JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (11, 28-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo: "Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). ¿Qué pensaríamos de un cónyuge que le dice a su pareja: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
Bendice al Señor, alma mía
Feria de Adviento: miércoles de la 2a. semana
Ya viene el Señor para salvar a su pueblo
Antífona de Entrada
Ven, Señor, y no tardes, ilumina los secretos de las tinieblas y manifiéstate a todas las naciones.
Oración Colecta
Oremos:
No permitas, Padre todopoderoso, que quienes esperamos la llegada consoladora de nuestro salvador desfallezcamos en la tarea, que tú nos has encomendado, de prepararnos a su venida.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura Lectura del libro del profeta Isaías (40, 25-31)
"¿Con quién me van a comparar, que pueda igualarse a mí?", dice el Dios de Israel. Alcen los ojos a lo alto y díganme quién ha creado todos aquellos astros. El es quien cuenta y despliega su ejército de estrellas y a cada una la llama por su nombre; tanta es su omnipotencia y tan grande su vigor, que ninguna de ellas desoye su llamado.
¿Por qué dices tú, Jacob, y lo repites tú, Israel: "Mi suerte se le oculta al Señor y mi causa no le preocupa a mi Dios"? ¿Es que no lo has oído? Desde siempre el Señor es Dios, creador aun de los últimos rincones de la tierra.
El no se cansa ni se fatiga y su inteligencia es insondable. El da vigor al fatigado y al que no tiene fuerzas, energía. Hasta los jóvenes se cansan y se rinden, los más valientes tropiezan y caen; pero aquellos que ponen su esperanza en el Señor, renuevan sus fuerzas; les nacen alas como de águila, corren y no se cansan, caminan y no se fatigan.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 102
Bendice al Señor, alma mía.
Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo nombre. Bendice al Señor, alma mía, y no te olvides de sus beneficios.
Bendice al Señor, alma mía.
El perdona tus pecados y cura tus enfermedades; él rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura.
Bendice al Señor, alma mía.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. No nos trata como merecen nuestras culpas, ni nos paga según nuestros pecados.
Bendice al Señor, alma mía.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Ya viene el Señor para salvar a su pueblo. Dichosos los que estén preparados para salir a su encuentro.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (11, 28-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo: "Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Te pedimos, Señor, que este sacrificio, signo de nuestra total entrega a ti, te sea ofrecido siempre, para que realice la intención que tuviste al instituir este sacramento, y lleve a cabo plenamente en nosotros tu salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de Adviento I
Las dos venidas de Cristo
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
El cual, al venir por vez primera en la humildad de nuestra carne, realizó el plan de redención trazado desde antiguo y nos abrió el camino de la salvación, para que cuando venga de nuevo, en la majestad de su gloria, revelando así la plenitud de su obra, podamos recibir los bienes prometidos que ahora, en vigilante espera, confiamos alcanzar.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de la Comunión
He aquí que el Señor vendrá con gran poder e iluminará los ojos de sus siervos.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que esta Eucaristía nos purifique, Señor, de toda mancha y nos prepare así a celebrar dignamente la Navidad ya próxima.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
† Meditación diaria
10 de diciembre
NUESTRA SEÑORA DE LORETO*
Memoria
— La casa de Nazareth.
— El hogar de Nazareth, modelo que han de imitar los hogares cristianos.
— Hacer la vida amable a quienes conviven con nosotros.
I. El culto de la Santísima Virgen bajo la advocación de Nuestra Señora de Loreto "está vinculado, según la antigua y viva tradición, a la casa de Nazareth; la casa en la que, como recuerda el Evangelio de la Misa de hoy, María habitó después de los desposorios con José; la casa de la Sagrada Familia"1, el hogar que con tanto cariño prepararía San José para recibir a Santa María. Esta morada fue en primer lugar la casa de María, pues "toda casa es, ante todo, santuario de la madre. Y ella lo crea de modo especial con su maternidad"2. Dios desea "que los hijos de la familia humana, al venir al mundo, tengan un techo sobre su cabeza, que tengan una casa. Sin embargo, la casa de Nazareth, como sabemos, no fue el lugar del nacimiento del Hijo de María e Hijo de Dios. Probablemente, todos los antepasados de Cristo, de los que habla la genealogía del Evangelio de hoy según San Mateo, venían al mundo bajo el techo de una casa. Esto no se le concedió a Él. Nació como un extraño en Belén, en un establo. Y no pudo volver a la casa de Nazareth, porque, obligado a huir desde Belén a Egipto por la crueldad de Herodes, solo después de morir el rey, José se atrevió a llevar a María con el Niño al hogar de Nazareth. Y desde entonces en adelante, esa casa fue el lugar de la vida cotidiana, el lugar de la vida oculta del Mesías; la casa de la Sagrada Familia. Fue el primer templo, la primera iglesia en la que la Madre de Dios irradió su luz con su maternidad. La irradió con su luz, procedente del gran misterio de la Encarnación; del misterio de su Hijo"3.
Sus muros fueron testigos del amor entrañable de los miembros de la Sagrada Familia, del trabajo escondido de los seres que Dios más amó en el mundo. Esta morada, llena de luz y de amor, limpia, alegre, de servicio gustoso, es el modelo de todos los hogares cristianos. En ella se reflejaría el alma de María; los modestos adornos, el orden, la limpieza, hacían que Jesús y José, después de una jornada de trabajo, encontraran el descanso junto a Nuestra Señora. El cuidado material de nuestros hogares, a veces rodeados de una gran pobreza, de unos muebles modestos, nunca es indiferente para esa convivencia en la que debemos encontrar a Dios. La Virgen María nos enseña hoy a que sean también muestra de caridad hacia los demás.
II. Ante el Cielo, aquella casa de Nazareth resplandecía de luz, porque allí se encontraba la Luz del mundo. A la vez, fue un hogar que sobresalía por su limpieza, por el buen gusto dentro de su pobreza, por el cuidado de las cosas... Nuestra Señora preparó la comida muchas veces, remendó la ropa y procuró que aquel hogar estuviera siempre acogedor. ¡Con qué amor serviría Santa María a Jesús y a José! ¡Cómo estaría pendiente de esos momentos del mediodía cuando hacían un parón en el trabajo, o al atardecer cuando daban por concluida su tarea! En el calor de intimidad de aquel hogar fue creciendo el Hijo de Dios, hasta que llegó el tiempo prefijado desde la eternidad para iniciar su predicación por ciudades y aldeas. Siempre tendría presentes aquellas paredes y aquel lugar pobre, pero ordenado y limpio, humanamente agradable. Cuando, en su ministerio público, Jesús volvió a Nazareth recordaría momentos inolvidables junto a su Madre y a San José. Entre las cosas que Santa María guardaba en su corazón4 estarían sin duda tantos pequeños sucesos corrientes de su Hijo, que fueron la alegría de su alma. "No olvidemos que la casi totalidad de los días que Nuestra Señora pasó en la tierra transcurrieron de una manera muy parecida a las jornadas de otros millones de mujeres, ocupadas en cuidar de su familia, en educar a sus hijos, en sacar adelante las tareas del hogar. María santifica lo más menudo, lo que muchos consideran erróneamente como intrascendente y sin valor: el trabajo de cada día, los detalles de atención hacia las personas queridas, las conversaciones y las visitas con motivo de parentesco o de amistad. ¡Bendita normalidad, que puede estar llena de tanto amor de Dios!"5.
Dios quiere que sus hijos nazcan, vivan y se formen en un hogar, que ha de ser imitación del de Nazareth. Aunque la mujer está llamada a desempeñar funciones capitales en otros trabajos en bien de la sociedad, la dedicación al cuidado de su hogar ocupará un lugar central en su vida, pues es allí donde principalmente, a través de múltiples detalles, ejerce esa maternidad sobre los suyos, el encargo más excelente que ha recibido del Señor. Y marido y mujer no deben olvidar "que el secreto de la felicidad conyugal está en lo cotidiano, no en ensueños. Está en encontrar la alegría escondida que da la llegada al hogar; en el trato cariñoso con los hijos; en el trabajo de todos los días, en el que colabora la familia entera; en el buen humor ante las dificultades, que hay que afrontar con deportividad; en el aprovechamiento también de todos los adelantos que nos proporciona la civilización, para hacer la casa agradable, la vida más sencilla, la formación más eficaz"6.
En la Sagrada Familia tenemos el modelo que hemos de mirar muchas veces. "Nazareth es la escuela donde empieza a entenderse la vida de Jesús, es la escuela donde se inicia el conocimiento de su Evangelio. Aquí aprendemos a observar, a escuchar, a meditar, a penetrar en el sentido profundo y misterioso de esta sencilla, humilde y encantadora manifestación del Hijo de Dios entre los hombres. Aquí se aprende incluso, quizá de una manera casi insensible, a imitar esta vida"7. ¡Cuántas veces en nuestra oración mental hemos entrado en aquella casa modesta de Nazareth y hemos contemplado a Jesús, a María y a José mientras trabajan, y en los muchos detalles que tendrían entre sí, en la convivencia diaria!
Examinemos hoy junto a la Sagrada Familia si nuestros hogares son un reflejo de aquel de Nazareth: si procuramos que Jesús ocupe el centro de los pensamientos y del amor de todos, si mantenemos despierto el espíritu de servicio, si nos desvivimos por hacer la vida amable a los demás; o si, por el contrario, se dan riñas frecuentes, si nos preocupamos excesivamente de lo nuestro, si por presiones del ambiente dejamos esas costumbres cristianas que tanto ayudan a tener presente a Dios: la bendición de la mesa, el rezo de alguna oración en común, el asistir juntos a la Misa del domingo o de alguna fiesta principal...
III. "¡Qué gran ejemplo de convivencia cotidiana! afirmaba León XIII, refiriéndose a la Sagrada Familia. ¡Qué perfecta imagen de un hogar! Allí se vive con sencillez de costumbres y calor humano; en constante armonía de sentimientos; sin desorden, con mutuo respeto; con amor sincero, sin fingimientos, plenamente operativo por la perseverancia en el cumplimiento del deber, que tanto atrae a los que lo contemplan"8. Es allí donde debemos mirar para reproducir en nuestras familias el ejemplo de Jesús, María y José.
El calor de hogar no solo depende de la madre aunque su función no es fácilmente sustituible, sino de la aportación personal de cada uno. Hemos de vivir pensando en los demás, usar de las cosas de tal manera que haya algo que ofrecer siempre a otros, cuidar de las tradiciones propias de cada familia... ¡Cuánta semejanza puede haber entre nuestra vida y la de Jesús, María y José en la casa de Nazareth! Todo transcurrió allí con la más completa normalidad, sin acontecimientos de extraordinario relieve externo. El Señor no nos pide sacrificios llamativos. Nos busca, sin embargo, en la propia familia, en mil pequeños detalles de entrega: una sonrisa para aquel que se encuentra más cansado, adelantarnos en los pequeños servicios que requiere toda convivencia, no manifestar desagrado por cosas de poca importancia, vencer el malhumor para no hacer daño a los demás, estar atentos al santo o cumpleaños de quienes conviven con nosotros, festejar en familia esos aniversarios y fiestas especialmente ligados a todos...
"Acepta, ¡oh Señora de Loreto! oraba el Papa Juan Pablo II en este Santuario, Madre de la casa de Nazareth, esta peregrinación mía y nuestra, que es una gran oración común por la casa del hombre de nuestra época: por la casa que prepara a los hijos de toda la tierra para la casa eterna del Padre en el Cielo"9. A Ella le pedimos que nos enseñe a cuidar del propio hogar, como del lugar querido por Dios para aprender y ejercitar las virtudes humanas y sobrenaturales y para restaurar las fuerzas perdidas en orden a una mayor eficacia en el servicio que prestamos a la sociedad con nuestro trabajo, y en el apostolado. Le pedimos que nuestras casas "constituyan esos hogares vivos del amor, en los cuales el hombre puede calentarse cada día"10, y que sean anticipo de la Casa del Cielo, un cielo aquí en la tierra.
1 Juan Pablo II, Homilía en Loreto, 8-IX-1979. — 2 Ibídem. — 3 Ibídem. — 4 Cfr. Lc 2, 51. — 5 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 148. — 6 Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer, n. 91. — 7 Pablo VI, Homilía en Nazareth, 5-I-1964. — 8 León XIII, Enc. Laetitiae sanctae, 8-IX-1893, 3. — 9 Juan Pablo II, loc cit. — 10 ídem, Exhort. Apost. Familiaris consortio, 22-IX-1981, 37.
* En el Santuario de Loreto, según antigua tradición, se conserva la Santa Casa, donde la Virgen nació y recibió el anuncio de su divina maternidad. El pequeño edificio, tal como aparece hoy, consiste en una pieza rectangular, construida con piedras arenosas de sillería unidas por argamasa de barro; la parte superior es de ladrillo. Las paredes no son visibles desde el exterior, habiendo sido incluidas en el siglo xvi en un monumental revestimiento marmóreo. La imagen de la Virgen es obra reciente, y sustituye a una procedente del siglo xvi que fue destruida en el incendio de 1921. Loreto fue, desde muy antiguo, centro de peregrinaciones y foco de piedad mariana.
Adviento. 2ª semana. Miércoles
EL CAMINO DE LA MANSEDUMBRE
— Jesús, modelo de mansedumbre que hemos de imitar.
— La mansedumbre se apoya en una gran fortaleza de espíritu.
— Frutos de la mansedumbre. Su necesidad para la convivencia y el apostolado.
I. El texto del profeta Isaías en la Primera lectura de la Misa1, como el Salmo responsorial2, nos invitan a contemplar la grandeza de Dios, frente a esa debilidad nuestra que conocemos por la experiencia de repetidas caídas. Y nos dicen que el Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en misericordia3, y quienes esperan en Él renuevan sus fuerzas, les nacen alas como de águila, corren sin cansarse, marchan sin fatigarse4.
El Mesías trae a la humanidad un yugo y una carga, pero ese yugo es llevadero porque es liberador y la carga no es pesada, porque Él lleva la parte más dura. Nunca nos agobia el Señor con sus preceptos y mandatos; al contrario, ellos nos hacen más libres y nos facilitan siempre la existencia. Venid a mí todos los fatigados y agobiados, y yo os aliviaré, nos dice Jesús en el Evangelio de la Misa. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas: porque mi yugo es suave y mi carga ligera5. Se propone a Sí mismo el Señor como modelo de mansedumbre y de humildad, virtudes y actitudes del corazón que irán siempre juntas.
Se dirige Jesús a aquellas gentes que le siguen, maltratadas y abatidas como ovejas sin pastor6, y se gana su confianza con la mansedumbre de su corazón, siempre acogedor y comprensivo.
La liturgia de Adviento nos propone a Cristo manso y humilde para que vayamos a Él con sencillez, y también para que procuremos imitarle como preparación de la Navidad. Solo así podremos comprender los sucesos de Belén; solo así podremos hacer que quienes caminan junto a nosotros nos acompañen hasta el Niño Dios.
A un corazón manso y humilde, como el de Cristo, se abren las almas de par en par. Allí, en su Corazón amabilísimo, encontraban refugio y descanso las multitudes; y también ahora se sienten fuertemente atraídas por Él, y en Él hallan la paz. El Señor nos ha dicho que aprendamos de Él. La fecundidad de todo apostolado estará siempre muy relacionada con esta virtud de la mansedumbre.
Si observamos de cerca a Jesús, le vemos paciente con los defectos de sus discípulos, y no tendrá inconveniente en repetir una y otra vez las mismas enseñanzas, explicándolas detalladamente, para que sus íntimos, lentos y distraídos, conozcan la doctrina de la salvación. No se impacienta con sus tosquedades y faltas de correspondencia. Verdaderamente, Jesús, "que es Maestro y Señor nuestro, manso y humilde de corazón, atrajo e invitó pacientemente a sus discípulos"7.
Imitar a Jesús en su mansedumbre es la medicina para nuestros enfados, impaciencias y faltas de cordialidad y de comprensión. Ese espíritu sereno y acogedor nacerá y crecerá en nosotros en la medida en que tengamos más presencia de Dios y consideremos con más frecuencia la vida de Nuestro Señor. "Ojalá fuera tal tu compostura y tu conversación, que todos pudieran decir al verte o al oírte hablar: este lee la vida de Jesucristo"8. Especialmente la contemplación de Jesús nos ayudará a no ser altivos y a no impacientarnos ante las contrariedades.
No cometamos el error de pensar que ese "mal carácter" nuestro, manifestado en ocasiones y circunstancias bien determinadas, depende de la forma de ser de quienes nos rodean. "La paz de nuestro espíritu no depende del buen carácter y benevolencia de los demás. Ese carácter bueno y esa benignidad de nuestros prójimos no están sometidos en modo alguno a nuestro poder y a nuestro arbitrio. Esto sería absurdo. La tranquilidad de nuestro corazón depende de nosotros mismos. El evitar los efectos ridículos de la ira debe estar en nosotros, y no supeditarlo a la manera de ser de los demás. El poder de superar nuestro mal carácter no ha de depender de la perfección ajena, sino de nuestra virtud"9.
La mansedumbre se ha de poner especialmente de manifiesto en aquellas circunstancias en las que la convivencia puede resultar más dificultosa.
II. La mansedumbre no es propia de los blandos ni de los amorfos; está apoyada, por el contrario, sobre una gran fortaleza de espíritu. El mismo ejercicio de esta virtud implica continuos actos de fortaleza. Así como los pobres son los verdaderamente ricos según el Evangelio, los mansos son los verdaderos fuertes. "Bienaventurados los mansos porque ellos, en la guerra de este mundo, están amparados contra el demonio y contra los golpes de las persecuciones del mundo. Son como vasos de vidrio recubiertos de paja o heno, que no se quiebran al recibir los golpes. La mansedumbre es como un escudo muy fuerte contra el que se estrellan y rompen los golpes de las agudas saetas de la ira. Van vestidos con vestidura de algodón muy suave que los defiende sin molestar a nadie"10.
La materia propia de esta virtud es la pasión de la ira, en sus muchas manifestaciones, a la que modera y rectifica de tal forma que no se enciende sino cuando sea necesario y en la medida en que lo sea.
Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón. Ante la majestad de Dios, que se ha hecho Niño en Belén, todo lo nuestro adquiere sus justas proporciones, y lo que podría convertirse en una gran contrariedad se queda en su exacta medida; la contemplación del nacimiento de Jesús nos sirve para avivar nuestra oración, extremar la caridad y no perder la paz. Junto a Él aprendemos a ser justos al valorar, en su presencia, los diversos incidentes de la vida ordinaria, a callar en otras ocasiones, a sonreír, a tratar bien a los demás, a esperar el momento oportuno para corregir una falta. También a salir en defensa de la verdad y de los intereses de Dios y de nuestros hermanos con toda la fuerza que sea necesaria. Porque a la mansedumbre, íntimamente relacionada con la humildad, no se opone una cólera santa ante la injusticia. No es mansedumbre lo que sirve de pabellón a la cobardía.
La ira es justa y santa cuando se guardan los derechos de los demás; de modo especial, la soberanía y la santidad de Dios. Vemos a Jesús santamente airado frente a los fariseos y los mercaderes del Templo11. Encuentra el Señor el Templo convertido en una cueva de ladrones, en un lugar falto de respeto, dedicado a otras cosas que nada tenían que ver con la adoración a Dios. El Señor se enfada terriblemente, y lo demuestra con sus palabras y sus hechos. Pocas escenas nos han dejado los Evangelistas con tanta fuerza como esta.
Y junto a la santa ira de Jesús con quienes prostituyen aquel santo lugar, su gran misericordia con los necesitados. Al mismo tiempo se acercaron a Él, en el Templo, varios ciegos y cojos, y los curó12.
III. La mansedumbre se opone a las estériles manifestaciones de violencia, que en el fondo son signos de debilidad (impaciencias, irritación, mal humor, odio, etcétera), a los desgastes inútiles de fuerzas por enfados que no tienen razón de ser, ni por su origen –muchas veces estriba este en pequeñeces, que podían haber pasado con una sonrisa o un silencio–, ni por sus resultados, porque nada arreglan.
De la falta de esta virtud provienen las explosiones de mal humor entre los esposos, que van corroyendo poco a poco el verdadero amor; se origina también la irascibilidad y sus funestas consecuencias en la educación de los hijos; la falta de paz en la oración, porque en vez de hablar con Dios se rumian agravios; en la conversación, la cólera debilita enseguida los argumentos más sólidos. El dominio de sí mismo –que forma parte de la verdadera mansedumbre– es el arma de los fuertes; nos contiene de hablar demasiado pronto, de decir palabras que hieren y que luego nos hubiera gustado no haber pronunciado nunca. La mansedumbre sabe esperar el momento oportuno y matiza los juicios, con lo que adquieren toda su fuerza.
La falta habitual de mansedumbre es fruto de la soberbia, y solo produce soledad y esterilidad a su alrededor. "Tu mal carácter, tus exabruptos, tus modales poco amables, tus actitudes carentes de afabilidad, tu rigidez (¡tan poco cristiana!), son la causa de que te encuentres solo, en la soledad del egoísta, del amargado, del eterno descontento, del resentido, y son también la causa de que a tu alrededor, en vez de amor, haya indiferencia, frialdad, resentimiento y desconfianza.
"Es necesario que con tu buen carácter, con tu comprensión y tu afabilidad, con la mansedumbre de Cristo amalgamada a tu vida, seas feliz y hagas felices a todos los que te rodean, a todos los que te encuentren en el camino de la vida"13.
Los mansos poseerán la tierra. Primero se poseerán a sí mismos, porque no serán esclavos de sus impaciencias y de su mal carácter; poseerán a Dios, porque su alma se halla siempre dispuesta para la oración, en un clima de continua presencia de Dios; poseerán a los que les rodean, porque un corazón así es el que gana amistad y cariño, imprescindibles en la convivencia diaria y en todo apostolado. A nuestro paso por el mundo hemos de dejar el buen aroma de Cristo14: nuestra sonrisa habitual, una calma serena, buen humor y alegría, caridad y comprensión.
Examinemos nuestra disposición al sacrificio necesario para hacer agradable la vida de los demás; si somos capaces de ceder el juicio propio, sin pretender tener siempre razón; si sabemos reprimir el genio y pasar por alto los roces de toda convivencia. Este tiempo de Adviento es buena ocasión para reforzar esta actitud del corazón. Lo conseguiremos si tratamos con más frecuencia a Jesús, a María y a José; si luchamos cada día por ser más comprensivos con quienes nos rodean; si procuramos sin descanso limar nuestras propias asperezas; si sabemos acudir al Sagrario para tratar con el Señor los asuntos que más nos preocupan.
1 Cfr. Is 40, 25-31. — 2 Sal 102, 1-2. 8. 10. — 3 Sal 102, 8. — 4 Is 40-31. — 5 Mt 11, 28-30. — 6 Mt 9, 36. — 7 Conc. Vat. II, Decl. Dignitatis humanae, 11. — 8 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 2. — 9 Casiano, Constituciones, 8. — 10 F. de Osuna, Tercer abecedario espiritual, III, 4. — 11 Cfr. Jn 2, 13-17. — 12 Mt 21, 14. — 13 S. Canals, Ascética Meditada, pp. 72-73.— 14 Cfr. 2 Cor 2, 15.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
La Virgen de Loreto
Loreto significa: rodeado de árboles de laurel.
En el norte de Italia hay un santuario mariano sumamente famoso, visitado continuamente por millares de peregrinos. Se llama la Casita de Nazaret en Loreto.
A este santuario han ido en peregrinación famosos santos. Por ej. San Carlos Borromeo, San Luis Gonzaga, Santa Teresita, San José Cupettino, San Juan Bosco, los Pontífices Juan XXIII, Pablo VI, y Juan Pablo II, y muchos más. Es un templo muy amado por los católicos de Europa.
Empezó a existir este santuario cuando los Cruzados tomaron a Jerusalén y hacia el año 1200 empezaron a llevar a Italia materiales de la Tierra Santa para construir una réplica o imitación de lo que pudo ser la casita de Jesús, José y María de Nazaret.
Cuando después de muchos viajes portando materiales lograron hacer una edificación parecida a la que pudo habitar la Sagrada Familia, comenzaron a invitar a los devotos a visitar aquel lugar sagrado y a honrar en él a la Madre de Dios.
Y, como sucede en los santuarios de todo el mundo, comenzaron a obrarse allí admirables milagros. Los santuarios son precisamente lugares donde Dios, misteriosamente, sin saber por qué, concede impresionantes favores a los que van allí a pedirle su ayuda. Quizás porque la fe del peregrino es muy viva y se aumenta con el contagio del fervor de los demás orantes en ese lugar, en cada santuario se consiguen gracias que en otras partes no se habían logrado obtener. Y esto sucede en Loreto continuamente.
Algunos, para darle más poesía a la existencia de la Casa de Loreto, llegaron a afirmar que esa construcción había sido llevada por los ángeles, volando por los aires, desde Nazaret. Por eso la Virgen de Loreto es Patrona de los aviadores. Esa narración es sólo una bella leyenda, pero a la gente le gustó y algunos hasta la creyeron.
Nosotros al recordar hoy en esta fiesta la Vida de María, José y el Divino Niño en Nazaret, nos alegramos de ser amigos y devotos de tan santas y amables personas, y pedimos a Jesús, José y María que sigan bendiciendo cada día más y más a nuestras familias y a nuestras casas. Quiera Dios que cada uno de nuestros hogares sea una réplica o imitación fiel del santo Hogar de Nazaret.
Jesús, José y María: Bendecid nuestros hogares.
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Milciades (Melquiades), Santo Papa, 10 de diciembre
Diciembre 10
Etimológicamente significa "de tez roja". Viene de la lengua griega. |
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Fuente: Wikipédia
Gregori III, Santo Papa, 10 Diciembre
XC Papa
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Fuente: Vatican.va
Marco Antonio Durando, Beato Presbítero y Fundador, 10 de diciembre
Presbítero Martirologio Romano: En Turín, del Piamonte, en Italia, beato Marco Antonio Durando, presbítero de la Congregación de la Misión, que fundó la Congregación de las Hermanas de Jesús Nazareno, para cuidar enfermos y jóvenes abandonados (1880).
Marco Antonio nació el 22 de mayo de 1801, en Mondoví, en la ilustre familia de los Durando, cuya casa daba a la Plaza Mayor y estaba cerca de la catedral y de la iglesia de la Misión. Al revés que su madre, que era persona muy piadosa y que inspiró la religiosidad y la fe en el corazón de sus ocho hijos, el padre tenía ideas liberales y era de tendencia laica y agnóstica. Dos de los hijos, de manera especial, profesaron tales convicciones y se implicaron en los sucesos del Risorgimento italiano. Ocuparon puestos de relieve en la vida política y militar. Santiago fue ministro de asuntos exteriores en el gobierno Rattazzi, de 1862. Juan, general y jefe de las tropas pontificias, en 1848, desobedeció las órdenes de Pío IX llevando a las tropas pontificias más allá del Po para cerrar el paso a los austríacos. Una vez que regresó al ejército piamontés, participó con Carlos Alberto en la batalla de Novara, en la expedición de Crimea y en las guerras de independencia. |
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Gonzalo Viñes Masip, Beato Mártir, 10 Diciembre
Canónigo de la Colegiata de Xàtiva |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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