martes, 11 de noviembre de 2014

Miércoles de San José. 12/11/2014. San Josafat ¡ruega por nosotros!

JA

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 17, 11-19

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasó entre Samaria y Galilea. Estaba cerca de un pueblo cuando le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían:
"¡Jesús, Maestro, ten
compasión de nosotros!"
Al verlos, Jesús les dijo:
"Vayan a presentarse a los sacerdotes".
Y mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, al verse sano, regresó alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Era un samaritano. Entonces preguntó Jesús:
"¿No eran diez los que quedaron limpios?; ¿dónde están los otros nueve? ¿Tan sólo este extranjero regresó para dar gracias a Dios?"
Después le dijo al samaritano:
"Levántate y vete; tu fe te ha salvado".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). ¿Qué pensaríamos de un cónyuge que le dice a su pareja: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html

Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

mie 32a. Ordinario año Par

Antífona de Entrada

Dios nuestro y protector nuestro: un sólo día en tu casa es más valioso para tus elegidos que mil días en cualquier otra parte.

 

Oración Colecta

Oremos:
Enciende, Señor, nuestros corazones con el fuego de tu amor a fin de que, amándote en todo sobre todo, podamos obtener aquellos bienes que no podemos nosotros ni siquiera imaginar y has prometido tú a los que te aman.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

Andábamos perdidos, pero Cristo nos salvó por su misericordia

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Tito 3, 1-7


Querido hermano: Recuerda a todos que respeten plenamente a las autoridades que gobiernan; que les obedezcan y estén dispuestos a hacer el bien; que no calumnien a nadie, que sean pacíficos, amables y siempre bondadosos con todo el mundo. Porque también nosotros fuimos en otro tiempo irreflexivos, rebeldes, descarriados, esclavos de toda clase de malas inclinaciones y placeres, llenos de maldad y de envidia; éramos despreciados y nos odiábamos unos a otros.
Pero ahora se ha manifestado la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor a los hombres. El nos salvó, no por nuestras buenas obras, sino en virtud de su misericordia, por medio del bautismo regenerador y la renovación del Espíritu Santo, que derramó abundantemente sobre nosotros por Jesucristo nuestro Salvador. De este modo, salvados por su gracia, Dios nos hacer herederos conforme a la esperanza que tenemos de heredar la vida eterna.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 22, 1-3a.3b-4.5.6

El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta: en prados de hierba fresca me hace descansar, me conduce a aguas tranquilas y renueva mis fuerzas.
El Señor es mi pastor, nada me falta.

Me guía por la senda del bien, haciendo honor a su nombre. Aunque pase por un valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú estás conmigo, tu vara y tu bastón me dan seguridad.
El Señor es mi pastor, nada me falta.

Me preparas un banquete para envidia de mis adversarios, perfumas con ungüento mi cabeza, y mi copa está llena.
El Señor es mi pastor, nada me falta.

Tu amor y tu bondad me acompañan todos los días de mi vida; y habitaré por siempre en la casa del Señor.
El Señor es mi pastor, nada me falta.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Den gracias siempre, unidos a Cristo Jesús, pues esto es lo que Dios quiere que hagan.
Aleluya.

Evangelio

¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 17, 11-19

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasó entre Samaria y Galilea. Estaba cerca de un pueblo cuando le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían:
"¡Jesús, Maestro, ten
compasión de nosotros!"
Al verlos, Jesús les dijo:
"Vayan a presentarse a los sacerdotes".
Y mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, al verse sano, regresó alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Era un samaritano. Entonces preguntó Jesús:
"¿No eran diez los que quedaron limpios?; ¿dónde están los otros nueve? ¿Tan sólo este extranjero regresó para dar gracias a Dios?"
Después le dijo al samaritano:
"Levántate y vete; tu fe te ha salvado".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, los dones que te presentamos para esta Eucaristía a fin de que, a cambio de ofrecerte lo que tú nos has dado, podamos recibir de ti tu misma vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

El misterio de nuestra salvación en Cristo

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor.
El, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso,
con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria diciendo:

Antífona de la Comunión

Mi alma espera al Señor con más ansia que los centinelas el amanecer, porque con el Señor viene la misericordia y la abundancia de su gracia.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Tú que nos has hecho partícipes de la vida de Cristo en este sacramento, transfórmanos, Señor, a imagen de tu Hijo, para que participemos también de su gloria en el cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Dia 12/11 San Josafat (obispo y mártir, rojo)

Antífona de Entrada

Este santo luchó hasta la muerte por la ley de Dios y no se aterrorizó ante la amenaza de los impíos, pues estaba afianzado sobre roca firme.

 

Oración Colecta

Oremos:
Dios omnipotente y misericordioso, que mantuviste firme en medio de los tormentos a tu santo mártir Josafat, protege a quienes celebramos hoy su triunfo, para que no caigamos nunca en las tentaciones del enemigo.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

A fin de que desempeñando debidamente su tarea, construyan el cuerpo de Cristo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4, 1-7. 11-13

Hermanos: Yo, Pablo, prisionero por la causa del Señor, los exhorto a que lleven un vida digna del llamamiento que han recibido. Sean siempre humildes y amables; sean comprensivos y sopórtense mutuamente con amor; esfuércense en mantenerse unidos en el espíritu con el vínculo de la paz.
Porque no hay más que un solo cuerpo y un solo Espíritu, como es también sólo una la esperanza del llamamiento que ustedes han recibido. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que reina sobre todos, actúa a través de todos y vive en todos.
Cada uno de nosotros ha recibido la gracia en la medida en que Cristo se la ha dado. El fue quien concedió a unos ser apóstoles; a otros, ser profetas; a otros, ser evangelizadores; a otros, ser pastores y maestros. Y esto, para capacitar a los fieles, a fin de que, desempeñando debidamente su tarea, construyan el cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a estar unidos en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, y lleguemos a ser hombres perfectos, que alcancemos en todas sus dimensiones la plenitud de Cristo.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 1

Dichoso quien ama la ley de Dios.

Dichoso aquel que no se guía por mundanos criterios, que no anda en malos pasos ni se burla del bueno; que ama la ley de Dios y se goza en cumplir sus mandamientos.
Dichoso quien ama la ley de Dios.

Es como un árbol plantado junto al río, que da fruto a su tiempo y nunca se marchita. En todo tendrá éxito.
Dichoso quien ama la ley de Dios.

En cambio los malvados serán como la paja barrida por el viento. Porque el Señor protege el camino del justo y al malo sus caminos acaban por perderlo.
Dichoso quien ama la ley de Dios.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Permanezcan en mi amor, dice el Señor; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante.
Aleluya.

Evangelio

Quiero que donde yo esté, también estén ellos conmigo

† Lectura del santo Evangelio según san Juan 17, 20-26

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y dijo:
"Padre, no sólo te pido por mis discípulos, sino también por los que van a creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti somos uno, a fin de que sean uno en nosotros y el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mí, para que su unidad sea perfecta y así el mundo conozca que tú me has enviado y que los amas, como me amas a mí.
Padre, quiero que donde yo esté, estén también conmigo los que me has dado, para que contemplen mi gloria, la que me diste, porque me has amado desde antes de la creación del mundo.
Padre justo, el mundo no te ha conocido; pero yo sí te conozco y éstos han conocido que tú me enviaste. Yo les he dado a conocer tu nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que me amas esté en ellos y yo también en ellos".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Santifica, Señor, con tu bendición estas ofrendas y enciende en nosotros ese amor a ti, por el que tu santo mártir Josafat fue capaz de soportar todos los tormentos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

Testimonio y ejemplo de los mártires

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque la sangre del glorioso mártir san Josafat, derramada como la de Cristo para proclamar su fidelidad a ti, manifiesta tu admirable poder, que convierte la fragilidad en fortaleza y al hombre débil robustece para que sea testigo tuyo.
Por eso,
como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la tierra te aclamamos diciendo sin cesar:

Antífona de la Comunión

Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y que me siga, dice el Señor.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Que el sacramento que hemos recibido nos dé, Señor, la misma fortaleza con la que tu santo mártir Josafat fue fiel en tu servicio y generoso en el sufrimiento.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén


Meditación diaria

32ª semana. Miércoles

VIRTUDES DE CONVIVENCIA

— El Señor cultivó las virtudes normales de la convivencia.

— Gratitud. Capacidad de amistad. Respeto mutuo.

— Afabilidad. Optimismo y alegría.

I. El Evangelio de la Misa de hoy1 muestra la decepción de Jesús ante unos leprosos curados, que no volvieron para dar las gracias. Solo regresó un samaritano de los diez que habían sanado por la misericordia de Jesús. ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino solo este extranjero? Se nota en estas palabras del Señor un acento de desencanto. Lo menos que podían haber hecho aquellos hombres era agradecer un don tan grande. Jesús se conmueve ante el reconocimiento de las personas y se duele del egoísta que solo sabe recibir. La gratitud es señal de nobleza y constituye un lazo fuerte en la convivencia con los demás, pues son innumerables los beneficios que recibimos y también los que proporcionamos a otros. San Beda señala que fue precisamente la gratitud la que salvó al samaritano2.

Jesús no fue indiferente a las muestras de educación y de convivencia normales que se dan entre los hombres y que expresan la calidad y la finura interior de las personas. Ante Simón el fariseo, que no tuvo con Él las muestras habituales de hospitalidad, lo manifestó abiertamente. Jesucristo, con su vida y su predicación, reveló el aprecio por la amistad, la afabilidad, la templanza, el amor a la verdad, la comprensión, la lealtad, la laboriosidad, la sencillez... Son numerosos los ejemplos y parábolas de la vida corriente en los que se puede observar el gran valor que da a estas virtudes necesarias para la convivencia. Así vemos cómo forma a los Apóstoles no solo en la virtud de la fe y de la caridad, sino en la sinceridad y nobleza3, y en la ponderación del juicio4. Tan importantes considera estas virtudes humanas, que les llegará a decir: si no entendéis las cosas de la tierra, ¿cómo entenderéis las celestiales?5. Cristo, perfecto Dios y Hombre perfecto6, nos da ejemplo de ese cúmulo de cualidades bien entrelazadas, que compete vivir a cualquier hombre, a cualquier mujer, en sus relaciones con Dios, con sus semejantes y consigo mismo. De Él se pudo proclamar: bene omnia fecit7, que todo lo hizo bien; no solo los milagros en los que manifestó su omnipotencia divina, sino las manifestaciones normales de una vida corriente. Lo mismo se ha de poder afirmar de cada uno de nosotros, que queremos seguirle en medio del mundo.

II. San Pablo, en una de las lecturas para la Misa8, nos exhorta también a vivir estas virtudes: Recuérdales –escribe a Tito– que estén dispuestos a toda forma de trabajo honrado, sin insultar ni buscar riñas; sean condescendientes y amables con todo el mundo.

Estas virtudes hacen más grata y fácil la vida cotidiana: familia, trabajo, tráfico...; disponen el alma para estar más cerca de Dios y para vivir las virtudes sobrenaturales. El cristiano sabe convertir los múltiples detalles de estos hábitos humanos en otros tantos actos de la virtud de la caridad, al hacerlos también por amor a Dios. La caridad transforma estas virtudes en hábitos firmes, con un horizonte más elevado.

Entre las virtudes humanas que tienen relación con la convivencia diaria se encuentra la misma gratitud, que es el recuerdo afectuoso de un beneficio recibido con el deseo de pagarlo de alguna manera. En muchas ocasiones solo podremos decir gracias, o una expresión parecida que comunica ese sentimiento del alma. En la alegría que ponemos en ese gesto está nuestro agradecimiento. Santo Tomás afirma que "el mismo orden natural requiere que quien ha recibido un favor responda con gratitud al que le ha beneficiado"9. Cuesta muy poco ser agradecidos y es mucho el bien que se hace: se crea un ambiente nuevo, unas relaciones cordiales, En la medida en que aumentamos nuestra capacidad de apreciar los favores y pequeños servicios que recibimos, sentiremos la necesidad de agradecer de alguna manera: que la casa esté en orden y limpia, que uno haya cerrado las ventanas para que no entre el frío o el calor, que encontremos la ropa limpia y planchada... Y si alguna vez una de estas cosas no está como esperamos, sabremos disculpar, porque son muchas las que de hecho funcionan bien. No le daremos importancia y, si está en nuestras manos, procuraremos arreglar el desperfecto, ordenar lo desordenado, cerrar o abrir lo que debía estar cerrado o abierto... También agradeceremos los servicios que pagamos o nos son debidos: al dependiente que nos atiende amablemente, al conductor del autobús que espera esos instantes para que podamos alcanzarlo...

Entre las virtudes de convivencia se nos pide ampliar constantemente nuestra capacidad de amistad con personas muy diversas. ¡Qué formidable sería que pudiéramos llamar amigos a las personas con las que trabajamos o estudiamos, con las que convivimos, con las que nos relacionamos diariamente! Amigos, y no solo conocidos, vecinos, colegas o compañeros... Esto significaría que hemos desarrollado, por amor a Dios y por amor a los hombres, una serie de cualidades humanas que fomentan y hacen posible la amistad: el desinterés, la comprensión, el espíritu de colaboración, el optimismo, la lealtad... Amistad también dentro de la propia familia: entre hermanos, con los hijos, con los padres. La amistad, cuando es verdadera, resiste bien las diferencias de edades. Es condición, a veces imprescindible, para el apostolado.

Cuentan de Alejandro Magno que, estando próximo a morir, sus parientes más cercanos le repetían con insistencia: "Alejandro, ¿dónde tienes tus tesoros?". "¿Mis tesoros?", preguntaba Alejandro. Y respondía: "En el bolsillo de mis amigos". Al final de nuestra vida nuestros amigos deberían poder decir que les dimos a compartir siempre lo mejor que tuvimos.

El respeto, que es delicadeza, valorar a otro, es imprescindible para convivir. La fe nos enseña además a respetar a las personas que tratamos cada día, porque son imagen de Dios, porque cada una ha sido redimida con la Sangre preciosísima de Nuestro Señor10. También a aquellos que por alguna razón, casi siempre de escaso relieve, nos parecen menos simpáticos o divertidos. También la convivencia humana exige respetar las cosas, porque son bienes de Dios que ha puesto al servicio del hombre. Respetar la naturaleza tiene su más hondo sentido en que forma parte de la Creación y a través de ella se puede dar gloria a Dios.

III. Otras virtudes que facilitan o hacen posible la convivencia son la afabilidad, virtud opuesta al gesto destemplado, al mal humor, al desorden..., a vivir sin tener en cuenta a los que nos rodean. A veces se traducirá en una palabra amable, en un pequeño elogio, en un gesto cordial que anima a seguir adelante. "Una palabra buena se dice pronto; sin embargo, a veces se nos hace difícil pronunciarla. Nos detiene el cansancio, nos distraen las preocupaciones, nos frena un sentimiento de frialdad o de indiferencia egoísta. Así sucede que pasamos al lado de personas a las cuales, aun conociéndolas, apenas les miramos el rostro y no nos damos cuenta de lo que frecuentemente están sufriendo por esa sutil, agotadora pena que proviene de sentirse ignoradas. Bastaría una palabra cordial, un gesto afectuoso, e inmediatamente algo se despertaría en ellas: una señal de atención y de cortesía puede ser una ráfaga de aire fresco en lo cerrado de una existencia, oprimida por la tristeza y por el desaliento. El saludo de María llenó de alegría el corazón de su anciana prima Isabel (cfr. Lc 1, 44)"11. Así hemos de llenar de optimismo a quienes conviven con nosotros.

Formando parte de la afabilidad se encuentran la benignidad, que nos lleva a tratar y juzgar a los demás y a sus actuaciones de forma benigna; la indulgencia ante los pequeños defectos y errores de los demás, sin sentirnos en la obligación de estar continuamente señalándolos; la educación y urbanidad en palabras y modales; la simpatía, la cordialidad, el elogio oportuno, que está lejos de toda adulación... "El espíritu de dulzura es el verdadero espíritu de Dios (...). Puede hacerse comprender la verdad y amonestar siempre que se haga con dulzura. Hay que sentir indignación contra el mal y estar resuelto a no transigir con él; sin embargo, hay que convivir dulcemente con el prójimo"12.

Un hombre que viajaba por interminables carreteras paró su camión junto a un bar concurrido por otros conductores. Mientras esperaba que le sirvieran algo que le refrescara para continuar su camino, un muchacho del bar trabajaba afanoso frente a él, encorvado, al otro lado del mostrador. "¿Mucho trabajo?", le dijo sonriendo el viajero. El muchacho levantó la cabeza y devolvió la sonrisa. Cuando meses más tarde el conductor pasó de nuevo por aquel lugar, el muchacho del mostrador le reconoció, como se reconoce una antigua amistad. Y es que la gente –entre la que nos encontramos– tiene una vieja sed de sonrisas, una gran necesidad de que alguien le contagie un poco de alegría, de aprecio... A nuestra puerta encontramos cada jornada una serie de personas con las que convivimos, trabajamos, que esperan esa breve muestra acogedora.

En la convivencia diaria la alegría, el optimismo, el aprecio... abren muchas puertas que estaban a punto de cerrarse al diálogo o a la comprensión... No dejemos que se cierren: el Señor espera que hagamos un apostolado eficaz, que comuniquemos a esas personas el don más grande que tenemos: la amistad con Él.

1 Lc 17, 11-19. — 2 Cfr. San Beda, en Catena Aurea, vol. VI. p. 278. — 3 Cfr. Mt 5, 37 — 4 Cfr. Jn 9, 1-3. — 5 Jn 3, 12, — 6 Símbolo Atanasiano. — 7 Mc 7, 37. — 8 Primera lectura, Año II. Tit 3, 1-7. — 9 Santo Tomás, Suma Teológica, 2-2, q. 106, a, 3 c. — 10 1 Pdr 1, 18, — 11 Juan Pablo II, Homilía 11-II-1981. — 12 San Francisco de Sales, Epistolario, fragm. 110, en Obras selectas de..., p. 744.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

San Josafat de Lituania
Mártir
Año 1623

La sangre de los mártires es semilla
de nuevos cristianos (Tertuliano).

 

Josafat es una palabra hebrea que significa "Dios es mi juez".

La nación de Lituania es ahora de gran mayoría católica. Pero en un tiempo en ese país la religión era dirigida por los cismáticos ortodoxos que no obedecen al Sumo Pontífice. Y la conversión de Lituania al catolicismo se debe en buena parte a San Josafat. Pero tuvo que derramar su sangre, para conseguir que sus paisanos aceptaran el catolicismo.

Nació en 1580, de padres católicos fervorosos. Su madre le enseñó a mirar de vez en cuando el crucifijo y pensar en lo que Jesucristo sufrió por nosotros, y esto le emocionaba mucho y le invitaba a dedicar su vida por hacer amar más a Nuestro Salvador.

De joven entró de ayudante de un vendedor de telas, y en los ratos libres se dedicaba a leer libros religiosos. Esto le disgustaba mucho al principio al dueño del almacén, pero después, viendo que el joven se dedicaba con tanto esmero a los oficios que tenía que hacer, se dio cuenta de que las lecturas piadosas lo llevaban a ser más bueno y mejor cumplidor de su deber. Y tanto se encariñó aquel negociante con Josafat, que le hizo dos ofertas: permitirle casarse con su hija y dejarlo como heredero de todos sus bienes. El joven le agradeció sus ofrecimientos, pero le dijo que había determinado conseguir más bien otra herencia: el cielo eterno. Y que para ello se iba a dedicar a la vida religiosa.

Para su fortuna se encontró con dos santos sacerdotes jesuitas que lo fueron guiando en sus estudios, y lo encaminaron hacia el monasterio de la Sma. Trinidad en Vilma, capital de Lituania, y se hizo religioso, dirigido por los monjes basilianos en 1604. Al monasterio lo siguió un gran amigo suyo y personaje muy sabio, Benjamín Rutsky, que será en adelante su eficaz colaborador en todo.

En 1595 los principales jefes religiosos ortodoxos de Lituania habían propuesto unirse a la Iglesia Católica de Roma, pero los más fanáticos ortodoxos se habían opuesto violentamente y se habían producido muchos desórdenes callejeros. Ahora llegaba al convento el que más iba a trabajar y a sacrificarse por obtener que su nación se pasara a la Iglesia Católica. Pero le iba a costar hasta su propia sangre.

Josafat fue ordenado de sacerdote, pero su vida siguió siendo como la del monje más mortificado. Muchas horas cada día y cada noche dedicadas a la oración. Lectura y meditación en las Sagradas Escrituras y en los libros escritos por los santos. Como penitencias aguantaba los terribles fríos del invierno y los calores bochornosos del verano sin quejarse ni buscar refrescantes. Cuando lo sorprendía una espantosa tormenta de lluvias, truenos y rayos en pleno viaje, lo ofrecía todo por sus pecados. Cuando los pobres estaban en grave necesidad se iba de casa en casa pidiendo limosnas para ellos, y la humillación de estar pidiendo la ofrecía por sus pecados y por los de los demás pecadores. Pero su especial mortificación era soportar las gentes ásperas e incomprensivas, sin demostrar jamás disgusto ni resentimiento.

Fue nombrado superior del monasterio, en Vilma, pero varios de los monjes que allí vivían eran ortodoxos y antirromanos. Con gran paciencia, mucha prudencia y caridad llena de finura y de santa diplomacia, se los fue ganando a todos. Ellos se dieron cuenta de que Josafat tenía el don de consejo, y le iban a consultar sus problemas e inquietudes y sus respuestas los dejaban muy consolados y llenos de paz.

Con sus sabias conferencias los fue convenciendo poco a poco de que la verdadera Iglesia es la católica y que el sucesor de San Pedro es el Sumo Pontífice y que a él hay que obedecer.

Con razón los enemigos de la religión lo llamaban "ladrón de almas".

Como jefe de los monasterios tenía el deber de visitar las casas que pertenecían a la religión. Una vez fue a visitar oficialmente una casa donde vivían unos 200 hombres que decían que se dedicaban a la religión, pero que en verdad no llevaban una vida demasiado santa. El jefe de esa casa salió furioso a recibirlo con unos perros bravísimos, anunciándole que si se atrevía a entrar allí sería destrozado por esas fieras. Pero el santo no se acobardó. Les habló de buenas maneras y los logró apaciguar. Ellos habían determinado echarlo al río, pero después de escucharlo y al darse cuenta de que era un hombre de Dios, santo y amable, aceptaron su visita, se hicieron sus amigos y aceptaron sus recomendaciones. Las gentes decían: "Ahora sí que se repitió el milagro antiguo: Daniel fue al foso de los leones y estos no le hicieron nada".

En 1617, fue nombrado arzobispo de Polotsk, y se encontró con que su arzobispado estaba en el más completo abandono. Se dedicó a reconstruir templos y a obtener que los sacerdotes se comportaran de la mejor manera posible. Visitó una por una todas las parroquias. Redactó un catecismo y lo hizo circular y aprender por todas partes. Dedicaba sus tiempos libres a atender a los pobres e instruir a los ignorantes. Las gentes lo consideraban un gran santo. Algunos decían que mientras celebraba misa se veían resplandores a su alrededor. En 1620 ya su arzobispado era otra cosa totalmente diferente.

Pero sucedió que un tal Melecio se hizo proclamar de arzobispo en vez de Josafat (mientras este visitaba Polonia) y algunos revoltosos empezaron a recorrer los pueblos atizando una revuelta contra el santo, diciendo que no querían obedecer al Papa de Roma. Muchos relajados se sentían molestos porque san Josafat atacaba a los vicios y a las malas costumbres.

En 1623, sabiendo que la ciudad de Vitebsk era la más rebelde y contraria a él, dispuso ir a visitarla para tratar de hacer las paces con ellos. Sus amigos le rogaban que no fuera, y varios le propusieron que llevara una escolta militar. Él no admitió esto y exclamó: "Si Dios me juzga digno de morir mártir, no temo morir". El recibimiento fue feroz. Insultos, pedradas, amenazas. Cuando una chusma agresiva lo rodeó insultándolo, él les dijo: "Sé que ustedes quieren matarme y que me atacan por todas partes. En las calles, en los puentes, en los caminos, en la Plaza Central, en todas partes me han insultado. Yo no he venido en son de guerra sino como pastor de las ovejas, buscando el bien de las almas. Pero me considero verdaderamente feliz de poder dar la vida por el bien de todos ustedes. Sé que estoy a punto de morir, y ofrezco mi sacrificio por la unión de todas las iglesias bajo la dirección del Sumo Pontífice".

Los enemigos se propusieron poner una trampa al santo para poderlo matar. Le enviaron un individuo que todos los días llegaba a su casa, mañana y tarde a insultarlo. Al fin uno de los secretarios del arzobispo detuvo al insultante para que no faltara más al respeto al prelado, y esta era la señal que los asesinos buscaban. Inmediatamente dieron voz de alarma en toda la ciudad, reunieron la chusma y se lanzaron a despedazar a todos los ayudantes de San Josafat.

Cuando él vio que iban a linchar a sus colaboradores, salió al patio y gritó a los atacantes: "Por favor, hijos míos, no golpeen a mis ayudantes, que ellos no tienen la culpa de nada. Aquí estoy yo para sufrir en vez de ellos".

Al oír esto los jefes de la sedición gritaron: "¡Que muera el amigo del Papa!" y se lanzaron contra él. Le atravesaron de un lanzazo, le pegaron un balazo, y arrastraron su cuerpo por las calles de la ciudad y lo echaron al río Divna. Era el 12 de noviembre de 1623. Meses después los verdugos se convirtieron a la fe católica y pidieron perdón de su terrible crimen.

El Papa ha declarado a San Josafat, Patrono de los que trabajan por la unión de los cristianos.

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Emiliano de la Cogolla, Santo Monje, 12 de noviembre  

Monje
Noviembre 12

 

Etimológicamente significa "amable". Viene de la lengua latina.

Jesús, tomando consigo a Juan, santiago y Pedro, subió a la montaña para orar. Y ocurrió mientras oraba que el aspecto de su rostro cambió. Se formó una nube que los cubría, y de ella salió una voz que proclamaba: Este es mi Hijo, mi elegido. Escuchadlo".

Emiliano fue monje en el siglo VI.

El santo que hoy veneramos y recordamos se llamaba Emiliano de la Cogolla o Cocola.

Nació en Castilla, en la provincia de Logroño – hoy la comunidad autónoma de la Rioja - cerca del monte llamado Cocola.

La vida de este santo español nos la cuenta otro monje, Braulio, que después sería obispo de Zaragoza.

Por ese tiempo la península ibérica estaba dominada por los Visigodos.

Su familia era pobre. Cuando cumplió los 20 años, se marchó de anacoreta.

Cuando su santidad llegó a oídos de la gente, no cesaba de hacerle visitas.

Entonces tomó la decisión de irse a otra parte que fuera inaccesible, en lo alto de una montaña.
Aquí se pasó la friolera de 40 años. El obispo de Tarazona, enterado de su virtud, lo ordenó de sacerdote.

Fue un apóstol entre la gente del campo, de donde él provenía. Su caridad era tan grande que se quedaba sin comer con tal de ver feliz al pobre.

Acusado injustamente de que robaba en la parroquia, se fue a la soledad hasta que murió en el año 574.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04
Gabriel Ferretti, Beato Franciscano, 12 Noviembre  

Gabriel Ferretti, Beato

Gabriel Ferretti nació en Ancona hacia el año 1385, hijo de los condes Liberotto y Alvisa Sacchetti. A los 18 años contra la voluntad de sus padres tomó el hábito de los hermanos Menores en el convento anconitano de San Francisco ad Alto, donde se consagró totalmente a Dios emitiendo los votos de pobreza, castidad y obediencia.

En el silencio de su eremitorio, todo concentrado en Dios en el ejercicio de la vida religiosa profundizó en el estudio de las ciencias teológicas. Ordenado sacerdote se dedicó al apostolado entre pobres y enfermos y pronto fue considerado el Padre de Ancona.

Las virtudes y dotes de Gabriel llamaron la atención de los superiores, que en 1425 lo eligieron guardián del convento de San Francesco ad Alto. No sólo restauró y engrandeció el convento, sino que se distinguió en la heroica asistencia a los apestados en los años 1425 y 1427.

Los Hermanos Menores de la Provincia Seráfica de las Marcas, reunidos en capítulo, en 1434 lo eligieron Ministro Provincial. Contribuyó eficazmente a propagar la fiel observancia de la regla franciscana en las Marcas. El Pontífice Eugenio IV le concedió amplias facultades para abrir nuevos conventos, como en Santa María de las Gracias en San Severino Marcas, San Nicolás en Ascoli Piceno y la Anunciación en Osimo. Además, a pesar de las múltiples y pesadas ocupaciones, continuó interesándose por el convento de San Francisco ad Alto y sus conciudadanos de Ancona.

En 1438, por sugerencia de su íntimo amigo San Jaime de la Marca, fue llamado por el Ministro general Padre Guillermo de Casale a predicar en Bosnia, donde ya anunciaban la divina palabra el mismo San Jaime de la Marca y otros religiosos.

El consejo comunal de Ancona, temiendo verse privado de la amorosa asistencia de su santo fraile, suplicó que se le volviera a dejar en Ancona, petición que fue acogida. Así el Beato Gabriel permaneció en las Marcas continuando su asistencia a los pobres y enfermos de su ciudad.

Alma eminentemente mariana, tenía una tierna devoción a la Sma. Virgen y difundió ampliamente la corona franciscana de las siete alegrías de la Bienaventurada Virgen María. La Virgen recompensó el amor filial de su siervo con apariciones y dulces coloquios.

También Dios mismo quiso premiar las virtudes de su siervo con el don de la profecía y de los prodigios. Una sobrina suya de nombre Casandra, imposibilitada para caminar, se dirigió a su santo tío. Este oró, luego trazó un signo de la cruz sobre la articulación afectada y la enferma quedó curada.

Gabriel terminó su virtuosa y laboriosa existencia a los 71 años en el convento de Ancona el 12 de noviembre de 1456, asistido por San Jaime de la Marca, quien en el funeral exaltó las virtudes del santo cohermano.

Benedicto XIV Aprobó su culto el 19 de septiembre de 1753

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Fuente: Vatican.va
Margarito Flores García, Santo Mártir, 12 Noviembre  

Margarito Flores García, Santo

Nació en Taxco, Gro. (Diócesis de Chilapa), el 22 de febrero del 1899.

Párroco de Atenango del Río, Guerrero., (Diócesis de Chilapa). Tres años de ministerio fueron suficientes para conocer la entrega sacerdotal del Padre Margarito.

Se encontraba fuera de la Diócesis a causa de la persecución, cuando supo de la muerte heroica del Sr. Cura David Uribe, exclamó: "Me hierve el alma, yo también me voy a dar la vida por Cristo; voy a pedir permiso al Superior y también voy a emprender el vuelo al martirio".

El Vicario general de la Diócesis le nombró vicario con funciones de párroco de Atenango del Rio, Guerrero. El Padre Margarito se puso luego en camino.

Fue descubierto como sacerdote al llegar a su destino; apresado y conducido a Tulimán, Guerrero., donde se dio la orden de fusilarlo.

El Padre Margarito pidió permiso para orar, se arrodilló unos momentos, besó el suelo y luego, de pie, recibió las balas que le destrozaron la cabeza y le unieron para siempre a Cristo Sacerdote, el 12 de noviembre de 1927.

Es uno de los mártires mexicanos canonizados por Juan Pablo II el 21 de mayo del año 2000.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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