jueves, 20 de agosto de 2015

Jueves del Santísimo Sacramento. 20/08/2015. San Bernardo ¡ruega por nosotros!

JA

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 22, 1-14

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, volvió Jesús a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:
"El Reino de los cielos es semejante a un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. Mandó a sus criados que llamaran a los invitados, pero éstos no quisieron ir. Envió de nuevo a otros criados que les dijeran:
"Tengo preparado el banquete; he hecho matar mis terneras y los otros animales gordos; todo está listo. Vengan a la boda".
Pero los invitados no hicieron caso. Uno se fue a su campo, otro a su negocio y los demás se les echaron encima a los criados, los insultaron y los mataron. Entonces el rey se llenó de cólera y mandó sus tropas, que dieron muerte a aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego les dijo a sus criados:
"La boda está preparada; pero los que habían sido invitados no fueron dignos. Salgan, pues, a los cruces de los caminos y conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren".
Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala del banquete se llenó de convidados.
Cuando el rey entró a saludar a los convidados, vio entre ellos a un hombre que no iba vestido con traje de fiesta y le preguntó:
"Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de fiesta?"
Aquel hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a los criados:
"Átenlo de pies y manos y arrójenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación".
Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.

El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu

El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

"El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?

Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).

Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?

Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html

Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).

 

 

Misal

 

jue 20a. Ordinario año impar

Antífona de Entrada

Llegue hasta ti mi súplica, Señor, presta oído a mis plegarias.

 

Oración Colecta

Oremos:
Ayúdanos, Señor, a dejar en tus manos paternales todas nuestras preocupaciones, a fin de que podamos entregarnos con mayor libertad a tu servicio.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

El primero que salga de mi casa a recibirme, lo ofreceré en holocausto al Señor

Lectura del libro de los Jueces 11, 29-39a

En aquellos días, el espíritu del Señor vino sobre Jefté, que recorrió la región de Galaad y de Manasés, pasó por Mispá de Galaad y de allí marchó contra los amonitas. Jefté le hizo una
promesa al Señor, diciendo:
"Si me entregas a los amonitas, al primero que salga a la puerta de mi casa para recibirme, cuando vuelva victorioso de la guerra contra los amonitas, te lo ofreceré en holocausto".
Jefté partió contra los amonitas y el Señor se los entregó. Los derrotó desde Aroer hasta la entrada de Minit, donde hay veinte ciudades. La derrota de los amonitas fue grandísima y fueron humillados por los israelitas.
Cuando Jefté volvió a su casa en Mispá, lo salió a recibir su hija, bailando al son de las panderetas. Jefté no tenía más hijos que ella. Al verla, Jefté rasgó sus vestidos y gritó:
"¡Ay, hija mía! ¡Qué desdichado soy! ¿Por qué tenías que ser tú la causa de mi desgracia? Le hice una promesa al Señor y no puedo retractarme".
Ella le dijo:
"Padre mío, si le has hecho una promesa al Señor, haz conmigo lo que le prometiste, ya que el Señor te ha concedido la victoria sobre tus enemigos".
Y añadió:
"Concédeme tan sólo este favor: déjame andar por las montañas durante dos meses para llorar con mis amigas la desgracia de morir sin tener hijos".
El le respondió:
"Vete".
Y le concedió lo que le había pedido. Ella se fue con sus amigas y estuvo llorando su desgracia por las montañas. Al cabo de los dos meses, volvió a la casa de su padre y él cumplió con ella la promesa que había hecho.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 39

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Dichoso quien ha puesto su confianza en el Señor y no acude a los idólatras, que se extravían con engaños.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Sacrificios y ofrendas no quisiste; abriste, en cambio, mis oídos a tu voz. No exigiste holocaustos por la culpa, así que dije: "Aquí estoy".
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

En tus libros se me ordena hacer tu voluntad; esto es, Señor, lo que deseo: tu ley en medio de mi corazón.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

He anunciado tu justicia en la gran asamblea; no he cerrado mis labios, tú lo sabes, Señor.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Hagámosle caso al Señor, que nos dice: "No endurezcan su corazón".
Aleluya.

Evangelio

Conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 22, 1-14

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, volvió Jesús a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:
"El Reino de los cielos es semejante a un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. Mandó a sus criados que llamaran a los invitados, pero éstos no quisieron ir. Envió de nuevo a otros criados que les dijeran:
"Tengo preparado el banquete; he hecho matar mis terneras y los otros animales gordos; todo está listo. Vengan a la boda".
Pero los invitados no hicieron caso. Uno se fue a su campo, otro a su negocio y los demás se les echaron encima a los criados, los insultaron y los mataron. Entonces el rey se llenó de cólera y mandó sus tropas, que dieron muerte a aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego les dijo a sus criados:
"La boda está preparada; pero los que habían sido invitados no fueron dignos. Salgan, pues, a los cruces de los caminos y conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren".
Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala del banquete se llenó de convidados.
Cuando el rey entró a saludar a los convidados, vio entre ellos a un hombre que no iba vestido con traje de fiesta y le preguntó:
"Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de fiesta?"
Aquel hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a los criados:
"Átenlo de pies y manos y arrójenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación".
Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Mira, Señor, con bondad los dones que te presentamos, a fin de que el sacramento de la muerte y resurrección de tu Hijo nos alcance de ti la vida verdadera.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

La salvación por Cristo

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, que por amor creaste al hombre, y, aunque condenado justamente, lo redimiste por tu misericordia, por Cristo, Señor nuestro.
Por él,
los ángeles y los arcángeles y todos los coros celestiales celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces cantando humildemente tu alabanza:

Antífona de la Comunión

El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Te damos gracias, Señor, por habernos alimentado con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, y te rogamos que la fuerza del Espíritu Santo, que nos has comunicado en este sacramento, permanezca en nosotros y transforme toda nuestra vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Dia 20/08 San Bernardo (abad y doctor de la Iglesia, blanco)

Antífona de Entrada

En la asamblea le da palabra el Señor, lo llena de espíritu de sabiduría e inteligencia, lo viste con un traje de honor.

 

Oración Colecta

Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que le has dado un doctor a tu Iglesia en la figura de san Bernardo; haz que todo cuanto él enseñó bajo el magisterio del Espíritu, arraigue para siempre en nuestros corazones; y el que, por gracia tuya, es nuestro protector, sea también nuestro abogado y atraiga sobre nosotros tu misericordia.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Liturgia de la Palabra

Primera Lectura

Lo llenará con un espíritu de inteligencia

Lectura del libro del Eclesiástico 15, 1-6

El que teme al Señor hará siempre el bien y quien es fiel a la ley obtendrá sabiduría.
Ella le saldrá al encuentro como una madre y lo recibirá como una esposa recién casada; lo nutrirá con el pan de la sensatez y le dará a beber el agua de la prudencia; si se apoya en ella, no vacilará; si confía en ella, no quedará defraudado; la sabiduría lo hará destacar entre sus compañeros y le dará elocuencia en la asamblea; lo llenará con un espíritu de inteligencia, lo revestirá con túnica de gloria; lo colmará de gozo y alegría y le dará en herencia un nombre perdurable.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Del salmo 118

Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.

Sólo cumpliendo todos tus mandatos puede un joven vivir honestamente.
Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.

Con todo el corazón te estoy buscando, de tu ley no permitas que me aleje.
Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.

Guardo tus mandamientos en mi pecho para nunca ofenderte.
Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.

Bendito eres, Señor, enséñale a tu siervo lo que ordenas.
Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.

Todos los mandamientos de tu boca mis labios enumeran.
Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.

Me gozo más cumpliendo tus preceptos, que teniendo riquezas.
Enséñame, Señor, a gustar tus mandamientos.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Permanezcan en mi amor, dice el Señor; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante.
Aleluya.

Evangelio

Quiero que donde yo esté, también estén ellos conmigo

† Lectura del santo Evangelio según san Juan 17, 20-26

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y dijo:
"Padre, no sólo te pido por mis discípulos, sino también por los que van a creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti somos uno, a fin de que sean uno en nosotros y el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mí, para que su unidad sea perfecta y así el mundo conozca que tú me has enviado y que los amas, como me amas a mí.
Padre, quiero que donde yo esté, estén también conmigo los que me has dado, para que contemplen mi gloria, la que me diste, porque me has amado desde antes de la creación del mundo.
Padre justo, el mundo no te ha conocido; pero yo sí te conozco y éstos han conocido que tú me enviaste. Yo les he dado a conocer tu nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que me amas esté en ellos y yo también en ellos".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Sea agradable a tus ojos, Señor, el sacrificio que te ofrecemos con gozo en la fiesta de san Bernardo, abad, cuya vida y doctrina nos impulsan a alabarte con todo nuestro ser.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

La gloria de los santos

En verdad es justo darte gracias y deber nuestro glorificarte, Padre Santo, porque manifiestas tu gloria en la asamblea de los santos, y, al coronar sus méritos, coronas tu propia obra.
Tú nos ofreces el ejemplo de su vida, la ayuda de su intercesión y la participación en su destino, para que, animados por su presencia alentadora, luchemos sin desfallecer en la carrera y alcancemos, como ellos, la corona de gloria que no se marchita, por Cristo, Señor nuestro.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles y con la multitud de los santos, te cantamos sin cesar el himno de tu alabanza:

Antífona de la Comunión

Este es el criado fiel y solícito a quien el señor ha puesto al frente de su familia, para que les reparta la ración a sus horas.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Señor, que cuantos hemos sido fortalecidos con Cristo, verdadero pan de vida y único maestro de los hombres, aprendamos en la fiesta de san Bernardo, abad, a conocer tu verdad y vivirla con amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

20ª semana. Jueves

LLAMADOS AL BANQUETE DE BODAS

— Es el mismo Cristo quien nos invita.

— Preparar bien la Comunión; huir de la rutina.

— Amor a Jesús Sacramentado.

I. Muchas parábolas del Evangelio encierran una insistente llamada de Jesús a todos los hombres, a cada uno según unas circunstancias determinadas. Hoy nos habla el Señor de un rey que preparó un banquete para celebrar las bodas de su hijo, y envió a sus criados a llamar a los invitados1.

La imagen del banquete era familiar al pueblo judío, pues los Profetas habían anunciado que Yahvé prepararía un festín extraordinario para todos los pueblos cuando llegara el Mesías: dispondrá para todos un convite de manjares suculentos, convite de vendimia, de manjares enjundiosos, de vino sin posos2. Significa este banquete, en primer lugar, la plenitud de bienes que nos reportaría la Encarnación y la Redención, y el don inestimable de la Sagrada Eucaristía.

Nos señala Jesús en la parábola cómo a la generosidad de Dios muchas veces correspondemos con frialdad e indiferencia: envió a sus criados a llamar a los invitados; pero estos no quisieron acudir. Jesús relataría con pena esta parábola, considerando las muchas excusas que habría de recibir a lo largo de los siglos. Los alimentos con tanto esmero preparados se quedan en la mesa y la sala permanece vacía, porque Jesús no coacciona.

El rey envió de nuevo a sus criados: Decid a los invitados: mirad que ya tengo preparado mi banquete, se ha hecho la matanza de mis terneros y reses cebadas, y todo está a punto; venid a las bodas. Pero los invitados no hicieron el menor caso: se marcharon uno a sus campos, otro a su negocio. Otros, no solo rechazaron la invitación: se revuelven contra él. Por eso, echaron mano de los siervos del rey, los ultrajaron y les dieron muerte. Reaccionaron con violencia a los requerimientos del Amor.

Jesús nos invita a una mayor intimidad con Él, a una mayor entrega y confianza. Y cada día nos llama para que acudamos a la mesa que nos tiene preparada. Él es quien invita, y Él mismo se da como manjar, pues este gran banquete es figura también de la Comunión.

Jesús mismo es el alimento sin el cual no podemos subsistir, es "el remedio de nuestra necesidad cotidiana"3, sin el que nuestra alma se debilita y muere. Oculto bajo los accidentes del pan, Jesús nos espera cada día para que nos acerquemos, llenos de amor y agradecidos, a recibirle: el banquete está preparado, nos dice a cada uno..., y son muchos los ausentes, los que no valoran el bien supremo de la Sagrada Eucaristía. Dejan de acudir a la llamada del Señor por cuatro insignificancias, porque no aprecian el amor de Cristo en cada Comunión.

"Considera qué gran honor se te ha hecho –nos exhorta San Juan Crisóstomo–, de qué mesa disfrutas. A quien los ángeles ven con temblor, y por el resplandor que despide no se atreven a mirar de frente, con Ese mismo nos alimentamos nosotros, con Él nos mezclamos, y nos hacemos un mismo cuerpo y carne de Cristo"4.

Son muchos los ausentes, y por eso también espera que no faltemos nosotros. Desea, con una intensidad que ni siquiera podemos imaginar, que vayamos a recibirle con mucho amor y alegría. Y nos envía a llamar a otros: Id a los cruces de los caminos y llamad a las bodas a cuantos encontréis. Espera a muchos, y nos envía para que con un apostolado amable, paciente, eficaz, enseñemos a tantos amigos y conocidos la inconmensurable dicha de haber encontrado a Cristo. Así hicieron quizá con nosotros: "Escuchad de dónde fuisteis llamados: de un cruce de caminos. ¿Y qué erais entonces? Cojos y mutilados del alma, que es mucho peor que serlo del cuerpo"5. Pero el Señor tuvo misericordia y quiso llamarnos a su intimidad.

II. Ante el Señor no podemos presentarnos de cualquier manera. Entró el rey para ver a los comensales, y se fijó en un hombre que no vestía traje de bodas; y le dijo: amigo, ¿cómo has entrado aquí, sin llevar el traje de bodas?6.

Nos llega la invitación –cada día– para acercarnos al banquete eucarístico, con tanto esmero preparado. Conocemos hábitos, actitudes, errores, facetas de nuestro carácter, que tal vez no se corresponden con el alto honor que Jesucristo nos hace.

Hemos de hacer examen; no vayamos a presentarnos ante el Señor vestidos de harapos, porque tenemos el peligro de disfrazar los defectos y justificar las acciones. "Para acoger en la tierra a personas constituidas en dignidad hay luces, música, trajes de gala. Para albergar a Cristo en nuestra alma, ¿cómo debemos prepararnos? ¿Hemos pensado alguna vez en cómo nos conduciríamos, si solo se pudiera comulgar una vez en la vida?"7. Pasaríamos la noche en vela, sabríamos bien qué le diríamos, qué peticiones le formularíamos..., todos los preparativos nos parecerían pocos... Así debemos recibirle todos los días.

El convidado que no tenía el vestido nupcial ciertamente escuchó la invitación, fue a las bodas con alegría, pero no tuvo en cuenta lo que exigía esta llamada. Al Señor no le podemos recibir de cualquier manera: distraídos, sin atención, sin saber bien lo que hacemos. Toda buena Comunión supone en primer lugar recibir al Señor en gracia. Nuestra Madre la Iglesia nos enseña y nos advierte que "nadie debe acercarse a la Sagrada Eucaristía con conciencia de pecado mortal, por muy contrito que le parezca estar, sin preceder la Confesión sacramental"8.

Tan alto don requiere además que nos preparemos lo mejor que podamos en el alma y en el cuerpo: la Confesión frecuente, aunque no existan faltas graves; fomentar los deseos de purificación; aumentar los actos de fe, de amor y humildad en el momento de recibir al Señor, etc.

"Amor con amor se paga... Amor, en primer lugar, al propio Cristo. El encuentro eucarístico es, en efecto, un encuentro de amor"9. Comulgar con frecuencia nunca debe significar comulgar con tibieza. Y cae en la tibieza, el que no se prepara, quien no pone lo que está de su mano para evitar que el Señor lo encuentre distraído cuando venga a su corazón. Significaría una gran falta de delicadeza acercarse a la Comunión con la imaginación puesta en otras cosas. Tibieza es falta de amor, no ir con las debidas disposiciones a comulgar. Sabemos que nunca estaremos lo suficientemente dispuestos para recibir como se merece a Aquel que viene a nuestra alma, pues nuestra pobre morada no da para más; pero sí espera el Señor esos detalles que están a nuestro alcance. "Si cualquier persona distinguida o que ocupe algún alto puesto, o algún amigo rico y poderoso nos anunciara que iba a venir a visitarnos a nuestra casa, ¡con qué solicitud limpiaríamos y ocultaríamos todo aquello que pudiera ofender la vista de esta persona o amigo! Lave primero las manchas y suciedades que tiene el que ha ejecutado malas obras, si quiere preparar a Dios una morada en su alma"10.

III. Preparaste la mesa delante de mí...11. ¡Qué alegría pensar que el Señor nos da tantas facilidades para recibirle! ¡Qué alegría saber que Él desea que le recibamos!

La Confesión frecuente es un gran medio de preparar la Comunión frecuente. También podemos siempre aumentar los deseos de purificación y de tratar cada vez con más fe y con más delicadeza a Jesús presente en este santo sacramento. Nos ayuda a comulgar con más amor la lucha por vivir en presencia de Dios durante el día y el hecho mismo de procurar cumplir lo mejor posible nuestros deberes cotidianos; sintiendo, cuando cometemos un error, la necesidad de desagraviar al Señor; llenando la jornada de acciones de gracias y de comuniones espirituales, de tal modo que cada vez sea más continuo vivir el trabajo, la vida en familia y todo cuanto hacemos, con el corazón puesto en el Señor.

Al terminar la oración, podemos hacer nuestra esta plegaria que una noche dirigiera el Papa Juan Pablo II al mismo Jesús presente en la Hostia Santa: "¡Señor Jesús! Nos presentamos ante Ti sabiendo que nos llamas y que nos amas tal como somos. Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos creído y conocido que Tú eres el Hijo de Dios (Jn 6, 69). Tu presencia en la Eucaristía ha comenzado con el sacrificio de la Última Cena y continúa como comunión y donación de todo lo que eres. Aumenta nuestra fe (...). Tú eres nuestra esperanza, nuestra paz, nuestro Mediador, hermano y amigo. Nuestro corazón se llena de gozo y de esperanza al saber que vives siempre intercediendo por nosotros (Heb 7, 25). Nuestra esperanza se traduce en confianza, gozo de Pascua y camino apresurado contigo hacia el Padre.

"Queremos sentir como Tú y valorar las cosas como las valoras Tú. Porque Tú eres el centro, el principio y el fin de todo. Apoyados en esta esperanza, queremos infundir en el mundo esta escala de valores evangélicos, por la que Dios y sus dones salvíficos ocupan el primer lugar en el corazón y en las actitudes de la vida concreta.

"Queremos amar como Tú, que das la vida y te comunicas con todo lo que eres. Quisiéramos decir como San Pablo: Mi vida es Cristo (Flp 1, 21). Nuestra vida no tiene sentido sin Ti. Queremos aprender a "estar con quien sabemos nos ama", porque "con tan buen amigo presente todo se puede sufrir" (...).

"Nos has dado a tu Madre como nuestra, para que nos enseñe a meditar y adorar en el corazón. Ella, recibiendo la Palabra y poniéndola en práctica, se hizo la más perfecta Madre"12.

1 Mt 22, 1-14. — 2 Is 25, 6. — 3 San Ambrosio, Sobre los sagrados misterios del altar, 4, 44. — 4 San Juan Crisóstomo, Homilías sobre San Mateo, 82, 4. — 5 Ibídem, 69, 2. — 6 Mt 22, 11-12. — 7 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 91. — 8 Dz 880, 693. — 9 Juan Pablo II, Alocución, Madrid 31-X-1981. — 10 San Gregorio Magno, Homilía 30 sobre los Evangelios. — 11 Salmo responsorial. Sal 22. — 12 Juan Pablo II, loc. cit.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

 

 

San Bernardo
Doctor de la Iglesia
Año 1153

San Bernardo: gran predicador, enamorado de Cristo y
de la Madre Santísima: pídele al buen Dios
que nos conceda a nosotros un amor a Dios
y al prójimo, semejante al que te concedió a ti.
Quiera Dios que así sea.

NO ERES MÁS SANTO
PORQUE NO ERES MÁS DEVOTO DE MARÍA.
(San Bernardo)

 

ACORDAOS

de San Bernardo

Acordaos, oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que haya acudido a Vos, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, oh Virgen, Madre de la vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vuestra  presencia Soberana. No desechéis oh purísima Madre de Dios mis humildes súplicas, antes bien, escuchadlas favorablemente. Amén

 

Bernardo significa: "Batallador y valiente". (Bern=batallador; Nard=valiente)

En orden cronológico, o sea en cuanto al tiempo, San Bernardo es el último de los llamados Padres de la Iglesia. Pero en importancia es uno de los que más han influido en el pensamiento católico en todo el mundo.

Nace en Borgoña, Francia (cerca de Suiza) en el año 1090. Sus padres tuvieron siete hijos y a todos los formaron estrictamente haciéndoles aprender el latín, la literatura y, muy bien aprendida, la religión.

La familia que se fue con Cristo

Esta familia ha sido un caso único en la historia. Cuando Bernardo se fue de religioso, se llevó consigo a sus 4 hermanos varones, y un tío, dejando a su hermana a que cuidará al papá (la mamá ya había muerto) y el hermanito menor para que administrara las posesiones que tenían. Dicen que cuando llamaron al menor para anuanciarle que ellos se iban de religiosos, el muchacho les respondió: "¡Ajá! ¿Conque ustedes se van a ganarse el cielo, y a mí me dejan aquí unicamente en la tierra? Esto no lo puedo aceptar". Y un tiempo después, también él se fue de religioso. Y más tarde llegaron además al convento el papá y el esposo de la hermana (y ella también se fué de monja). Casos como este son más únicos que raros.

La personalidad de Bernardo

Pocos individuos han tenido una personalidad tan impactante y atrayente, como San Bernardo. El poseía todas las ventajas y cualidades que pueden hacer amable y simpático a un joven. Inteligencia viva y brillante. Temperamento bondadoso y alegre, se ganaba la simpatía de cuantos trataban con él. Esto y su físico lleno de vigor y lozanía era ocasión de graves peligros para su castidad y santidad. Por eso durante algún tiempo se enfrió en su fervor y empezó a inclinarse hacia lo mundano y lo sensual. Pero todo esto lo llenaba de desilusiones. Las amistades mundanas por más atractivas y brillantes que fueran lo dejaban vacío y lleno de hastío. Después de cada fiesta se sentía más y más desilusionado del mundo y de sus placeres.

A mal grave, remedio terrible

Como sus pasiones sexuales lo atacaban violentamente, una noche se revolcó entre el hielo hasta quedar casi congelado. Y el tremendo remedio le trajo mucha paz.

Una visión cambia su rumbo: una noche de Navidad, mientras celebraban las ceremonias religiosas en el templo se quedó dormido y le pareció ver al Niño Jesús en Belén en brazos de María, y que la Santa Madre le ofrecía al Niñito Santo para que lo amara y lo hiciera amar mucho por los demás. Desde este día ya no pensó sino en consagrarse a la religión y al apostolado.

Un hombre que arrastra con todo lo que encuentra

Bernardo se fue al convento de monjes benedictinos llamado Cister, y pidió ser admitido. El superior, San Esteban, lo aceptó con gran alegría pues, en aquel convento, hacía 15 años que no llegaban religiosos nuevos.

Bernardo volvió a su familia a contar la noticia y todos se opusieron. Los amigos le decían que esto era desperdiciar una gran personalidad para irse a sepultarse vivo en un convento. La familia no aceptaba de ninguna manera.

Pero aquí sí que apareció el poder tan sorprendente que este hombre tenía para convencer a los demás e influir en ellos y ganarse su voluntad. Empezó a hablar tan maravillosamente de las ventajas y cualidades que tiene la vida religiosa, que logró llevarse al convento a sus cuatro hermanos mayores, a su tío y casi a todos los jóvenes de los alrededores, y junto con 31 compañeros llegó al convento de los Cistercienses a pedir ser admitidos de religiosos. Pero antes en su finca los había preparado a todos por varias semanas, entrenándolos acerca del modo como debían comportarse para ser unos fervorosos religiosos. En el año 1112, a la edad de 22 años, se fue de religioso al convento.

El papá, el hermano Nirvardo, el cuñado y la hermana, ya irán llegando uno por uno a pedir ser recibidos como religiosos.

Formidable poder de atracción. En toda la historia de la Iglesia es difícil encontrar otro hombre que haya sido dotado por Dios de un poder de atracción tan grande para llevar gentes a las comunidades religiosas, como el que recibió Bernardo. Las muchachas tenían terror de que su novio hablara con el santo, porque lo mas probable era que se iría de religioso. En las universidades, en los pueblos, en los campos, los jóvenes al oírle hablar de las excelencias y ventajas de la vida en un convento, se iban en numerosos grupos a que él los instruyera y los formara como religiosos. Durante su vida fundó más de 300 conventos para hombres, e hizo llegar a gran santidad a muchos de sus discípulos. Lo llamaban "el cazador de almas y vocaciones". Con su apostolado consiguió que 900 monjes hicieran profesión religiosa.

Fundador de Claraval. En el convento del Císter demostró tales cualidades de líder y de santo, que a los 25 años (con sólo tres de religioso) fue enviado como superior a fundar un nuevo convento. Escogió un sitio sumamente árido y lleno de bosques donde sus monjes tuvieran que derramar el sudor de su frente para poder cosechar algo, y le puso el nombre de Claraval, que significa valle muy claro, ya que allí el sol ilumina fuerte todo el día.

Supo infundir del tal manera fervor y entusiasmo a sus religiosos de Claraval, que habiendo comenzado con sólo 20 compañeros a los pocos años tenía 130 religiosos; de este convento de Claraval salieron monjes a fundar otros 63 conventos.

La oratoria de santo. Después de San Juan Crisóstomo y de San Agustín, es difícil encontrar otro orador católico que haya obtenido tantos éxitos en su predicación como San Bernardo. Lo llamaban "El Doctor boca de miel" (doctor melífluo) porque sus palabras en la predicación eran una verdadera golosina llena de sabrosura, para los que la escuchaban. Su inmenso amor a Dios y a la Virgen Santísima y su deseo de salvar almas lo llevaban a estudiar por horas y horas cada sermón que iba a pronunciar, y luego como sus palabras iban precedidas de mucha oración y de grandes penitencias, el efecto era fulminante en los oyentes. Escuchar a San Bernardo era ya sentir un impulso fortísimo a volverse mejor.

Su amor a la Virgen Santísima.

Los que quieren progresar en su amor a la Madre de Dios, necesariamente tienen que leer los escritos de San Bernardo, porque entre todos los predicadores católicos quizás ninguno ha hablado con más cariño y emoción acerca de la Virgen Santísima que este gran santo. Él fue quien compuso aquellas últimas palabras de la Salve: "Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María". Y repetía la bella oración que dice: "Acuérdate oh Madre Santa, que jamás se oyó decir, que alguno a Ti haya acudido, sin tu auxilio recibir".

El pueblo vibraba de emoción cuando le oía clamar desde el púlpito con su voz sonora e impresionante. "Si se levantan las tempestades de tus pasiones, mira a la Estrella, invoca a María. Si la sensualidad de tus sentidos quiere hundir la barca de tu espíritu, levanta los ojos de la fe, mira a la Estrella, invoca a María. Si el recuerdo de tus muchos pecados quiere lanzarte al abismo de la desesperación, lánzale una mirada a la Estrella del cielo y rézale a la Madre de Dios. Siguiéndola, no te perderás en el camino. Invocándola no te desesperarás. Y guiado por Ella llegarás seguramente al Puerto Celestial". Sus bellísimos sermones son leídos hoy, después de varios siglos, con verdadera satisfacción y gran provecho.

Viajero incansable. El más profundo deseo de San Bernardo era permanecer en su convento dedicado a la oración y a la meditación. Pero el Sumo Pontífice, los obispos, los pueblos y los gobernantes le pedían continuamente que fuera a ayudarles, y él estaba siempre pronto a prestar su ayuda donde quiera que pudiera ser útil. Con una salud sumamente débil (porque los primeros años de religioso, por imprudente, se dedicó a hacer demasiadas penitencias y se le daño la digestión) recorrió toda Europa poniendo la paz donde había guerras, deteniendo fuertemente las herejías, corrigiendo errores, animando desanimados y hasta reuniendo ejércitos para defender la santa religión católica. Era el árbitro aceptado por todos.

Exclamaba: A veces no me dejan tiempo durante el día ni siquiera para dedicarme a meditar. Pero estas gentes están tan necesitadas y sienten tanta paz cuando se les habla, que es necesario atenderlas (ya en las noches pararía luego sus horas dedicado a la oración y a la meditación).

De carbonero a Pontífice. Un hombre muy bien preparado le pidió que lo recibiera en su monasterio de Claraval. Para probar su virtud lo dedicó las primeras semanas a transportar carbón, y el otro lo hizo de muy buena voluntad. Después llegó a ser un excelente monje, y más tarde fue nombrado Sumo Pontífice: Eugenio III. El santo le escribió un famoso libro llamado "De consideratione", en el cual propone una serie de consejos importantísimos para que los que están en puestos elevados no vayan a cometer el gravísimo error de dedicarse solamente a actividades exteriores descuidando la oración y la meditación. Y llegó a decirle: "Malditas serán dichas ocupaciones, si no dejan dedicar el debido tiempo a la oración y a la meditación".

Despedida gozosa. Después de haber llegado a ser el hombre más famoso de Europa en su tiempo y de haber conseguido varios milagros (como por ej. Hacer hablar a un mudo, el cual confesó muchos pecados que tenía sin perdonar) y después de haber llenado varios países de monasterios con religiosos fervorosos, ante la petición de sus discípulos para que pidiera a Dios la gracia de seguir viviendo otros años más, exclamaba: "Mi gran deseo es ir a ver a Dios y a estar junto a Él. Pero el amor hacia mis discípulos me mueve a querer seguir ayudándolos. Que el Señor Dios haga lo que a Él mejor le parezca". Y a Dios le pareció que ya había sufrido y trabajado bastante y que se merecía el descanso eterno y el premio preparado para los discípulos fieles, y se lo llevó a sus eternidad feliz el 20 de agosto del año 1153. Solamente tenía 63 años pero había trabajado como si tuviera más de cien. El sumo pontífice lo declaró Doctor de la Iglesia.

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Samuel, Santo Juez y Profeta de Israel, 20 de agosto  

Samuel, Santo

Juez y Profeta de Israel

Martirologio Romano: Conmemoración de san Samuel, profeta, quien llamado por Dios, siendo aún niño, fue después juez en Israel y, por mandato divino, ungió a Saúl como rey de su pueblo, pero rechazado éste por su falta de fidelidad, confirió también la unción real a David, de cuya descendencia había de nacer Cristo.

Fecha de canonización: Fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, por lo que su culto fue aprobado por un obispo como consecuencia de la devoción popular.

 


En la S. Biblia la historia de Samuel es una de las más interesantes y hermosas. Está narrada en los libros que se titulan 1º y 2º de Samuel, en el Antiguo Testamento.

Era hijo de Elcaná y Ana, que fue el último gran juez de Israel y uno de los primeros profetas. Al nacer Samuel, quedó atendida la ardiente oración de Ana pidiendo un hijo.

A su vez, ella mantuvo la promesa de Dios y llevó a Samuel al santuario de Siló para que le educara el sacerdote Elí.

Una noche, Samuel recibió un mensaje de Dios de que la familia de éste sería castigada por la maldad de sus hijos.

Al morir Elí, Samuel tuvo que enfrentarse con una difícil situación. Israel había sido derrotado por los filisteos y el pueblo pensaba que Dios no se preocupaba ya de él.

Samuel le ordenó destruir los ídolos y obedecer a Dios.

Samuel gobernó Israel toda su vida y bajo su mandato hubo paz. Cuando era ya anciano, nombró a sus hijos jueces y les confió su obra.

Pero el pueblo no estaba contento y pidió un rey. Al principio, Samuel se opuso; pero Dios le indicó que ungiera a Saúl.

Cuando Saúl hubo desobedecido a Dios, Samuel ungió a David como el rey siguiente. Todos en Israel lloraron la muerte de Samuel.

Del canto de Ana podemos destacar estas palabras:"Mi corazón se regocija en el Señor, porque no hay santo como nuestro Dios, pues él da a la mujer estéril hijos.
El Señor hunde en el abismo y levanta; da pobreza y riqueza; humilla y enaltece. El levanta del polvo al desvalido; alza de la basura al pobre. El guarda los pasos de sus amigos. El es un Dios que sabe; él es quien pesa todas las acciones".

Samuel decía al final de su vida: "Durante 40 años los he guiado espiritualmente. Ahora les pido que su alguno tiene alguna queja contra mí, la diga claramente."
(Véase 1 Samuel 1-4; 7-16; 18,18 s; 25,1).

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Filiberto de Jumièges, Santo Abad, 20 de agosto  

Filiberto de Jumièges, Santo

Abad

Martirologio Romano: En el monasterio de Noirmoutier, en la isla de Hero, en la costa de Aquitania, san Filiberto, abad, que, educado en la corte del rey Dagoberto, y todavía adolescente, se hizo monje. Fundó y dirigió primeramente el cenobio de Jumièges y después el de Hero (c. 684).

Fecha de canonización: Fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, por lo que su culto fue aprobado por un obispo como consecuencia de la devoción popular.

 

San Filiberto nació en Eauze en Gascogne (Francia), en 617 o 618. Era hijo de Filibaud, conde y obispo de Vic o de Aire en Gers. A los diez y seis años, partió para la corte de Dagoberto, donde fue colocado entre los "pajes". Allí recibió una educación palaciega y se relacionó con Dadon, el futuro obispo de Rouen, al que se le conoce mejor como San Ouen. Después de cuatro años de formación al lado de Dagoberto, podría haber accedido a un cargo real importante que le hubiera asegurado un sobresaliente porvenir social, pero Filiberto no es hombre de contentarse con una herencia de facilidades debidas a su nacimiento. Rechaza entonces las comodidades y abandona los fastos de la corte.

Al enterarse de que San Aile, llegado de la Abadía de Luxeuil, acaba de fundar la de Rebais, cerca de Meaux, se decide: en 636, entra como novicio en el monasterio de Rebais. Allí empieza a estudiar las nuevas reglas religiosas que el fundador ha traído de sus numerosos viajes. Después de un aprendizaje de catorce años, se convierte en el segundo abad de Rebais. Filiberto intenta imponer las rigurosas reformas de disciplina religiosa en el monasterio, en donde el fervor de los monjes le parece demasiado superficial. Pero los monjes hostiles a las reformas, que son la mayoría, lo echan. Esta primera experiencia le resulta sumamente dolorosa. Más que culpar a los monjes rebeldes, se achaca a sí mismo el no haber sabido infundir en ellos una piedad profunda. Decide entonces averiguar de qué forma es infundida y aplicada en los diferentes conventos.

Para preparar su viaje, va primero a Luxeuil. Quiere estudiar la regla de San Colomban, no por el placer de conocerla, sino para comprender cómo pueden ser aplicados sus preceptos.

Es en Italia, en los Apeninos, en la Abadía de Bobbio, en donde se sigue la regla de San Colomban. Su desición es firme: debe ir allí con toda urgencia. Nada podrá apartar al infatigable peregrino que desea ver practicar la doctrina fiel a la idea que él tiene sobre la religión. Después de ese periplo transalpino, vuelve a Francia y visita numerosos monasterios que siguen la regla de San Benito. Entre las experiencias vividas por otros, busca una nueva forma de regir y administrar la congregación benedictina que proyecta fundar. Espera así superar el doloroso fracaso sufrido en la abadía de Rebais. Habiendo hecho suyos los principios benedictinos, y viviendo en armonía con la ascética que éstas sustentan, finalmente se siente listo para cumplir la misión que se ha propuesto.

En ese estado de espíritu llega a Neustrie (la actual Normandía). No es la casualidad que ha guiado sus pasos hasta allí. En efecto, San Ouen, que se ha convertido en el obispo de Rouen el 13 de mayo de 641, invita al monje a demostrar los talentos que ha adquirido en el curso de su periplo de estudio. Quiere, por ese medio, juzgar los conocimientos de Filiberto y su capacidad para ponerlos en práctica.

San Ouen sabe que los ríos favorecen eventuales invasiones si no están estrechamente vigilados. No existía muralla ni ninguna otra protección real en el río Sena, entre Caudebec y Rouen, y San Ouen, quiere seguridad. Igualmente se interesa por las poblaciones rurales. Busca cristianizarlas y civilizarlas, como así también convertirlas en potenciales defensoras de su obispado. Clovis II y la reina Bathilde han concedido a San Ouen un dominio sobre el que se encuentran Jumièges en la orilla derecha del Sena. En 647, San Wandrille había establecido allí el monasterio de Fontenelle.

En 654, le concede a Filiberto el dominio de Jumièges, que es una isla casi en estado salvaje, sobre la que se extiende un gran bosque situado en un promontorio de malezas podridas y malsanas regadas por aguas irregulares de diferentes brazos del Sena. Filiberto acepta el poco tentador ofrecimiento de San Ouen. Sabe que tendrá que gastar sus energías para rescatar esa tierra inculta, pero él no le huye al trabajo. Durante sus numerosos viajes por las diferentes abadías ha encontrado monjes constructores y participó en distintos desmontes de campos. Su austero carácter se adapta también al trabajo rústico, que lleva a cabo con el mismo fervor que emplea para orar. Los resultados de su labor no deben ser inferiores a los de San Wandrille. Lo primero que debe hacer es encontrar mano de obra.

Frecuentemente se ha enfrentado a la dificultad de dirigir hombres para que lleven a cabo obras que los sobrepasan. Resuelve buscar la mano de obra que necesita entre la gente del lugar. Sabe que es inútil tentarlos ofreciéndoles montes y maravillas, pero quiere inculcarles que el trabajo es lo único que saben hacer, y que al mismo tiempo, es su única riqueza.

En esa época, las condiciones de vida de las poblaciones rurales son extremadamente difíciles y precarias. Filiberto debe convencer a los autóctonos para que lo ayuden a construir su monasterio a cambio de la protección que él puede darles. Con ese propósito que en la isla él es el representante del rey y del obispo que tienen todos los poderes sobre ellos. Sin arriesgarse a decepcionarlos, puede convencerlos de que él posee los medios para conducirlos a la autarcía frente a los dirigentes del lugar. Sin embargo, debe persuadir para poder regir y administrar Jumièges a su modo.

El obispo acepta, pues el proyecto del monje le parece totalmente utópico y, sobre todo, las tierras son tan pobres que no le proporcionan ninguna utilidad.

Para obtener la confianza de la gente del lugar, Filiberto debe demostrar que es capaz de vivir como ellos y de integrarse a su comunidad.

Filiberto ya ha conseguido la parte más difícil. No le resta más que llevar a cabo su proyecto concebido y elaborado a través de sus tribulaciones monásticas. Tiene treinta y siete años y ha madurado. Frecuentemente recorre sus dominios para entrar más aún en contacto con la gente y hacer relevamientos llevar a buen término su programa.

Decide primero construir tres capillas sobre las ruinas de un antiguo La primera la dedicará a Nuestra Señora, la segunda a San Pedro y la tercera a San Denis y a San Germán. Además de la mano de obra local, de la que ahora puede disponer, pide y obtiene el apoyo de algunos monjes de Luxeuil. En pocos meses la construcción rudimentaria y austera del monasterio, es llevada a cabo. Está situada a ciento cincuenta metros del Sena, sobre un brazo muerto que lo protege de las crecientes. La elección de ese emplazamiento le permitirá construir un puerto al abrigo de los eternos desbordes del río.

Todos los días, los pobladores lo ven trabajar duramente, desde la mañana a la noche. Otros hecho los van a impresionar aún más. En efecto, Filiberto no tarda en adquirir la reputación de monje "sanador". La primera vida de Filiberto, escrita alrededor de un siglo después de su muerte, revela que nuestro santo curaba las afecciones intestinales.

Sobre un brazo muerto del Sena, construye el Puerto Jumièges. El monasterio recibe los derechos de pasaje de todos los barcos que navegan por allí. Lo más frecuente, es que les cobre en especies, según la carga. Esto le permite acumular provisiones.

Construye una escuela para los habitantes de la región. El piadoso monje, asceta, piadoso, austero y generoso, atrae a numerosos monjes que no encuentran su vocación religiosa en la vida desarreglada casi disoluta que reina en la mayoría de los conventos. Filiberto es la respuesta que esperaban a los votos que han pronunciado. Varios centenares de monjes pueblan esta comunidad.

Sin embargo, este éxito excepcional crea envidias. En 676, Filiberto entra en conflicto con el maestro del palacio, Ebroino, que después de un exilio en Luxeuil, había reaparecido en la escena política. Ebroino prefiere no enfrentarse directamente con Filiberto y se dirige a Audoeno, que accede a poner al abad de Jumièges bajo vigilancia.

Recuperando pronto la libertad, Filiberto no puede aún reintegrarse a Jumièges y se va entonces a Poitiers, cerca del obispo Ansoaldo, quien lo anima en su apostolado. Empezó con la restauración del monasterio de Quincay a nueve kilómetros de Poitiers; después Ansoaldo, que no deseaba tenerlo muy cerca de su ciudad episcopal, le concede la isla de la isla de Her o Herio, para establecer un monasterio, El primitivo nombre del mismo: Hermoutier (Herimonasterium) fue más tarde transformado en Noirmoutier. Algunos monjes de Jumièges vinieron a poblar esta nueva abadía que además de convertirse en un foco apostólico, lo fue también económico, pues Filiberto enseñó a los habitantes de la costa a preparar salinas.

Después de la muerte de Ebroino (683) y de la de San Audoeno (684), Filiberto pudo volver a Jùmièges. Los monjes, la mayor parte de los cuales le habían permanecido fieles, lo acogieron triunfalmente; el nuevo maestro de palacio, Varatone, le ofreció una propiedad en Montivilliers, cerca de Le Havre, para establecer a sus monjes. Filiberto no pasó, pues, más que unos pocos meses en Jumièges: tenía prisa por volver a ver su nueva abadía de Noirmoutier; pasando por Quincay, nombró a Acardo, superior del monasterio, abad de Jumièges. Regresando finalmente a Noirmoutier, murió en paz el 20 agosto, de 685 o más probablemente en uno de los años siguientes, dejando el recuerdo de una figura de abad enérgico y emprendedor. Sus restos fueron inhumados en Noirmoutier. En 836 los monjes, temiendo las incursiones de los Normandos, transportaron su cuerpo a la propiedad de Déas, hoy Saint-Philibert-de-Grand-Lieu, a veinticinco kilómetros al sudoeste de Nantes, donde para ponerlo, se construyó que aún existe. Pero los Normandos al poco tiempo cayeron sobre el continente, y los monjes, para proteger el cuerpo de su fundador de cualquier profanación, lo transportaron primero al monasterio de Cunault en Anjou (858), después a Messay en el Poitou (862), a Saint-Pourcain-sur-Sioule en el Allier (872), y finalmente a Tournus (Saone-et-Loire), donde llegó el 14 de mayo de 875. Esta peregrinación, acompañada por milagros, contribuyó a difundir el nombre y el culto de Filiberto por Normandía y por Poitou hasta Borgogna, donde la iglesia de Tournus y de Charlieu, y una iglesia de Digione, llevan su nombre. Trece comunas de Francia también llevan su nombre bajo la forma de Philbert o Philibert.

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Fuente: Vatican.va
Bernardo Tolomei, Santo Abad y Fundador, 20 de agosto  

Bernardo Tolomei, Santo

Abad y Fundador
de la Congregación de Santa María del Monte de los Olivos
según la Regla de san Benito
(Congregación Olivetana)

Martirologio Romano: En Siena, de la Toscana, muerte del san Bernardo Tolomei, abad y fundador de la Congregación Olivetana según la Regla de san Benito. Trabajó con gran empeño por la disciplina monástica y, cuando la peste asolaba Italia, murió entre los monjes de Siena, expuestos al mismo peligro (1348).

Etimológicamente: Bernardo = Aquel que es valiente y batallador, es de origen germánico.

Fecha de canonización: Fue canonizado el 26 de Abril de 2009 por S.S. Benedicto XVI.

 

Nació en Siena el 10 de mayo de 1272. En el bautismo recibió el nombre de Giovanni. Fue educado en el colegio de Santo Domingo de Camporeggio, en Siena, por los frailes predicadores (dominicos). Estudió derecho en su ciudad de origen, donde también formó parte de la Cofradía de los Disciplinados de Santa María de la Noche, que asistían a los enfermos en el hospital del lugar. Una ceguera progresiva, casi total, le obligó a renunciar a una carrera pública.

En una época de luchas entre facciones ciudadanas, para realizar su ideal cristiano y ascético, en el año 1313, casi a los cuarenta años, se retiró, junto con otros dos nobles de Siena, a la soledad, en Accona, a cerca de 30 km de la ciudad. Allí, llevó una vida eremítica en grutas. Tomó el nombre de Bernardo, por veneración al santo abad cisterciense. La vida penitente de estos laicos eremitas se caracterizaba por la oración, la lectio divina, el trabajo manual y el silencio. Poco a poco se les fueron uniendo otros compañeros de Siena, Florencia y las regiones vecinas.

Para consolidar la posición jurídica del nuevo grupo, Bernardo acudió al obispo de Arezzo, en cuya jurisdicción se encontraba Accona, y el 26 de marzo de 1319 obtuvo un decreto de erección para el futuro monasterio de Santa María de Monte Oliveto, que debía ponerse "sub regula sancti Benedicti", con algunos privilegios y exenciones. El obispo, a través de un legado, recibió su profesión monástica. Al elegir la Regla de san Benito, Bernardo tuvo que mitigar el rigor eremítico primitivo adoptando el cenobitismo benedictino. Por el deseo de honrar a la Virgen, los fundadores vistieron un hábito blanco.

Así, el 1 de abril de 1319 nació el monasterio de santa María de Monte Oliveto Maggiore, con la bendición y colocación de la primera piedra de la iglesia. Desde entonces, el desierto de Accona cambió su nombre por el de "Monte Oliveto" en recuerdo del Monte de los Olivos, a donde el Señor Jesús solía retirarse con sus discípulos y donde oró antes de su pasión.

El 1 de septiembre de 1319, en el momento de la elección de abad —cargo que por decisión del capítulo general debía durar un año solamente—, Bernardo no quiso aceptar, aduciendo su creciente ceguera, y fue elegido Patrizio Patrizi. Sin embargo, después de un segundo abad, Simone di Tura, Bernardo no logró oponerse al deseo de sus monjes y el 1 de septiembre de 1322 fue elegido abad del monasterio que él mismo había fundado, cargo que ocupó hasta su muerte, pues era tal su prestigio y santidad que los monjes lo volvieron a elegir durante veintiséis años consecutivos.

Con el paso del tiempo el cenobio de Santa María de Monte Oliveto se fue convirtiendo en el centro de una congregación monástica. El número cada vez mayor de personas que acudían desde varias ciudades al nuevo monasterio permitió a Bernardo acoger las peticiones de obispos que querían que sus monjes se establecieran también en sus ciudades y aldeas. Por eso, pudo fundar otros diez monasterios, íntimamente unidos a la abadía principal, todos con el mismo nombre; la congregación era dirigida por un solo abad, mientras que los monasterios estaban sólo bajo la autoridad de un prior. El 21 de enero de 1344, desde Aviñón, el Papa Clemente vi aprobó la congregación, ya formada entonces por esos diez monasterios.

Bernardo dejó a sus monjes un ejemplo de vida santa, de práctica de las virtudes en grado heroico y de una vida entregada al servicio de los demás y a la contemplación. Durante la gran peste del año 1348, el santo abad abandonó la soledad de Monte Oliveto para acudir al monasterio de San Benito en Porta Tufi, en Siena. Allí, a los 76 años, asistiendo a sus conciudadanos y a sus monjes afectados por la infección fuertemente contagiosa, murió víctima él mismo de la peste, junto con 82 monjes, en una fecha que la tradición fijó el 20 de agosto de 1348.

Fue canonizado el 26 de abril de 2009 por el Papa Benedicto XVI.

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Fuente: Vatican.va
Maria de Mattias, Santa Fundadora, 20 de agosto  

Maria de Mattias, Santa

Fundadora

Martirologio Romano En Roma, santa María de Matías, virgen, que fundó el Instituto de las Hermanas de la Adoración de la Preciosísima Sangre del Señor (1866).

Fecha de canonización: Fue canonizada el 18 de mayo de 2003 por el Papa Juan Pablo II, día en que además Su Santidad cumplió 83 años de edad.

 

Nació el 4 de febrero de 1805 en Vallecorsa (Italia) en una familia acomodada y de profunda fe cristiana. Ya desde niña se familiarizó con la Sagrada Escritura, y sintió un gran amor a Jesús, Cordero inmolado por la salvación de la humanidad. Tuvo especial devoción por la Sangre de Cristo, derramada por amor a los hombres.

Por las costumbres de la época, vivió su niñez y adolescencia relativamente aislada, con pocos contactos y relaciones exteriores. En su interior, sin embargo, buscaba el sentido de su vida, que esperaba encontrar en un amor sin confines.

Se encomendó a la Virgen María para que la iluminara y Dios la hizo experimentar la belleza de su amor, que se manifestó con plenitud en Cristo crucificado, en Cristo que derramó su preciosísima sangre por nuestra salvación. Esta experiencia fue la fuente, la fuerza y la motivación que la llevó a difundir por doquier el amor misericordioso del Padre celestial, y el amor de Jesús crucificado.

Estaba convencida de que la reforma de la sociedad nace del corazón de las personas y que los hombres se transforman cuando llegan a comprender cuán valiosos son a los ojos de Dios, cuando caen en la cuenta del inmenso amor de que han sido objeto: Jesús dio toda su sangre para rescatarlos.

Cuando tenía 17 años, san Gaspar del Búfalo predicó en Vallecorsa una misión popular y María vio cómo se transformaba el pueblo, con la conversión de muchas personas. En su interior surgió el deseo de contribuir, como ese santo, a la transformación espiritual de las personas.

Bajo la guía de un compañero de san Gaspar, el venerable don Giovanni Merlini, el 4 de marzo de 1834 fundó la congregación de las Religiosas Adoratrices de la Sangre de Cristo.

Además de promover la educación de las niñas, reunía a las madres y a las jóvenes para catequizarlas, para hacer que se enamoraran de Jesús, impulsándolas a vivir cristianamente, según su estado de vida. Muchos hombres, a los que no podía hablar, a causa de las costumbres de la época, acudían espontáneamente a escucharla.

A pesar de su carácter tímido e introvertido, el celo por la causa de Cristo la convirtió en una gran predicadora, que convencía tanto a las personas sencillas como a las cultas, tanto a los laicos como a los sacerdotes, porque cuando hablaba de los misterios de la fe daba la impresión de que había experimentado personalmente esas realidades. Su gran deseo era que no se perdiera ni siquiera una gota de la Sangre de Cristo, sino que llegara a todos los pecadores para purificarlos y para que, lavados en aquel río de misericordia, volvieran al buen camino.

Este celo arrastró a muchas jóvenes. Así, pudo fundar cerca de setenta casas religiosas, principalmente en Italia, pero también en Alemania e Inglaterra. Casi todas sus casas se abrían en pequeñas aldeas abandonadas del centro de Italia, a excepción de Roma, a donde fue llamada por el Papa Pío IX para dirigir el Hospicio de San Luis y una escuela en Civitavecchia.

Vivió toda su vida con el único deseo de agradar a Jesús, que le había robado el corazón desde su juventud, y con el compromiso gozoso de difundir al máximo el conocimiento del amor de Dios por la humanidad. Para ello no escatimó esfuerzos, ni se dejó abatir por las dificultades. Siempre actuó en profunda comunión con la Iglesia universal y particular, y por amor a ella.

Murió en Roma el 20 de agosto de 1866. Fue beatificada por el Papa Pío XII el 1 de octubre de 1950.

El 20 de agosto se recuerda el nacimiento al cielo de Santo Domingo Savio, siendo el 4 de marzo la fecha fijada para la celebración litúrgica de su fiesta.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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