viernes, 10 de abril de 2015

Viernes de la Pasión y Muerte de Jesucristo: día de penitencia y abstinencia de carne, excepto fiesta de precepto (CDC 1250/3). 10/04/2015. Santa Gema ¡ruega por nosotros!

JA

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Juan 21, 1-14

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a sus discípulos junto al lago de Tiberíades. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás el Gemelo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. En esto dijo Simón Pedro:
"Voy a pescar".
Los otros dijeron:
"Vamos contigo".
Salieron y juntos subieron a la barca; pero aquella noche no lograron pescar nada.
Al clarear el día, se presentó Jesús en la orilla del lago, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo:
"Muchachos, ¿han pescado algo?"
Ellos contestaron:
"No".
El les dijo:
"Echen la red al lado derecho de la barca y encontrarán peces".
Ellos la echaron, y la red se llenó de tal cantidad de peces que no podían moverla. Entonces el discípulo a quien Jesús tanto amaba le dijo a Pedro:
"¡Es el Señor!"
Al oír Simón Pedro que era el Señor, se puso la túnica, pues estaba sin ella, y se lanzó al agua. Los otros discípulos llegaron hasta la orilla en la barca, arrastrando la red llena de peces, pues no era mucha la distancia que los separaba de tierra; tan sólo unos cien metros.
Al saltar a tierra, vieron unas brasas, con peces colocados sobre ellas, y pan. Jesús les dijo:
"Traigan ahora algunos de los peces que acaban de pescar".
Simón Pedro subió a la barca y bajó a tierra la red llena de peces; en total eran ciento cincuenta y tres peces grandes. Y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo:
"Vengan a comer algo".
Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿"quién eres?", porque sabían muy bien que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan en sus manos y lo repartió; y lo mismo hizo con los peces.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos, después de haber resucitado de entre los muertos.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu

El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

"El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?

Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).

Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?

Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html

Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

 

Misal

 

Vie 8a. de Pascua

Antífona de Entrada

El Señor liberó a su pueblo y lo llenó de esperanza, y a sus enemigos los sumergió en el mar. Aleluya.

 

Se dice "Gloria".

Oración Colecta

Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que en el sacramento de la muerte y resurrección de tu Hijo ofreces a los hombres el pacto de la reconciliación y de la paz, concédenos realizar en nuestra vida este misterio que
proclamamos con la fe.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

Fuera de Jesús no hay salvación

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 4, 1-12

En aquellos días, mientras Pedro y Juan hablaban a la gente, se presentaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del templo y los saduceos. Estaban molestos porque enseñaban al pueblo y anunciaban que la resurrección de los muertos se había realizado ya en Jesús. Los arrestaron y los encerraron en la cárcel hasta el día siguiente, pues ya era tarde. Pero muchos de los que habían oído el discurso creyeron, y el número de los que creyeron llegó a cinco mil.
Al día siguiente se reunieron en Jerusalén los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas; Anás, sumo sacerdote, y Caifás, Juan, Alejandro y todos los quepertenecían a la familia sacerdotal.
Hicieron comparecer a Pedro y a Juan y les preguntaron:
"¿Con qué poder o en nombre de quién ustedes han hecho esto?"
Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo:
"Jefes del pueblo y ancianos de Israel: hoy ha quedado sano un hombre enfermo, y nos preguntan en nombre de quién se ha realizado esta curación; pues sepan ustedes y todo el pueblo de Israel que este hombre aparece sano ante ustedes en virtud del nombre de Jesús de Nazaret, a quien ustedes crucificaron, y a quien Dios ha resucitado de entre los muertos.
El es la piedra rechazada por ustedes, los constructores, que se ha convertido en piedra fundamental. Nadie más que él puede salvarnos, pues sólo por medio de él nos concede Dios a los hombres la salvación sobre la tierra".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 117, 1-2.4.22-24.25-27a

Este es el día en que actuó el Señor.

Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterno su amor. Diga el pueblo de Israel: es eterno su amor. Digan los que respetan al Señor: es eterno su amor.
Este es el día en que actuó el Señor.

La piedra que rechazaron los constructores se ha convertido en la piedra fundamental. Esto es obra del Señor y es realmente admirable. Este es el día en que actuó el Señor, festejemos y alegrémonos en él.
Este es el día en que actuó el Señor.

Señor, danos la salvación; Señor, danos la prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor. Desde la casa del Señor los bendecimos; el Señor es Dios, él nos ilumina.
Este es el día en que actuó el Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo.
Aleluya.

Evangelio

Se acercó Jesús, tomó el pan y se lo dio a sus discípulos, y también el pescado

† Lectura del santo Evangelio según san Juan 21, 1-14

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a sus discípulos junto al lago de Tiberíades. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás el Gemelo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. En esto dijo Simón Pedro:
"Voy a pescar".
Los otros dijeron:
"Vamos contigo".
Salieron y juntos subieron a la barca; pero aquella noche no lograron pescar nada.
Al clarear el día, se presentó Jesús en la orilla del lago, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo:
"Muchachos, ¿han pescado algo?"
Ellos contestaron:
"No".
El les dijo:
"Echen la red al lado derecho de la barca y encontrarán peces".
Ellos la echaron, y la red se llenó de tal cantidad de peces que no podían moverla. Entonces el discípulo a quien Jesús tanto amaba le dijo a Pedro:
"¡Es el Señor!"
Al oír Simón Pedro que era el Señor, se puso la túnica, pues estaba sin ella, y se lanzó al agua. Los otros discípulos llegaron hasta la orilla en la barca, arrastrando la red llena de peces, pues no era mucha la distancia que los separaba de tierra; tan sólo unos cien metros.
Al saltar a tierra, vieron unas brasas, con peces colocados sobre ellas, y pan. Jesús les dijo:
"Traigan ahora algunos de los peces que acaban de pescar".
Simón Pedro subió a la barca y bajó a tierra la red llena de peces; en total eran ciento cincuenta y tres peces grandes. Y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo:
"Vengan a comer algo".
Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿"quién eres?", porque sabían muy bien que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan en sus manos y lo repartió; y lo mismo hizo con los peces.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos, después de haber resucitado de entre los muertos.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

No se dice "Credo".

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, estos dones que te presentamos, para que nos los conviertas en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo resucitado, para que de las alegrías y trabajos de la tierra podamos elevarnos al deseo de ti.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

El misterio pascual

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor; pero más que nunca en este día en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Porque él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo; muriendo destruyó nuestra muerte, y resucitando restauró la vida.
Por eso,
con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría, y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:

Antífona de la Comunión

Dijo Jesús a sus discípulos: "Vengan y coman". Y tomó el pan y lo repartió entre ellos. Aleluya.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Señor, que tu amor paterno proteja siempre a quienes has salvado por medio de la pasión de tu Hijo, y que Cristo resucitado sea la fuente de todas nuestras alegrías.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

Octava de Pascua. Viernes

CONSTANCIA EN EL APOSTOLADO

— La pesca milagrosa. Junto al Señor, los frutos son siempre abundantes. Distinguir al Señor en medio de los acontecimientos de la vida.

— El apostolado supone un trabajo paciente.

— Contar con el tiempo. Poner más medios humanos y sobrenaturales cuanta más resistencia ofrezca un alma.

I. Jesucristo... es la piedra angular: ningún otro puede salvar; bajo el cielo no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos1.

Los Apóstoles han marchado de Jerusalén a Galilea, como les había indicado el Señor2. Están junto al lago: en el mismo lugar o en otro semejante donde un día los encontró Jesús y los invitó a seguirle. Ahora han vuelto a su antigua profesión, la que tenían cuando el Señor los llamó. Jesús los halla de nuevo en su tarea. Acaeció así: estaban juntos Simón Pedro y Tomás, llamado Dídimo, Natanael, que era de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos de sus discípulos3. Son siete en total. Es la hora del crepúsculo. Otras barcas han salido ya para la pesca. Entonces, les dijo Simón Pedro: Voy a pescar. Le contestaron: Vamos también nosotros contigo. Salieron, pues, y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada.

Al alba, se presentó Jesús en la orilla. Jesús resucitado va en busca de los suyos para fortalecerlos en la fe y en su amistad, y para seguir explicándoles la gran misión que les espera. Los discípulos no se dieron cuenta de que era Jesús, no acaban de reconocerle. Están a unos doscientos codos, a unos cien metros. A esa distancia, entre dos luces, no distinguen bien los rasgos de un hombre, pero pueden oírle cuando levanta la voz. ¿Tenéis algo que comer?, les pregunta el Señor. Le contestaron: No. Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y encontraréis. Y Pedro obedece: La echaron y ya no podían sacarla por la gran cantidad de peces. Juan confirma la certeza interior de Pedro. Inclinándose hacia él, le dijo: ¡Es el Señor! Pedro, que se ha estado conteniendo hasta este momento, salta como impulsado por un resorte. No espera a que las barcas lleguen a la orilla. Al oír Simón Pedro que era el Señor, se ciñó la túnica y se echó al mar. Los otros discípulos vinieron en la barca, pues no estaban lejos de tierra, sino a doscientos codos, arrastrando la red con los peces.

El amor de Juan distinguió inmediatamente al Señor en la orilla: ¡Es el Señor! "El amor, el amor lo ve de lejos. El amor es el primero que capta esas delicadezas. Aquel Apóstol adolescente, con el firme cariño que siente hacia Jesús, porque quería a Cristo con toda la pureza y toda la ternura de un corazón que no ha estado corrompido nunca, exclamó: ¡es el Señor!"4.

Por la noche –por su cuenta–, en ausencia de Cristo habían trabajado inútilmente. Han perdido el tiempo. Por la mañana, con la luz, cuando Jesús está presente, cuando ilumina con su Palabra, cuando orienta la faena, las redes llegan repletas a la orilla.

En cada día nuestro ocurre lo mismo. En ausencia de Cristo, el día es noche; el trabajo, estéril: una noche más, una noche vacía, un día más en la vida. Nuestros esfuerzos no bastan, necesitamos a Dios para que den fruto. Junto a Cristo, cuando le tenemos presente, los días se enriquecen. El dolor, la enfermedad, se convierten en un tesoro que permanece más allá de la muerte; la convivencia con quienes nos rodean se torna junto a Jesús un mundo de posibilidades de hacer el bien: pormenores de atención, aliento, cordialidad, petición por los demás...

El drama de un cristiano comienza cuando no ve a Cristo en su vida; cuando por la tibieza, el pecado o la soberbia se nubla su horizonte; cuando se hacen las cosas como si no estuviera Jesús junto a nosotros, como si no hubiera resucitado.

Debemos pedirle mucho a la Virgen que sepamos distinguir al Señor en medio de los acontecimientos de la vida, que podamos decir muchas veces: ¡Es el Señor! Y esto, en el dolor y en la alegría, en cualquier circunstancia. Junto a Cristo, cerca siempre de Él, seremos apóstoles, en medio del mundo, en todos los ambientes y situaciones5.

II. Cuando descendieron a tierra vieron unas brasas preparadas, un pez puesto encima y pan. Jesús les dijo: Traed algunos de los peces que habéis pescado ahora. Subió Simón Pedro y sacó a tierra la red llena de ciento cincuenta y tres peces grandes. Y aunque eran tantos no se rompió la red.

Los Santos Padres han comentado con frecuencia este episodio diciendo que la barca representa a la Iglesia, cuya unidad está simbolizada por la red que no se rompe; el mar es el mundo; Pedro, en la barca, simboliza la suprema autoridad de la Iglesia; el número de peces significa los llamados6. Nosotros, como los Apóstoles, somos los pescadores que han de llevar a las gentes a los pies de Cristo, porque las almas son de Dios7.

"¿Por qué contó el Señor tantos pescadores entre sus Apóstoles? (...). ¿Qué cualidad vio en ellos Nuestro Señor? Creo que había una cosa que apreció particularmente en quienes habían de ser sus Apóstoles: una paciencia inquebrantable (...). Han trabajado toda la noche y no han pescado nada; muchas horas de espera, en las que la luz gris de la aurora les traería su premio, y no lo ha habido (...).

"¡Cuánto ha esperado la Iglesia de Cristo a través de los siglos (...) extendiendo pacientemente su invitación y dejando que la gracia hiciera su obra! (...) ¿Qué importa si en un sitio o en otro ha trabajado duramente y recogido muy poco para su Maestro? Sobre su palabra, pese a todo, volverá a echar la red, hasta que su gracia, cuyos límites no guardan proporción con el esfuerzo humano, le traiga de nuevo una nueva pesca"8. No sabemos cómo ni cuándo, pero todo esfuerzo apostólico da su fruto, aunque en muchas ocasiones nosotros no lo veamos. El Señor nos pide a los cristianos la paciente espera de los pescadores. Ser constantes en el apostolado personal con los amigos y conocidos. No abandonarlos jamás, no dejar a nadie por imposible.

La paciencia es parte principal de la fortaleza y nos lleva a saber esperar cuando así lo requiera la situación, a poner más medios humanos y sobrenaturales, a recomenzar muchas veces, a contar con nuestros defectos y con los de las personas que queremos llevar a Dios. "La fe es un requisito imprescindible en el apostolado, que muchas veces se manifiesta en la constancia para hablar de Dios, aunque tarden en venir los frutos.

"Si perseveramos, si insistimos bien convencidos de que el Señor lo quiere, también a tu alrededor, por todas partes, se apreciarán señales de una revolución cristiana: unos se entregarán, otros se tomarán en serio su vida interior, y otros –los más flojos– quedarán al menos alertados"9.

III. Jesús llamó a los Apóstoles conociendo sus defectos. Los quiere como son. A Pedro le dirá, después de haber comido con ellos aquella mañana: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?... Apacienta mis corderos... Apacienta mis ovejas10. Cuenta con ellos para fundar su Iglesia; les da el poder de realizar en su nombre el Sacrificio del altar, el poder de perdonar los pecados, les hace depositarios de su doctrina y de sus enseñanzas... Confía en ellos y los forma con paciencia; cuenta con el tiempo para hacerlos idóneos para la misión que han de desempeñar.

El Señor también ha previsto los momentos y el modo de santificar a cada uno, respetando su personal correspondencia. A nosotros nos toca ser buenos canales por los que llega la gracia del Señor, facilitar la acción del Espíritu Santo en nuestros amigos, parientes, conocidos, colegas... Si el Señor no se cansa de dar su ayuda a todos, ¿cómo nos vamos a desalentar nosotros, que somos simples instrumentos? Si la mano del carpintero sigue firme sobre la madera, ¿cómo va a ser reacia la garlopa en realizar su trabajo?

No es corta la senda que conduce al Cielo. Y Dios no suele conceder gracias que consigan inmediatamente y de forma definitiva la santidad. Nuestros amigos, de ordinario, se acercarán poco a poco hasta el Señor. Encontraremos resistencias, consecuencia muchas veces del pecado original, que ha dejado sus secuelas en el alma, y también de los pecados personales. A nosotros nos corresponde facilitar la acción de Dios con nuestra oración, la mortificación, el quererles de verdad, el ejemplo, la palabra oportuna, la amistad sincera, la comprensión, el pasar por alto sus defectos... Si nuestros amigos tardan en responder a la gracia, nosotros debemos prodigar las muestras de amistad y de afecto, hacer más sólido el soporte humano sobre el que se apoya el apostolado. Afianzar el trato humano con esa persona, que parece no querer comprometerse en aquello que pueda acercarle a Cristo, es señal por nuestra parte de amistad verdadera y de rectitud de intención, de que nos mueve verdaderamente el deseo de que Dios tenga muchos amigos en la tierra, y el bien de nuestros amigos.

El Evangelio nos muestra cómo el Señor era Amigo de sus discípulos, dedicándoles todo el tiempo necesario: les pregunta si tienen algo que comer, para iniciar el diálogo, les prepara luego una pequeña comida a la orilla del lago, se marcha con Pedro mientras Juan les sigue, le dice que continúa confiando en él. No nos debe extrañar que unos amigos así tratados por el Amigo, den luego la vida hasta el martirio, por Él y por la salvación del mundo. Pidamos a Santa María que nos ayude a imitar a Jesús, de modo que en la amistad no seamos "un elemento pasivo tan solo. Tienes que convertirte en verdadero amigo de tus amigos: "ayudarles". Primero, con el ejemplo de tu conducta. Y luego, con tu consejo y con el ascendiente que da la intimidad"11.

1 Primera lectura. Hech 4, 12. — 2 Cfr. Mt 28, 7. — 3 Jn 21, 2 y ss. — 4 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 266. — 5 Cfr. F. Fernández-Carvajal, La tibieza, Palabra, 6ª ed., Madrid 1986, pp. 157 y ss. — 6 Cfr. San Agustín, Comentario sobre San Juan, in loc. — 7 Cfr. San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 267. — 8 R. A. Knox, Sermón predicado en la festividad de San Pedro y San Pablo, 29-VI-1947. — 9 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 207. — 10 Jn 21, 15-17. — 11 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 731.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Los Mártires Colombianos de la Comunidad de San Juan de Dios
(año 1936)

Desde 1934 estalló en España una horrorosa persecución contra los católicos, por parte de los comunistas y masones y de la extrema izquierda. Por medio del fraude y de toda clase de trampas fueron quitándoles a los católicos todos los puestos públicos. En las elecciones, tuvo el partido católico medio millón de votos más que los de la extrema izquierda, pero al contabilizar tramposamente los votos, se les concedieron 152 curules menos a los católicos que a los izquierdistas.

La persecución anticatólica se fue volviendo cada vez más feroz y terrorífica. En pocos meses de 1936 fueron destruidos en España más de mil templos católicos y gravemente averiados más de dos mil.

Desde 1936 hasta 1939, los comunistas españoles asesinaron a 4,100 sacerdotes seculares; 2,300 religiosos; 283 religiosas y miles y miles de laicos. Todos por la sola razón de pertenecer a la Iglesia Católica.

Las comunidades que más mártires tuvieron fueron: Padres Claretianos: 270. Padres Franciscanos 226. Hermanos Maristas 176. Hermanos Cristianos 165. Padres Salesianos 100. Hermanos de San Juan de Dios 98.

En 1936 los católicos se levantaron en revolución al mando del General Francisco Franco y después de tres años de terribilísima guerra lograron echar del gobierno a los comunistas y anarquistas anticatólicos, pero estos antes de abandonar las armas y dejar el poder cometieron la más espantosa serie de asesinatos y crueldades que registra la historia. Y unas de sus víctimas fueron los siete jóvenes colombianos, hermanos de la Comunidad de San Juan de Dios, que estaban estudiando y trabajando en España.

Eran de origen campesino o de pueblos religiosos y piadosos. Muchachos que se habían propuesto desgastar su vida en favor de los que padecían enfermedades mentales, en la comunidad que San Juan de Dios fundó para atender a los enfermos más abandonados. La Comunidad los había enviado a España a perfeccionarse en el arte de la enfermería y ellos deseaban emplear el resto de su vida en ayudar de la mejor manera posible a que los enfermos recobraran su salud mental y física y sobre todo su salud espiritual por medio de la conversión y del progreso en virtud y santidad.

Sus nombres eran: Juan Bautista Velásquez, de Jardín (Antioquía) 27 años. Esteban Maya, de Pácora Caldas, 29 años. Melquiades Ramírez de Sonsón (Antioquía) 27 años. Eugenio Ramírez, de La Ceja (Antioquía) 23 años. Rubén de Jesús López, de Concepción (Antioquía) 28 años. Arturo Ayala, de Paipa (Boyacá) 27 años y Gaspar Páez Perdomo de Tello (Huila) 23 años.

Hacía pocos años que habían entrado en la Congregación y en España sólo llevaban dos años de permanencia. Hombre totalmente pacíficos que no buscaban sino hacer el bien a los más necesitados. No había ninguna causa para poderlos perseguir y matar, excepto el que eran seguidores de Cristo y de su Santa Religión. Y por esta causa los mataron.

Estos religiosos atenían una casa para enfermos mentales en Ciempozuelos cerca de Madrid, y de pronto llegaron unos enviados del gobierno comunista español (dirigido por los bolcheviques desde Moscú) y les ordenaron abandonar aquel plantel y dejarlo en manos de unos empleados marxistas que no sabían nada de medicina ni de dirección de hospitales pero que eran unas fieras en anticleralismo.

A los siete religiosos se los llevaron prisioneros a Madrid.

Cuando al embajador colombiano le contaron la noticia, pidió al gobierno que a estos compatriotas suyos por ser extranjeros los dejaran salir en paz del país, y les envió unos pasaportes y unos brazaletes tricolores para que los dejaran salir libremente. Y el Padre Capellán de las Hermanas Clarisas de Madrid les consiguió el dinero para que pagaran el transporte hacia Colombia, y así los envió en un tren a Barcelona avisándole al cónsul colombiano de esa ciudad que saliera a recibirlos. Pero en el tiquete de cada uno los guardas les pusieron una señal especial para que los apresaran.

El Dr. Ignacio Ortiz Lozano, Cónsul colombiano en Barcelona describió así en 1937 al periódico El Pueblo de San Sebastián cómo fueron aquellas jornadas trágicas: "Este horrible suceso es el recuerdo más doloroso de mi vida. Aquellos siete religiosos no se dedicaban sino al servicio de caridad con los más necesitados. Estaban a 30 kilómetros de Madrid, en Ciempozuelos, cuidando locos. El día 7 de agosto de 1936 me llamó el embajador en Madrid (Dr. Uribe Echeverry) para contarme que viajaban con un pasaporte suyo en un tren y para rogarme que fuera a la estación a recibirlos y que los tratara de la mejor manera posible. Yo tenía ya hasta 60 refugiados católicos en mi consulado, pero estaba resuelto a ayudarles todo lo mejor que fuera posible. Fui varias veces a la estación del tren pero nadie me daba razón de su llegada. Al fin un hombre me dijo: "¿Usted es el cónsul de Colombia? Pues en la cárcel hay siete paisanos suyos".

Me dirigí a la cárcel pero me dijeron que no podía verlos si no llevaba una recomendación de la FAI (Federación Anarquista Española). Me fui a conseguirla, pero luego me dijeron que no los podían soltar porque llevaban pasaportes falsos. Les dije que el embajador colombiano en persona les había dado los pasaportes. Luego añadieron que no podían ponerlos en libertad porque la cédula de alguno de ellos estaba muy borrosa (Excusas todas al cual más de injustas y mentirosas, para poder ejecutar su crimen. La única causa para matarlos era que pertenecían a la religión católica). Cada vez me decían "venga mañana". Al fin una mañana me dijeron: "Fueron llevados al Hospital Clínico". Comprendí entonces que los habían asesinado. Fue el 9 de agosto de 1936.

Aterrado, lleno de cólera y de dolor exigí entonces que me llevaran a la morgue o depósito de cadáveres, para identificar a mis compatriotas sacrificados.

En el sótano encontré más de 120 cadáveres, amontonados uno sobre otro en el estado más impresionante que se puede imaginar. Rostros trágicos. Manos crispadas. Vestidos deshechos. Era la macabra cosecha que los comunistas habían recogido ese día.

Me acerqué y con la ayuda de un empleado fui buscando a mis siete paisanos entre aquel montón de cadáveres. Es inimaginable lo horrible que es un oficio así. Pero con paciencia fui buscando papeles y documentos hasta que logré identificar cada uno de los siete muertos. No puedo decir la impresión de pavor e indignación que experimenté en presencia de este espectáculo. Los ojos estaban desorbitados. Los rostros sangrantes. Los cuerpos mutilados, desfigurados, impresionantes. Por un rato los contemplé en silencio y me puso a pensar hasta qué horrores de crueldad llega la fiera humana cuando pierde la fe y ataca a sus hermanos por el sólo hecho de que ellos pertenecen a la santa religión.

Redacté una carta de protesta y la envié a las autoridades civiles. Después el gobierno colombiano protestó también, pero tímidamente, por temor a disgustar aquel gobierno de extrema izquierda.

En aquellos primero días de agosto de 1936, Colombia y la Comunidad de San Juan de Dios perdieron para esta tierra a siete hermanos, pero todos los ganamos como intercesores en el cielo. En cada uno de ellos cumplió Jesús y seguirá cumpliendo, aquella promesa tan famosa: "Si alguno se declara a mi favor ante la gente de esta tierra, yo me declararé a su favor ante los ángeles del cielo".

Estos son los primeros siete beatos colombianos. Los beatificó el Papa Juan Pablo II en 1992. Y ojalá sean ellos los primeros de una larguísima e interminable serie de amigos de Cristo que lo aclamen con su vida, sus palabras y sus buenas obras en este mundo y vayan a hacerle compañía para siempre en el cielo.

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Fulberto de Chartres, Santo Obispo, Abril 10  

Fulberto de Chartres, Santo

Fulberto de Chartres (St. Fulbert) (v. 960 - 1028) obispo de Chartres, amigo y discípulo de Gerberto de Aurillac.

Sabio de renombre, docente en ciencias profanas, teólogo y científico, ha pasado a la historia por ser el maestro de obra de la reconstrucción de la espléndida catedral de Chartres, después del incendio en la noche del 7 de septiembre 1020.

Se ignora su lugar de nacimiento exacto y la fecha del mismo pero se estima que podía ser originario de Picardía.

Su nombre proviene del alemán "volk" - pueblo y "bert" - brillante, la traducción sería algo así como "brillante del pueblo".

Al contrario que sus predecesores y de sus sucesores en el episcopado de Chartres, todos hijos de familias nobles, Fulberto provenía de familia humilde. Se educó en Reims, donde muy probablemente recibió parte de su formación de parte del arzobispo Gerberto d'Aurillac, futuro Papa de nombre Silvestre II, conocido por ser el "Papa del Año Mil".

Está documentada su estancia en Reims a lo largo del año 984. Fue enviado luego a Chartres donde enseñó durante 20 años antes de ser nombrado obispo de esta ciudad a la edad de 50 años (en el año 1007).

Allí fundó una escuela de gran fama y notoriedad, la Escuela de Chartres, de carácter neoplatónico y neopitagórico, que destacó principalmente en filosofía, matemáticas y astronomía, además de teología.

Muere el 10 de abril 1028. Desde el 10 de abril 1861, la Iglesia celebra su festividad en esta fecha.

Fue un afamado maestro en teología pero también enseñó gramática, retórica, dialéctica, aritmética y geometría. Fulberto fue calificado por sus contemporáneos como el "venerable Sócrates de la academia de Chartres". Un punto destacado requiere su enseñanza acerca de astronomía y del manejo del astrolabio, aprendido probablemente en Reims a través del arzobispo Gerberto quien había residido en Gerona y viajado por la España musulmana tomando contacto con la astronomía árabe.

Debido tanto a su cargo y posición como a su profunda y extensa formación Fulberto mantuvo contacto constante y directo con los hombres más poderosos de su época. En este dominio, su talento se hizo notar tras el lamentable incendio de su catedral en 1020. Su carisma le permitió obtener financiación no solamente de los particulares y gremios de la ciudad, sino también de los grandes de Europa, incluidos algunos soberanos paganos como Knut, rey sajón de Dinamarca.
Fue preceptor de Roberto, hijo del rey Hugo Capeto quien más tarde, ya como rey Roberto II de Francia, conocido como "el piadoso" le nombraría obispo de Chartres, en 1007. Fue un obispo consciente de la necesidad de independencia de la Iglesia. Fue consejero de numerosos príncipes y reyes, entre otros de Inglaterra, Hungría y Dinamarca.

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Gema Galgani, Santa Virgen, Abril 10  

Gema Galgani, Santa

Virgen

La historia de esta santa, tan cercana a nosotros por el tiempo (1878-1903) y por las costumbres de la vida cotidiana, tiene cosas increíbles por los fenómenos místicos de que fue protagonista.

En ciertos períodos de su atormentada vida soportó vejámenes de toda clase. El demonio se le aparecía hasta bajo la figura del confesor para sugerirle obscenidades. Otras veces se le aparecía como un ángel luminoso; cuando se veía desenmascarado, desaparecía en una gran llama roja dejando en el suelo una estela de ceniza. A veces la golpeaba y la dejaba exánime en el suelo, en donde la encontraban con el rostro tumefacto y con los huesos dislocados.

Pero la animaba a menudo la compañía de Cristo, de la Virgen y de su ángel custodio. Así narró ella misma, por obediencia, los acontecimientos que precedieron el misterioso fenómeno de los estigmas: "Era la noche del 8 de junio de 1899, cuando de repente siento un dolor interno de mis pecados... Apareció Jesús, con todas las heridas abiertas; pero de esas heridas ya no salía sangre, sino que salían unas como llamas de fuego, que vinieron a tocar mis manos, mis pies y mi corazón. Creí morir...".

Las llagas que se habían abierto aparecían cada semana de las ocho de la noche del jueves hasta las tres de la tarde del viernes, acompañadas con el éxtasis. Ante estos fenómenos misteriosos, que fueron pronto motivo de curiosidad de los vecinos de Lucca en donde vivía Gema, la gente comenzó a llamarla: "la niña de la gracia". Era una jovencita crecida rápidamente y madurada por la experiencia del dolor.

Era hija de un farmacéutico de la provincia de Lucca, y cuando tenía ocho años perdió a la madre. Cuidaron de ella los siete hermanos. Pocos años después murió también el padre y ella, curada prodigiosamente de una grave enfermedad que la atormentaba, pidió entrar al convento, pero su petición fue rechazada. Fue recibida en casa del caballero Mateo Giannini, y allí llevó una vida muy retirada, serena y obediente a las directivas del padre espiritual y de las Hermanas pasionistas que se preocuparon de ella. Debajo de los guantes y del modestísimo vestido ocultaba los signos de su participación en la pasión de Cristo.

Mientras tanto las manifestaciones de su santidad habían superado los límites del barrio y de la ciudad. Muchos, que habían ido a su casa movidos por la curiosidad, salían transformados en su espíritu. La enfermedad ósea que la había atacado desde muy joven volvió a aparecer y la hacía sufrir atrozmente. Comprendió que su calvario estaba por terminar. Pero en su humildad no creía haber pagado suficientemente con la moneda del sufrimiento el privilegio de haber sido asociada a la pasión de Cristo.

Murió a los 25 años, el 11 de abril de 1903. era la mañana del sábado santo.

Canonizada por S.S. Pío XII el 2 de Mayo de 1940

ORACIÓN
Aquí me tenéis postrada
a vuestros pies santísimos,
mi querido Jesús,
para manifestaros en cada instante
mi reconocimiento y gratitud
por tantos y tan continuos favores
como me habéis otorgado y que todavía
queréis concederme.
Cuantas veces os he invocado,
¡oh Jesús!
me habéis dejado siempre satisfecha;
he recurrido a menudo a Vos,
y siempre me habéis consolado.
¿Cómo podré expresaros mis
sentimientos, amado Jesús?
Os doy gracias…;
pero otra gracia quiero de Vos,
¡oh Dios mío!,
si es de vuestro agrado…
(aquí se manifiesta la gracia que se desea conseguir).
Si no fuerais todopoderoso no os haría esta súplica.
¡Oh Jesús!,
tened piedad de mí.
Hágase en todo vuestra santísima voluntad.

Rezar Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Antonio Neyrot de Rivoli, Beato Mártir Dominico, Abril 10  

Antonio Neyrot de Rivoli, Beato

(1420-1460)
Nació en Rívoli, Italia, alrededor del año 1423.

Ingresó en los dominicos de Florencia y en esa época de su vida no destacó precisamente por su fervor.

En un viaje de Sicilia a Nápoles fue apresado por unos corsarios y llevado a Túnez.

Abrazó el Islam y contrajo matrimonio, pero ni su nueva religión ni su nuevo estado civil le hicieron feliz.

Sabedor por mercaderes genoveses que su maestro san Antonino había muerto y hacía milagros, empezó a encomendarse a su intercesión y obtuvo la gracia de convertirse.

Retomó su hábito de dominico, y se dispuso a recorrer la ciudad de Túnez, proclamando su fe cristiana.

Mientras lloraba sus pecados de rodillas ante al verdugo, la multitud impaciente se abalanzó sobre él y lo mató. Después pasearon su cadáver por las calles.

Antonio no tardó en ser venerado como mártir en Italia y Clemente XIII confirmó su culto en 1767.

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_Marco Fantuzzi de Bolonia, Beato Franciscano, Abril 10  

Marco Fantuzzi de Bolonia, Beato

Nacido en Bolonia aproximadamente en el año 1405, cuando tenía 25 años, luego de una brillante paso por la universidad en el área de las artes liberales1 ingresó a los Frailes Menores en el convento de San Pablo en Monte.

Infatigable siervo de la Palabra, realizó una famosa predicación Cuaresmal en San Petronio (1455), y se dedicó a la predicación popular inspirándose en grandes modelos de su tiempo, como por ejemplo San Bernardo de Siena, San Juan de Capistrano o Santiago de la Marca.

Fue un heraldo de la Palabra en muchos lares de Italia, como Norcia, Mantova, Milán, Florence, Bolonia.

Electo por tres ocasiones Vicario General de la Orden, trabajó con firmeza y caridad evangélica para salvaguardar el movimiento reformatorio franciscano visitando varios conventos en Europa, Oriente y Tierra Santa.

En Bolonia promovió la fundación del Monastario de Corpus Christi y el nacimiento del Monte de Piedad.

Murió en Piacenza, luego de su predicación cuaresmal, sus restos mortales se guardan en la iglesia de Santa María de Campagna.

Su culto fue confirmado por S.S. Pío IX en 1868.

1Artes liberales: Término que designaba los estudios que tenían como propósito ofrecer conocimientos generales y destrezas intelectuales antes que destrezas profesionales u ocupacionales especializadas, eran:
° la gramática, lingua "la lengua";
° la dialéctica, tropus "las figuras";
° la retórica, ratio "la razón";
° la aritmética, numerus "los números";
° la geometría, angulus "los ángulos";
° la astronomía, astra "los astros"; y
° la música, tonus "los cantos".

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Fuente: Magnificat.ca
Miguel de los Santos, Santo Trinitario, Abril 10  

Miguel de los Santos, Santo

(1591-1624)

Nació San Miguel de los Santos en Vich, Cataluña, el 29 de Septiembre de 1501.

Desde la edad de cinco años descubrió su piedad. Yendo con sus hermanos a una viña de su padre, se desnudó y tendió sobre unos espinos, por amor de Dios y por imitar a San Francisco.

A los doce años pasó a Barcelona y fue recibido en el convento de la Santísima Trinidad.

Habiendo sabido que en la Reforma Trinitaria se observaba la primitiva regla, partió a Pamplona, donde el
San Juan Bautista de la Concepción, fundador, le dio el hábito descalzo, llamándose desde entonces Fray Miguel de los Santos.

De Pamplona fue a Madrid, y por varios motivos hizo su profesión en Alcalá de Henares. Recibió el orden sacerdotal por obediencia. Ayunaba con rigor, y sólo los jueves y domingos comía pan y bebía agua una vez al día.

Por obediencia aceptó el cargo de superior. En 1 de Abril de 1615 se sintió enfermo y, recibido el Santo Viático, expiró el día 10 del mismo mes, á los treinta y tres años de edad, en Valladolid, donde se venera hoy su cuerpo.

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Magdalena de Canossa, Santa Fundadora, Abril 10  

Magdalena de Canossa, Santa

Virgen,
fundadora de la familia Canosiana,
Hijos e Hijas de la Caridad

MAGDALENA DE CANOSSA, mujer que creyó en el Amor del Señor Jesús, fue enviada por el Espíritu entre los hermanos más menesterosos a los que sirvió con corazón de madre y ardor de apóstola.

Nace en Verona el 1 de marzo de 1774 de noble y rica familia, tercer nacida de seis hermanos.
A través de etapas muy dolorosas, como la muerte de su padre, las segundas nupcias de su madre, la enfermedad y la incomprensión, el Señor la guía hacia caminos imprevedibles que Magdalena intenta recorrer con muchos esfuerzos.

UNA LLAMADA

Atraída por el Amor de Dios, a los 17 años desea consagrar su vida a Él y por dos veces intenta la esperiencia del Carmelo.

Pero su Espíritu la solicita interiormente a recorrer un nuevo camino: dejarse amar por Jesús, el Crucificado, pertenecer a Él sólo para dedicarse completamente a sus hermanos afligidos por distintas pobrezas.

Vuelve a su familia y, obligada por eventos dolorosos y trágicas situaciones históricas de fines del siglo XVIII, encierra en el secreto de su corazón la vocación y participa en la vida del Palacio Canossa aceptando la gestión del cuantioso patrimonio familiar.

UN DON

Con empeño y dedicación, Magdalena cumple con sus deberes diarios y amplía su círculo de amigos, quedando disponible a la misteriosa acción del Espíritu que, poco a poco, plasma su corazón y la hace partícipe de la pasión del Padre para el hombre, demostrada en el don completo y supremo de Jesús Crucificado, en el ejemplo de María, la Virgen Madre Dolorosa.

Prendida por esta caridad, Magdalena oye el grito de los pobres hambrientos de pan, instrucción, comprensión y de la Palabra de Dios. Ella los descubre en los barrios periféricos de Verona, donde los reflejos de la Revolución francesa, las subsiguientes dominaciones de Emperadores extranjeros y las Pascuas de Verona, habián dejado signos de patente devastación y de sufrimiento humano.

UN PROYECTO

Magdalena busca y encuentra a las primeras compañeras llamadas a seguir Cristo pobre, casto, obediente y enviadas a testimoniar su incondicionada Caridad entre los hermanos.

En 1808, superadas las últimas oposiciones de su familia, Magdalena deja definitivamente el Palacio Canossa para empezar, en el barrio más pobre de Verona, aquella que interiormente reconoce como la voluntad del Señor: servir a los más necesitados con el corazón totalmente plasmado en Cristo.

UNA PROFECÍA

¡La Caridad es un fuego que inflama! Magdalena está dispuesta al Espíritu que la guía también entre los pobres de otras ciudades: Venecia, Milán, Bérgamo, Trento ... En pocos decenios, las fundaciones de la Canossa se multiplican, la familia religiosa crece al servicio del Reino.

El amor por Cristo Muerto y Resucitado arde en el corazón de Magdalena que, con sus compañeras, se vuelve testimonio del mismo Amor en cinco sectores específicos: la escuela de caridad por el crecimiento integral de la persona; la catequesis a todas las clases, privilegiando a los más lejanos; la asistencia sobre todo hacia las enfermas en los hospitales; seminarios residenciales para formar maestras, que obrasen en el campo, y preciosas colaboradoras de los párrocos en las actividades pastorales; cursos de ejercicios espirituales anuales para las damas de la alta nobleza, con el fin de animarlas espiritualmente y envolverlas en los distintos ámbitos caritativos.

Más tarde, esta actividad es dirigida a cualquier clase de personas.

Alrededor de la figura y de la obra de Magdalena nacen constantemente otros testimonios de la Caridad: la Naudet, el Rosmini, el Provolo, el Steeb, el Bertoni, la Campostrini, la Verzeri, la Renzi, los Cavanis, el Leonardi, todos fundadores de otras Familias religiosas.

UNA FAMILIA

La Institución de las Hijas de la Caridad obtiene, entre 1819 y 1820, la aprobación eclesiástica en las distintas diócesis donde las Comunidades ya están presentes.

El 23 de diciembre de 1828, Su Santidad León XII aprueba la Constitución del Instituto con el Breve Si Nobis.

Después de repetidos intentos negativos con Don Antonio Rosmini y con Don Antonio Provolo, hacia el fin de su vida, Magdalena consigue empezar también el Instituto masculino que proyectó ya desde 1799.

En Venecia, el 23 de mayo de 1831, abre el primer oratorio de los Hijos de la Caridad para la formación cristiana de los jóvenes y de los adultos, entregándolo al Sacerdote veneciano Don Francesco Luzzo, coadyuvado por dos laicos de Bérgamo: Giuseppe Carsana y Benedetto Belloni.

Magdalena acaba su intensa y fecunda existencia terrena a la edad de 61 años. Muere en Verona el 10 de abril de 1835 asistida por sus Hijas. Era Viernes Santo.

UNA MISIÓN

¡Hagan conocer sobre todo a Jesucristo! la grande pasión del corazón de Magdalena, es la grande herencia que las Hijas y los Hijos de la Caridad están llamados a vivir, una disponibilidad radical, "dispuestos por el divino servicio a ir a cualquier pueblo, aun al más lejano" (Magdalena, Ep. II / I, p. 266).

Las Hijas de la Caridad cruzan el Océano hacia el Extremo Oriente en 1860. Hoy son cerca de 4000, presentes en los cinco continentes, divididas en 24 Organismos.

Los Hijos de la Caridad son cerca de 200 y obran en distintas ciudades de Italia y de ultramar.

Hermanas y Hermanos Canosianos llamados "ad Gentes" tratan de entender y acogen "las semillas del verbo", presentes en cada cultura y, con sus testimonios, anuncian "lo que han visto, oído y contemplado...": el Amor del Padre que en Jesucristo alcanza a todos los hombres para que haya vida y, en este dar y recibir, el carisma se enriquece y se vuelve fecundo para el Reino.

El carisma que es el Espíritu Santo en Magdalena seguramente no agota su vitalidad en la realización de los dos Institutos.

Como consecuencia, distintos grupos laicos encuentran en Magdalena y en su don, su especial manera de vivir la fe, de testimoniar la caridad en los distintos ámbitos apostólicos de las distintas comunidades cristianas.

UN CANTO DE GRATITUD

La Iglesia nos propone a todos a Magdalena, y en especial, a sus Hijos e Hijas, como un testigo del Amor gratuito y fiel de nuestro Dios.

A Él damos gracias por el don de esta Madre y Hermana y por su intercesión pedimos de poderlo amar como Ella, por encima de cualquier otra cosa y hacerlo conocer a los hombres de nuestro tiempo, viviendo nuestra específica vocación.

ORACIÓN
Dios Omnipotente y Eterno
que das a tus Santos una gran luz
y un fuerte sostén para la debilidad humana,
dígnate escuchar nuestra oración por
intercesión de Santa Magdalena de Canossa.
Danos la gracia de seguir a Cristo
humilde y pobre y de caminar,
como María,
en la fidelidad a tu Palabra,
para llegar hasta Ti
y participar un día de tu gloria
con todos los santos.
Por Cristo Nuestro Señor.
Amén

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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