que Jonás".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.

El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk

El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu

El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc

Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?

Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).

Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?

Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html

Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).

 

 

Misal

 

mie 1a. Sem cuaresma

Antífona de Entrada

Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas y no permitas que nos derrote el enemigo. Sálvanos, Dios de Israel, de todas nuestras angustias.

 

Oración Colecta

Oremos:
Mira, Señor, con bondad a tu pueblo que con fervor desea entregarse más a ti; y concédele que la práctica de las buenas obras renueve su alma, ya que con sus privaciones se esfuerza por dominar su cuerpo.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

Los habitantes de Nínive se arrepintieron de su mala conducta

Lectura del libro del profeta Jonás 3 ,1-10

En aquellos días, vino de nuevo la palabra del Señor a Jonás:
"Vete ahora mismo a Nínive, la gran ciudad, y proclama allí lo que yo te diré".
Jonás partió de inmediato a Nínive, según la orden del Señor. Nínive era una ciudad inmensa; se necesitaban tres días para recorrerla. Jonás entró en la ciudad y caminó durante todo un día, proclamando: "Dentro de cuarenta días Nínive será destruida".
Los ninivitas creyeron en Dios, ordenaron un ayuno y todos, desde el más grande hasta el más pequeño, se vistieron con ropas de penitencia. También el rey de Nínive, al enterarse, se levantó de su trono, se quitó el manto, se vistió con ropas de penitencia y se sentó en el suelo. Luego mandó proclamar en Nínive este decreto:
"Por orden del rey y sus ministros, que hombres y animales, vacas y ovejas, no coman, ni pasten, ni beban agua. Que se vistan con ropas de penitencia e invoquen con fervor a Dios, y que todos se conviertan de su mala conducta y de sus violentas acciones. Quizás Dios cambie de parecer, se arrepienta y se calme el ardor de su ira, de suerte que no muramos".
Al ver Dios lo que hacían y cómo se habían convertido, se arrepintió y no llevó a cabo el castigo con que los había amenazado.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 50, 3-4.12-13.18-19

A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.

Ten piedad de mí, Dios mío, por tu amor, por tu inmensa compasión, borra mi culpa; lava del todo mi maldad, limpia mi pecado.
A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, renueva dentro de mí un espíritu firme; no me arrojes de tu presencia, no retires de mí tu santo espíritu.
A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.

Pues no es el sacrificio lo que te complace, y si ofrezco un holocausto no lo aceptarías. El sacrificio que Dios quiere es un espíritu arrepentido: un corazón arrepentido y humillado, tú no lo desprecias.
A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Todavía es tiempo, dice el Señor. Arrepiéntanse de todo corazón y vuélvanse a mí, que soy compasivo y misericordioso.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

A la gente de este tiempo no se le dará otra señal que la del profeta Jonás

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 29-32

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, la gente se aglomeraba alrededor de Jesús y él se puso a decir:
"Esta es una generación malvada; pide una señal, pero no se le dará una señal diferente a la de Jonás. Pues así como Jonás fue una señal para los ninivitas, así el Hijo del hombre lo será para esta generación.
La reina del sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino desde el extremo de la tierra a escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien que es más importante que Salomón.
Los habitantes de Nínive se levantarán el día del juicio contra esta generación y la condenarán, porque ellos hicieron penitencia por la predicación de Jonás, y aquí hay alguien que es más importante que Jonás".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Te presentamos, Señor, este pan y este vino que tú mismo nos has dado para que te los ofreciéramos; a fin de que, al convertirlos tú en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, nos obtengan la salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

Los frutos de la penitencia

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque has querido que en nuestras privaciones voluntarias encontremos un motivo para bendecirte, ya que nos ayudan a refrenar nuestras pasiones desordenas y, al darnos ocasión de compartir nuestros bienes con los necesitados, nos hacen imitadores de tu generosidad.
Por eso,
con todos los ángeles, te glorificamos y te aclamamos diciendo:

Antífona de la Comunión

Que se alegren, Señor, cuantos en ti confían, que se regocijen eternamente porque tú estás con ellos.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Tú, Señor, que no cesas de invitarnos a tu mesa, concédenos que la recepción de este sacramento sea para nosotros fuente de vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

Cuaresma. 1ª semana. Miércoles

CONFESAR LOS PECADOS

— La Confesión, un encuentro con Cristo.

— Al sacramento de la Penitencia vamos a pedir perdón por nuestros pecados. Cualidades de una buena Confesión: "concisa, concreta, clara y completa".

— Luces y gracias que recibimos en este sacramento. Importancia de las disposiciones interiores.

I. Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas1, leemos en la Antífona de entrada de la Misa.

La Cuaresma es un tiempo oportuno para cuidar muy bien el modo de recibir el sacramento de la Penitencia, ese encuentro con Cristo, que se hace presente en el sacerdote; encuentro siempre único, y siempre distinto. Allí nos acoge como Buen Pastor, nos cura, nos limpia, nos fortalece. Se cumple en este sacramento lo que el Señor había prometido a través de los Profetas: Yo mismo apacentaré a mis ovejas y yo mismo las llevaré a la majada. Buscaré a la oveja perdida, traeré la extraviada, vendaré a la herida y curaré la enferma, y guardaré las gordas y robustas2.

Cuando nos acercamos a este sacramento debemos pensar ante todo en Cristo. Él debe ser el centro del acto sacramental. Y la gloria y el amor a Dios han de contar más que nuestros pecados. Se trata de mirar mucho más a Jesús que a nosotros mismos; más a su bondad que a nuestra miseria, pues la vida interior es un diálogo de amor en el que Dios es siempre el punto de referencia.

El hijo pródigo que vuelve –eso somos nosotros cuando decidimos confesarnos– inicia el camino del retorno movido por la triste situación en la que se encuentra, sin perder nunca la conciencia de su pecado: No soy digno de ser llamado hijo tuyo; pero conforme se acerca a la casa paterna va reconociendo con cariño todas las cosas del hogar propio, del hogar de siempre. Y ve en la lejanía la figura inconfundible de su padre que se dirige hacia él. Esto es lo importante: el encuentro. Cada Confesión contrita es "un acercamiento a la santidad de Dios, un nuevo encuentro en la propia verdad interior, turbada y transformada por el pecado, una liberación en lo más profundo de sí mismo, y, con ello, una recuperación de la alegría perdida, la alegría de ser salvados, que la mayoría de los hombres de nuestro tiempo han dejado de gustar"3. Nosotros hemos de procurar que sientan, que experimenten esa nostalgia de Dios y se acerquen a Él, que les espera.

Debemos sentir deseos de encontrarnos a solas con el Señor lo antes posible, como lo desearían sus discípulos después de unos días de ausencia, para descargar en Él todo el dolor experimentado al comprobar las flaquezas, los errores, las imperfecciones, los pecados, tanto al desempeñar nuestros deberes profesionales como en la relación con los demás, en la actividad apostólica, en la misma vida de piedad.

Este empeño por centrar la Confesión en Cristo es importante para no caer en la rutina, para sacar del fondo del alma aquellas cosas que son las que más pesan y que solo saldrán a la superficie a la luz del amor a Dios. Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas.

II. Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa. Lava del todo mi delito, limpia mi pecado4.

Muchas veces a lo largo de nuestra vida hemos pedido perdón, y muchas veces nos ha perdonado el Señor. Al finalizar cada día, cuando hacemos recuento de nuestras obras, podríamos decir: Misericordia, Dios mío... Cada uno de nosotros sabe cuánto necesita de la misericordia divina.

Así acudimos a la Confesión: a pedir la absolución de nuestras culpas como una limosna que estamos lejos de merecer. Pero vamos con confianza, fiados no en nuestros méritos, sino en Su misericordia, que es eterna e infinita, siempre dispuesta al perdón: Señor, Tú no desprecias un corazón quebrantado y humillado5. Cor contritum et humiliatum, Deus, non despicies.

Él solo nos pide que reconozcamos nuestras culpas con humildad y sencillez, que reconozcamos nuestra deuda. Por eso, a la Confesión vamos, en primer lugar, a que nos perdone quien está en lugar de Dios y haciendo sus veces. No tanto a que nos comprendan, a que nos alienten. Vamos a pedir perdón. Por eso, la acusación de los pecados no consiste en la simple declaración de los mismos, porque no se trata de un relato histórico de las propias faltas, sino de una verdadera acusación de ellas: Yo me acuso de... Es, a la vez, una acusación dolorida de algo que desearíamos que no hubiese ocurrido nunca, y en la que no caben las disculpas con las que disimular las propias faltas o disminuir la responsabilidad personal. Señor..., por tu inmensa compasión, borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.

San Josemaría Escrivá, con criterio sencillo y práctico, aconsejaba que la Confesión fuese concisa, concreta, clara y completa.

Confesión concisa, de no muchas palabras: las precisas, las necesarias para decir con humildad lo que se ha hecho u omitido, sin extenderse innecesariamente, sin adornos. La abundancia de palabras denota, en ocasiones, el deseo, inconsciente o no, de huir de la sinceridad directa y plena; para evitarlo, hay que hacer bien el examen de conciencia.

Confesión concreta, sin divagaciones, sin generalidades. El penitente "indicará oportunamente su situación y también el tiempo de su última confesión, sus dificultades para llevar una vida cristiana"6, declara sus pecados y el conjunto de circunstancias que hacen resaltar sus faltas para que el confesor pueda juzgar, absolver y curar7.

Confesión clara, para que nos entiendan, declarando la entidad precisa de la falta, poniendo de manifiesto nuestra miseria con la modestia y delicadeza necesarias.

Confesión completa, íntegra. Sin dejar de decir nada por falsa vergüenza, por "no quedar mal" ante el confesor.

Revisemos si al prepararnos, en cada ocasión, para recibir este sacramento procuramos que lo que vamos a decir al confesor tenga estas características anteriormente descritas.

III. "La Cuaresma es un tiempo particularmente adecuado para despertar y educar la conciencia. La Iglesia nos recuerda precisamente en este período la necesidad inderogable de la Confesión sacramental, para que todos podamos vivir la resurrección de Cristo no solo en la liturgia, sino también en nuestra propia alma"8.

La Confesión nos hace participar en la Pasión de Cristo y, por sus merecimientos, en su Resurrección. Cada vez que recibimos este sacramento con las debidas disposiciones se opera en nuestra alma un renacimiento a la vida de la gracia. La Sangre de Cristo, amorosamente derramada, purifica y santifica el alma, y por su virtud el sacramento confiere la gracia –si se hubiera perdido– o la aumenta, aunque en grados diferentes, según las disposiciones del penitente. "La intensidad del arrepentimiento es, a veces, proporcionada a una mayor gracia que aquella de la que cayó por el pecado; a veces, igual; a veces, menor. Y por lo mismo, el penitente se levanta en unas ocasiones con mayor gracia de la que tenía antes; otras, con igual gracia; y a veces, con menor. Y lo mismo hay que decir de las virtudes que dependen y siguen a la gracia"9.

En la Confesión, el alma recibe mayores luces de Dios y un aumento de sus fuerzas –gracias particulares para combatir las inclinaciones confesadas, para evitar las ocasiones de pecar, para no reincidir en las faltas cometidas...– para su lucha diaria. "Mira qué bueno es Dios y qué fácilmente perdona los pecados; no solo devuelve lo perdonado sino que concede cosas inesperadas"10 ¡Cuántas veces las mayores gracias las hemos recibido después de una Confesión, después de haberle dicho al Señor que nos hemos portado mal con Él! Jesús da siempre bien por mal, para animarnos a ser fieles. El castigo que merecemos por nuestros pecados –como el que merecían los habitantes de Nínive, que hoy se nos narra en la Primera lectura de la Misa11– es borrado por Dios cuando ve nuestro arrepentimiento y nuestras obras de penitencia y desagravio.

La Confesión sincera de nuestras culpas deja siempre en el alma una gran paz y una gran alegría. La tristeza del pecado o de la falta de correspondencia a la gracia se torna gozo. "Quizá los momentos de una Confesión sincera figuran entre los más dulces, más confortantes y más decisivos de la vida"12.

"Ahora comprendes cuánto has hecho sufrir a Jesús, y te llenas de dolor: ¡qué sencillo pedirle perdón, y llorar tus traiciones pasadas! ¡No te caben en el pecho las ansias de reparar!

"Bien. Pero no olvides que el espíritu de penitencia está principalmente en cumplir, cueste lo que cueste, el deber de cada instante"13.

1 Antífona de entrada. Sal 24, 6. — 2 Ez, 34, 15-16. — 3 Juan Pablo II, Exhor. Apost. Reconciliatio et Paenitentia, 2-XII-1984, 31, III. — 4 Salmo responsorial. Sal 50, 4. — 5 ídem. —6 Pablo VI, Ordo Paenitentiae, 16. — 7 Cfr. Ibídem. — 8 Juan Pablo II, Carta a los fieles de Roma, 28-II-1979. — 9 Santo Tomás, Suma Teológica, 3, q. 89, a. 2c. — 10 San Ambrosio, Trat. sobre el Evangelio de San Lucas, 2, 73. — 11 Primera lectura, Jon 3, 1-10. — 12 Pablo VI, Alocución, 27-II-1975. — 13 San Josemaría Escrivá, Vía Crucis, Rialp, Madrid 1981, IX, 5.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Fiesta de la Santa Faz, martes después de quincuagésima

Mensaje de Jesús el 21-11-1938 a la Beata María Pierina de Micheli, «Apóstol del Divino Rostro», Religiosa de las «Hijas de la Inmaculada Concepción» de Buenos Aires:

 

 "He dado mi corazón como objeto sensible de mi gran amor por los hombres y mi Rostro lo doy como objeto sensible de mi dolor por los pecados de los hombres  y deseo que sea honrado con una fiesta particular el martes de quincuagésima…"

 

Santa Teresita de Lisieux y la Santa Faz

 

 

Es precisamente este pasaje de Isaías que mueve tanto el corazón de Santa Teresita del Niño Jesús que por ello, pide permiso y le es concedido, para añadir a su nombre "del Niño Jesús y de la Santa Faz". En una carta a Pauline, nos revela como su devoción a la Santa Faz es el fundamento para su espiritualidad del camino escondido y pequeño, espiritualidad que la llevó a ser proclamada Doctora de la Iglesia: "A través de ti he entrado en las profundidades de los misterios de amor escondidos en el Rostro de nuestro esposo. He entendido cual es la verdadera gloria. Aquel cuyo reino no es de este mundo me ha enseñado que la verdadera sabiduría consiste en desear no ser conocido ni tomado en cuenta. Es encontrar gozo en el olvido de si. Ah! Deseo, como el Rostro de Jesús, que el mío esté escondido y que nadie en la tierra me reconozca " (cf. Is 53,3). Tengo sed de sufrir y debo ser olvidada. (SS A 71r; ET 152).

Santa Teresita llevaba dentro de su hábito y cerca de su corazón escrito sobre una imagen del Santo Rostro: "Haz que yo me asemeje a Ti, Oh Jesús". Para Sta. Teresita, el contemplar el Santo Rostro del Señor, significaba imitar todo lo que en El veía: un Dios con vida oculta, humilde, mansa y pobre; El Corazón de Dios siendo revelado en su Rostro.

Para ella, también, esta contemplación le llevaba necesariamente a la consolación y recomendaba a su hermana Celine "se otra Verónica que limpia el rostro de Jesús lleno de Sangre y Lágrimas." La misma sangre y agua que fluirían de su Corazón al ser traspasado.

Sta. Teresita invita a su hermana a consolar el Rostro de Jesús convirtiendo pecadores: "Consuela a nuestro Señor en su Agonía, revelada en su Rostro, pero especialmente calmando su sed de almas".
 En uno de sus poemas escribe: "¡Oh quisiera para consolarte ignorada del mundo estar! La belleza que Tú ocultas me descubre tu misterio. Tu Rostro Salvador es divina flor de mirra que tener quiero sobre el corazón! Tu Rostro es mi riqueza y ya nada pido . Yo Jesús me oculto en él y a Ti me asemejaré.. Deja en mi la señal divina de tus rasgos de dulzura, solo así llegaré a ser santa atrayendo a Ti los corazones."

Para Sta. Teresita, la santidad necesariamente se debe revelar en el rostro, pues la abundancia del corazón se refleja en el rostro. Así como la santidad se refleja en el rostro, la santidad a la vez representa el verdadero rostro de Cristo. SS Juan Pablo II nos dice en NMI: "la santidad representa al vivo el rostro de Cristo":

En la fiesta de la Transfiguración, el 6 de Agosto de 1896, día que se celebraba la Fiesta de la Santa Faz en el Carmelo de Lisieux, Sta. Teresita con dos novicias (ella era maestra de novicias en ese tiempo) hicieron un acto de consagración a la Santa Faz. Las tres pidieron "ser escondidas en el secreto de tu Santo Rostro", que significaba el deseo de imitar la vida oculta y el amor sufriente de Cristo, con el propósito de ejercitarse tanto en el amor que pronto fuesen consumidas en ese amor y así no atarse a las cosas de la tierra y pronto alcanzar la visión de Jesús, cara a cara (ET 91). En la consagración expresan el deseo de convertirse en otras Verónicas, consolando a
Jesús en su pasión y ofreciéndole almas como consuelo. La oración concluyó: "¡Oh adorable rostro de Jesús! Mientras esperamos el día en que contemplaremos tu gloria infinita, nuestro único deseo es escondernos bajo tus ojos divinos y así no ser reconocidas en la tierra."


En sus escritos Teresa revela cómo la Virgen María –a quien llamaba su "madrecita"- la ayudó a profundizar el misterio del Rostro de Cristo, que no es otro que el de la Eucaristía y el Sagrado Corazón: el misterio del Amor de un Dios que se encarna y toma rostro humano, ama con corazón humano y quiere permanecer entre nosotros y ser uno con nosotros convertido en pan: "No había sondeado hasta entonces la profundidad de los tesoros que encierra la Santa Faz; mi madrecita fue quien se afanó en revelármelos(...) Fue en esta ocasión cuando me los reveló y comprendí...Comprendí como nunca dónde se encuentra la gloria verdadera...Aquel, cuyo reino no es de este mundo, me evidenció que la única realeza codiciable consiste en querer ser desconocido y estimado en nada, en poner nuestro contento en el propio menosprecio. ¡Ah! Deseaba que mi rostro ,como el de Jesús, estuviera escondido a todos los ojos, que nadie me conociera en el mundo; amaba el padecer y el ser olvidada".

Son innumerables los textos en que Teresa de Lisieux habla de la Sta. Faz. Demasiados para citarlos en un resumen de estas dimensiones. Vaya éste sacado del proceso de beatificación: "La Santa Faz era el espejo donde Sor Teresa veía el Alma y el Corazón de su Amado; el libro de meditación donde bebió la ciencia del amor. Fue en la meditación de la Santa Faz que aprendió ella la humildad".

Hemos visto en otro lugar lo arraigada de la devoción a la Sta. Faz en Francia, concretamente en Tours y el apostolado que desarrolló Monsieur Dupont propagando la devoción y traduciéndola en obras prácticas de atención al prójimo. Teresa de Lisieux hizo lo propio desde su encierro del Carmelo: dedicó numerosas poesías a la Sta Faz, la pintó en casullas y estampas, inculcó a sus novicias y hermanas de comunidad esta devoción en lo que tiene de más auténtico: la identificación con Cristo en la bonanza y en las dificultades; la menciona en cartas y comunicaciones.

Duro fue para ella ver como su padre perdía sus facultades físicas y mentales durante los seis últimos años de su vida. Este fue su comentario: "Así como la Faz adorable de Jesús se entristeció durante su pasión, así hubo de velarse en los días de su humillación la faz de su servidor fiel (su padre) para merecer ser abrillantada en los cielos". Y es que el mundo doliente es el que mejor puede identificarse con la Santa Faz de Cristo Crucificado.

Lo que importa de verdad a una persona se manifiesta en el momento supremo de la muerte: salen a flote los sentimientos más profundos, algunas veces ocultos por un fárrago de trivialidades. En Teresa de Jesús no ocurrió eso: murió como vivió. Una testigo que la atendía en la enfermería manifiesta: "Cerca de su lecho habíamos colocado un lienzo de la Santa Faz, a la que tenía gran devoción, para festejar el 6 de Agosto, la Transfiguración del Señor". Y a esta compañera de comunidad le confiesa en la intimidad: "¡Qué bien hizo Nuestro Señor en bajar sus ojos al ofrecernos su retrato! Porque los ojos son el espejo del alma y nosotras hubiéramos muerto de gozo al poder entrever su alma. ¡Qué gracias me ha concedido la Santa Faz en mi vida! Al escribir mi Cántico Vivir de Amor me ayudó hasta a redactarle con suma facilidad. Transcribí de memoria durante los tres cuartos de hora de silencio por la noche las quince estrofas que había rimado durante el día. Mi devoción, o hablando más exactamente mi piedad para con la Santa Faz está inspirada en las palabras de Isaías: " Le falta hermosura y esplendor..; le vimos y no tenía expresión...Despreciado y como el último de los hombres, varón de dolores, conocedor de la enfermedad; tenía la Faz semioculta y como llena de vergüenza, y no le hemos apreciado". Yo también no deseo tener ni fulgor ni hermosura...pisar yo sola las uvas en el lagar, vivir desconocida de todos".

Y como se reseña en el proceso de beatificación: "Tenía la Santa Faz colgada en las cortinas de su cama durante su última enfermedad: su vista le ayudó a soportar su largo martirio". Se ahogaba –tenía tuberculosis- y en su angustia la contemplaba una y otra vez...Para finalizar este apartado trascribimos casi literalmente su Cántico a la Santa Faz. A algunos oídos modernos les podrá parecer exagerado...No es eso. Son frases tejidas por una poeta, una mística...un alma enamorada.

"¡Jesús! Tu imagen inefable es el astro que guía mis pasos. Tú lo sabes bien. Tu dulce rostro es aquí en la tierra mi paraíso. Mi amor descubre los encantos de tus ojos embellecidos por el llanto. Cuando contemplo tus dolores sonrío a través de mis lágrimas. Deseo vivir ignorada y solitaria para consolar tu belleza; esa belleza que se oculta en tu Faz bajo el misterio del dolor y que tan fuertemente me atrae a Ti. Tu faz es mi sola patria; ella es mi reino de amor, mi prado risueño, mi dulce sol de cada día. Ella es el lirio del valle, cuyo perfume misterioso consuela mi afligida alma y le hace gustar la paz de los cielos. Ella es mi reposo, mi dulzura y mi melodiosa lira. Tu rostro, dulce Salvador, es el divino ramillete de mirra que yo quiero guardar en mi corazón. Tu Faz es mi sola riqueza, no quiero nada fuera de ella. Jesús yo me asemejaré a Ti, y oculta entre los pliegues del velo de la Verónica, atravesaré la vida desapercibida de las criaturas. Deja en mi la divina impresión de tus besos, llenos de dulzura, y pronto llegaré a ser santa y atraeré a Ti todos los corazones. Cuando tus labios adorados impriman en mi el beso eterno, haz que me abrase de amor, y que este amor levante en el campo de la Iglesia una hermosa cosecha de almas santas"

¡Ojalá que amemos a Cristo así y nuestro amor no sea de palabras sino de obras!

 

 

Ante la Santa Faz

Icono del sufrimiento, imagen del amor de Dios...


 

Reflexión de Su Santidad, Juan Pablo II, en su visita a la Sábana Santa en Turín
-24 de mayo, de 1998.

 

La Sábana Santa:  Espejo del Evangelio.

Con la mirada puesta en la Sábana Santa, deseo saludar cordialmente a todos vosotros, fieles de la Iglesia de Turín. Saludo a los peregrinos que durante el período de esta exposición vienen de todas las partes del mundo para contemplar uno de los signos más desconcertantes del amor doloroso del
 Redentor.

Al entrar en el catedral, que muestra todavía las heridas producidas por el terrible incendio del año pasado, me he detenido en adoración ante la Eucaristía, el Sacramento que situado en el centro de la atención de la Iglesia y que, bajo apariencias humildes, custodia la presencia verdadera, real y substancial de Cristo. A la luz de la presencia de Cristo en medio de nosotros, me he detenido después ante la Sábana Santa, el precioso lino que puede sernos de ayuda para comprender mejor el misterio del amor del Hijo de Dios por nosotros.

Ante la Sábana Santa, imagen intensa y acongojante de un dolor inenarrable, deseo dar gracias al Señor por este don singular, que exige del creyente una atención amorosa y una disponibilidad total al seguimiento del Señor.

La Sábana Santa es una provocación a la inteligencia. Ante todo, requiere el compromiso de todo hombre, en particular del investigador, para acoger con humildad el mensaje profundo que plantea a su razón y a su vida. La fascinación misteriosa ejercitada por la Sábana Santa lleva a formular
 
preguntas sobre la relación entre el sagrado lienzo y la vicisitud histórica de Jesús. Confía a los científicos la tarea de investigar para llegar hasta respuestas adecuadas a los interrogantes ligados a esta sábana que, según la tradición, habría envuelto el cuerpo de nuestro Redentor cuando fue descendido de la cruz. La Iglesia exhorta a estudiar la Sábana Santa sin posiciones preconcebidas, que dan por descontado resultados que no pueden ser considerados como tales; invita a actuar con libertad interior y cuidadoso respeto tanto de la metodología científica como de la sensibilidad de los creyentes.

Lo que cuenta sobre todo para el creyente es que la Sábana Santa es un espejo del Evangelio. De hecho, si se reflexiona sobre el sagrado lienzo, no se puede olvidar que la imagen que se encuentra presente en él tiene una relación tan profunda con lo que narran los cuatro Evangelios sobre la
 pasión y muerte de Jesús que cada hombre sensible se siente interiormente tocado y conmovido al contemplarla. Quien se acerca a ella es consciente también de que la Sábana Santa no sólo impresiona el corazón de la gente, sino que hace referencia a Aquel a cuyo servicio la ha puesto la 
Providencia amorosa del Padre. Por lo tanto, es justo alimentar la conciencia de la preciosidad de esta imagen, que todos ven y que nadie puede explicar por ahora. Para toda persona profunda es motivo de hondas reflexiones que pueden llegar a implicar la vida.

La Sábana Santa constituye de este modo un signo verdaderamente singular que hace referencia a Jesús, la Palabra verdadera del Padre, e invita a modelar la propia existencia según la de Aquel que se dio a sí mismo por nosotros.

En la Sábana Santa Se refleja la imagen del sufrimiento humano. Recuerda al hombre moderno, distraído con frecuencia por el bienestar y por las conquistas tecnológicas, el drama de tantos hermanos y le invita a interrogarse sobre el dolor y a profundizar sobre sus causas.

La imagen del cuerpo martirizado del Crucificado, al testimoniar la tremenda capacidad del hombre para causar dolor y muerte a sus semejantes, se presenta como un icono del sufrimiento del inocente de todos los tiempos: de las innumerables tragedias que han marcado la historia pasada y de los dramas que continúan consumándose en el mundo.

Ante la Sábana Santa, ¿cómo es posible no pensar en los millones de hombres que mueren de hambre, en los horrores perpetrados en tantas guerras que ensangrientan las naciones, en el abuso brutal de mujeres y niños, en los millones de seres humanos que viven entre miserias y humillaciones al margen de las metrópolis, especialmente en los países en vías de desarrollo? ¿Cómo es posible no acordarse con angustia y piedad de cuantos no pueden gozar de los derechos civiles elementales, de las víctimas de la tortura, del terrorismo, de los esclavos de organizaciones criminales?

Al evocar estas dramáticas situaciones, la Sábana Santa no sólo nos lleva a salir de nuestro egoísmo, sino que además nos invita a descubrir el misterio del dolor que, santificado por el sacrificio de Cristo, genera salvación para toda la humanidad.

La Sábana Santa es también imagen del amor de Dios y del pecado del hombre. Invita a redescubrir la causa última de la muerte redentora de Jesús. En el sufrimiento inconmensurable que documenta, el amor de Aquel que «tanto amó al mundo que le dio a su Hijo unigénito» (Jn 3, 16) se hace casi palpable y manifiesta sus sorprendentes dimensiones. Ante ella, los creyentes no pueden dejar de exclamar y con plena verdad: «¡Señor, no me podías amar más!» y darse cuenta inmediatamente de que el responsable de este sufrimiento es el pecado: los pecados de cada ser humano».

Al hablarnos de amor y de pecado, la Sábana Santa nos invita a todos nosotros a imprimir en nuestro espíritu el rostro del amor de Dios para excluir la tremenda realidad del pecado. La contemplación de aquel Cuerpo martirizado ayuda al hombre contemporáneo a liberarse de la superficialidad y del egoísmo con el que con mucha frecuencia trata el amor y el pecado.
 
Haciendo eco de la palabra de Dios y de los siglos de conciencia cristiana, la Sábana Santa susurra: cree en el amor de Dios, el tesoro más grande donado a la humanidad, y huye del pecado, la mayor desgracia de la historia.

La Sábana Santa es también imagen de impotencia: impotencia ante la muerte, en la que se revela la máxima consecuencia del misterio de la Encarnación. El lienzo nos empuja a medirnos con el aspecto más perturbador del misterio de la Encarnación, que es también aquel que muestra cómo Dios se ha hecho hombre, asumiendo nuestra condición humana hasta someterse a la impotencia
 
total del momento en el que la vida se apaga. Es la experiencia del Sábado Santo, transición importante del camino de Jesús hacia la Gloria, de la que se desprende un rayo de luz que embiste el dolor y la muerte de cada hombre.

La fe, al recordarnos la victoria de Cristo, nos comunica la certeza de que el sepulcro no es la última meta de la existencia. Dios nos llama a la resurrección y a la vida inmortal.

La Sábana Santa es una imagen del silencio. Existe un silencio trágico de la incomunicación, que en la muerte tiene su máxima expresión, y existe el silencio de la fecundidad, que es precisamente el de quien renuncia a hacerse escuchar por el exterior para alcanzar en lo profundo las raíces de
 
la verdad y de la vida. La Sábana Santa expresa no sólo el silencio de la muerte, sino también el silencio valiente y fecundo de la superación de lo efímero, gracias a la inmersión total en el eterno presente de Dios. De este modo, ofrece la conmovedora confirmación del hecho de que la
omnipotencia misericordiosa de nuestro Dios no puede ser detenida por ninguna fuerza del mal; al contrario, sabe hacer concurrir en el bien la misma fuerza del mal. Nuestro tiempo necesita redescubrir la fecundidad del silencio para superar la disipación de los sonidos, de las imágenes, de los cotilleos que con demasiada frecuencia impiden escuchar la voz de Dios.

¡Queridos hermanos y hermanas! Vuestro obispo, el querido cardenal Giovanni Saldarini, custodio pontificio de la Sábana Santa, ha propuesto como tema para esta exposición solemne las palabras: «Todos los hombres verán tu salvación». Sí, la peregrinación que las muchedumbres están realizando a esta ciudad es precisamente un «venid a ver» este signo trágico e iluminador de la Pasión, que anuncia el amor del Redentor. Este icono de Cristo abandonado en la condición dramática y solemne de la muerte, que desde hace siglos es objeto de significativas representaciones y que desde hace cien años, gracias a la fotografía, se ha difundido a través de muchísimas reproducciones, exhorta a ahondar en el centro del misterio de la vida y de la muerte para descubrir el mensaje grande y consolador que nos ha sido dado. La Sábana Santa nos presenta a Jesús en el momento de su máxima impotencia y nos recuerda que en la anulación de esa muerte está la
 salvación del mundo entero. La Sábana Santa se convierte de este modo en una invitación a vivir cada experiencia, incluida la del sufrimiento y la de la suprema impotencia, con la actitud de quien cree que el amor misericordioso de Dios vence toda pobreza, todo impedimento, toda tentación 
de desesperación. 

El Espíritu de Dios, que habita en nuestros corazones, suscite en cada uno el deseo y la generosidad necesarios para acoger el mensaje de la Sábana Santa y para hacer de él el criterio inspirador de la existencia. 

Con estos deseos, os imparto a todos, a los peregrinos que visitarán la Sábana Santa y a cuantos están espiritual e idealmente unidos en torno a este signo sorprendente del amor de Cristo, una especial bendición apostólica.

 

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 Fundadores de la Orden de los Servitas, Santos Siete Fundadores de los Siervos de Santa María Virgen, Febrero 17  

Fundadores de la Orden de los Servitas, Santos

Siete Santos Fundadores de los siervos de Santa María Virgen (Servitas)

Martirologio Romano: Los siete santos fundadores de la Orden de los Siervos de María: Bonfilio, Bartolomé, Juan, Benito, Gerardino, Ricovero y Alejo. Siendo mercaderes en Florencia, se retiraron de común acuerdo al monte Senario para servir a la Santísima Virgen María, fundando una Orden bajo la Regla de san Agustín. Son conmemorados en este día, en el que falleció, ya centenario, el último de ellos, Alejo (1310).

Según la tradición hubo siete hombres, muy respetables y honorables, a los que nuestra Señora unió, a manera de siete estrellas, para iniciar la Orden suya y de sus siervos. Los siete nacieron en Florencia; primero llevaron una vida eremítica en el monte Senario, dedicados en especial a la veneración de la Virgen María. Después predicaron por toda la región toscana y fundaron la Orden de los Siervos de Santa María Virgen, aprobada por la Santa Sede en 1304. Se celebra hoy su memoria, porque en este día, según se dice, murió San Alejo Falconieri, uno de los siete, el año 1310.

En la Monumenta Ordinis Servorum Beatae Maríae Virginis se lee lo siguiente respecto del estado de vida de los Siervos de Santa María Virgen: "Cuatro aspectos pueden considerarse por lo que toca al estado de vida de los siete santos fundadores antes que se congregaran para esta obra. En primer lugar, con respecto a la Iglesia. Algunos de ellos se habían comprometido a guardar virginidad o castidad perpetua, por lo que no se habían casado; otros estaban ya casados; otros habían enviudado.

En segundo lugar, con relación a la sociedad civil. Ellos comerciaban con las cosas de esta tierra, pero cuando descubrieron la piedra preciosa, es decir, nuestra Orden, no sólo distribuyeron entre los pobres todos sus bienes, sino que, con ánimo alegre, entregaron sus propias personas a Dios y a nuestra Señora, para servirlos con toda fidelidad.

El tercer aspecto que debemos tener en cuenta es su estado por lo que se refiere a su reverencia y honor para con nuestra Señora. En Florencia existía, ya desde muy antiguo, una sociedad en honor de la Virgen María, la cual, por su antigüedad y por la santidad y muchedumbre de hombres y mujeres que la formaban, había obtenido una cierta prioridad sobre las demás y, así, había llegado a llamarse "Sociedad mayor de nuestra Señora". A ella pertenecían los siete hombres de que hablamos, antes de que llegaran a reunirse, como destacados devotos que eran de nuestra Señora.

Finalmente, veamos cual fuera su estado en lo que mira a su perfección espiritual. Amaban a Dios sobre todas las cosas y a él ordenaban todas sus acciones, como pide el recto orden honrándolo así con todos sus pensamientos, palabras y obras.
Cuando estaban ya decididos, por inspiración divina, a reunirse, a lo que los había impulsado de un modo especial nuestra Señora, arreglaron sus asuntos familiares y domésticos, dejando lo necesario para sus familias y distribuyendo entre los pobres lo que sobraba. Finalmente buscaron a unos hombres de consejo y de vida ejemplar, a los que manifestaron su propósito.

Así subieron al monte Senario, y en su cima erigieron una casa pequeña y adecuada, a la que se fueron a vivir en comunidad. Allí empezaron a pensar no sólo en su propia santificación, sino también en la posibilidad de agregarse nuevos miembros, con el fin de acrecentar la nueva Orden que nuestra Señora había comenzado valiéndose de ellos. Por lo tanto, comenzaron a recibir nuevos hermanos y, así, fundaron esta Orden. Su principal artífice fue nuestra Señora, que quiso que estuviera cimentada en la humildad, que fuese edificada por su concordia y conservada por su pobreza.

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Autor: Archidiócesis de Madrid
Eutropio de Fregenal , Santo Obispo, Febrero 17  

Eutropio de Fregenal , Santo

Obispo

El Padre Jerónimo Román de la Higuera en su martirologio dice: "de Fregenal de Extremadura el tránsito glorioso de San Eutropio obispo de aquella ciudad que conociendo los yerros que por España sembraban los dos Auitos, envió a Africa al venerable presbítero Paulo Osorio, para que consultadas estas herejías con San Agustín, apuntase el modo más seguro para condenarlas".

Fue este santo Prelado pariente muy cercano de Flavio Caupernico, Arzobispo de Toledo y sucesor de Castino, murió en paz con opinión de santidad, a 17 de Febrero cerca de los años 420.

Marco Máximo, arzobispo de Zaragoza afirma que los dos monjes herejes, llamados Auitos provenían uno de Jerusalén y otro de Roma con doctrinas de Orígenes, Victorio y Basilio no muy ortodoxas, una vez superadas las corrientes priscilianistas.

El Obispo San Eutropio envió a Paulo a consultar a San Jerónimo sobre el origen del alma.

El Santo Obispo informado de los Santos Padres, Agustín y Jerónimo, ejerció su magisterio con seguridad, celo y entereza.

Consumió su vida, habiendo guardado al depósito de la fe.

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Fuente: Acoantioquena
Teodoro de Anasea, Santo Mártir, Febrero 17  

Teodoro de Anasea, Santo

Mártir

Martirologio Romano: En Amasea, en el Helesponto, pasión de san Teodoro, soldado, que bajo el emperador Maximiano, por confesar abiertamente su fe cristiana, fue terriblemente azotado, recluido en la cárcel y finalmente quemado vivo. San Gregorio de Nisa cantó las alabanzas de este santo, en uno de sus discursos (306).

Etimológicamente Teodoro = Aquel que es un regalo de Dios. Viene de la lengua griega.

En la ciudad Amasea, en la provincia Panonia, en los tiempos de las persecuciones por el emperador Maximiano (años 286-305), un guerrero llamado Teodoro, junto con otros cristianos a quienes intentaron obligar a abjurar a Cristo y hacer un sacrificio a los ídolos. (El sobrenombre Tiro significa en latín "recluta").

Al negarse a hacerlo, Teodoro fue sometido a crueles martirios y encerrado en la cárcel. Ahí, durante la oración él fue consolado con la milagrosa aparición del Señor Jesús. Poco tiempo después lo sacaron de la cárcel y con diferentes torturas nuevamente querían obligarlo a abjurar a Cristo.

Finalmente, viendo su firmeza, el gobernador lo condenó a la hoguera. Sin ningún temor, San Teodoro subió a la hoguera y orando y glorificando a Dios entregó su alma. Fue cerca del año 306. Su cuerpo fue sepultado en la ciudad de Eujaita (actualmente Marcivan en Asia Menor) Más tarde sus reliquias fueron trasladadas a Constantinopla a la Iglesia consagrada a su nombre.
Su cabeza se encuentra en Gaeta, Italia.

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Silvino de Auchy, Santo Obispo, Febrero 17  

Silvino de Auchy, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Auchy, en la región de Morins, Francia, sepultura de san Silvino, obispo (s. VIII).

Etimológicamente Silvino = Aquel que cuida los bosques, es de origen latino.

No se sabe exactamente en donde nació. Posiblemente en Francia. Su muerte fue en febrero del año 720.

Era un cortesano de los reyes Childerico y Teodocido III.

Renunció a su vida mundana y se convirtió en un peregrino a Jerusalén y otras ciudades santas.

Fue ordenado de sacerdote en Roma y se dedicó a evangelizar parte de Francia.

Trabajó con fervor y devoción en la predicación de la Palabra de Dios, contando lo esencial del Evangelio, sus verdades y lo necesario para salvarse.

Tuvo también la osadía de anunciar a los paganos a que dejaran sus cultos vacíos y sin sentido.
Los instruía con su ejemplo y sus buenas acciones. Logró, mediante la ayuda de Dios, muchas conversiones al cristianismo.

Después de más de 40 años como misionero en activo, consiguió la liberación de muchos esclavos.

Cansado de tanta vida activa – como un niño mayor – se retiró a una abadía de benedictinos, en la que murió con ansias de seguir haciendo más apostolado.

Se le hace mención en los martirologios romano, belga y Usuard tal día como hoy, el día de sus funerales.

La mayor parte de sus reliquias están en la iglesia de san Bertin, a la que fueron trasladadas por miedo a los invasores Normandos..

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Fuente: Franciscanos.org
Lucas Belludi, Beato Presbítero Franciscano, Febrero 17  

Lucas Belludi, Beato

Presbítero Franciscano

Martirologio Romano: En Padua, en la región de Venecia, beato Lucas Belludi, presbítero, de la Orden de los Frailes Menores, discípulo y compañero de san Antonio (1286).

Etimologicamente: Lucas = Aquel que es luminoso, es de origen latino.

Lucas nació en Padua (Italia) hacia el año 1200, de la noble y muy rica familia de los Belludi. Los datos que tenemos de su vida, y en particular de su juventud, son más bien escasos. Con toda probabilidad estudió en la Universidad de Padua, como lo prueba su gran cultura, y el año 1220 se encontró con san Francisco que, a su regreso de Oriente, había desembarcado en Venecia y, de camino hacia su tierra, pasó por Padua. En Santa María de La Cella o Arcella, cerca de la ciudad, el Santo fundó un monasterio de clarisas, en el que recibió a la
beata Elena Enselmini, y junto al mismo un pequeño hospicio para los frailes que las atendían; en él recibió Lucas el hábito de manos de Francisco y en él moriría años más tarde san Antonio. Parece que fue el mismo san Francisco quien orientó a Lucas al sacerdocio, habida cuenta de su formación y sus virtudes.

En la humilde residencia de la Arcella pasó el ya sacerdote Lucas años de oración y penitencia, a la vez que comenzaba a perfilar sus sermones. El año 1227, san Antonio, que había estado predicando en el sur de Francia, regresó a Italia y fue elegido Ministro provincial del norte de Italia. Por entonces, tal vez en el mismo año, Antonio se encontró con Lucas, y éste sería en adelante el discípulo y compañero inseparable del Santo, en sus correrías apostólicas y en la redacción de sus Sermones. Cuando después de la intensísima Cuaresma que predicó en Padua el año 1231, san Antonio se retiró al eremitorio de Camposampiero, cerca de Padua, allí lo atendió y cuidó el beato Lucas. El 13 de junio de 1231, durante la comida, Antonio sufrió un colapso y se sintió morir; pidió que lo trasladaran a Padua y, una vez más, Fr. Lucas fue su compañero inseparable; lo asistió durante el viaje en carreta y permaneció a su lado en la Arcella hasta que expiró aquella misma tarde. Después, nuestro Beato fue uno de los editores de los sermones del Santo, testigo de su santidad y promotor de su glorificación mediante la pronta canonización y la construcción de su Basílica en Padua. Tan estrecha fue la relación entre el Santo y nuestro Beato, que a éste se le llama también "Lucas de San Antonio".

En la vida del beato Lucas se suele destacar sobre todo el haber sido compañero y colaborador de san Antonio; pero, además, fue un hombre de gran talento y profunda espiritualidad, un verdadero sabio, famoso predicador, de vida sencilla y sana doctrina. Fue elegido Ministro provincial varias veces. Después de la muerte de san Antonio, el beato Lucas fue uno de los editores de sus Sermones; por otra parte, Lucas es también autor de sus propios Sermones Dominicales y otros, que se conservan inéditos en la Biblioteca Antoniana de Padua.

Murió en el hospicio de la Arcella (Padua) el 17 de febrero de 1286. Su cuerpo fue depositado, en la Basílica de San Antonio, en el mismo sepulcro en que estuvo sepultado al principio el Santo, su amigo y maestro. En 1971 los restos del Beato fueron trasladados a otra tumba dentro de la misma Basílica, donde reposan en la actualidad.

Fue beatificado por Pío XI el 18 de mayo de 1927. Entre los lugares de la Basílica paduana que merecen visitarse se encuentra la Capilla del Beato Lucas Belludi, totalmente pintada al fresco por Giusto de´ Menabuoi (1382). Aún hoy son muchos estudiantes que acuden a su sepulcro para pedirle su intercesión a la hora de los exámenes.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Flaviano, Santo Obispo y Mártir, 17 de febrero  

Flaviano, Santo

Obispo y Mártir

Martirologio Romano: Conmemoración de san Flaviano, obispo de Constantinopla, que, por defender la fe católica proclamada en Éfeso, fue atacado con puñetazos y patadas por los partidarios del impío Dióscoro y, enviado al exilio, falleció poco después (449).

San Flaviano, sacerdote y tesorero de la Iglesia de Constantinopla, sucedió en el patriarcado a San Proclo, el año 447. El cortesano Crisafio, que gozaba de gran favor ante el emperador Teodosio II, le sugirió que pidiera a Flaviano un presente como muestra de gratitud por su elevación a la dignidad de patriarca. El obispo envió al emperador unos panes benditos, según la costumbre de aquel tiempo, pues el pan era un símbolo de bendición y comunión. Crisafio hizo saber al santo que el emperador esperaba un regalo muy diferente y mucho más rico; pero el obispo respondió resueltamente que las rentas de la Iglesia estaban destinadas a otros usos. A partir de ese instante, el favorito del emperador decidió acabar con Flaviano. En efecto, valiéndose de la emperatriz Eudocia, persuadió al emperador para que obligase al patriarca a nombrar a PULQUERIA
Santa Pulqueria, hermana del mismo Teodosio II, diaconisa de su Iglesia, con lo cual la corte se vería libre de la influencia de la santa. Flaviano se negó a ello, cosa que Crisafio consideró como una nueva ofensa. Por otra parte, la condenación que Flaviano hizo de los errores de Eutiques, abad de un monasterio próximo a la ciudad, acabó de enfurecer a Crisafio. Eutiques, movido de un celo excesivo por convencer a Nestorio de que había dos personas en Cristo, cayó en el error de negar que también tuviera dos naturalezas. Esto le constituyó en jefe de la herejía monofisita. En un sínodo reunido por San Flaviano en 448, Eusebio de Dorileo desenmascaró el error de Eutiques; el sínodo condenó como herética la opinión de Eutiques y le mandó comparecer para justificarse. El alegato de Eutiques no convenció al sínodo, que le depuso y le excomulgó. Eutiques apeló entonces a los obispos de Roma, Egipto y Jerusalén, y escribió una carta al Papa San León I, quejándose de la forma en que el sínodo le había tratado y había entendido su doctrina. Pero el Papa no se dejó engañar. En una carta cuidadosamente redactada que envió a Flaviano y que se hizo famosa en la Historia de la Iglesia con el nombre de "Tomo" o "Carta Dogmática," San León definió la fe ortodoxa sobre los principales puntos de la discusión.

Un nuevo concilio confirmó las decisiones del sínodo anterior. Crisafio, humillado pero no vencido, trató de conseguir sus fines por otros medios. Así pues escribió a Dióscoro, sucesor de San Cirilo en la sede de Alejandría, prometiéndole su amistad y apoyo a condición de que se constituyera en defensor de Eutiques contra Flaviano y Eusebio. Dióscoro aceptó la proposición y ambos se valieron de la emperatriz Eudocia, la cual pensaba que, haciendo daño a Flaviano, molestaría a su cuñada Pulquería, a la que detestaba, Eudocia logró persuadir a Teodosio de que convocara a un concilio en Efeso. El emperador invitó a Dióscoro de Alejandría a presidir el concilio; con él acudieron algunos obispos africanos y un grupo de laicos. A lo que parece, se trataba simplemente de una banda organizada de malhechores. Al concilio fueron también otros obispos de oriente, y San León envió delegados.

La asamblea, conocida generalmente con el nombre de Latrocinium o "conciliábulo de bandidos," como la llamó más tarde San León a causa de las violencias a que dio lugar, se abrió en Efeso, el 8 de agosto de 449. Eutiques estuvo presente, así como dos oficiales del emperador, acompañados por un fuerte contingente de soldados. Las deliberaciones, en las que predominaban los partidarios de Eutiques, se desarrollaron en un ambiente de violencias, se impidió a los legados papales que leyesen las Cartas de San León al concilio y se terminó, en medio del mayor desorden, con la sentencia de deposición de Flaviano y Eusebio, a pesar de las protestas de los legados del Papa. Cuando Dióscoro empezó a leer la sentencia, varios obispos pidieron a gritos que se callase. Dióscoro interrumpió la lectura y dio voces para llamar a los enviados del emperador, Elpidio y Eulogio. Estos mandaron al punto que se abrieran las puertas de la iglesia y Proclo, el procónsul de Asia, entró escoltado por soldados y seguido por una multitud armada con palos. Esta incursión intimidó tanto a la asamblea, que prácticamente ningún obispo tuvo el valor de negarse a firmar la sentencia, excepto los legados papales que se retiraron decepcionados.

San Flaviano hizo una apelación al Papa San León y a otros obispos del occidente, y entregó sus cartas a los legados papales. Pero cuando se disponía a abandonar la sala en medio del tumulto que siguió a la asamblea, la turba le derribó y, según cuentan Dióscoro y el abad Barsumas, fue tan salvajemente golpeado a puntapiés por los soldados y malhechores, que murió poco después, no en Efeso (como suponen algunos autores) sino en Sardis de Lidia, a donde había sido desterrado.

El triunfo de Crisafio fue de corta duración. El emperador murió al año siguiente y Marciano mandó ejecutar a Crisafio. Santa Pulquería, la esposa de Marciano, mandó llevar a Constantinopla el cuerpo de San Flaviano para que fuera sepultado, con gran pompa en la sede episcopal, junto a sus predecesores. El Concilio de Calcedonia que tuvo lugar en 451, reivindicó su memoria, restituyó a Eusebio de Dorileo y depuso y desterró a Dióscoro de Alejandría.

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Mesrob, Santo Monje, Febrero 17  

Mesrob, Santo

Monje
Doctor de los armenios

Martirologio Romano: En Armenia, san Mesrob, doctor de los armenios, el cual, siendo discípulo de san Narsete y escriba en el palacio real, se hizo monje. Inventó los signos del alfabeto para que el pueblo fuese instruido en las sagradas Escrituras, tradujo al armenio los dos testamentos y compuso himnos y cánticos (c. 440).

Mesrob Mashtots nació en Taron y murió en Vagharshapat. Koryun, su pupilo y biógrafo, nos dice que Mesrob recibió una educación liberal, y fue versado en los idiomas griego, siríaco y persa. Debido a su piedad y aprendizaje Mesrob fue nombrado secretario del rey Cosroes III. Su deber era escribir en Griego, Persa y Siriaco los decretos y edictos del soberano.

Pero Mesrop sintió la llamada a una vida más perfecta. Dejó la vida en la corte para servir a Dios, tomó los hábitos, y se retiró a un monasterio con unos pocos compañeros elegidos. Allí, de acuerdo a Koryun, se sometió a grandes austeridades, soportando el hambre y la sed, el frío y la pobreza. Vivía de vegetales, vestía sólo un cilicio, dormía en el suelo, y a menudo pasaba noches enteras orando y estudiando la Biblia. Continuó con este régimen de vida por unos pocos años, durante los que se preparó para la gran labor a la cual la Providencia lo llamaría en breve. Entonces, tanto la Iglesia como el Estado necesitarían de sus servicios.

Armenia, fue durante largo tiempo campo de batalla entre Romanos y Persas, perdió su independencia en el año 387, y fue dividida entre el Imperio Bizantino y Persia, aproximadamente cuatro quintas partes fueron entregadas a Persia. El oeste de Armenia fue gobernada por generales bizantinos, mientras tanto el rey armenio mantenía su cargo pero tan solo simbólicamente. La Iglesia lógicamente se vió afectada por estos cambios, aunque la pérdida de independencia civil y la división territorial no pudo destruir su organización ni dominar su espíritu. Los principales eventos de éste periodo son la invención del alfabeto armenio, la revisión de la liturgia, la creación de una literatura nacional y eclesiástica y el reajuste de las relaciones jerárquicas. Tres hombres están asociados con tu extraordinario trabajo: Mesrop, Isaac de Armenia, y el rey Vramshapuh, que sucedió a su hermano Cosroes III en 394.

Mesrop había pasado algún tiempo en un monasterio preparándose para la vida monastial. Con el apoyo del príncipe Shampith, predicó los Evangelios en el dsitrito de Golthn cercadel río Araxes, convirtiendo muchos herejes y paganos. Sin embargo, pasó por grandes dificultades instruyendo a su gente, ya que los armenios no tenían alfabeto propio; utilizaban la escritura griega, persa y siria, pero ninguna era adecuada para representar correctamente los numerosos sonidos complejos de su lengua nativa. Nuevamente, las Sagradas Escrituras y la liturgia, escritas en sirio, resultaban, para muchos, ilegible. De allí la constante necesidad de traductores e intérpretes que explicaran la Palabra de Dios al pueblo.

Deseoso de corregir la situación, Mesrop decidió inventar un alfabeto nacional, para el cual el rey Vramshapuh e Isaac prometieron asitirlo. Resulta difícil determinar exactamente que rol tuvo Mesrop en la creación del nuevo alfabeto. De acuerdo con sus biógrafos armenios, consultó a Daniel,un obispo de Mesopotamia, y a Rufinus, un monje de Samosata y con su ayuda pudo darle una forma definitiva, que probablemente adapto del griego. Otros, como Lenormant, piensan que fue derivado del Zend. El alfabeto de Mesrob consiste en 36 letras, otras dos (la O larga y la F) fueron agregadas durante el siglo XII.

La invención del alfabeto en el año (406) fue el comienzo de la literatura armenia, y provó ser un factor poderoso en la formación de un espíritu nacionalista. "El resultado del trabajo de Mesrob e Isaac", dice San Martín, "fue separar para siempre al pueblo armenio de otros pueblos del este, para convertirlos en una nación propia, y para fortalecer en ellos la fe cristiana prohibiendo el uso de alfabetos extranjeros profanos que era utilizados para transcribir los libros paganos de los seguidores de Zoroastro (también llamado Zarathustra). A Mesrob le debemos la preservación del lenguaje y la literatura armenias; porque sin su trabajo, su pueblo habría sido absorbido por los persas y sirios, y habría desaparecido como muchas otras naciones del este".

Ansiando que otros se beneficien por su descubrimiento, e incentivado por el patriarca y el rey, Mesrob fundó numerosas escuelas en diferentes partes del país. En ellas los jóvenes aprendian el nuevo abecedario. Pero su accionar no estuvo confinado sólo a la Armenia oriental. Provisto de cartas de Isaac, fue a Constantinopla y obtuvo permiso del emperador Teodosio el Jóven para predicar y enseñar en sus posesiones armenias. Mesrob evangelizó sucesivamente a los Gregorianosy a los Albanos (Aghouanghks), adaptando el alfabeto a sus idiomas, y, dondequiera que predicaba Los Evangelios, construía escuelas y seleccionaba maestros y sacerdotes para que continuaran su labor. Habiendo regresado a la Armenia Oriental para reportar los resultados de sus misiones al patriarca, pensó por primera vez en proveer a sus compatriotas de literatura religiosa. Habiendo reunido numerosos discípulos, envío algunos a Edesa, Constantinopla, Atenas, Antioquía, Alejandría, y otros centros de aprendizaje, a estudiar el idioma griego y traer de regreso piezas maestras de la literatura griega. Algunos de sus más famosos disípulos fueron John de Egheghiatz, Joseph de Baghin, Yeznik, Koryun, Moses de Chorene, y John Mandakuni.

El primer monumento a la literatura armenia es la versión de las Sagradas Escrituras. Isaac, según Moses de Chorene, realizó una traducción de la Biblia de un texto sirio para el año 411. Este trabajo debió haber sido considerado imperfecto, ya que poco después John de Egheghiatz y Joseph de Baghin fueron enviados a Edessa para traducir las escrituras. Llegaron hasta Constantinopla y regresaron con las copias auténticas de la versión griega. Con la ayuda de otras copias obtenidas de Alejandría, la Biblia fue traducida, nuevamente del griego, de acuerdo con el texto de Septuagint y Orígen "Hexapla". Esta versión, actuakmente en uso en la iglesia armenia, fue completada alrededor del año 434.

Los decretos de los tres primeros concilios — Nicæa, Constantinople, y Concilio de Éfeso — y la liturgia nacional (que fue escrita en siríaco) también fueron traducidas al armeño, la última fue revisada liturgicamente por san Basilio. Muchas obras de los Padres Griegos fueron traducidas también al armeño. La posterior pérdida de los originales griegos han dado una importancia especial a algunas de sus traducciones, por ejemplo, la segunda parte de la crónica de Eusebius de la que tan sólo existen unos fragmetnos en griego, ha sido conservada completa en armenio.

En medio de sus labores literarias Mesrob no descuidó las necesidades espirituales de las personas que lo buscaban, volviendo a visitar los distritos que había evangelizado en sus primeros años, y, después de Isaac en el 440, se hizo cargo de la administración espiritual de la feligrecía. Él sobrevivió a su maestro y amigo sólo seis meses. Los armeños lo mencionan en el canon de la Misa, y celebran su memoria el 19 de febrero.

Está enterrado en Oshakan, un pueblo a 8 km del sudoeste de Ashtarak.

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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, Febrero 17  

Otros Santos y Beatos

San Bonoso, obispo
En Tréveris, en la Galia Bélgica, san Bonoso, obispo, que, junto a san Hilario de Poitiers, trabajó con celo y doctrina para que en las regiones de la Galia se mantuviese la integridad de la fe (c. 373).

San Fintán, abad
En el monasterio de Clúain Ednech, en Irlanda, san Fintán, abad fundador del mismo y prestigioso por su austeridad (c. 440).

San Fian, abad y obispo
En Lindisfarne, de Northumbria, san Fian, obispo y abad, célebre por su doctrina y por su celo en la evangelización (c. 656).

San Constable, abad
En el monasterio de Cava, en la Campania, san Constable, abad, que por su eximia mansedumbre y caridad hacia todos, mereció ser llamado "cubridor de los hermanos" (1124).

San Evermodo, obispo
En Ratzeburg, en Holsacia, de Germania, san Evermodo, obispo, que, discípulo de san Norberto en la Orden Premonstratense, se dedicó a la evangelización de los wendos (1178).

San Pedro Yu Chong-nyul, mártir
En Pyongyang, en Corea, san Pedro Yu Chong-nyul, mártir, que, siendo padre de familia, mientras leía a los fieles congregados durante la noche en casa del catequista, fue apresado y azotado hasta la muerte por su condición de cristiano (1866).

Beato Antonio Lesczewicz, religioso presbítero y mártir
En Rzeszow, en Polonia, beato Antonio Lesczewicz, presbítero de la Congregación de los Clérigos Marianistas y mártir, que, en la ocupación militar durante la guerra, fue quemado por los perseguidores de la Iglesia a causa de su fe en Cristo (1943).

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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