lunes, 16 de septiembre de 2013

Lunes por las almas del Purgatorio. 16/09/2013. Santos Cornelio y Cipriano ¡rueguen por nosotros!

JMJ

Pax

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 7, 1-10

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar a la gente, entró en Cafarnaúm. Había allí un oficial romano, que tenía enfermo y a punto de morir a un criado muy querido. Cuando le dijeron que Jesús estaba en la ciudad, le envió a algunos de los ancianos de los judíos para rogarle que viniera a curar a su criado. Ellos, al acercarse a Jesús, le rogaban encarecidamente, diciendo: 
"Merece que le concedas ese favor, pues quiere a nuestro pueblo y hasta nos ha construido una sinagoga". Jesús se puso en marcha con ellos.
Cuando ya estaba cerca de la casa, el oficial romano envió unos amigos a decirle: "Señor, no te molestes, porque yo no soy digno de que tú entres en mi casa; por eso ni siquiera me atreví a ir personalmente a verte. Basta con que digas una sola palabra y mi criado quedará sano. Porque yo, aunque soy un subalterno, tengo soldados bajo mis órdenes y le digo a uno:
"¡Ve!", y va; a otro: "¡Ven!", y viene; y a mi criado: "¡Haz esto!", y lo hace".
Al oír esto, Jesús quedó lleno de admiración, y volviéndose hacia la gente que lo seguía, dijo: 
"Yo les aseguro que ni en Israel he hallado una fe tan grande". 
Los enviados regresaron a la casa y encontraron al criado perfectamente sano.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

lun 24a. Ordinario año impar

Antífona de Entrada

Confío, Señor, en tu misericordia; alegra mi corazón con tu auxilio. Cantaré al Señor por el bien que me ha hecho.

Oración Colecta

Oremos:
Concédenos, Señor, ser dóciles a las inspiraciones de tu Espíritu para que realicemos siempre en nuestra vida tu santa voluntad
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

Pidan a Dios por todos los hombres, pues él quiere que todos se salven

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 2, 1-8

Te ruego, hermano, que ante todo se hagan oraciones, plegarias, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres, y en particular por los jefes de Estado y las demás autoridades, para que podamos llevar una vida tranquila y en paz, entregada a Dios y respetable en todo sentido.
Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro salvador, pues él quiere que todos los hombres se salven y todos lleguen al conocimiento de la verdad. Porque no hay sino un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres: Cristo Jesús, hombre él también que se entregó como rescate por todos.
él dio testimonio de esto a su debido tiempo y de esto yo he sido constituido; digo la verdad y no miento, pregonero y apóstol para enseñar la fe y la verdad.
Quiero, pues, que los hombres libres de odios y divisiones hagan oración donde quiera que se encuentren, levantando al cielo sus manos puras.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 27

Salva, Señor, a tu pueblo.

Escucha, Señor, mi súplica cuando te pido ayuda y levanto las manos hacia tu santuario.
Salva, Señor, a tu pueblo.

El Señor es mi fuerza y mi escudo, en él confía mi corazón; él me socorrió y mi corazón se alegra y le canta agradecido.
Salva, Señor, a tu pueblo.

El Señor es la fuerza de su pueblo, el apoyo y la salvación de su Mesías. Salva, Señor, a tu pueblo y bendícelo porque es tuyo; apaciéntalo y condúcelo para siempre.
Salva, Señor, a tu pueblo.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él tenga vida eterna. 
Aleluya.

Evangelio

Ni en Israel he hallado una fe tan grande.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 7, 1-10

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar a la gente, entró en Cafarnaúm. Había allí un oficial romano, que tenía enfermo y a punto de morir a un criado muy querido. Cuando le dijeron que Jesús estaba en la ciudad, le envió a algunos de los ancianos de los judíos para rogarle que viniera a curar a su criado. Ellos, al acercarse a Jesús, le rogaban encarecidamente, diciendo: 
"Merece que le concedas ese favor, pues quiere a nuestro pueblo y hasta nos ha construido una sinagoga". Jesús se puso en marcha con ellos.
Cuando ya estaba cerca de la casa, el oficial romano envió unos amigos a decirle: "Señor, no te molestes, porque yo no soy digno de que tú entres en mi casa; por eso ni siquiera me atreví a ir personalmente a verte. Basta con que digas una sola palabra y mi criado quedará sano. Porque yo, aunque soy un subalterno, tengo soldados bajo mis órdenes y le digo a uno:
"¡Ve!", y va; a otro: "¡Ven!", y viene; y a mi criado: "¡Haz esto!", y lo hace".
Al oír esto, Jesús quedó lleno de admiración, y volviéndose hacia la gente que lo seguía, dijo: 
"Yo les aseguro que ni en Israel he hallado una fe tan grande". 
Los enviados regresaron a la casa y encontraron al criado perfectamente sano.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio Mujer, ahí está tu hijo. Hijo, ahí está tu madre † Lectura del santo Evangelio según san Juan 19, 25-27 Gloria a Ti, Señor. Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: "Mujer, ahí está tu hijo". Luego dijo al discípulo: "Ahí está tu madre". Y desde entonces, el discípulo se la llevó a vivir con él. Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Que este sacrificio de acción de gracias y de alabanza que vamos a ofrecerte, nos ayude, Señor, a conseguir nuestra salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

El misterio de nuestra salvación en Cristo

En verdad es justo y necesario,es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor.
él, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz y así adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso,
con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria diciendo:

Antífona de la Comunión

Proclamaré Señor, todas tus maravillas y me alegraré en ti y entonaré salmos a tu nombre, Dios altísimo.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Que el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que nos has dado, Señor, en este sacramento, sean para todos nosotros una prenda segura de vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Dia 16/09 San Cornelio, san Cipriano (obispo, mártires, rojo)

Antífona de Entrada

Los santos, que siguieron las huellas de Cristo, viven gozoso a en el cielo. Derramaron la sangre por su amor; por eso se alegran con Cristo para siempre.

Oración Colecta

Oremos:
Concédenos, Señor, que nuestras oraciones nos sirvan de alegría y ayuda, para que, al celebrar la fiesta anual de los santos mártires Cornelio y Cipriano, imitemos su constancia en la fe.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

Llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios
4, 7-15

Hermanos: Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados; nos derriban pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas parte llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.
Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. Así, la muerte está actuando en nosotros, y la vida en ustedes. Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito:
"Creí , por eso hablé", también nosotros creemos y por eso hablamos, sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús, también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con ustedes. Todo es para su bien. Cuantos más reciban la gracia, mayor será el agradecimiento, para la gloria de Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del Salmo 125

Los que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares.
Los que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares.

Hasta los gentiles decían: "El Señor ha estado grande con ellos". El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres.
Los que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares.

Que el Señor cambie nuestra suerte como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares.


Los que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares.

Al ir, iban llorando, llevando la semilla; al volver vuelven cantando, trayendo sus gavillas.
Los que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Bendito sea el Padre de las misericordias y Dios de toda consolación, que nos consuela en todas nuestras tribulaciones.
Aleluya.

Evangelio

El mundo los ha odiado

Ý Lectura del santo Evangelio según san Juan
17, 11-19

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, Jesús oró diciendo:
"Padre santo: guárdalos en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba y, ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviase al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Recibe; Padre santo, las ofrendas que te presentamos en la fiesta de tus mártires Cornelio y Cipriano; y concédenos la gracia de permanecer siempre firmes en la confesión de tu nombre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

Testimonio y ejemplo de los mártires

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, nuestro Señor.
Porque la sangre de los gloriosos mártires Cornelio y Cipriano, derramada como la de Cristo para proclamar su fidelidad a ti, manifiesta tu admirable poder, que convierte la fragilidad en fortaleza y al hombre débil robustece para que sea testigo tuyo.
Por eso,
como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la tierra te aclamamos, diciendo sin cesar:

Antífona de la Comunión

Ustedes son los que han preservado conmigo en mis pruebas, y yo les transmito el Reino, dice el Señor: Comerán y beberán a mi mesa en mi Reino.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Señor y Dios nuestro, que iluminaste el misterio de la cruz en la muerte gloriosa de tus mártires; escucha nuestra súplica y haz que, fortalecidos por este sacrificio, nos unamos a Cristo fielmente y trabajemos en la Iglesia por la salvación de todos los hombres.
Por Jesucristo, Señor nuestro.
Amén.

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Meditación diaria

24ª semana. Lunes

LA FE DE UN CENTURIÓN

— La humildad, primera condición para creer.

— El crecimiento de la fe.

— Humildad para perseverar en la fe.

I. Es posible que la escena que se narra en el Evangelio de la Misa1tuviera lugar a la caída de la tarde, cuando Jesús, terminadas sus enseñanzas al pueblo, entró en la ciudad de Cafarnaún. Llegaron entonces unos ancianos de los judíos para interceder por un Centurión que tenía un criado enfermo, al que estimaba mucho. Aparece este gentil como un alma de grandes virtudes. Es un hombre que sabe mandar, pues le dice a un soldado ve y va; y a otro: ven y viene. Y al mismo tiempo tiene un gran corazón, sabe querer a los que le rodean, como a ese criado enfermo, por quien hace todo lo que está en su mano para que sane. Es un hombre generoso, que había costeado la sinagoga de esta ciudad: se hace respetar y querer, pues, como escribe San Lucas, los judíos principales que acuden a Jesús le insisten diciendo: merece que le concedas esto, aprecia a nuestro pueblo.

Sobre todo, sobresale por su fe humilde. Después de recibir estas recomendaciones de sus amigos, Jesús se puso en camino con ellos. Y cuando estaba ya cerca de la casa, el Centurión envió al Maestro una nueva embajada para decirle: Señor, no te tomes esa molestia, porque no soy digno de que entres en mi casa, por eso ni siquiera yo mismo me he considerado digno de venir a ti, pero di una palabra y mi criado quedará sano...

Esta fe llena de humildad conquistó el corazón de Jesús, de tal manera que el Señor quedó admirado de él, y volviéndose a la multitud que le seguía, dijo: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe.

La humildad es la primera condición para creer, para acercarnos a Cristo. Esta virtud es el camino ancho por el que llega la fe y también el medio para aumentarla. La humildad nos capacita para hacernos entender por Jesús. Al comentar San Agustín este pasaje del Evangelio, asegura que fue la humildad la puerta por donde el Señor entró a posesionarse del que ya poseía2. Pidamos hoy nosotros al Señor una sincera humildad que nos acerque a Él, que haga más grande y firme nuestra fe y que nos disponga a hacer en todo su Voluntad santísima. «Me confiaste que, en tu oración, abrías el corazón al Señor con las siguientes palabras: "considero mis miserias, que parecen aumentar, a pesar de tus gracias, sin duda por mi falta de correspondencia. Conozco la ausencia en mí de toda preparación, para la empresa que pides. Y, cuando leo en los periódicos que tantos y tantos hombres de prestigio, de talento y de dinero hablan y escriben y organizan para defender tu reinado..., me miro a mí mismo y me encuentro tan nadie, tan ignorante y tan pobre, en una palabra, tan pequeño..., que me llenaría de confusión y de vergüenza si no supiera que Tú me quieres así. ¡Oh, Jesús! Por otra parte, sabes bien cómo he puesto, de buenísima gana, a tus pies, mi ambición... Fe y Amor: Amar, Creer, Sufrir. En esto sí que quiero ser rico y sabio, pero no más sabio ni más rico que lo que Tú, en tu Misericordia sin límites, hayas dispuesto: porque todo mi prestigio y honor he de ponerlo en cumplir fielmente tu justísima y amabilísima Voluntad"»3.

II. Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe. ¡Qué elogio tan grande! ¡Con qué alegría pronunciaría el Señor estas palabras! Meditemos hoy cómo es nuestra fe y pidamos a Jesús que nos otorgue la gracia de crecer en ella, día a día.

San Agustín enseñaba que tener fe es: «Credere Deo, credereDeum, credere in Deum»4, en una fórmula clásica entre los teólogos. Es decir: creer a Dios que sale a nuestro encuentro y se da a conocer; creer todo lo que Dios dice y revela, las verdades que comunica en ese encuentro personal; y, por último, creer en Dios, amándole, confiar sin medida en Él. Progresar en la fe es crecer en estas facetas. Creer a Dios lleva consigo la seria preocupación por mejorar la formación doctrinal, por crecer en el conocimiento de Dios. Hoy podemos examinar cómo es nuestro afán por conocer mejor a Dios y todo lo que Él nos ha revelado; quizá podríamos preguntarnos por el interés en lalectura espiritual, con cuya asiduidad adquirimos, a lo largo de los años, unos fundamentos firmes, y por la constancia en los medios de formación (círculos, charlas, retiros...), que quizá tenemos la inmensa suerte de encontrar a nuestro alcance. El afán por conocer mejor a Dios se concretará además en la fidelidad a la verdad revelada por Dios, proclamada por la Iglesia, protegida y predicada por su Magisterio.

Creer a Dios lleva consigo crecer en nuestra relación personal con Él, tratarle diariamente en la oración, en diálogo amoroso, como a nuestro Creador y Redentor, que viene diariamente a nuestro encuentro en la Sagrada Eucaristía, en la oración personal, y en tantas ocasiones en medio del trabajo, y en las dificultades y en las alegrías... Creer a Dios nos lleva a verle muy cerca de nuestro vivir diario5.

El tercer aspecto de la fe –creer en Dios– es la coronación y el gozo de los otros dos: es el amor que lleva consigo toda fe verdadera. «Señor, creo en Ti y te amo, hablo contigo, pero no como con un extraño, porque al tratarte, te voy conociendo y es imposible que te conozca y no te ame; pero si te amo, veo claro que he de luchar por vivir, día tras día, con arreglo a tu palabra, a tu voluntad, a tu verdad»6.

III. Y cuando volvieron a casa, los enviados encontraron sano al siervo.

Todos los milagros que hizo Jesús procedían de un Corazón lleno de amor y de misericordia; nunca realizó un prodigio que lastimase a nadie. Tampoco efectuó un milagro para su propia utilidad. Le vemos pasar hambre y no convierte las piedras en pan, padecer sed y le pide de beber a una mujer samaritana, junto al pozo de Jacob7. Y cuando Herodes le exige que haga una proeza, guarda silencio, a sabiendas de que aquel hombre podía darle la libertad... El fin de los milagros es el bien de los que se acercaban a Él, para que crean que Tú me has enviado8. Las obras de misericordia corporales se transforman en un mayor bien de las almas. Por eso, aquella tarde, cuando el Centurión pudo contemplar sano a su siervo, el milagro le unió más a Jesús. Hemos de suponer que después de Pentecostés fue uno de aquellos primeros gentiles que recibieron el Bautismo, y sería fiel al Maestro hasta el fin de sus días.

La fe verdadera nos une a Jesucristo Redentor y a su potestad sobre todas las criaturas, y nos da una seguridad y una firmeza que están por encima de toda circunstancia humana, de cualquier acontecimiento que pueda sobrevenir. Pero para tener esa fe necesitamos la humildad de este Centurión: sabernos nada ante Jesús; no desconfiar jamás de su auxilio, aunque alguna vez tarde algo en llegar o venga de distinto modo a como nosotros esperábamos.

San Agustín afirmaba que todos los dones de Dios podían reducirse a este: «Recibir la fe y perseverar en ella hasta el último instante de la vida»9. La humildad de saber que podemos traicionar la fe recibida, que somos capaces de separarnos del Maestro, nos ayudará a no dejar jamás el trato diario con Él, y esos medios de formación que nos enseñan a conocer mejor a Dios y nos suministran los argumentos que precisamos para darlo a conocer. El verdadero obstáculo para perseverar en la fe es la soberbia. Dios resiste a los soberbios, y da su gracia a los humildes10. Por eso hemos de pedir la humildad con mucha frecuencia.

En Nuestra Señora encontramos esa unión profunda entre la fe y la humildad. Su prima Isabel la saludará, movida por el Espíritu Santo, con estas palabras: Bienaventurada, feliz tú, porque has creído... Y el Espíritu Santo pondrá en boca de la Virgen Madre: —Una inmensa felicidad embarga mi alma. Y todas las generaciones me llamarán bienaventurada... Pero la razón última no es nada mío, sino que Dios ha puesto sus ojos en la humildad de su esclava, Él ha abierto mi corazón y lo ha llenado de gracias...11. Acudamos a Ella para que nos enseñe a crecer en esta virtud de la humildad, donde la fe tiene sus cimientos firmes. «La Esclava del Señor es hoy la Reina del Universo. Quien se humilla será exaltado (Mt 23, 12). Que sepamos ponernos al servicio de Dios sin condiciones y seremos elevados a una altura increíble; participaremos en la vida íntima de Dios, ¡seremos como dioses!, pero por el camino reglamentario: el de la humildad y la docilidad al querer de nuestro Dios y Señor»12.

1 Lc 7, 1-10. — 2 Cfr. San Agustín, Sermón 46, 12. — 3 San Josemaría Escrivá, Forja, Rialp, 2ª ed., Madrid 1987, n. 822. — 4 San Agustín, Sermón 144, 2. — 5 Cfr. P. Rodríguez, Fe y vida de fe, EUNSA, Pamplona 1974, pp. 124-125. — 6 Ibídem, p. 125. — 7 Cfr. Jn 4, 7. — 8 Jn 11, 42. — 9 San Agustín, Sobre el don de la perseverancia, 17, 47; 50, 641. — 10 Sant 4, 6. — 11 Cfr. Lc 1, 45 ss. — 12 A. Orozco, Mirar a María, Rialp, Madrid 1981, p. 238.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

San Cornelio y San Cipriano 
Mártires

A San Cipriano le rogamos que ruegue a Dios para que 
los que somos seguidores de Cristo, 
no sintamos nunca vergüenza de ser cristianos, 
y proclamemos siempre y en todas partes 
con palabras y buenas obras 
nuestra santa religión.

 

San Cornelio. Papa. Año 253.

Cornelio significa: "fuerte como un cuerno".

Este Pontífice fue martirizado en la persecución del emperador Decio en el año 253.

Su Pontificado se vió amargado por la rebelión de un hereje llamado Novaciano que proclamaba que la Iglesia Católica no tenía poder para perdonar pecados y que por lo tanto el que alguna vez hubiera renegado de su fe, nunca más podía ser admitido en la Santa Iglesia.

El hereje afirmaba también que ciertos pecados como la fornicación e impureza y el adulterio, no podían ser perdonados jamás. El Papa Cornelio se le opuso y declaró que si un pecador se arrepiente en verdad y quiere empezar una vida nueva de conversión, la Santa Iglesia puede y debe perdonarle sus antiguas faltas y admitirlo otra vez entre los fieles. A San Cornelio lo apoyaron San Cipriano desde Africa y todos los demás obispos de occidente.

El gobierno del perseguidor Decio lo desterró de Roma y a causa de los sufrimientos y malos tratos que recibió, murió en el destierro, como un mártir.

San Cipriano. Obispo de Cartago y mártir. Año 258.

Este fue el Santo más importante del Africa y el más brillante de los obispos de este continente, antes de que apareciera San Agustín.

Había nacido en el año 200 en Cartago (norte de Africa) y se dedicó a la labor de educador, conferencista y orador público. Tenía una inteligencia privilegiada, una gran habilidad para hablar en público, y una personalidad brillante y simpática que le conseguía un impresionante ascendiente sobre los demás.

Llegado a la mayoría de edad se convirtió al cristianismo por el ejemplo y las palabras de un santo sacerdote llamado Cecilio. Se hizo bautizar y una vez bautizado hizo el juramento de permanecer siempre casto, y de no contraer matrimonio (celibato se llama a este modo de vivir). A las gentes les llenó de admiración el tal voto o juramento, porque esto no se acostumbraba en aquellos tiempos.

Desde su conversión, descubrió Cipriano que la S. Biblia contiene tesoros maravillosos de buenas enseñanzas y se dedicó con toda su brillante inteligencia a estudiar este Libro Santo y a leer los comentarios que los antiguos santos habían escrito, respecto de la Sagrada Escritura. Hizo el sacrificio de renunciar a sus literatos mundanos que tanto le agradaban antes, y en adelante ya nunca citará ni siquiera una frase de un autor que no sea cristiano católico. Escribió un comentario acerca del Padrenuestro, tan bello, que hasta ahora no ha sido superado por otro autor.

Fue ordenado sacerdote, y en el año 248 al morir el obispo de Cartago, el pueblo y los sacerdotes aclamaron a Cipriano como el más digno para ser el nuevo obispo de la ciudad.

El se resistía y quería huir o esconderse, pero al fin se dio cuenta de que era inútil oponerse al querer popular y aceptó tan importante cargo, diciendo: "Me parece que Dios ha expresado su voluntad por medio del clamor del pueblo y de la aclamación de los sacerdotes". Y llegó a ser el más importante de todos los obispos que tuvo Cartago.

Un escritor de ese tiempo dejó este retrato de la bondad y venerabilidad de Cipriano: "Era majestuoso y venerable, inspiraba confianza a primera vista y nadie podía mirarle sin sentir veneración hacia él. Tenía una agradable mezcla de alegría y venerabilidad, de manera que los que lo trataban no sabían qué hacer más: si quererlo o venerarlo, porque merecía el más grande respeto y el mayor amor".

En el año 251 el emperador Decio decreta una terrible persecución contra los cristianos. Le interesaba sobre todo acabar con los obispos y destruir los libros sagrados. Y para que el mal a la religión sea mayor invita a todos los que quieren renegar de la religión cristiana a que quemen incienso ante los dioses y ya con eso quedan perdonados. Muchísimos caen en esta trampa, y con tal de no perder sus bienes, su libertad y su vida misma, queman incienso ante las imágenes de los ídolos paganos, y reniegan de la santa religión. El mal es inmenso.

Cipriano, con gran prudencia, viendo que lo que primero buscan es acabar con todos los jefes de la Iglesia, huye y se esconde, pero desde su escondite envía continuas cartas a los creyentes invitándolos a no abandonar la religión por nada en la vida. Los paganos recorren las calles de Cartago gritando: "Pedimos que Cipriano sea echado a los leones". Pero no lo lograron encontrar para echarlo a las fieras.

Hubo un corto período de paz y Cipriano volvió a su cargo de obispo. Pero encontró que algunos aceptaban sin más en la Iglesia a los que habían apostatado de la religión, sin exigirles hacer penitencia de ninguna clase. Se opuso a esta relajación y en adelante a todo renegado que quiso volver a la Iglesia le exigió que hiciera antes cierto tiempo de penitencia. Así preparaba a los creyentes para que en las próximas persecuciones no se dejaran dominar por el miedo y no renegaran tan fácilmente de sus creencias. Muchos se oponían a esta severidad, pero era necesaria para prevenir el peligro de apostatías en la próxima persecución que ya se avecinaba. Y sucedió que cuando vinieron después las más espantables persecuciones, los cristianos prefirieron morir antes que quemar incienso a los dioses de los paganos. Y fueron mártires gloriosos.

El año 252, llega la peste de tifo negro a Cartago y empiezan a morir cristianos por centanares y quedan miles de huérfanos. El obispo Cipriano se dedica a repartir ayudas a los que han quedado en la miseria. Vende todo lo más valioso que hay en su casa episcopal, y pronuncia unos de los sermones más bellos que se han compuesto en la Iglesia Católica acerca de la limosna. Todavía hoy al leer tan emocionantes sermones, siente uno un deseo inmenso de dedicarse a ayudar a los necesitados. Sus oyentes se conmovieron al escucharle tan impresionantes enseñanzas y fueron generosísimos en auxiliar a las víctimas de la epidemia.

El año 257 el emperador Valeriano decretó una violentísima persecución contra los cristianos. Pena de destierro para todo creyente que asistiera a un acto de culto cristiano, y pena de muerte para cualquier obispo o sacerdote que se atreviera a celebrar una ceremonia religiosa. A Cipriano le decretan en el año 157 pena de destierro, pero como donde quiera que vaya sigue celebrando ceremonias religiosas, en el año 258 le decretan pena de muerte. Se conservan las actas de la última audiencia que los jueces le hicieron para condenarlo al martirio. Son muy interesantes. Dicen así:

El juez: El emperador Valeriano ha dado órdenes de que no se permite celebrar ningún otro culto, sino el de nuestros dioses. ¿Ud. Qué responde?

Cipriano: Yo soy cristiano y soy obispo. No reconozco a ningún otro Dios, sino al único y verdadero Dios que hizo el cielo y la tierra. A El rezamos cada día los cristianos.

El 14 de septiembre una gran multitud de cristianos se reunió frente a la casa del juez. Este le preguntó al mártir: "¿Es usted el responsable de toda esta gente?

Cipriano: Si, lo soy.

El juez: El emperador le ordena que ofrezca sacrificios a los dioses.

Cipriano: No lo haré nunca.

El juez: Píenselo bien.

Cipriano: Lo que le han ordenado hacer, hágalo pronto. Que en estas cosas tan importantes mi decisión es irrevocable, y no va a cambiar.

El juez Valerio consultó a sus consejeros y luego de mala gana dictó esta sentencia: "Ya que se niega a obedecer las órdenes del emperador Valeriano y no quiere adorar a nuestros dioses, y es responsable de que todo este gentío siga sus creencias religiosas, Cipriano: queda condenado a muerte. Le cortarán la cabeza con una espada".

Al oír la sentencia, Cipriano exclamó: ¡Gracias sean dadas a Dios!

Toda la inmensa multitud gritaba: "Que nos maten también a nosotros, junto con él", y lo siguieron en gran tumulto hacia el sitio del martirio.

Al llegar al lugar donde lo iban a matar Cipriano mandó regalarle 25 monedas de oro al verdugo que le iba a cortar la cabeza. Los fieles colocaron sábanas blancas en el suelo para recoger su sangre y llevarla como reliquias.

El santo obispo se vendó él mismo los ojos y se arrodilló. El verdugo le cortó la cabeza con un golpe de espada. Esa noche los fieles llevaron en solemne procesión, con antorchas y cantos, el cuerpo del glorioso mártir para darle honrosa sepultura.

A los pocos días murió de repente el juez Valerio. Pocas semanas después, el emperador Valeriano fue hecho prisionero por sus enemigos en una guerra en Persia y esclavo prisionero estuvo hasta su muerte.

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Fuente: www.ArzobispadoDeLima.org
Juan Macías, Santo Dominico, 16 de septiembre  

Juan Macías, Santo

El padre de los pobres

Martirologio Romano: En Lima, en el Perú, san Juan Macías, religioso dominico, que, dedicado por mucho tiempo a oficios humildes, atendió con diligencia a pobres y enfermos y rezó asiduamente el Rosario por las almas de los difuntos (1645).

Etimología: Juan = Dios es misericordia. Viene de la lengua hebrea.

Fecha de canonización: 28 de setiembre de 1975 por Pablo VI

 

Nació en Rivera de Fresno, en Extremadura, España, el 2 de marzo de 1585. Era muy niño cuando sus padres murieron, quedando él bajo el cuidado de un tío suyo que lo hizo trabajar como pastor. Después de un tiempo conoció a un comerciante con el cual comenzó a trabajar, en 1616 el mercader viajó a América y Juan junto con él.

Llegó primero a Cartagena y de ahí decidió dirigirse al interior del Reino de Nueva Granada, visitó Pasto y Quito, para llegar finalmente al Perú donde se instalaría por el resto de su vida. Recién llegado obtuvo trabajo en una hacienda ganadera en las afueras de la capital y en estas circunstancias descubrió su vocación a la vida religiosa. Después de dos años ahorró un poco de dinero y se instaló definitivamente en Lima.

Repartió todo lo que tenía entre los pobres y se preparó para entrar a la Orden de Predicadores como hermano lego en el convento de dominicos de Santa María Magdalena donde había sido admitido. El 23 de enero de 1622 tomó los hábitos.

Su vida en el convento estuvo marcada por la profunda oración, la penitencia y la caridad. Por las austeridades a las que se sometía sufrió una grave enfermedad por la cual tuvo que ser intervenido en una peligrosa operación. Ocupó el cargo de portero y este fue el lugar de su santificación. El portón del monasterio era el centro de reunión de los mendigos, los enfermos y los desamparados de toda Lima que acudían buscando consuelo. El propio Virrey y la nobleza de Lima acudían a él en busca de consejos.

Andaba por la ciudad en busca de limosna para repartir entre los pobres. No se limitaba a saciar el hambre de pan, sino que completaba su ayuda con buenos consejos y exhortaciones en favor de la vida cristiana y el amor a Dios.

Murió el 16 de setiembre de 1645.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Eufemia de Calcedonia, Santa Mártir, 16 de septiembre  

Eufemia de Calcedonia, Santa

Mártir

Martirologio Romano: En Calcedonia, de Bitinia (hoy Turquía), santa Eufemia, mártir; que, según tradición, después de sufrir varias torturas bajo el emperador Diocleciano y el procónsul Prisco, al final de su combate alcanzó la corona de la gloria (c. 303).

Etimología: Eufemia = de buena palabra. Viene de la lengua griega.

Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma, el Papa.

 

Santa Eufemia era hija de un respetable hombre de Calcedonia, cerca de Constantinopla. En la época de Dioclesiano, fue tomada prisionera, torturada, y finalmente arrojada a los leones. Por lo general, se la representa con la palma del martirio, la rueda y a su lado, uno o más leones.

Cristianos devotos recogieron su cuerpo y lo llevaron a Constantinopla, donde el Emperador Constantino hizo edificar una iglesia en su honor. Su sarcófago permaneció allí hasta que llegaron los iconoclastas, en el 800. De acuerdo a la tradición, una noche de tormenta, el sarcófago desapareció de Constantinopla, y el 13 de Julio de 800 llegó a la costa de Rovinj. Fue recogido por un joven, que, arrastrándolo con la ayuda de dos caballos, lo llevó hasta la iglesia de San Francisco. La aparición del sarcófago se consideró milagrosa, de modo que los habitantes empezaron a venerar a la santa como su Patrona.

El sarcófago data del siglo III, es de mármol, pero está sin terminar. Tiene más o menos 208 cm. de largo, 195 cm. de altura y 95 cm de ancho. Dentro se guardan los huesos de la santa, envueltos en fina tela dorada.

Santa Eufemia fue martirizada en Calcedonia. La fecha exacta de su martirio parece haber sido el 16 de septiembre del 303. El concilio de Calcedonia tuvo gran influencia en la difusión del culto de datos sobre esta santa. Desde entonces, su fiesta se fue extendiendo gradualmente por toda la cristiandad y le fueron dedicadas muchas iglesias.

Se la declaró protectora de la ortodoxia

Esta fiesta figura en Occidente en el Martirologio Geronimiano (cf. Comm. Martyr. Hieron., pp. 368, 380) en el Calendario marmoreo de Nápoles (ed. D. Mallardo, Roma 1947, pp. 23, 162), y en Oriente, aparece en todos los calendarios. El Sinasario Costantinopolitano (coll, 811 - 13) cuenta un milagro muy particular, que se recuerda en esta fiesta: las dos profesiones de fe, la ortodoxa y la euquiana, fueron colocadas sobre el pecho de la santa, en su tumba. Después de algunos días, reabierta la tumba que había sido debidamente sellada, se encontró el texto herético en los pies de la mártir, mientras que el ortodoxo estaba en sus manos.

No faltan textos sobre la Santa, anteriores al concilio, que pueden gozar de un mayor crédito, no solamente por ser más antiguos, sino también por no encontrarse marcados por la entusiasta devoción que el triunfo de la ortodoxia de Calcedonia arrojó sobre la mártir.

Las reliquias de la Santa Eufemia se conservan en el Duomo de Rovigno d´Istria (Croazia).

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Víctor III, Beato CLVIII Papa, 16 de septiembre  

Víctor III, Beato

CLVIII Papa

Martirologio Romano: En Montecasino, tránsito del beato Víctor III, papa, quien, después de regir sabiamente durante treinta años el célebre monasterio y enriquecerlo magníficamente, fue elegido para gobernar la Iglesia romana (1087).

Fecha de beatificación: El culto al Beato Víctor III fue aprobado por el Papa León XIII, quien agregó su nombre al Martirologio Romano.

 

El joven que habría de llegar a Papa con el nombre de Víctor III, era conocido en la vida secular como Daufar y pertenecía a la familia lombarda de los duques de Benevento.

Como era el hijo único, su padre se mostraba ansioso para que contrajera matrimonio y le diera nietos, pero Daufar, cuya "nobleza de alma era mayor que la de su nacimiento", sentía en su fuero interno la certeza de que estaba llamado para servir a Dios como monje.

En el año de 1047, su padre perdió la vida en el campo de batalla y Daufar, que por entonces tendría unos veinte años, aprovechó la oportunidad para desligarse de la familia e irse a vivir con un ermitaño. Pero sus parientes le encontraron, forcejearon con él hasta el extremo de desgarrarle el hábito que vestía y, a fin de cuentas, le obligaron a volver con ellos a su casa de Benevento. Ahí se le mantuvo bajo estrecha vigilancia, pero al cabo de doce meses de encierro, consiguió escapar y huyó para refugiarse en el monasterio de La Cava. Por fin, su familia aceptó el hecho irrefutable de su vocación y le permitió que realizara sus deseos, con la única condición de abandonar el monasterio de La Cava para ingresar en la abadía de Santa Sofía, en Benevento.

Daufar accedió y, al entrar en el convento, su nuevo abad le dio el nombre de Desiderio. Transcurrieron algunos años sin que el joven monje encontrara el camino que buscaba: estuvo en un monasterio de una isla en el Adriático, estudió medicina en Salerno y fue ermitaño en los Abruzos.

Sin embargo, ya para entonces había atraído la atención favorable del Papa San León IX y, alrededor del año 1054, lo hizo ir a Roma. Ahí se quedó durante el reinado del papa Víctor II y ahí conoció a los monjes de Monte Cassino que le impresionaron de tal manera, que no tardó en hacer una peregrinación a la cuna de la orden de los benedictinos y acabó por unirse a la comunidad. En el año de 1057, el Papa Esteban llamó a Daufar a Roma, con la intención de enviarle como delegado a Constantinopla.

El Papa Esteban había sido abad en Monte Cassino y había retenido el cargo al ser elegido como Pontífice; pero, por aquel entonces estaba enfermo y, como creía que no iba a tardar mucho en llegar su muerte, decidió que se realizara sin tardanza la elección de su sucesor. La votación favoreció por unanimidad a Daufar, es decir al monje Desiderio. Este partió de todas maneras hacia el oriente para ocupar su puesto de delegado pontificio en Constantinopla, pero apenas había llegado a la ciudad de Bari, cuando le notificaron la muerte del Papa Esteban y tuvo que regresar. En Roma surgió una disputa en cuanto a la sucesión al trono de San Pedro y, durante la misma, Desiderio apoyó la elección de Nicolás II, que asumió el cargo, pero antes de autorizar a Desiderio para que se reintegrara a su monasterio de Monte Cassino, le consagró cardenal.

Desiderio fue uno de los grandes abades de Monte Cassino y, durante su gobierno, el famoso monasterio alcanzó el pináculo de su gloria. Primero, hizo reconstruir la iglesia y, después, todo el conjunto de edificios que dispuso en una escala más amplia y conveniente de la que había adoptado San Petronax y el abad Aligerno al restaurar la abadía después de los saqueos y destrucciones de los lombardos y los sarracenos. Embelleció de manera muy especial la basílica; "recurrió a las influencias y al dinero" y, no sólo hizo traer los mejores materiales de Roma, sino que contrató a los más diestros trabajadores de Lombardía, Amalfi y la misma Constantinopla. Gracias a esa combinación de las escuelas arquitectónicas de Lombardía y de Bizancio, surgieron en Monte Cassino nuevas formas y motivos de decoración, en la construcción, los mosaicos, los ornamentos, las pinturas y la iluminación; los mismos monjes de la abadía pusieron sus conocimientos y sus habilidades al servicio de la magna obra. Toda aquella magnificencia no era un vano exhibicionismo ni se había hecho para hospedar a "devotos hipócritas de fervor externo." La virtud entre los monjes de Monte Cassino se arraigó todavía más, y su número aumentó a doscientos y el abad Desiderio insistió y cuidó de que todos se sometieran a la más estricta observancia de la regla. Entre los que se sintieron atraídos hacia el monasterio figuraba Constantino Africano, el más notable de los médicos de la antigua escuela de Salerno y amigo personal de Desiderio.

Por otra parte, las construcciones y decoraciones dieron un trabajo material continuo y bien remunerado a numerosos trabajadores, artistas y artesanos. Desde entonces, el scriptorium de Cassino fue famoso por los libros que ahí se copiaban y por las iluminaciones e ilustraciones. Además de abad y cardenal, Desiderio era vicario papal para Campania, Apulia, Calabria y Capua, y la Santa Sede tenía tanta consideración y confianza hacia él, que le autorizó a nombrar prelados para los obispados vacantes y las abadías sin superior.

El Papa San Gregorio VII utilizó con mucha frecuencia a Desiderio corno su intermediario ante los normandos en Italia. No obstante que era de un tipo opuesto al de Gregorio, por la dulzura de su carácter, se mostró siempre corno un decidido y aun enérgico defensor del papado contra las ambiciones del emperador; es muy posible que su nombre haya sido uno de los que pronunció San Gregorio en su lecho de muerte, como posible sucesor. Cuando el Pontífice murió, Desiderio huyó de prisa de Roma y se refugió en Monte Cassino para evitar su elección, pero, en el mes de mayo de 1086, fue elegido por aclamación y se le impuso la roja capa pluvial pontificia en la iglesia de Santa Lucía para que reinara con el nombre de Víctor. Cuatro días más tarde, surgió una oposición que le brindó la oportunidad para huir de nuevo a Monte Cassino, donde dejó de lado las insignias pontificias y no se dejó convencer para ocupar el cargo hasta la Pascua del año siguiente. La sede de Roma se hallaba ocupada por entonces por el antipapa impuesto por el emperador, Guiberto de Ravena ("Clemente III"). Pero las fuerzas normandas consiguieron sacarlo de San Pedro durante el tiempo suficiente para que Víctor fuese consagrado ahí. Inmediatamente después de su consagración, partió al monasterio.

Pocas semanas más tarde, volvió a Roma, por última vez, cuando la condesa Matilde de Toscana se esforzaba por desalojar a Guiberto. Aquel Papa, tan amante de la paz y tan enfermo que rara vez podía celebrar la misa, no estaba capacitado para ver a su ciudad apostólica convertida en un campo de batalla y, hacia fines del verano, la abandonó para siempre. Después de un sínodo que él presidió en Benevento, fue llevado agonizante a su monasterio. Tendido en un camastro en la casa capitular, dio las últimas instrucciones a sus monjes y recomendó a Eudes, el cardenal obispo de Ostia, para que ocupase la sede apostólica. Murió dos días después, el 16 de septiembre de 1087. Había sido Papa durante cuatro meses.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Ludmila, Santa Mártir, 16 de septiembre  

Ludmila, Santa

Mártir Laica

Martirologio Romano: En Praga, en el territorio de Bohemia, santa Ludmila, mártir, duquesa de Bohemia, que como responsable de la educación de su nieto san Wenceslao, procuró infundir en su ánimo el amor de Cristo, hasta morir estrangulada por la conjuración de su nuera Drahomira y otros nobles paganos (921).

 

Santa Ludmila fue la primera santa checa. El monje Cristian dice de ella: "Era piadosa y mesurada, colmada de cariño. Generosa en limosnas y en oraciones nocturnas perseverante".

Ludmila nació probablemente en el año 860 y a la edad de 14 años se casó con Borivoj, el primer príncipe del Estado premislita cuya existencia está comprobada por las fuentes históricas.

Ludmila vivió con Borivoj en Levy Hradec, lugar fortificado sobre el río Vltava, situado al norte de Praga. En la acrópolis de Lev† Hradec se yergue la iglesia de San Clemente, la más antigua construcción cristiana en Bohemia. Debajo del suelo de la iglesia, remodelada sucesivamente en los estilos gótico y barroco, se han conservado los restos de la rotonda construida por Borivoj.

El príncipe Borivoj y su comitiva fueron bautizados en el año 863 por el arzobispo moravo, San Metodio, en la corte del príncipe de la Gran Moravia, Svatopluk. Metodio envió a Bohemia a su discípulo, el sacerdote Kaich, para divulgar la fe cristiana. A la princesa Ludmila le correspondió un notable papel en la propagación del cristianismo. Las leyendas religiosas la describen como una cristiana piadosa, a diferencia de su nuera Drahomíra, descrita como una obstinada pagana.

La historia del monje Cristian, "La vida y el martirio de San Venceslao y su abuela Sta. Ludmila", escrita en latín, reza: "Drahomíra es comparable a aquella Jezabel que en su saña asesinaba a los profetas". Mientras que sobre la princesa Ludmila el religioso afirma: "Remediaba a menudo la miseria de los pobres, prestaba ayuda, alimentando a los hambrientos, refrescando a los sedientos, vistiendo a los forasteros e indigentes. Lo testimonian también los sacerdotes de los que cuidó tan abnegadamente como si fueran sus hijos."

El monje Cristian alude también a la viudez de Ludmila. La princesa perdió bastante temprano a su esposo. Borivoj murió antes de cumplir los cuarenta años. Al trono subió su hijo Syptihnev, y posteriormente Vratislav que murió en el año 921. En ese mismo año se desencadenó el enfrentamiento entre la princesa Ludmila y su nuera Drahomíra. Las leyendas religiosas describen el enfrentamiento entre Ludmila y Drahomíra como la lucha entre el cristianismo y el paganismo, pero los historiadores insisten en haberse tratado de la lucha por el poder en el Estado premislita. Drahomíra optó por una solución cruenta mandando matar a su rival. Ludmila fue asesinada en su sede de Tetín, en los alrededores de Praga, un sábado 15 o domingo 16 de septiembre del año 921.

Los asesinos de Ludmila irrumpieron en su aposento y a pesar de sus sentidas imploraciones la estrangularon. En la iconografía gótica, Ludmila suele ser retratada con el atributo de su muerte mártir: un chal blanco rodeándole el cuello.

La princesa Ludmila murió a la edad de 61 años. Se decía que en torno a su sepultura se producían milagros. De la tumba se exhalaba un agradable aroma, y de noche, muchos vieron cirios y antorchas ardiendo. Por eso la asesina Drahomíra mandó construir sobre la sepultura la iglesia de San Miguel para que los milagros se atribuyeran a él y no a la difunta princesa Ludmila.

Al asumir el poder el príncipe Venceslao, ordenó trasladar el cuerpo de su abuela Santa Ludmila a Praga y sepultarla en la basílica de San Jorge, en el Castillo de Praga. Ello ocurrió en el año 925. Varios siglos después, durante el reinado del monarca Venceslao IV, los restos de la princesa fueron depositados en una nueva tumba, en la capilla de Santa Ludmila, en la misma basílica de San Jorge.

En 1981 se procedió a la investigación médico - antropológica de los restos mortales de la princesa premislita. Dicha investigación estaba relacionada con la exposición, celebrada en 1982 en la basílica de San Jorge y denominada "Los más antiguos Premislitas a la luz de la investigación antropológico - médica". En la muestra estaban expuestos los cráneos de los primeros Premislitas.

En estas investigaciones, conducidas por el Dr. Emanuel Vlcek, participaban los más destacados especialistas en anatomía, neurología, radiología y odontología. Se determinaba la edad, las enfermedades y lesiones padecidas, así como el grupo sanguíneo de los primeros Premislitas.

Al ser abierta la tumba de Santa Ludmila, se verificó que sus restos mortales estaban guardados en una caja de plomo y envueltos en tela. El cráneo se guardaba separadamente en el tesoro de la catedral de San Vito. La investigación médica llegó a confirmar que Ludmila había muerto a la edad de 60 o 61 años.

Ludmila, esposa del Premislita Borivoj, fue la primera santa checa. Sobre su vida y martirio surgieron numerosos tratados. Cincuenta años después de su muerte fue escrita una historia latina sobre Ludmila. A la santa checa se refiere también un monje del convento de San Emeramo, de Ratisbona, en el tratado escrito entre los años 974 y 983. Existió también el "Prólogo sobre Ludmila", escrito en eslavo antiguo quizá a finales del siglo 11.

 

 

Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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