viernes, 7 de agosto de 2015

El Rosario: más poderoso que la bomba atómica. ¿Cómo solucionar nuestros problemas personales, familiares y nacionales?

JA

JMJ

Pax

 

El mundo te necesita: por cada email nuestro, favor de rezar un minutito, un Padre nuestro o un Ave María DE CORAZÓN por el triunfo del Inmaculado Corazón de María. ¡Dios no se deja ganar en generosidad!

Dice María: "El Santo Rosario es el arma a la cual le teme el enemigo, es también el refugio de los que buscan alivio a sus pesares y es la puerta para entrar en mi corazón" (San Nicolás, 10.04.86)

La oración te llena de bendiciones y riega la fe ¡no dejes que se marchite! Reza al menos 3 minutos por día (sin horario) en la cadena de oración más grande del mundo, el Rosario Viviente.  Escribe a RosarioViviente+subscribe@yahoogroups.com

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La Virgen del Rosario: ¡Vencedora de las batallas!

Europa y con ella toda la cristiandad estaba en grave peligro de extinción. Sabemos, por las promesas de Jesucristo, que eso no puede ocurrir pero, humanamente, no había solución para la amenaza del Islam. Los Musulmanes se proponían hacer desaparecer, a punta de espada, el cristianismo. Ya habían tomado Tierra Santa, Constantinopla, Grecia, Albania, África del Norte y España. En esas extensas regiones el cristianismo era perseguido, y muchos mártires derramaron su sangre, muchas diócesis desaparecieron completamente. Después de 700 años de lucha por la reconquista, España y Portugal pudieron librarse del dominio musulmán. Esa lucha comenzó a los pies de la Virgen de Covadonga y culminó con la conquista de Granada, cuando los reyes católicos, Fernando e Isabel, pudieron definitivamente expulsar a los moros de la península en el 1492. ¡La importancia de esta victoria es incalculable ya que en ese mismo año ocurre el descubrimiento de América y la fe se comienza a propagar en el nuevo continente!

La batalla de Lepanto >>>
En la época del Papa Pío V (1566 - 1572), los musulmanes controlaban el Mar Mediterráneo y preparaban la invasión de la Europa cristiana. Los reyes católicos de Europa estaban divididos y parecían no darse cuenta del peligro inminente. El Papa pidió ayuda pero se le hizo poco caso. El 17 de septiembre de 1569 pidió que se rezase el Santo Rosario. Por fin en 1571 se estableció una liga para la defensa de Europa. El 7 de octubre de 1571se encontraron las flotas cristianas y musulmanas en el Golfo de Corinto, cerca de la ciudad griega de Lepanto. La flota cristiana, compuesta de soldados de los Estados Papales, de Venecia, Génova y España y comandada por Don Juan de Austria, entró en batalla contra un enemigo muy superior en tamaño. Se jugaba el todo por el todo. Antes del ataque, las tropas cristianas rezaron el santo rosario con devoción. La batalla de Lepanto duró hasta altas horas de la tarde pero, al final, los cristianos resultaron victoriosos.

En Roma, el Papa se hallaba recitando el rosario en tanto se había logrado la decisiva y milagrosa victoria para los cristianos. El poder de los turcos en el mar se había disuelto para siempre. El Papa salió de su capilla y, guiado por una inspiración, anunció con mucha calma que la Santísima Virgen  había otorgado la victoria. Semanas mas tarde llegó el mensaje de la victoria de parte de Don Juan, quién. desde un principio, le atribuyó el triunfo de su flota a la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Rosario. Agradecido con Nuestra Madre, el Papa Pío V instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias y agregó a las Letanía de la Santísima Virgen el título de "Auxilio de los Cristianos". Más adelante, el Papa Gregorio III cambió la fiesta a la Nuestra Señora del Rosario.

Los turcos seguían siendo poderosos en tierra y, en el siglo siguiente, invadieron a Europa desde el Este y, después de tomar enormes territorios, sitiaron a Viena, capital de Austria. Una vez mas, las tropas enemigas eran muy superiores. Si conquistaban la ciudad toda Europa se hacia muy vulnerable. El emperador puso su esperanza en Nuestra Señora del Rosario.  Hubo gran lucha y derramamiento de sangre y la ciudad parecía perdida. El alivio llegó el día de la fiesta del Santo Nombre de María, 12 de septiembre, de 1683, cuando el rey de Polonia, conduciendo un ejército de rescate, derrotó a los turcos.

La batalla de Temesvar
El Príncipe Eugenio de Saboya derrotó en Temesvar (en la Rumania moderna) a un ejercito turco dos veces mas grande que el suyo, el 5 de agosto de 1716, que en aquel entonces era la fiesta de
Nuestra Señora de las Nieves
. El Papa Clemente XI atribuyó esta victoria a la devoción manifestada a Nuestra Señora del Rosario. En acción de gracias, mandó que la fiesta del Santo Rosario fuera celebrada por la Iglesia universal.

 

El Rosario que salvó a Europa

 

La fiesta de Rosario fue instituida por el Papa San Pío V el 7 de Octubre, aniversario de la victoria obtenida por los cristianos en la Batalla naval de Lepanto (1571), atribuida a la Madre de Dios, invocada por la oración del Rosario.

La batalla de Lepanto

En la época del Papa Pío V (1566-1572), los musulmanes controlaban el Mar Mediterráneo y preparaban la invasión de la Europa cristiana. Los reyes católicos de Europa estaban divididos y parecían no darse cuenta del peligro inminente. El Papa pidió ayuda pero se le hizo poco caso. El 17 de septiembre de 1569 pidió que se rezase el Santo Rosario. Por fin en 1571 se estableció una liga para la defensa de Europa. El 7 de octubre de 1571 se encontraron las flotas cristianas y musulmanas en el Golfo de Corinto, cerca de la ciudad griega de Lepanto.

La flota cristiana, compuesta de soldados de los Estados Papales, de Venecia, Génova y España y comandada por Don Juan de Austria, entró en batalla contra un enemigo muy superior en tamaño. Se jugaba el todo por el todo. Antes del ataque, las tropas cristianas rezaron el Santo Rosario con devoción. La batalla de Lepanto duró hasta altas horas de la tarde pero, al final, los cristianos resultaron victoriosos.

En Roma, el Papa se hallaba recitando el rosario en tanto se había logrado la decisiva y milagrosa victoria para los cristianos. El poder de los turcos en el mar se había disuelto para siempre. El Papa salió de su capilla y, guiado por una inspiración, anunció con mucha calma que la Santísima Virgen había otorgado la victoria. Semanas mas tarde llegó el mensaje de la victoria de parte de Don Juan, quién desde un principio, le atribuyó el triunfo de su flota a la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Rosario.

Agradecido con Nuestra Madre, el Papa Pío V instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias y agregó a las Letanía de la Santísima Virgen el título de "Auxilio de los Cristianos". Más adelante, el Papa Gregorio III cambió la fiesta a la de Nuestra Señora del Rosario.

 

El Rosario que detuvo una Revolución

En 1986, durante la rebelión contra el dictador Ferdinando Marcos, miles de filipinos tomaron el Rosario en sus manos e impidieron a sus tropas tomar el cuartel local de la policía en Manila.

Las tropas estaban listas para disparar, cuando una Señora vestida de blanco se apareció de repente y elevó sus manos, pidiendo a los soldados: "No disparen".

Hubo muchos testigos a esta aparición de María y muchos de los soldados que estaban dispuestos a disparar a la gente, se presentaron llorando ante el Cardenal Jaime Sin, Arzobispo de Filipinas, para contarle lo sucedido. Esta es la historia:

"Los tanques intentaban abrirse paso entre la multitud. La gente rezaba y mostraba sus ROSARIOS. Fue entonces cuando, de acuerdo a estos soldados, los militares que iban en el techo de los tanques, los así llamados 'los Leales' (al dictador Marcos), vieron que en las nubes se formaba una Cruz.

Muchas religiosas que estaban ahí trataron de detenerlos, pero ellos (los soldados) me dijeron que habían decidido obedecer las instrucciones y empujar hacia adelante. En ese momento se les apareció una hermosa Señora.

"No sé si Ella se apareció en el cielo o si estaba de pie en el suelo. Era bellísima y sus ojos brillaban intensamente. La hermosa Señora les habló así: "¡Amados soldados, deténganse! ¡No sigan adelante! ¡No lastimen a mis hijos!"

"Cuando escucharon estas palabras, los soldados bajaron las armas. Bajaron de los tanques y se unieron a la gente. Ese fue el fin de los Leales." (Jaime Cardenal Sin, 25.2.1986).

"En 1986 el mundo entero observó sorprendido cómo los filipinos derrocamos al dictador y detuvimos los tanques, con nuestras solas manos y de rodillas. Todos los rincones de la tierra constataron el poder del Rosario, el poder de la oración, el poder de DIOS. ... esto nos demuestra que si nosotros, el pueblo de Dios, nos volvemos al Señor, oramos y hacemos penitencia, Él escuchará nuestras oraciones y restaurará la dignidad y sanará nuestra patria. Más poderosas que los fondos económicos son las oraciones. Más efectivos que la planeación estratégica son el ayuno y los sacrificios. Más potentes que la fuerza militar es el poder de un pueblo en vigilia. En efecto, cuando le damos al Señor lo mejor que podemos y confiamos el resto a Su Providencia, el Señor siempre responde." (Jaime Cardenal Sin, 21.1.2001).

 

 

"Entre todas las devociones aprobadas por la Iglesia, ninguna ha sido favorecida con tantos milagros como la devoción del Santísimo Rosario."

–Papa Pío IX

 

Copiado del boletín publicado por el Florida Center for Peace*, Número 4, Agosto 13 de 2007

*El Florida Center for Peace (FCP) es una organización no lucrativa dedicada a la divulgación del mensaje evangélico de amor, buena voluntad, oración y conversión a través de la devoción a la Santísima Virgen María, La Reina de la Paz, de Medjugorje. (http://www.fcpeace.com/spanish/)


 

El Rosario: más poderoso que la bomba atómica de Nagasaki

El Milagro de Hiroshima: Jesuitas sobrevivieron a la bomba atómica gracias al Rosario

La Iglesia de la foto no es la mencionada abajo.

VATICANO, 06 Ago. 15 / 10:47 am (ACI).- Se cumplen 70 años del lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima, uno de los episodios más dramáticos de la historia de la humanidad. Ese 6 de agosto de 1945, fiesta de la Transfiguración, muy cerca de donde cayó la bomba "Little Boy", cuatro sacerdotes jesuitas alemanes sobrevivieron a la catástrofe, y la radiación -que mató a miles en los meses siguientes- no tuvo efecto en ellos. Esta historia, documentada por historiadores y médicos, es conocida como el Milagro de Hiroshima.

Los jesuitas Hugo Lassalle, superior en Japón, Hubert Schiffer, Wilhelm Kleinsorge y Hubert Cieslik, se encontraban en la casa parroquial de laiglesia de Nuestra Señora de la Asunción, uno de los pocos edificios que resistió a la bomba. En el momento de la explosión, uno de ellos se encontraba celebrando la Eucaristía, otro desayunaba y el resto en las dependencias de la parroquia.

Según escribió el propio P. Hubert Cieslik en un diario, únicamente sufrieron daños menores producto de cristales rotos, pero ninguno a consecuencia de la energía atómica liberada.

Los médicos que les atendieron tiempo después les advirtieron que la radiación recibida les produciría lesiones graves, así como enfermedades e incluso una muerte prematura.

El pronóstico nunca se cumplió. No desarrollaron ningún trastorno y en 1976, 31 años después del lanzamiento de la bomba, el P. Schiffer acudió al Congreso Eucarístico de Filadelfia y relató su historia, confirmando que los cuatro jesuitas estaban aún vivos y sin ninguna dolencia. Fueron examinados por decenas de doctores unas 200 veces a lo largo de los años posteriores, sin que se hallase en sus cuerpos rastro alguno de la radiación.

Los cuatro religiosos nunca dudaron de que habían gozado de la protección divina, y en particular de la Virgen: "Vivíamos el mensaje de Fátima y rezábamos juntos el Rosario todos los días", explicaron.

El P. Schiffer escribiría "El Rosario de Hiroshima", un libro en el que da cuenta de todo lo que vivió.

En el 70 aniversario de Hiroshima, el Obispo de Niigata y Presidente de Cáritas Asia, Mons. Tarcisius Isao Kikuchi, ha difundido un mensaje en el que subraya que Japón puede contribuir a la paz "no con nuevas armas, sino con sus actividades de nobleza y amplia historia en el crecimiento mundial, de modo particular en las consideradas naciones en vía de desarrollo".

El prelado añade que "con esta contribución al desarrollo, que lleva al pleno respeto y a la realización de la dignidad humana, sería muy apreciado y respetado por la comunidad internacional". Cada año, del 5 al 15 de agosto, el país celebra una Oración por la Paz.

En Hiroshima y Nagasaki murieron unas 246 mil personas, la mitad en el momento del impacto y el resto en las semanas posteriores por los efectos de la radiación. La bomba de HIroshima coincidió con la solemnidad de la Transfiguración del Señor y la rendición de Japón ocurrió el 15 de agosto, solemnidad de la Asunción de la Virgen María.

 

El Japón se convertirá

Testimonio de Hirosi Tatsuchi, Japón

Me llamo Hirosi Tatsuchi y a mi lado está mi esposa Aschiko.
En este momento estamos realizando nuestro viaje de bodas. El motivo por el que estamos aquí en el palco, sudando y con la fiebre de escenario, no lo se. ¡Yo mismo estoy asombrado!

Nos casamos hace una semana, el 31 de Mayo, el día de la Señora de todos los Pueblos. El pasado miércoles estuvimos en la audiencia del Santo Padre, en Roma, a continuación vinimos en peregrinación a Amsterdam, y ahora aquí estamos, en plena Jornada de oración. He de decir que soy muy felíz. Estoy convencido que ha sido la Señora de todos los Pueblos quien ha organizado todo.

Mi país, el Japón, cuenta con 130 millones de habitantes, de los que tan sólo 450.000 son católicos, es decir, uno por cada 300. También yo crecí en ese ambiente pagano. Como la mayor parte de los Japoneses he sabido algo del cristianismo, pero más bien como cultura general. Durante el tiempo en que estudiaba realicé un viaje por Europa durante un mes. Viajé solo, visitando varios países. Un día, en Munich, entré en una iglesia dedicada a María. Me arrodillé ante una estatua de la Sma. Virgen y empecé a orar, por primera vez en mi vida. ¿Por qué? ¡No lo se! No tenía ninguna relación con la Virgen. Pero en esos momentos deseaba simplemente hablar con Ella y estar con Ella. Pasé largo rato en aquella iglesia, solo con Ella, en silencio.

Así empezó mi camino de fe, y al cabo de dos años fui bautizado. Después de mi Bautismo he ido a menudo a Akita, el famoso santuario en Japón. Allí he conocido personalmente a Sor Agnes Sasagawa, la vidente estigmatizada. Por medio de Akita he sabido de las apariciones en Amsterdam y de la vocación de la Madre de Dios a ser la Corredentora.

En lo que se refiere a la Fe, la historia de los cristianos japoneses es dolorosa. Hubo una persecución que duró tres siglos, provocada por los príncipes paganos. El cristianismo fue casi aniquilado. Los historiadores dicen que "en cada ciudad japonesa corrió la sangre de los mártires." ¿Saben que en 1945 el 70% de los católicos vivían en Nagasaki? Era "la ciudad católica del Japón". Ahora se preguntarán: "¿Entonces, por qué la bomba atómica fue lanzada precisamente sobre la ciudad de Nagasaki?" También yo me lo he preguntado. Pero cuanto más comprendo el sentido del valor corredentor del sufrimiento de los inocentes, más comprendo cómo Dios lo ha permitido en la historia del Japón.

A pesar de la incredulidad de mi país, hoy puedo creer que toda la sangre derramada traerá la conversión de toda la nación. En Amsterdam la Sma. Vírgen ha prometido: "El Japón se convertirá". ¡Y yo lo creo!

Me alegra mucho contarles todavía algo hermoso, a propósito del Rosario. Pues no sólo sobre Nagasaki, sino también sobre Hiroshima cayó una bomba atómica. La finalidad era arrasar Hiroshima para destruir el poder militar japonés. Pero la Sma. Vírgen, la Reina del Rosario, protegió milagrosamente una pequeña comunidad de cuatro Padres Jesuítas, que vivían en la casa parroquial, distante solamente ocho cuadras o manzanas del centro de la explosión. El Padre Hubert Schiffer tenía 30 años y trabajaba en la parroquia de la Asunción de María, en Hiroshima. Ha dado su testimonio ante decenas de miles de personas:

"A mi alrededor había solamente una luz cegadora. De repente, en un instante todo se llenó de una explosión terrible. Fuí lanzado por el aire. Después vino una gran oscuridad, silencio, nada. Me encontré boca abajo, sobre una viga de madera hecha pedazos. La sangre me corría por la cara. No ví nada, ni oí nada. Creí que estaba muerto. Luego oí mi propia voz. Eso fue lo más terrible, en todo lo que estaba pasando. ¡Me hizo comprender que aún estaba vivo e empecé a darme cuenta de que había ocurrido una terrible catástrofe! Durante todo un día, mis tres compañeros y yo estuvimos metidos en aquel infierno de fuego, de humo y de radiaciones, hasta que nos encontraron y nos socorrieron los que nos buscaban. Todos estábamos heridos, pero por gracia de Dios hemos sobrevivido."

Nadie ha podido explicar con la lógica humana, por qué estos cuatro Padres jesuítas fueron los únicos que habían sobrevivido en el radio de 1.500 metros. Para todos los expertos sigue siendo un misterio, pues ninguno de los cuatro Padres ha quedado contaminado por la radiación atómica, y por qué su casa, la casa parroquial, seguía todavía en pie, mientras todas las demás casas alrededor habían sido barridas y quemadas. Igualmente, los 200 médicos americanos y japoneses que, según lo que ellos mismos han declarado, han examinado al Padre Schiffer, no han hallado ninguna explicación al por qué, después de 33 años de la explosión, el Padre no sufría de ninguna consecuencia de la explosión atómica y seguía viviendo, con buena salud. Perplejos, han obtenido sempre la misma respuesta a sus muchas preguntas: "Como misioneros hemos querido vivir en nuestro país el mensaje de Nuestra Señora de Fátima, por lo que todos los días hemos dicho el Rosario."

Este es el mensaje lleno de esperanza, de Hiroshima: ¡la oración del Rosario es más fuerte que la bomba atómica! Actualmente, en el centro de la ciudad reconstruida de Hiroshima, se halla una iglesia dedicada a la Sma. Virgen. Las 15 vidrieras muestran los 15 misterios del Rosario, que se dice en esta iglesia día y noche.

Esto es lo que he querido contarles de mi patria, para animarles. Y otra cosa más: desde que he conocido a la Señora de todos los Pueblos, también en mi vida privada, si tengo algún problema, me dirijo enseguida a Ella como a una madre. Nunca me ha abandonado. Por eso, es una gran alegría para nosotros dos colaborar con la Señora de todos los Pueblos.


EL AVEMARÍA: FELIZ INTERCAMBIO

Está escrito: "Dad, y se os dará". Recordemos la comparación del Beato Alano: "Si te doy cada día ciento cincuenta diamantes, ¿no me perdonarías aunque fuese enemigo tuyo? Y si eres mi amigo, ¿no me otorgarás todos los favores posibles? ¿Quieres enriquecerte con todos los bienes de la gracia y de la gloria? Saluda a la Santísima Virgen, honra a tu bondadosa Madre".

"Como el que atesora es el que honra a su madre". Preséntale, al menos, cincuenta avemarías diariamente. Cada una de ellas contiene quince piedras preciosas, que agradan más a María que todas las riquezas de la tierra. ¿Qué no podrás entonces esperar de su generosidad? Ella es nuestra Madre y amiga. Es la Emperatriz del universo y nos ama más que todas las madres y reinas juntas amaron a algún mortal. "Porque – dice San Agustín – la caridad de la Virgen María aventaja a todo el amor de todos los hombres y de todos los ángeles".

El Señor se apareció un día a Santa Gertrudis contando monedas de oro. Atrevióse ella a preguntarle qué era lo que contaba con ellas. "Cuento – le respondió Jesucristo – tus avemarías; son la moneda con que se compra el paraíso."

El docto y piadoso Suárez, de la Compañía de Jesús, estimaba tanto la salutación angélica, que solía decir: "Daría con gusto mi ciencia por el valor de un avemaría bien dicha".

El Beato Alano de la Roche se dirige así a la Santísima Virgen: Que quien te ama, ¡oh excelsa María!, escucha esto y se llene de gozo:

El cielo exulta de dicha,
y de admiración la tierra,
cuando digo: ¡Avemaría!

Mientras aborrezco al mundo,
en amor de Dios me inundo
cuando digo: ¡Avemaría!

Mis temores se disipan,
mis pasiones se apaciguan
cuando digo: ¡Avemaría!

Se aumenta mi devoción
y alcanzo la contrición
Cuando digo: ¡Avemaría!

Se confirma mi esperanza,
mi consuelo se agiganta,
cuando digo: ¡Avemaría!

Mi alma de gozo palpita,
mi tristeza se disipa,
cuando digo: ¡Avemaría!

Porque la dulzura de esta suavísima salutación es tan grande que no hay términos adecuados para explicarla debidamente, y, después de haber dicho de ella maravillas, resulta todavía tan escondida y profunda, que es imposible explorarla. Es corta en palabras, pero grande en misterios. Es más dulce que la miel y más preciosa que el oro. Hay que tenerla frecuentemente en el corazón para meditarla, y en la boca para recitarla y repetirla devotamente.

Refiere el mismo Beato Alano – en el capítulo 69 de su salterio – que una religiosa muy devota del rosario se apareció después de muerta a una de sus hermanas y le dijo: "Si pudiera regresar a mi cuerpo para recitar solamente un avemaría aunque sin mucho fervor, volvería a sufrir gustosamente todos los dolores que padecí antes de morir con tal de alcanzar el mérito de esta oración". Hay que recordar que había sufrido crueles dolores durante varios años.

Miguel de Lisle, obispo de Salubre, discípulo y compañero del Beato Alano de la Rupe en el restablecimiento del santo rosario, dice que la salutación angélica es el remedio de todos los males que nos afligen, con tal que la recemos devotamente en honor de la Santísima Virgen.

 

Nos dice La Reina de la Paz:

Martes 25 de JUNIO de 1985. Mensaje a los sacerdotes.

"Queridos hijos, Yo os pido que pidáis a todos que recen el Rosario. Con el Rosario vosotros superaréis todos los problemas que Satanás está tratando de infligir a la Iglesia Católica". Marija preguntó, " Nuestra Señora, qué deseas decirles a los sacerdotes?" Nuestra Señora contestó, "Que todos los sacerdotes recen el Rosario. Dad tiempo para el Rosario. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!"

Mira este video!

http://www.youtube.com/watch?v=U4SMTyDe5Tg

 

y éste de una imagen de la Reina de la Paz:

http://www.youtube.com/watch?v=MBiXbJmGzc4

 


Textos extraidos de

EL SECRETO ADMIRABLE DEL SANTÍSIMO ROSARIO para convertirse y salvarse

(San Luis María Grignion de Montfort)

10.ª ROSA – MILAGROS DEL ROSARIO

       Mientras Santo Domingo predicaba esta devoción en Carcasona, un hereje se dedicó a ridiculizar los milagros y los quince misterios del santo rosario. Impedía así la conversión de los herejes. Dios permitió, para castigo de este impío, que 15.000 demonios se apoderaran de su cuerpo. Sus padres lo condujeron entonces al Santo para que lo librara de los espíritus malignos. Púsose Santo Domingo en oración y exhortó a la multitud a rezar con él en alta voz el rosario. Y he aquí que a cada avemaría, la Santísima Virgen hacía salir cien demonios del cuerpo del hereje en forma de carbones encendidos. Una vez liberado, el hereje abjuró de sus errores, se convirtió e hizo inscribir en la Cofradía del Rosario, con muchos otros correligionarios suyos, conmovidos ante este castigo y la fuerza del rosario.

       El docto Cartagena, de la Orden de San Francisco, y otros autores refieren que en el año 1482, cuando el venerable P. Diego Sprenger y sus religiosos trabajaban con gran celo por el restablecimiento de la devoción y Cofradía del Santo Rosario en la ciudad de Colonia, dos célebres predicadores –envidiosos de los frutos maravillosos que los primeros obtenían mediante esta práctica– intentaban desacreditarla en sus propios sermones. Gracias al talento y fama de que gozaban, apartaban a muchos de inscribirse en la Cofradía. Para conseguir mejor sus perniciosos intentos, uno de ellos preparó expresamente un sermón para el domingo siguiente. Llega la hora de la predicación, pero el predicador no aparece. Se le espera. Se le busca. Y, finalmente, lo encuentran muerto, sin que hubiera podido ser auxiliado por nadie. Persuadido el otro predicador de que se trataba de un accidente natural, resuelve reemplazar a su compañero en la triste empresa de abolir la Cofradía del Rosario. Llegan el día y la hora del sermón. Pero Dios lo castigó con una parálisis que le quitó el movimiento y la palabra. Reconociendo su falta y la de su compañero, recurrió de corazón a la Santísima Virgen, prometiéndole predicar por todas partes el rosario con tanto empeño como aquel con que lo había combatido. Le suplicó que para ello le devolviera la salud y la palabra. La Santísima Virgen accedió a su petición. Sintiéndose repentinamente curado, se levantó como otro Saulo, cambiado de perseguidor en defensor del santo rosario. Reparó públicamente su culpa y predicó con gran celo y elocuencia las excelencias del rosario.

       No dudo que las gentes críticas y orgullosas de hoy, al leer estas historias, pongan en duda su autenticidad, como han hecho siempre. Yo sólo las he trascrito de muy buenos autores contemporáneos y, en parte, de un libro reciente del P. Antonino Thomas, de la Orden de los Predicadores, intitulado El rosal místico.

       Todo el mundo sabe, por otra parte, que hay tres clases de fe para las diferentes historias. A los acontecimientos narrados en la Sagrada Escritura debemos una fe divina. A los relatos profanos, que no repugnan a la razón y han sido escritos por serios autores, una fe humana. A las historias piadosas referidas por buenos autores y no contrarias a la razón, la fe o las buenas costumbres –aunque a veces sean extraordinarias– una fe piadosa.

       Confieso que no debemos ser demasiado crédulos ni demasiado críticos, sino optar siempre por el justo medio para descubrir dónde se hallan la verdad y la virtud. Pero estoy convencido igualmente que así como la caridad cree fácilmente cuando no es contrario a la fe ni a las buenas costumbres –La caridad todo lo cree (1Cor 13,7)–, del mismo modo el orgullo lleva a negar casi todas las historias bien fundadas so pretexto de que no se encuentran en la Sagrada Escritura.

       Es la trampa tendida por Satanás, en la que cayeron los herejes que negaban la Tradición. Trampa en la que caen, sin darse cuenta, los críticos de hoy, que no creen lo que no comprenden o no les agrada, sin más motivo que su orgullo y autosuficiencia.

 

 

       27.ª ROSA – EL ROSARIO: SUS BENEFICIOS

       Para animarte aún más a abrazar esta devoción de las grandes almas, añado que el rosario, recitado con la meditación de los misterios: 1.º, nos eleva insensiblemente al perfecto conocimiento de Jesucristo; 2.º, nos purifica del pecado; 3.º, nos da la victoria sobre todos nuestros enemigos; 4.º, nos facilita la práctica de las virtudes; 5.º, nos inflama en el amor a Jesucristo; 6.º, nos enriquece con gracias y méritos; 7.º, nos proporciona los medios para cancelar a Dios y a los hombres todas nuestras deudas y, finalmente, nos obtiene toda clase de gracias.

       El conocimiento de Jesucristo es la ciencia de los cristianos y de la salvación. Supera –dice San Pablo– a todas las ciencias humanas en precio y excelencia: 1.º, gracias a la dignidad de su objeto, que es un Hombre–Dios, en cuya presencia todo el universo no es más que una gota de rocío o un grano de arena; 2.º, por su utilidad ya que las ciencias humanas sólo nos llenan de vanidad y humo de orgullo; 3.º, por su necesidad, pues no es posible salvarnos si no conocemos a Jesucristo. El que ignore todas las ciencias, se salvará, con tal que esté iluminado por la ciencia de Jesucristo. ¡Dichoso rosario, que nos da la ciencia y conocimiento de Jesucristo al permitirnos meditar su vida, muerte, pasión y gloria!

       La reina de Saba, admirada ante la sabiduría de Salomón, exclamó: "¡Dichosas tus gentes, dichosos tus servidores, que están siempre ante ti y oyen tu sabiduría!" Pero más dichosos son los fieles que meditan atentamente la vida, virtudes, sufrimientos y gloria del Salvador, porque –gracias a este medio– adquieren la ciencia perfecta, en la que consiste la vida eterna.

       La Santísima Virgen reveló al Beato Alano que tan pronto como Santo Domingo empezó a predicar el rosario, los pecadores empedernidos se convirtieron y lloraron amargamente sus crímenes. Hasta los niños hicieron penitencias increíbles. Dondequiera predicaba el rosario fue tal el fervor, que los pecadores cambiaron de vida y edificaron a todo el mundo con sus penitencias y enmienda de vida.

       Si sientes la conciencia cargada de pecados, toma el rosario y medita una parte del mismo en honor de algunos misterios de la vida, pasión o gloria de Jesucristo. Y convéncete de que, mientras meditas y honras estos misterios, Él en el cielo mostrará al Padre sus llagas sacrosantas, intercederá por ti y te alcanzará la contrición y el perdón de tus pecados.

       El Señor dijo cierto día al Beato Alano: "Si esos miserables pecadores rezaran frecuentemente mi rosario, participarían de los misterios de mi pasión, y yo, como abogado suyo, aplacaría la justicia divina.

       Nuestra vida es de guerra y tentación continuas. Tenemos que luchar no contra enemigos de carne y sangre, sino contra las mismas potestades infernales. ¿Qué mejores armas podemos empuñar para combatirlos que la oración enseñada por nuestro gran Capitán y la salutación angélica, que ahuyentó a los demonios, destruyó el pecado y renovó el mundo? ¿Las habrá mejores que la meditación de la vida y pasión de Jesucristo –pensamientos que debemos tener habitualmente presentes, como lo ordena San Pedro– para defendernos de los mismos enemigos, que Él ha vencido y que nos atacan todos los días?

       "Desde que el demonio –dice el cardenal Hugo– fue vencido por la humildad y pasión de Jesucristo, apenas si se atreve a atacar a una persona que medita estos misterios, o, si la ataca, es vencido por ella ignominiosamente: Vestíos de toda la armadura de Dios".

       ¡Empuña el arma de Dios que es el santo rosario! Con ella destrozarás la cabeza del demonio y podrás resistir todas las tentaciones. De aquí proviene que aun el rosario material sea tan terrible al diablo y que los santos se hayan servido de él para encadenarlo y arrojarlo del cuerpo de los posesos, como atestiguan tantas historias.

       Cierto hombre –refiere el Beato Alano– había ensayado inútilmente toda suerte de devociones para liberarse del espíritu maligno, que había tomado posesión de él. Resolvió ponerse al cuello la camándula. Y con esto se alivió. Pero, cuando se la quitaba, el demonio volvía a atormentarlo cruelmente. Decidió entonces llevarla al cuello noche y día, y así logró arrojar para siempre al demonio, que no podía soportar tan terrible cadena. El Beato Alano atestigua que libró a muchos posesos poniéndoles al cuello el rosario.

       El R. P. Juan Amât, de la Orden de Santo Domingo, predicaba la cuaresma en una comarca del reino de Aragón. Presentáronle cierto día una muchacha posesa. Intentó él varias veces exorcizarla, pero inútilmente. Al ponerle al cuello el rosario, ella empezó a gritar y aullar espantosamente, diciendo: "¡Quitadme! ¡Quitadme esos granos que me atormentan!" El sacerdote, por compasión por la pobre joven, le quitó el rosario.

       La noche siguiente, mientras el Padre descansaba en su lecho, los mismos demonios que poseían a la muchacha se arrojaron rabiosamente contra él para apoderarse de su persona. Pero con la camándula, que tenía en la mano –no obstante los esfuerzos que hicieron para quitársela–, azotó y echó fuera a los demonios, diciendo: "¡Santa María, Virgen del Rosario, socórreme!"

       Cuando a la mañana siguiente se dirigía el sacerdote a la iglesia, encontró a la pobre joven aún posesa. Uno de los demonios empezó a gritar, burlándose de él: "¡Hermano, si no hubieras tenido tu rosario, ya hubiéramos dado cuenta de ti!" Entonces el Padre arrojó de nuevo el rosario al cuello de la joven, diciendo: "¡Por los nombres sacratísimos de Jesús y de María, su Madre santísima, y por la virtud del santísimo rosario, os conjuro, espíritus malignos, a que salgáis inmediatamente de este cuerpo!" Los diablos tuvieron que obedecer y la joven quedó libre.

       Estos relatos ponen de manifiesto cuál es la fuerza del santo rosario para vencer toda clase de tentaciones diabólicas y toda suerte de pecados, porque las cuentas benditas del rosario los ponen en fuga.

 

 

      EXCELENCIA DEL ROSARIO, MANIFESTADA POR LAS MARAVILLAS QUE DIOS HA REALIZADO EN FAVOR SUYO

       31ª. ROSA – BLANCA DE CASTILLA Y ALFONSO VIII

       Fue Santo Domingo a visitar a Blanca de Castilla, reina de Francia, que después de doce años de casada no tenía hijos, y estaba afligida sobremanera por ello. Aconsejóle el Santo que rezara el rosario todos los días para alcanzar del cielo la gracia de tener descendencia. Hízolo ella, y su petición fue escuchada en el año 1213, en que nació su primogénito, a quien llamó Felipe. Pero, antes de que el niño abandonara la cuna, la muerte lo arrebató. La piadosa reina acudió más que nunca a la Santísima Virgen. Hizo distribuir cantidad de rosarios en la corte y en varias ciudades del reino para que Dios le concediera una bendición completa. Lo que sucedió, ya que en el año 1215 vino al mundo San Luis, gloria de Francia y modelo de reyes cristianos.

       Alfonso VIII, rey de Aragón y Castilla, fue castigado por Dios de diferentes maneras a causa de sus pecados, viéndose obligado a retirarse a una ciudad de uno de sus aliados. El día de Navidad predicó allí Santo Domingo, según su costumbre, sobre el santo rosario y las gracias que se obtienen de Dios por esta devoción. Dijo, entre otras cosas, que cuantos lo rezan alcanzan de Dios el triunfo sobre sus enemigos y recobran lo perdido. Impactado por estas palabras, hizo el rey llamar a Santo Domingo y le preguntó si era verdad cuanto había dicho acerca del santo rosario. Respondióle el Santo que no debía abrigar duda alguna, y le prometió que, si quería practicar esta devoción e inscribirse en la Cofradía, experimentaría sus saludables efectos.

       Decidió el rey recitar todos los días el rosario. Práctica en la que perseveró durante un año. Terminado el cual, el mismo día de Navidad, después de recitar él su rosario, se le apareció la Virgen Santísima y le dijo: "Alfonso, hace un año que me honras recitando devotamente mi rosario. ¡Quiero recompensarte! He alcanzado de mi Hijo el perdón de tus pecados. Aquí tienes esta camándula. ¡Te la regalo! ¡Llévala siempre contigo, y ninguno de tus enemigos podrá hacerte daño!" Y desapareció. El rey quedó muy consolado. Regresó a su casa, llevando en sus manos la camándula. Encontró a la reina, y le contó, lleno de gozo, el favor que acababa de recibir de la Santísima Virgen. Tocóle los ojos con la camándula, y la reina recobró la vista que había perdido.

       Algún tiempo después reunió el rey algunas tropas y, con la ayuda de sus aliados, atacó resueltamente a sus enemigos. Les obligó a devolverle sus tierras y reparar los daños inferidos. Los arrojó totalmente de sus dominios, y fue tan afortunado en la guerra, que de todas partes venían soldados a combatir bajo sus banderas, porque las victorias parecían acompañar por todas partes sus batallas. No hay por qué maravillarse de ello, pues no entraba nunca en batalla sin haber rezado antes su rosario de rodillas. Había hecho inscribir en la Cofradía del Santo Rosario a toda su corte y exhortaba a sus oficiales y familiares a ser devotos del mismo. La reina se comprometió también a ello. Y los dos perseveraron en el servicio de la Santísima Virgen, viviendo piadosamente. 

       32.ª ROSA – BEATO ALANO, C.53 – DON PÉREZ O PEDRO

       Tenía Santo Domingo un primo llamado don Pérez o Pedro que llevaba una vida muy disoluta. Oyó éste que el Santo predicaba las maravillas del rosario y que muchos se convertían y cambiaban de vida por este medio, y se dijo: "Había perdido la esperanza de salvarme. Pero empiezo a recobrar la confianza. ¡Es preciso que acuda a este hombre de Dios!" Asistió, pues, un día al sermón del Santo, quien al verlo redobló su ardor en atacar los vicios, y rogó a Dios fervorosamente que abriese los ojos de su primo y le hiciera conocer el estado miserable de su alma.

       Don Pérez se asustó desde luego, pero no se decidió a convertirse. Volvió, sin embargo, a la predicación del Santo. Cuando éste lo vio, comprendiendo que este corazón endurecido no se convertiría sino ante un golpe extraordinario, gritó en alta voz: "¡Señor Jesucristo, haz ver a todo este auditorio el estado en que se halla la persona que acaba de entrar en tu templo!"

       Toda la concurrencia vio entonces a don Pérez rodeado de una multitud de demonios en figura de bestias espantosas, que lo tenían atado con cadenas de hierro. Llenos de espanto, huyeron todos desordenadamente, con inmensa confusión de don Pérez, aterrado y avergonzado al verse convertido en objeto de horror para todo el mundo. Santo Domingo hizo que se detuvieran y dijo a don Pérez: "Reconoce, infeliz, el deplorable estado en que te encuentras y arrójate a los pies de la Santísima Virgen. ¡Toma este rosario! ¡Rézalo con devoción y arrepentimiento de tus pecados y resuélvete a cambiar de vida!"

       Don Pérez se puso de rodillas, rezó el rosario y se sintió impulsado a confesarse. Lo que hizo con gran contrición. El Santo le ordenó rezar todos los días el rosario. Prometió él hacerlo y se inscribió en la Cofradía. Su rostro, que había asustado a todos, parecía tan radiante como el de un ángel cuando salió de la iglesia. Perseveró en la devoción del rosario, llevó una vida ordenada y murió dichosamente. 

       33.ª ROSA – UN ALBIGENSE POSESO

       Mientras Santo Domingo predicaba el rosario cerca de Carcasona, le presentaron un albigense poseído del demonio. Exorcizólo el Santo en presencia de una gran muchedumbre. Se cree que estaban presentes más de doce mil hombres. Los demonios que poseían a este infeliz fueron obligados a responder, a pesar suyo, a las preguntas del Santo y confesaron:

       1.º que eran quince mil los que poseían el cuerpo de aquel miserable, porque había atacado los quince misterios del rosario;

       2.º que con el rosario que Santo Domingo predicaba causaba terror y espanto a todo el infierno y que era el hombre más odiado por ellos a causa de las almas que arrebataba con la devoción del rosario;

       3.º revelaron, además, muchos otros particulares.

       Santo Domingo arrojó su rosario al cuello del poseso y les preguntó que de todos los santos del cielo, a quién temían más y a quién debían amar más los mortales.

       A esta pregunta los demonios prorrumpieron en alaridos tan espantosos que la mayor parte de los oyentes cayó en tierra, sobrecogidos de espanto. Los espíritus malignos, para no responder, comenzaron a llorar y lamentarse en forma tan lastimera y conmovedora, que muchos de los presentes empezaron también a llorar movidos por natural compasión. Y decían en voz dolorida por la boca del poseso: "¡Domingo! ¡Domingo! ¡Ten piedad de nosotros! ¡Te prometemos no hacerte daño! Tú que tienes compasión de los pecadores y miserables, ¡ten piedad de nosotros! ¡Mira cuánto padecemos! ¿Por qué te complaces en aumentar nuestras penas? ¡Conténtate con las que ya padecemos! ¡Misericordia! ¡Misericordia! ¡Misericordia!"

       El Santo, sin inmutarse ante las dolientes palabras de los espíritus, les respondió que no dejaría de atormentarlos hasta que hubieran respondido a sus preguntas. Dijéronle los demonios que responderían, pero en secreto y al oído, no ante todo el mundo. Insistió el Santo, y les ordenó que hablaran en voz alta. Pero su insistencia fue inútil: los diablos no quisieron decir palabra. Entonces, el Santo se puso de rodillas y elevó a la Santísima Virgen esta plegaria: "¡Oh excelentísima Virgen María! ¡Por virtud de tu salterio y rosario, ordena a estos enemigos del género humano que respondan a mi pregunta!" Hecha esta oración, salió una llama ardiente de las orejas, nariz y boca del poseso. Los presentes temblaron de espanto, pero ninguno sufrió daño. Los diablos gritaron entonces: "Domingo, te rogamos por la pasión de Jesucristo y los méritos de su Santísima Madre y de todos los santos, que nos permitas salir de este cuerpo sin decir palabra. Los ángeles, cuando tú lo quieras, te lo revelarán. ¿Por qué darnos crédito? No nos atormentes más: ¡ten piedad de nosotros!"

       "¡Infelices sois e indignos de ser oídos!", respondió Santo Domingo. Y, arrodillándose, elevó esta plegaria a la Santísima Virgen: "Madre dignísima de la Sabiduría, te ruego en favor del pueblo aquí presente –instruido ya sobre la forma de recitar bien la salutación angélica–. ¡Obliga a estos enemigos tuyos a confesar públicamente aquí la plena y auténtica verdad al respecto!"

       Había apenas terminado esta oración, cuando vio a su lado a la Santísima Virgen rodeada de multitud de ángeles que con una varilla de oro en la mano golpeaba al poseso y le decía: "¡Responde a Domingo, mi servidor!" Nótese que nadie veía ni oía a la Santísima Virgen, fuera de Santo Domingo.

       Entonces los demonios comenzaron a gritar:

       "¡Oh enemiga nuestra! ¡Oh ruina y confusión nuestra! ¿Por qué viniste del cielo a atormentarnos en forma tan cruel? ¿Será preciso que por ti, ¡oh abogada de los pecadores, a quienes sacas del infierno; oh camino seguro del cielo!, seamos obligados –a pesar nuestro– a confesar delante de todos lo que es causa de nuestra confusión y ruina? ¡Ay de nosotros! ¡Maldición a nuestros príncipes de las tinieblas!

       ¡Oíd, pues, cristianos! Esta Madre de Cristo es omnipotente, y puede impedir que sus siervos caigan en el infierno. Ella, como un sol, disipa las tinieblas de nuestras astutas maquinaciones. Descubre nuestras intrigas, rompe nuestras redes y reduce a la inutilidad todas nuestras tentaciones. Nos vemos obligados a confesar que ninguno que persevere en su servicio se condena con nosotros. Un solo suspiro que Ella presente a la Santísima Trinidad vale más que todas las oraciones, votos y deseos de todos los santos. La tememos más que a todos los bienaventurados juntos y nada podemos contra sus fieles servidores.

       Tened también en cuenta que muchos cristianos que la invocan al morir y que deberían condenarse, según las leyes ordinarias, se salvan gracias a su intercesión. ¡Ah! Si esta Marieta –así la llamaban en su furia– no se hubiera opuesto a nuestros designios y esfuerzos, ¡hace tiempo habríamos derribado y destruido a la Iglesia y precipitado en el error y la infidelidad a todas sus jerarquías! Tenemos que añadir, con mayor claridad y precisión –obligados por la violencia que nos hacen–, que nadie que persevere en el rezo del rosario se condenará. Porque Ella obtiene para sus fieles devotos la verdadera contrición de los pecados, para que los confiesen y alcancen el perdón e indulgencia de ellos."

       Entonces, Santo Domingo hizo rezar el rosario a todos los asistentes muy lenta y devotamente. Y a cada avemaría que recitaban –¡cosa sorprendente!– salía del cuerpo del poseso gran multitud de demonios en forma de carbones encendidos. Cuando salieron todos los demonios y el hereje quedó completamente liberado, la Santísima Virgen dio su bendición –aunque invisiblemente– a todo el pueblo, que con ello experimentó sensiblemente gran alegría.

       Este milagro fue causa de la conversión de muchos herejes, que llegaron hasta ingresar en la Cofradía del Santo Rosario.

       34.ª ROSA – (BEATO ALANO, 2.ª P. C.17) SIMÓN DE MONTFORT, ALANO DE LANVALLAY, OTERO

       ¿Quién podrá contra las victorias que Simón, conde de Montfort, logró sobre los albigenses gracias a la protección de Nuestra Señora del Rosario? Fueron tan famosas, que jamás se ha visto cosa parecida. Con quinientos hombres derrotó una vez a un ejército de diez mil herejes. En otra ocasión, con treinta venció a tres mil. En otra, con ochocientos hombres de caballería y mil de infantería despedazó el ejército del rey de Aragón, compuesto de cien mil hombres, perdiendo solamente un soldado de caballería y ocho de infantería.

       ¡De cuántos peligros libró la Santísima Virgen a Alano de Lanvallay, caballero bretón, que combatía en favor de la fe contra los albigenses! Mientras se hallaba cierto día rodeado de enemigos por todas partes, la Santísima Virgen lanzó contra ellos ciento cincuenta piedras y lo libró de sus manos.

       Otro día en que su navío había naufragado y estaba ya próximo a sumergirse, esta bondadosa madre hizo emerger de las aguas ciento cincuenta colinas, por encima de las cuales llegó a Bretaña. Él, como memorial de los milagros que en su favor había hecho la Santísima Virgen en recompensa del rosario que le rezaba cada día, hizo edificar un convento en Dinán para los religiosos de la nueva Orden de Santo Domingo. Después se hizo religioso y murió santamente en Orleáns.

       Igualmente, Otero, soldado bretón de Vaucouleurs, hizo huir muchas veces compañías enteras de herejes y ladrones con su rosario y espada al brazo. Sus enemigos, después de las derrotas sufridas, le aseguraron que habían visto su espada resplandeciente, y algunas veces un escudo en su brazo, en el cual estaban grabadas las imágenes de Jesucristo, la Santísima Virgen y los santos, que le hacían invencible y le daban fuerza en la batalla.

       Cierta vez, con diez compañías venció a veinte mil herejes, sin perder uno solo de sus soldados. Hecho que impresionó tanto al general del ejército enemigo, que fue en busca de Otero, abjuró la herejía y declaró que lo había visto cubierto de armas de fuego durante el combate. 

       35.ª ROSA – (BEATO ALANO, 4.ª P. C.40) EL CARDENAL PEDRO

       Refiere el Beato Alano que un cardenal de nombre Pedro, del título de Santa María del Tíber, instruido por Santo Domingo –íntimo amigo suyo– en la devoción del santo rosario, se interesó tanto por ella, que se convirtió en su panegirista y la inculcaba a cuantos podía. Enviado como legado a Tierra Santa, entre los cristianos que combatían a los sarracenos persuadió tan maravillosamente al ejército cristiano acerca de la eficacia del rosario, que –practicando todos esta devoción para implorar la ayuda del cielo– en un combate, con sólo tres mil, triunfaron sobre cien mil.

       Los demonios –ya lo hemos visto– temen infinitamente al rosario. Dice San Bernardo que la salutación angélica los echa fuera y hace temblar a todo el infierno. El Beato Alano asegura haber visto a varias personas que se habían entregado al diablo en cuerpo y alma y habían renunciado al bautismo y a Jesucristo, y que, tras abrazar la devoción del santo rosario, fueron liberadas de su esclavitud a Satanás.

       36.ª ROSA – UNA MUJER DE AMBERES, LIBERADA DE LAS CADENAS DEL DEMONIO

       En el año 1578, una mujer de Amberes se entregó al demonio, firmándole el compromiso con su sangre. Algún tiempo después se arrepintió, y, deseando reparar el mal que había hecho, buscó un confesor prudente y caritativo para encontrar el medio de liberarse del poder de Satanás.

       Encontró un sacerdote sabio y virtuoso, que le aconsejó buscar al P. Enrique, religioso del convento de Santo Domingo y director de la Cofradía del Rosario, confesarse con él y pedirle la inscribiera en la Cofradía. Fue ella a buscarlo; pero, en lugar del sacerdote, encontró al demonio bajo la forma de un religioso, que la reprendió severamente y le dijo que no podía esperar de Dios ninguna gracia ni había medio de revocar lo que había firmado. Esto la afligió profundamente. Mas no por ello perdió totalmente la esperanza en la misericordia de Dios, y volvió a buscar al sacerdote. Encontró nuevamente al diablo, que la rechazó como la vez anterior. Pero, repitiendo por tercera vez el intento, permitió el Señor que encontrara al P. Enrique, a quien buscaba, y que la recibió con caridad y la exhortó a confiar en la misericordia divina y hacer una buena confesión. La recibió en la Cofradía y le ordenó que rezara con frecuencia el santo rosario. Cierto día, durante la misa que el P. Enrique celebraba a intenciones de la susodicha mujer, la Santísima Virgen obligó al diablo a devolver el compromiso firmado. Y así quedó ella liberada por el poder de María y la devoción del santo rosario. 

       37.ª ROSA – EL ROSARIO TRANSFORMA UN MONASTERIO

       Un gentilhombre tenía muchos hijos. Había colocado a una de sus hijas en un monasterio totalmente relajado: las religiosas sólo respiraban vanidad y frivolidad. El confesor, hombre fervoroso y devoto del santo rosario, deseando dirigir a esta joven religiosa por los senderos de la santidad, le ordenó rezar todos los días el rosario en honor de la Santísima Virgen, meditando la vida, pasión y gloria de Jesucristo. Le agradó mucho a ella esta devoción, y poco a poco fue detestando la relajación de sus hermanas. Empezó a gustar del silencio y la oración, no obstante el desprecio y burlas de las otras religiosas, que interpretaban su fervor como santurronería.

       En aquellos días, un santo abad llegó de visita al monasterio, y mientras oraba tuvo una extraña visión. Le parecía ver a una religiosa que oraba en su celda ante una Señora de extraordinaria belleza y a quien acompañaban numerosos ángeles. Éstos, con flechas encendidas, alejaban la multitud de demonios que intentaban entrar en la celda. Los espíritus malignos corrían, en forma de animales inmundos, a refugiarse en las celdas de las otras religiosas, excitándolas al pecado, en el cual caían muchas de ellas.

       Comprendió el abad, por esta visión, el mal espíritu de aquel monasterio y creyó morir de tristeza. Llamó a la joven religiosa y la exhortó a perseverar. Reflexionando luego sobre la excelencia del rosario, decidió reformar el monasterio con esta devoción. Adquirió para ello hermosos rosarios; los distribuyó entre las religiosas, aconsejándoles que recitaran el rosario todos los días y prometiéndoles que, si aceptaban su consejo, no las obligaría a aceptar la reforma. Recibieron complacidas los rosarios y prometieron recitarlo con aquella condición. Y ¡cosa admirable! Poco a poco dejaron las vanidades, se dedicaron al silencio y al recogimiento, y en menos de un año pidieron ellas mismas la reforma. El rosario había obrado en sus corazones más de cuanto hubiera podido hacerlo el abad con sus exhortaciones y autoridad. 

       38.ª ROSA – DEVOCIÓN DE UN OBISPO ESPAÑOL AL SANTO ROSARIO

       Una condesa española –instruida por Santo Domingo en la devoción del rosario– lo rezaba a diario con maravilloso adelanto en la virtud. Nada deseaba tanto como vivir para la perfección. Pidió entonces a un obispo y célebre predicador algunas prácticas de perfección. Díjole él que antes era necesario le declarase el estado de su alma y sus ejercicios de piedad. Contestó ella que el principal de éstos era el rosario, que rezaba todos los días, meditando los misterios gozosos, dolorosos y gloriosos con gran provecho espiritual. El obispo, entusiasmado al oír explicar las maravillosas enseñanzas contenidas en los misterios, le dijo: "Hace veinte años que soy doctor en teología. He leído acerca de muchas excelentes prácticas de devoción. Pero no he conocido nada más fructífero ni conforme al cristianismo que ésta. Quiero imitarte. ¡Predicaré el rosario!"

       Hízolo así, y con tal éxito que al poco tiempo contempló un favorable cambio de costumbres en su diócesis: muchas conversiones, restituciones y reconciliaciones. Cesaron el libertinaje, el lujo y el juego, y en las familias reflorecieron la paz, la devoción y la caridad. Cambio tanto más admirable que este obispo había trabajado esforzadamente para reformar su diócesis con escasísimo fruto.

       Para inculcar mejor la devoción del santo rosario, llevaba siempre uno muy bello colgado a la cintura, y, mostrándolo a sus oyentes, les decía: "Sabed, hermanos, que el rosario de la Santísima Virgen es tan excelente, que yo –con ser vuestro obispo, doctor en teología y en ambos derechos– me glorío de llevarlo siempre conmigo, como el distintivo más glorioso de mi episcopado y doctorado". 

       39.ª ROSA – SANTIFICACIÓN DE UNA PARROQUIA MEDIANTE EL ROSARIO

       El rector de una parroquia danesa contaba frecuentemente –para mayor gloria de Dios y con gran gozo de su alma– que había obtenido en su parroquia un resultado análogo al de este obispo en su diócesis.

       "Había predicado –decía– todas las más atrayentes y provechosas materias, sin ningún resultado. Al no ver cambio alguno en mi parroquia, me resolví a predicar el rosario, explicando su excelencia y práctica. Y puedo asegurar que, después de haber hecho gustar a mi pueblo esta devoción, noté un cambio patente en sólo seis meses. En verdad, esta divina oración tiene especial eficacia para mover los corazones e inspirarles el horror al pecado y el amor a la virtud."

       La Santísima Virgen dijo un día al Beato Alano: "Dios escogió la salutación angélica para la encarnación de su Palabra y la redención del hombre. Del mismo modo, quienes desean reformar las costumbres de las gentes y regenerarlas en Jesucristo, deben honrarme y dirigirme el mismo saludo. Yo soy el Camino por el cual vino Dios a los hombres, y es preciso que, por mediación mía, obtengan de Jesucristo la gracia y las virtudes".

       En cuanto a mí que esto escribo, aprendí por experiencia personal la eficacia de esta oración para convertir los corazones más endurecidos. He encontrado personas a quienes no conmovía la predicación de las verdades más tremendas realizada durante la misión. Por consejo mío adquirieron la costumbre de rezar diariamente el santo rosario, y así se convirtieron y consagraron totalmente a Dios.

       He podido, además, constatar una enorme diferencia de costumbres entre las poblaciones donde di misiones: unas, por haber abandonado la práctica del rosario, volvieron a caer en las malas costumbres; otras, por haber perseverado en rezarlo, se mantuvieron en gracia de Dios y progresaron día a día en la virtud.

       40.ª ROSA – EFECTOS ADMIRABLES DEL ROSARIO

       El Beato Alano de la Rupe, los PP. Juan Dumont y Thomas, las crónicas del santo rosario y otros autores –muchas veces testigos oculares– refieren numerosas conversiones excepcionales de pecadores a quienes, durante veinte, treinta o cuarenta años pasados en el mayor desorden, nada había podido convertir. No obstante, gracias a la maravillosa plegaria que es el rosario, alcanzaron la conversión. Por temor a extenderme más de lo justo, no las narraré. Tampoco referiré las que yo mismo he visto. Las omito por diversas razones.

       Lector amado: si pones en práctica y predicas esta devoción, aprenderás por experiencia propia –mejor que en libro alguno– y comprobarás felizmente el efecto maravilloso de las promesas hechas por la Santísima Virgen a Santo Domingo, al Beato Alano y a cuantos hagan florecer esta devoción que le es tan grata. Devoción que educa a los pueblos en las virtudes de su Hijo y en las suyas propias, los conduce a la oración mental, a la imitación de Jesucristo, a la frecuencia de los sacramentos, a la sólida práctica de las virtudes y a toda clase de buenas obras, y a ganar tan valiosas indulgencias que las gentes ignoran porque los predicadores de esta devoción no hablan de ellas casi nunca, contentándose con hacer sobre el rosario un sermón a la moda, que muchas veces sólo causa admiración, pero no instruye.

       Para abreviar, me contento con decirte, con el Beato Alano, que el rosario es un manantial y depósito de toda clase de bienes:

       1.º   P   Procura el perdón de los pecadores;

       2.º   S   Sacia a las almas sedientas;

       3.º   A   A los encadenados rompe las cadenas;

       4.º   L   La alegría devuelve a los que lloran;

       5.º   T   Tranquilidad ofrece a los tentados;

       6.º   E   El pobre es socorrido;

       7.º   R   Reforma los institutos religiosos;

       8.º   I   Inteligencia da a los ignorantes;

       9.º   V   Vence la vanidad de los vivos;

       10.º M   Mediante sus sufragios son aliviados los muertos.

       "Quiero –dijo un día la Santísima Virgen al Beato Alano– que los devotos de mi rosario obtengan la gracia y bendición de mi Hijo durante su vida, en la hora de la muerte y después de ella. Quiero que se vean libres de todas las esclavitudes y sean reyes verdaderos –con la corona en la cabeza y el cetro en la mano– y alcancen la vida eterna. Amén."

 

¡ Ave María puríssima !

 

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