miércoles, 12 de octubre de 2011

Lecturas Jueves 13 de Octubre de 2011. San Eduardo ¡ruega por nosotros!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 47-54

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos y doctores de la ley:
"¡Ay de ustedes, que les construyen sepulcros a los profetas que los padres de ustedes asesinaron! Con eso dan a entender que están de acuerdo con lo que sus padres hicieron, pues ellos los mataron y ustedes les construyen el sepulcro.
Por eso dijo la sabiduría de Dios: Yo les mandaré profetas y apóstoles, y los matarán y los perseguirán, para que así se le pida cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas que ha sido derramada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, que fue asesinado entre el atrio y el altar. Sí, se lo repito: a esta generación se le pedirán cuentas.
¡Ay de ustedes, doctores de la ley, porque han guardado la llave de la puerta del saber! Ustedes no han entrado, y a los que iban a entrar les han cerrado el paso".
Luego que Jesús salió de allí, los escribas y fariseos comenzaron a acosarlo terriblemente con muchas preguntas, y a ponerle trampas para ver si podían acusarlo con alguna de sus propias palabras.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/swf/l.swf?video_id=v82JVdXAUUs

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

jue 28a. Ordinario año impar

Antífona de Entrada

Canten al Señor un cántico nuevo, pueblos de toda la tierra, canten al Señor. Hay brillo y esplendor en su presencia, belleza y majestad en su templo.

 

Oración Colecta

Oremos:
Dios eterno y todopoderoso, conduce nuestra vida por el camino de tus mandamientos para que, unidos a tu Hijo amado, podamos producir frutos abundantes.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

El hombre es justificado por la fe y no por cumplir la ley de Moisés

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 3, 21-30

Hermanos: La actividad salvadora de Dios, atestiguada por la ley y los profetas, se ha manifestado ahora
independientemente de la ley. Por medio de la fe en Jesucristo, la actividad salvadora de Dios llega sin distinción alguna a todos los que creen en él.
En efecto, como todos pecaron, todos están privados de la presencia salvadora de Dios; pero todos son justificados gratuitamente por su gracia, en virtud de la redención llevada a cabo por medio de Cristo Jesús, al cual Dios expuso públicamente como la víctima que nos consigue el perdón por la ofrenda de su sangre, por medio de la fe.
Así nos enseña Dios lo que es su actividad salvadora: perdona los pecados cometidos anteriormente, que soportó con tanta paciencia, y nos da a conocer, en el tiempo actual, que él es el justo que salva a todos los que creen en Cristo Jesús.
¿En dónde quedó, pues, tu derecho a gloriarte? Ha sido eliminado. ¿Por cumplir la ley? De ninguna manera, sino por aceptar la fe. Porque sostenemos que el hombre es justificado por la fe y no por hacer lo que prescribe la ley de Moisés. ¿Acaso Dios lo es sólo de los judíos? ¿No lo es también de los demás pueblos? Evidentemente que sí, puesto que no hay más que un solo Dios, que justifica por medio de la fe tanto a los judíos como a los no judíos.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 129

Perdónanos, Señor, y viviremos.

Desde el abismo de mis pecados clamo a ti; Señor, escucha mi clamor; que estén atentos tus oídos a mi voz suplicante.
Perdónanos, Señor, y viviremos.

Si conservaras el recuerdo de las culpas, ¿quién habría, Señor, que se salvara? Pero de ti procede el perdón, por eso con amor te veneramos.
Perdónanos, Señor, y viviremos.

Confío en el Señor, mi alma espera y confía en su palabra; mi alma aguarda al Señor, mucho más que la aurora el centinela.
Perdónanos, Señor, y viviremos.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre, si no es por mí, dice el Señor.
Aleluya.

Evangelio

Les pedirán cuentas de la sangre de los profetas, desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 47-54

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos y doctores de la ley:
"¡Ay de ustedes, que les construyen sepulcros a los profetas que los padres de ustedes asesinaron! Con eso dan a entender que están de acuerdo con lo que sus padres hicieron, pues ellos los mataron y ustedes les construyen el sepulcro.
Por eso dijo la sabiduría de Dios: Yo les mandaré profetas y apóstoles, y los matarán y los perseguirán, para que así se le pida cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas que ha sido derramada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, que fue asesinado entre el atrio y el altar. Sí, se lo repito: a esta generación se le pedirán cuentas.
¡Ay de ustedes, doctores de la ley, porque han guardado la llave de la puerta del saber! Ustedes no han entrado, y a los que iban a entrar les han cerrado el paso".
Luego que Jesús salió de allí, los escribas y fariseos comenzaron a acosarlo terriblemente con muchas preguntas, y a ponerle trampas para ver si podían acusarlo con alguna de sus propias palabras.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, con bondad, los dones que te presentamos y santifícalos por medio de tu Espíritu para que se nos conviertan en sacramento de salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

Jesús, buen samaritano

En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro alabarte, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, en todos los momentos y circunstancias de la vida, en la salud y en la enfermedad, en el sufrimiento y en el gozo, por tu siervo, Jesús, nuestro Redentor.
Porque él, en su vida terrena, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal. También hoy, como buen samaritano, se acerca a todo ser humano que sufre en su cuerpo o en su espíritu, y cura sus heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza.
Por este don de tu gracia, incluso cuando nos vemos sumergidos en la noche del dolor, vislumbramos la luz pascual en tu Hijo, muerto y resucitado.
Por eso,
unidos a los ángeles y a los santos, cantamos a una voz el himno de tu gloria:

Antífona de la Comunión

Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Te damos gracias, Señor, por habernos alimentado con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo; y te pedimos que este don tuyo sea para nosotros fuente inagotable de vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

 

28ª semana. Jueves

ELEGIDOS DESDE LA ETERNIDAD

— Una vocación irrepetible.

— Nos da luz para caminar, y las gracias necesarias para salir fortalecidos de todas las incidencias de nuestra vida.

— Perseverancia en la propia vocación.

I. Desde la cárcel, donde San Pablo sufre abandonos y soledad, dirige una carta a los primeros cristianos de Éfeso. Comienza con un canto alborozado de acción de gracias por todos los dones recibidos del Señor, de modo particular por la vocación con que Dios nos ha elegido personalmente desde la eternidad para ser sus discípulos y extender su Reino aquí en la tierra. El Apóstol pone de manifiesto la radical igualdad de la vocación con que todos somos llamados en Cristo por iniciativa de Dios Padre, pues en Él nos eligió antes de la creación del mundo para que fuéramos santos y sin mancha ante Él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo –por pura iniciativa suya– a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya1.

Todo creyente, cada uno de nosotros, ha sido llamado desde la eternidad a la más alta vocación divina. Dios Padre quiso expresamente llamarnos a la vida (ningún hombre ha nacido por azar), creó directamente nuestra alma única e irrepetible, y nos hizo participar de su vida íntima mediante el Bautismo. Con este sacramento nos ha ungido Dios con su unción, y también nos ha marcado con su sello, y ha puesto en nuestros corazones el Espíritu como prenda2. Nos ha designado en la vida un cometido propio, y nos ha preparado amorosamente un lugar en el Cielo, donde nos espera como un padre aguarda a su hijo después de un largo viaje.

Supuesta esta vocación radical a la santidad y al apostolado, Dios hace a cada uno un llamamiento particular. A la inmensa mayoría, con una vocación plena, les llama a vivir en medio del mundo para que –desde dentro– lo transformen y lo dirijan a Él, y se santifiquen mediante las actividades terrenas. A otros, siempre pocos en relación con todos los bautizados, les pide un alejamiento de esas realidades, dando un testimonio público –como almas consagradas– de su pertenencia a Dios. El Señor, de un modo misterioso y delicado, nos va dando a conocer lo que quiere de nosotros. Incluso dentro de la propia vocación –casados, solteros, sacerdotes...–, el Señor señala un sendero propio por donde ir a Él, arrastrando a otros muchos con nosotros. "En efecto, Dios ha pensado en nosotros desde la eternidad y nos ha amado como personas únicas e irrepetibles, llamándonos a cada uno por nuestro nombre, como el Buen Pastor que a sus ovejas las llama a cada una por su nombre (Jn 10, 3). Pero el eterno plan de Dios se nos revela a cada uno a través del desarrollo histórico de nuestra vida y de sus acontecimientos, y, por tanto, solo gradualmente: en cierto sentido día a día.

"Y para descubrir la concreta voluntad del Señor sobre nuestra vida son siempre indispensables la escucha pronta y dócil de la palabra de Dios y de la Iglesia, la oración filial y constante, la referencia a una sabia y amorosa dirección espiritual, la percepción en la fe de los dones y talentos recibidos y, al mismo tiempo, de las diversas situaciones sociales e históricas en las que está inmerso"3.

Así, en el transcurso del tiempo, el Señor nos lleva de la mano a metas de santidad cada vez más altas. Si somos fieles, si tenemos el oído atento, el Espíritu Santo nos conduce a través de los acontecimientos normales de la vida, nos enseña, interpretándolos rectamente y sacando de ellos –sean del signo que sean– más amor a Dios.

II. La vocación es un don inmenso, del que hemos de dar continuas gracias a Dios. Es la luz que ilumina el camino: el trabajo, las personas, los acontecimientos... Sin ella, sin el conocimiento de esa voluntad específica de Dios que nos encamina derechamente al Cielo, estaríamos con el débil candil de la voluntad propia, con el peligro de tropezar a cada paso. La vocación nos proporciona luz, y también las gracias necesarias para salir fortalecidos de todas las incidencias de la vida. "En la vocación, el hombre, de una manera definitiva, se conoce a sí mismo, conoce al mundo, y conoce a Dios. Es el punto de referencia a partir del cual cada ser humano puede juzgar con plenitud todas las situaciones por las que haya atravesado y atraviese su vida"4. Conocer cada vez más profundamente ese querer divino particular es siempre un motivo de esperanza y de alegría.

Con la vocación recibimos una invitación a entrar en la intimidad divina, al trato personal con Dios, a una vida de oración. Cristo nos llama a hacer de Él el centro de la propia existencia, a seguirle en medio de nuestras realidades diarias: el hogar, la oficina, el comercio...; y a conocer a los demás hombres como personas e hijos de Dios, es decir, como seres con valor en sí, objetos del amor de Dios, y a quienes hemos de ayudar en sus necesidades materiales y espirituales. Y esto no a seres ideales, sino a las personas corrientes que vemos todos los días, con sus virtudes y sus defectos.

El querer divino se nos puede presentar de golpe, como una luz deslumbrante que lo llena todo, como fue el caso de San Pablo camino de Damasco, o bien se puede revelar poco a poco, en una variedad de pequeños sucesos, como Dios hizo con San José. "De todos modos, no se trata solo de saber lo que Dios quiere de nosotros, de cada uno, en las diversas situaciones de la vida. Es necesario hacer lo que Dios quiere, como nos lo recuerdan las palabras de María, la Madre de Jesús, dirigiéndose a los sirvientes de Caná: Haced lo que Él os diga (Jn 2, 5). Y para actuar con fidelidad a la voluntad de Dios hay que ser capaz y hacerse cada vez más capaz (...). Esta es la tarea maravillosa y esforzada que espera a todos los fieles laicos, a todos los cristianos, sin pausa alguna: conocer cada vez más las riquezas de la fe y del Bautismo y vivirlas con creciente plenitud"5. Esta plenitud se realizará día a día, siendo fieles en lo pequeño, correspondiendo a las gracias que el Señor derrama cada jornada para que cumplamos con perfección, con amor, los deberes de cada momento. Y esto los días en que nos encontramos con más capacidad y también aquellos otros en los que todo parece que cuesta más.

III. Elegit nos in ipso ante mundi constitutionem..., nos eligió el Señor antes de la constitución del mundo. Y Dios no se arrepiente de las elecciones que hace. Esta es la esperanza y la seguridad de nuestra perseverancia a lo largo del camino, en medio de las tentaciones o dificultades que hayamos de padecer. El Señor es siempre fiel, y tendremos cada día la gracia necesaria para mantener nosotros esta fidelidad. "Nuestro Señor –enseña San Francisco de Sales– tiene un continuo cuidado de los pasos de sus hijos, es decir, de aquellos que poseen la caridad, haciéndoles caminar delante de Él, tendiéndoles la mano en las dificultades. Así lo declaró por Isaías: Soy tu Dios, que te toma de la mano y te dice: No temas, Yo te ayudaré (Is 41, 13). De modo que, además de mucho ánimo, debemos tener suma confianza en Dios y en su auxilio, pues, si no faltamos a la gracia, Él concluirá en nosotros la buena obra de nuestra salvación, que ha comenzado"6.

Junto a esta confianza en la ayuda divina, es necesario el esfuerzo personal por corresponder a las sucesivas llamadas que realiza el Señor a lo largo de una vida. Porque la entrega a Dios que comporta toda vocación no se agota en una sola decisión ni en una determinada época de la vida. Dios sigue llamando, sigue pidiendo hasta el final... Alguna vez puede costar mantenerse fiel al Señor, pero si acudimos a Él comprendemos que su yugo es suave y su carga ligera7, y ese peso se torna alegre. Nunca nos pedirá Dios más de lo que podamos dar. Él nos conoce bien y cuenta con la flaqueza humana, los defectos y las equivocaciones. A la vez que supone nuestra sinceridad y la humildad de recomenzar.

En la Virgen, Nuestra Madre, está puesta nuestra esperanza para salir adelante en los momentos difíciles y siempre. En Ella encontramos la fortaleza que nosotros no tenemos. "Ama a la Señora. Y Ella te obtendrá gracia abundante para vencer en esta lucha cotidiana. —Y no servirán de nada al maldito esas cosas perversas, que suben y suben, hirviendo dentro de ti, hasta querer anegar con su podredumbre bienoliente los grandes ideales, los mandatos sublimes que Cristo mismo ha puesto en tu corazón. —"Serviam!""8.

1 Primera lectura. Año II. Ef 1, 4-6. — 2 2 Cor 1, 21-22. — 3 Juan Pablo II, Exhort. Apost. Christifideles laici, 30-XII-1988, 58. — 4 J. L. Illanes, Mundo y santidad, Rialp, Madrid 1984, p. 109. — 5 Juan Pablo II, loc. cit. — 6 San Francisco de Sales, Tratado del amor de Dios, III, 4. — 7 Cfr. Mt 11, 30. — 8 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 493.

 

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Santoral             (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

San Eduardo
 Rey
Año 1066

Que Dios santísimo nos conceda 
muchos gobernantes tan virtuosos 
como San Eduardo rey.
Dichoso el que teme ofender al Señor. 
Le irá bien (Salmos).

 

Eduardo quiere decir: el que protege la propiedad (Ed = propiedad. Uard: el que protege).

Este fue el más popular de los reyes ingleses de la antigüedad. Tres cualidades le merecieron su fama de santo: era muy piadoso, sumamente amable y muy amante de la paz.

Era hijo de Etelredo y a los diez años fue desterrado a Normandía, Francia, de donde no pudo volver a Inglaterra sino cuando ya tenía 40 años.

Dicen que conservó perpetua castidad.

San Eduardo tuvo unos modos de actuar que lo hicieron sumamente popular entre sus súbditos y lo convirtieron como en un modelo para sus futuros reyes. Lo primero que hizo fue suprimir el impuesto de guerra, que arruinaba mucho a la gente. Luego durante su largo reinado procuró vivir en la más completa armonía con las cámaras legislativas (que el dividió en dos: cámara de los lores y cámara de los comunes). Se preocupó siempre por obtener que gran cantidad de los impuestos que se recogían, se repartieran entre las gentes más necesitadas.

Un autor que vivió en ese tiempo nos dejó los siguientes datos acerca de San Eduardo: "Era un verdadero hombre de Dios. Vivía como un ángel en medio de tantas ocupaciones materiales y se notaba que Dios lo ayudaba en todo. Eran tan bondadoso que jamás humilló con sus palabras ni al último de sus servidores. Se mostraba especialmente generoso con los pobres, y con los emigrantes, y ayudaba mucho a los monjes. Aún el tiempo en que estaba en vacaciones y dedicado a la cacería, ni un solo día dejaba de asistir a la santa misa. Era alto, majestuoso, de rostro sonrosado y cabellos blancos. Su sola presencia inspiraba cariño y aprecio".

Cuando Eduardo estaba desterrado en Normandía prometió a Dios que si lograba volver a Inglaterra iría en peregrinación a Roma a llevar una donación al Sumo Pontífice. Cuando ya fue rey, contó a sus colaboradores el juramento que había hecho, pero estos le dijeron: "el reino está en paz porque todos le obedecen con gusto Pero si se va a hacer un viaje tan largo, estallará la guerra civil y se arruinará el país". Entonces envió unos embajadores a consultar al Papa San León Nono, el cual le mandó decir que le permitía cambiar su promesa por otra: dar para los pobres lo que iba a gastar en el viaje, y construir un buen convento para religiosos. Así lo hizo puntualmente: repartió entre la gente pobre todo lo que había ahorrado para hacer el viaje, y vendiendo varias de sus propiedades, construyó un convento para 70 monjes, la famosa Abadía de Westminster (nombre que significa: monasterio del occidente: West = oeste u occidente. Minster = monasterio). En la catedral que hay en ese sitio es donde sepultan a los reyes de Inglaterra.

En el año 1066, desgastado de tanto trabajar por su religión y por su pueblo, sintió que le llegaba la hora de la muerte. A los que lloraban al verlo morir, les dijo: "No se aflijan ni se entristezcan, pues yo dejo esta tierra, lugar de dolor y de peligros, para ir a la Patria Celestial donde la paz reina para siempre".

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Alejandrina María da Costa, Beata Apóstol del sufrimiento reparador, 13 de octubre  

Alejandrina María da Costa, Beata

Laica

Martirologio Romano: En el lugar de Balasar, cerca de Braga, en Portugal, beata Alejandrina María da Costa, que al intentar huir de quien la perseguía con mala intención, quedó imposibilitada en todos sus miembros, encontrando en la contemplación de la Eucaristía el modo de ofrecer al Señor todos sus dolores por amor de Dios y de los hermanos más necesitados (1955).

Laica portuguesa, miembro de la Unión de Cooperadores Salesianos, apóstol del sufrimiento reparador (fecha de beatificación: 25 de abril de 2004).

Nació en Balasar, provincia de Oporto y archidiócesis de Braga (Portugal) el 30 de marzo de 1904, y fue bautizada el 2 de abril siguiente, Sábado santo. Fue educada cristianamente por su madre, junto con su hermana Deolinda. Alejandrina permaneció con su familia hasta los siete años; después fue enviada a Póvoa do Varzim, donde se alojó con la familia de un carpintero, para poder asistir a la escuela primaria, pues no había en Balasar. Allí hizo la primera comunión en 1911; el año siguiente recibió el sacramento de la confirmación.

Después de dieciocho meses, volvió a Balasar. Con su madre y su hermana se trasladó, luego, a vivir a la localidad de "Calvario", donde permaneció hasta su muerte.

Comenzó a trabajar en el campo. Su adolescencia fue muy feliz; tenía un carácter comunicativo, y era muy apreciada por sus compañeras. Sin embargo, a los doce años se enfermó: una grave infección (quizá tifoidea) la llevó a un paso de la muerte. Superó el peligro, pero a consecuencia de ello, su constitución quedó debilitada para siempre.

Cuando tenía catorce años sucedió un hecho decisivo para su vida. Era el Sábado santo de 1918. Ese día ella, su hermana Deolinda y una muchacha aprendiz realizaban su trabajo de costura, cuando se dieron cuenta de que tres hombres trataban de entrar en su casa. A pesar de que las puertas estaban cerradas, los tres lograron forzarlas y entraron. Alejandrina, para salvar su pureza amenazada, no dudó en tirarse por la ventana desde una altura de cuatro metros. Las consecuencias fueron terribles, aunque no inmediatas. En efecto, las diversas visitas médicas a las que se sometió sucesivamente diagnosticaron siempre con mayor claridad un hecho irreversible.

Hasta los diecinueve años pudo aún arrastrarse hasta la iglesia, donde, totalmente contrahecha, permanecía gustosa, con gran admiración de la gente. La parálisis fue progresando cada vez más, hasta que los dolores se volvieron horribles, las articulaciones perdieron su movimiento y ella quedó completamente paralítica. Era el 14 de abril de 1925. En los restantes treinta años de su vida Alejandrina no pudo levantarse de la cama.

Hasta el año 1928 no dejó de pedirle al Señor, por intercesión de la Virgen, la gracia de la curación, prometiendo que, si se curaba, se haría misionera. Pero, cuando comprendió que el sufrimiento era su vocación, lo abrazó con prontitud. Decía: "Nuestra Señora me ha concedido una gracia aún mayor. Primero la resignación, después la conformidad completa a la voluntad de Dios y, por último, el deseo de sufrir".

A este período se remontan sus primeros fenómenos místicos, cuando inició una vida de profunda unión con Jesús en el sagrario, por medio de María santísima. Un día que estaba sola, le vino improvisamente este pensamiento: "Jesús, tú estás prisionero en el sagrario y yo en mi lecho por tu voluntad. Nos haremos compañía".

Desde entonces comenzó su primera misión: ser como la lámpara del sagrario. Pasaba sus noches como peregrinando de sagrario en sagrario. En cada misa se ofrecía al eterno Padre como víctima por los pecadores, junto con Jesús y según sus intenciones. En la medida en que percibía de manera más clara su vocación de víctima, crecía en ella el amor al sufrimiento. Hizo el voto de hacer siempre lo que fuera más perfecto.

Del viernes 3 de octubre de 1938 al 24 de marzo de 1942, o sea, 182 veces, vivió cada viernes los sufrimientos de la Pasión. Superando su estado habitual de parálisis, bajaba del lecho y con movimientos y gestos acompañados de fortísimos dolores, reproducía los diversos momentos del vía crucis, durante tres horas y media.

"Amar, sufrir, reparar" fue el programa que le indicó el Señor. Desde 1934, por mandato de su director espiritual, ponía por escrito todo lo que le decía Jesús.

En 1936, por orden de Jesús, pidió al Santo Padre la consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María. Esta súplica fue varias veces renovada hasta 1941, por lo que la Santa Sede interrogó tres veces al arzobispo de Braga sobre Alejandrina. El 31 de octubre de 1942, Pío XII consagró el mundo al Corazón Inmaculado de María con un mensaje transmitido a Fátima en lengua portuguesa. Este acto lo renovó en Roma en la basílica de San Pedro el 8 de diciembre del mismo año.

Desde el 27 de marzo de 1942, Alejandrina dejó de alimentarse, viviendo sólo de la Eucaristía. En 1943, durante cuarenta días y cuarenta noches, su ayuno absoluto y su anuria fueron estrictamente controlados por médicos en el hospital de la Foz do Douro cerca de Oporto.

En 1944 su nuevo director espiritual la animó para que siguiera dictando su diario, después de constatar la altura espiritual a la que había llegado; ella obedeció con docilidad hasta la muerte. En el mismo año 1944 Alejandrina se inscribió en la Unión de los cooperadores salesianos. Rezó y sufrió por la santificación de los cooperadores de todo el mundo.

A pesar de sus sufrimientos, seguía interesándose e ingeniándose en favor de los pobres, del bien espiritual de los parroquianos y de otras muchas personas que recurrían a ella. Promovió triduos, cuarenta horas y ejercicios cuaresmales en su parroquia.

Especialmente en los últimos años de vida, muchas personas acudían a ella incluso desde lejos, atraídas por su fama de santidad; y bastantes atribuían a sus consejos su conversión.

El 7 de enero de 1955 se le anunció que sería el año de su muerte. El 12 de octubre quiso recibir la unción de los enfermos. El 13 de octubre, aniversario de la última aparición de la Virgen de Fátima, se la oyó exclamar: "Soy feliz, porque voy al cielo". A las 19,30 expiró.

(Texto: L'Osservatore romano, edición en lengua española, 23 de abril de 2004).

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Rómulo, Santo Obispo, Octubre 13  

Rómulo, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Matuta (hoy Sanremo), en la costa de la Liguria, san Rómulo, obispo de Génova, que, lleno de ardor apostólico, murió durante una visita pastoral (s. V).

Etimología: Rómulo = fundador de Roma. Viene de la lengua latina.


Cristo no vino a la tierra para ejercer un castigo, sino para que todo ser humano sea salvado, reconciliado, y descubra que Dios es amor y sólo amor.

Rómulo fue un obispo del siglo V.

El nombre mítico del fundador de Roma recorre el calendario una docena de veces.

Cuando se va estudiando su biografía, uno cae en la cuenta de que han sido mártires por defender su fe en Cristo el Señor.

El de hoy fue obispo de Génova en el siglo V.

¿Por qué se le conoce?

Hay dos característica en su vida que reflejan toda una vida que giró en torno a dos ejes fundamentales que, por otra parte, son los propios de cada cristiano:

En primer lugar, en todo cuanto hacía, pensaba y meditaba, le guiaba la luz de la fe. Sin esta lámpara encendida en su corazón no habría podido llevar a cabo lo que constituye su segundo eje.

La caridad sin límites. El amor de Dios, que ha venido para ayudar y para que todo el mundo se encuentre alegre y feliz, era el ímpetu que le lanzaba a recorrer la ciudad, las parroquias para tomar nota de las necesidades que padecían los predilectos de Dios, los pobres.

Dicen que agotado de tanto trabajo, murió en la paz de Dios. Y que desde el momento en que enterrado, su tumba comenzó a ser venerada por los genoveses y que incluso se hicieron varios milagros.

Cuando durante la invasión sarracena hubo que trasladar la sede episcopal a Villa Matutiana, se llevaron los restos de san Rómulo.

Históricamente no hay nada comprobado. Son leyendas inventadas en la Edad Media.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04
Magdalena Panattieri, Beata Virgen, Octubre 13  

Magdalena Panattieri, Beata

Virgen

Martirologio Romano: En la localidad de Trino, en el Monferrato, beata Magdalena Panatieri, virgen, hermana de Penitencia de Santo Domingo (1503).

Muchos autores consideran el hábito de los hijos de Santo Domingo símbolo por excelencia de la caridad y entrega al servicio del prójimo. Esa idea estuvo muy generalizada en una época, y numerosas personas tomaban el hábito de la tercera orden de Santo Domingo y vivían en sus casas el espíritu de caridad característico del fundador.

Santa Catalina de Siena es un ejemplo clásico; la Beata Magdalena Panattieri constituye otro. Magdalena nació y vivió toda su vida en el pueblecito de Trino-Vercellese del marquesado de Monte Ferrato, entre el Piamonte y la Lombardía. Antes de cumplir los veinte años, Magdalena hizo voto de castidad perpetua e ingresó como terciaria de Santo Domingo, en una cofradía de jóvenes que se consagraban a las obras de piedad y beneficencia. La vida de la Beata Magdalena no tiene nada de pintoresco. Cosa extraña: Magdalena no parece haber sido víctima de ninguna persecución y pronto llegó a ser un personaje de importancia en su pueblo. La caridad con que se consagraba al cuidado de los niños pobres, en cuyo favor realizó varios milagros, le facilitaba la tarea de convertir a los pecadores. Por estos últimos oraba y se imponía continuamente nuevas penitencias; pero no vacilaba en reprenderlos severamente, sobre todo a los usureros. La beata tenía gran facilidad de palabra y empezó a dar una serie de conferencias a las mujeres y a los niños en un salón llamado "la capilla del marqués", contiguo a la iglesia de los dominicos; pronto empezaron a acudir, a las conferencias también los hombres y aun los sacerdotes y religiosos, y el superior de los dominicos solía enviar a los novicios a escuchar las fervorosas exhortaciones de Magdalena.

Gracias a los esfuerzos de la beata, los dominicos empezaron, a practicar más estrictamente la observancia. El año de 1490, el Beato Sebastián Maggi fue de Milán a Vercellese para ratificar ese movimiento de reforma. Por entonces, los dominicos estaban envueltos en un pleito con uno de los miembros del consejo de Milán. El consejero abusó tanto de su poder, que fue excomulgado por Roma. En la terrible confusión que produjo esa sentencia, un joven abofeteó públicamente a Magdalena, la cual le presentó la otra mejilla, cosa que no hizo sino enfurecer más al agresor. Los habitantes de Vercellese vieron una especie de señal del cielo en el hecho de que el violento joven,
que se llamaba Bartolomé Perduto, murió trágicamente un año más tarde, y el consejero de Milán falleció también a consecuencia de una terrible enfermedad. La beata lloró esas muertes sinceramente. Según parece, Magdalena profeetizó las calamidades e invasiones que iban a abatirse sobre el norte de Italia en el siglo XVI. Los habitantes de Vercellese, que inexplicablemente no sufrieron daño alguno, atribuyeron a la intercesión de la beata ese favor. Sin embargo, en 1639, la población fue cañoneada por los españoles y los napolitanos, y las reliquias de Magdalena fueron destruidas.

Cuando Magdalena comprendió que se aproximaba el momento de su muerte, mandó llamar a todas las terciarias, a las que se unieron muchas otras personas, y les prometió orar por ellas en el cielo, diciendo: "No podría ser feliz en el cielo, si vosotras no estuviérais ahí." La beata entregó apaciblemente el alma a Dios, en tanto que los presentes entonaban el salmo 30. Los habitantes de Trino-Vercellese veneraban a Magdalena como santa desde antes de su muerte, ocurrida el 13 de octubre de 1503. El Papa León XII confirmó el culto de la beata.

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Chelidonia (Celidonia o Quelidonia), Santa Eremita, Octubre 13  

Chelidonia (Celidonia o Quelidonia), Santa

Eremita

Martirologio Romano: Cerca de Subiaco, en el Lacio, santa Quelidona o Celidona, virgen, que, como dice la tradición, durante cincuenta y dos años condujo vida solitaria y austera, dedicada únicamente a Dios, (1152).

Etimología: Chelidonia = golondrina. Viene de la lengua griega.


Esta chica, de nombre original y que no mucha gente lo lleva, disfrutaba con la soledad. Se pasó nada menos que 60 años en el monte que rodea la ciudad de Abruzzo, Italia.

Este lugar era entonces un itinerario importante para lograr la santidad, debido, en parte, a las huellas de san Benito y a su inmensa obra religiosa.

Fue aquí a donde se retiró la primera vez para llevar una vida de penitencia y oración.

Fundó doce eremitorios. Hoy queda sólo el de santa Escolástica, hermana de san Benito.

Esta joven se fue en peregrinación a Roma. A su vuelta, tomó el hábito de monja en el monasterio de santa Escolástica. Esto significa que lo hizo en la comunidad femenina más antigua de Occidente.

Su vida estuvo marcada por el silencio, la oración, la meditación y la contemplación
La muerte le sobrevino en 1152. Cuatro siglos más tarde, sus reliquias se llevaron a la iglesia de santa Escolástica, en donde se veneran.

Ahora, ya sin sus vuelos como las golondrinas de una parte para otra por el monte, se le honra como a la patrona principal de la diócesis de Subiaco.

Posiblemente, en nuestros días habría menos estrés e infartos si mucha gente dedicara algunos días a lo que hizo Chelidonia. Sería la mejor terapia para todo aquel que siente necesidad de paz interior. Y es un hecho que las hospederías de los monasterios se encuentran llenas todo el año de personas que buscan el silencio.

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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de éste día, Octubre 13  

Otros Santos y Beatos

San Teófilo, obispo

Conmemoración de san Teófilo, obispo de Antioquía, varón muy erudito, que ocupó esta sede como sexto sucesor de san Pedro y compuso un libro para defender la fe ortodoxa contra el hereje Marción (s. II).

Santos Fausto, Jenaro y Marcial, mártires

En Córdoba, población de la provincia hispánica de Bética, santos Fausto, Jenaro y Marcial, mártires, que adornan a la ciudad como tres coronas (s. III/IV).

San Florencio, mártir

En Tesalónica, ciudad de Macedonia, san Florencio, mártir, que, según la tradición, después de varios tormentos murió quemado vivo, (c. s. III).

San Lubencio, presbítero

En Kobern, junto al Mosela, en el territorio de Tréveris, san Lubencio, presbítero (s. IV).

San Venancio, abad

En Tours, de la Galia Lugdunense, san Venancio, abad, el cual, habiéndose casado en su juventud, al visitar la basílica de san Martín se conmovió ante la vida de los monjes y, con el permiso de su esposa, se juntó a ellos para vivir para Cristo (s. V).

San Leobono, eremita

En Salagnac, en el territorio de Limoges, en Aquitania, san Leobono, eremita (s. inc.).

San Comgano, abad

En la isla de Iona, en Escocia, sepultura de san Comgano, abad, que llegó a esta región procedente de Hibernia, junto con su hermana santa Kentigerna, los hijos de ésta y algunos misioneros (s. VIII).

San Simberto, abad y obispo

En Augsburgo, de Baviera, en Germania, san Simberto, obispo, que antes fue abad de Mürbach (c. 807).

San Geraldo, laico

En Cierges, en la región de Auvernia, en la Galia, san Geraldo, que, siendo conde de Aurillac, fue un ejemplo para los demás príncipes por haber vivido como monje con hábito secular, procurando el bien de las regiones que tenía encomendadas (909). ...[leer hagiografía]

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

 

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