martes, 20 de agosto de 2013

Miércoles de San José. 21/08/2013. San Pio X ¡ruega por nosotros!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 20, 1-16

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: 
"El Reino de los cielos es semejante a un propietario que, al amanecer, salió a contratar trabajadores para su viña. Después de quedar con ellos en pagarles un denario por día, los mandó a su viña. Salió otra vez a media mañana, vio a unos que estaban ociosos en la plaza y les dijo: 
"Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo que sea justo".
Salió de nuevo a medio día y a media tarde e hizo lo mismo. Por último, salió también al caer la tarde y encontró todavía otros que estaban en la plaza y les dijo: 
"¿Por qué han estado aquí todo el día sin trabajar?" 
Ellos le respondieron: 
"Porque nadie nos ha contratado". 
El les dijo: 
"Vayan también ustedes a mi viña".
Al atardecer, el dueño de la viña le dijo a su administrador: 
"Llama a los trabajadores y págales su jornal, comenzando por los últimos hasta que llegues a los primeros". 
Se acercaron, pues, los que habían llegado al caer la tarde y recibieron un denario cada uno. Cuando les llegó su turno a los primeros, creyeron que recibirían más; pero también ellos recibieron un denario cada uno. Entonces comenzaron a reclamarle al propietario, 
diciéndole:
"Estos últimos trabajaron sólo un rato y, sin embargo, les pagas lo mismo que a nosotros, que soportamos el peso del día y del calor".
Pero él respondió a uno de ellos: 
"Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso no quedamos en que te pagaría un denario? Toma, pues, lo tuyo y vete. Yo quiero darle al que llegó de último lo mismo que a ti. ¿Qué no puedo hacer con lo mío lo que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?" 
De igual manera, los últimos serán los primeros, y los primeros, los últimos". 
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

mie 20a. Ordinario año impar

Antífona de Entrada

No me abandones, Señor, Dios mío, no te me alejes; ven de prisa a socorrerme, Señor mío, mi salvador.

Oración Colecta

Oremos:
Dios omnipotente y misericordioso, de cuya mano proviene el don de servirte y de alabarte, ayúdanos a vencer en esta vida cuanto pueda separarnos de ti.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

Ustedes dijeron: "Que reine un rey sobre nosotros", siendo así que su rey es el Señor

Lectura del libro de los Jueces 9, 6-15

En aquellos días, se reunieron todos los hombres de Siquén y todas las familias de Bet-Mil-Lo y proclamaron rey a Abimelec, junto a la encina de la piedra conmemorativa de Siquén.
Se lo anunciaron a su hermano Jotán, quien subió a la cumbre del Garizín, y desde allí levantó la voz y clamó: 
"Escúchenme, vecinos de Siquén, y que Dios los escuche a ustedes. Una vez los árboles fueron a buscarse un rey. Le dijeron al olivo: 
"Sé nuestro rey". 
Pero el olivo les respondió: 
"¿Voy a renunciar al aceite que utilizan los dioses y los hombres, para ir a presumir por encima de los árboles?"
Entonces los árboles le dijeron a la higuera: 
"Ven a ser nuestro rey". 
Pero dijo la higuera:
"¿Voy a renunciar a mis dulces y sabrosos frutos, para ir a presumir por encima de los árboles?"
Entonces los árboles le dijeron a la vid:
"Ven a ser nuestro rey".
La vid les respondió: 
"¿Voy a dejar mi vino, que alegra a los dioses y a los hombres, para ir a presumir por encima de los árboles?"
Finalmente, los árboles dijeron a la zarza: 
"Ven a ser nuestro rey". 
La zarza les respondió: 
"Si de veras quieren hacerme su rey, vengan a descansar bajo mi sombra; pero si no es así, que brote fuego de la zarza y devore a los cedros del Líbano"".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 20

De tu poder, Señor, se alegra el rey.

De tu poder, Señor, se alegra el rey, se alegra con el triunfo que le has dado. Le otorgaste lo que él tanto anhelaba, no rechazaste el ruego de sus labios.
De tu poder, Señor, se alegra el rey.

Lo colmaste, Señor, de bendiciones, con oro has coronado su cabeza. La vida te pidió, tú se la diste, una vida por siglos duradera.
De tu poder, Señor, se alegra el rey.

Tu victoria, Señor, le ha dado fama, lo has cubierto de gloria y de grandeza. Sin cesar le concedes tus favores y lo colmas de gozo en tu presencia.
De tu poder, Señor, se alegra el rey.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
La palabra de Dios es viva y eficaz y descubre los pensamientos e intenciones del corazón. 
Aleluya.

Evangelio

¿Es que tienes envidia porque yo soy bueno?

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 20, 1-16

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: 
"El Reino de los cielos es semejante a un propietario que, al amanecer, salió a contratar trabajadores para su viña. Después de quedar con ellos en pagarles un denario por día, los mandó a su viña. Salió otra vez a media mañana, vio a unos que estaban ociosos en la plaza y les dijo: 
"Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo que sea justo".
Salió de nuevo a medio día y a media tarde e hizo lo mismo. Por último, salió también al caer la tarde y encontró todavía otros que estaban en la plaza y les dijo: 
"¿Por qué han estado aquí todo el día sin trabajar?" 
Ellos le respondieron: 
"Porque nadie nos ha contratado". 
El les dijo: 
"Vayan también ustedes a mi viña".
Al atardecer, el dueño de la viña le dijo a su administrador: 
"Llama a los trabajadores y págales su jornal, comenzando por los últimos hasta que llegues a los primeros". 
Se acercaron, pues, los que habían llegado al caer la tarde y recibieron un denario cada uno. Cuando les llegó su turno a los primeros, creyeron que recibirían más; pero también ellos recibieron un denario cada uno. Entonces comenzaron a reclamarle al propietario, 
diciéndole:
"Estos últimos trabajaron sólo un rato y, sin embargo, les pagas lo mismo que a nosotros, que soportamos el peso del día y del calor".
Pero él respondió a uno de ellos: 
"Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso no quedamos en que te pagaría un denario? Toma, pues, lo tuyo y vete. Yo quiero darle al que llegó de último lo mismo que a ti. ¿Qué no puedo hacer con lo mío lo que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?" 
De igual manera, los últimos serán los primeros, y los primeros, los últimos". 
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Que este sacrificio que vamos a ofrecerte en comunión con toda tu Iglesia, te sea agradable, Señor, y nos obtenga la plenitud de tu misericordia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

Restauración universal en Cristo

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
A quien hiciste fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste que participáramos todos. Siendo él de condición divina se despojó de su rango, y por su sangre derramada en la cruz puso en paz todas las cosas; y así, constituido Señor del universo, es fuente de salvación eterna para cuantos creen en él.
Por eso, 
con los ángeles y arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Antífona de la Comunión

Me has enseñado el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Continúa en nosotros, Señor, tu obra de salvación por medio de esta Eucaristía; para que, cada vez más unidos a Cristo en esta vida, merezcamos vivir con él eternamente.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Dia 21/08 San Pío décimo ( papa, blanco)

Antífona de Entrada

El Señor lo eligió sumo sacerdote y derramó sobre él todos los bienes.

Oración colecta

Oremos:
Señor, Dios nuestro, que en la figura de san Pío, has querido dar a tu Iglesia un modelo de buen pastor; concédenos, por su intercesión , ser apacentados un día con la grey de tus santos en la abundancia de los gozos eternos.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

Hubiéramos querido entregarles no solamente el Evangelio, sino también nuestra propia vida

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses
2, 2-8

Hermanos: Apoyados en nuestro Dios, tuvimos el valor de predicarles su Evangelio en medio de una fuerte oposición.
Es que nuestra predicación no nace del error, ni de intereses mezquinos, ni del deseo de engañarlos, sino que predicamos el Evangelio de acuerdo con el encargo que Dios, considerándonos aptos, nos ha hecho, y no para agradar a los hombres, sino a Dios que es el que conoce nuestros corazones.
Nunca nos hemos presentado, bien lo saben ustedes y Dios es testigo de ello, con palabras aduladoras ni con disimulada codicia, ni hemos buscado las alabanzas de ustedes ni las de nadie. Aunque hubiéramos podido imponerles nuestra autoridad, como apóstoles de Cristo, sin embargo los tratamos con la misma ternura con la que una madre estrecha en su regazo a sus pequeños. Tan grande es nuestro afecto por ustedes, que hubiéramos querido entregarles no solamente el Evangelio de Dios, sino también nuestra propia vida, porque han llegado ustedes a sernos sumamente queridos.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 88

Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.

Cantaré eternamente del Señor las bondades y anunciará mi boca tu lealtad por todas las edades. Pues el Señor ha dicho: "Mi amor es un amor eterno y mi fidelidad más firme que los cielos".
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.

Una alianza pacté con mi elegido, a mi siervo David, yo le he jurado: "Perpetuaré tu descendencia y afirmaré para siempre tu reinado".
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.

Hallé a David, mi siervo, y lo he ungido con óleo sagrado a fin de que mi mano lo sostenga y lo revista de valor, mi brazo.
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.

Su poder en mi nombre crecerá, mi amor y mi lealtad serán su escolta. El me podrá decir: "Tú eres mi Padre, mi Dios, mi roca salvadora".
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero.
Aleluya.

Evangelio

Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas

Ý Lectura santo Evangelio según san Juan
21, 15-17

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo le preguntó Jesús a Simón Pedro:
"Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?"
El le contestó:
"Sí, Señor, tú sabes que te quiero".
Jesús le dijo:
"Apacienta mis corderos".
Por segunda vez le preguntó:
"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?"
El le respondió:
"Sí, Señor; tú sabes que te quiero".
Jesús le dijo:
"Pastorea mis ovejas".
Por tercera vez le preguntó:
"Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?"
Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo quería, y le contestó:
"Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero".
Jesús le dijo:
"Apacienta mis ovejas".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, nuestras ofrendas y concédenos que, dóciles a las enseñanzas del Papa Pío décimo, celebremos con dignidad estos santos misterios y los recibamos con fe.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

La presencia de pastores santos en la Iglesia

En verdad es justo y necesario,es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque nos concedes la alegría de celebrar hoy la memoria de san Pío décimo, fortaleciendo a tu Iglesia con el ejemplo de su vida, instruyéndola con su palabra y protegiéndola con su intercesión.
Por eso,
con los ángeles y los santos, te cantamos el himno de alabanza diciendo sin cesar:

Antífona de la Comunión

El buen pastor da la vida por sus ovejas.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Señor, Dios nuestro, que estos sacramentos enciendan en nosotros el fuego de amor que abrasó el corazón de san Pío, y el impulsó a entregarse sin reserva al servicio de la Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

20ª semana. Miércoles

A TODAS LAS HORAS

— Para todos hay una llamada del Señor a trabajar en su viña. Nos llama a corredimir con Él en el mundo.

— Cualquier hora y circunstancia son buenas para el apostolado. El ejemplo de los primeros cristianos.

— Todo el que haya pasado cerca de nuestra vida debería poder decir que se sintió movido a vivir más cerca de Cristo.

I. El Señor se compara en el Evangelio de la Misa1 a un padre de familia que sale a distintas horas a contratar obreros para trabajar en su viña: al amanecer, a la hora de tercia, de sexta, de nona... Con los primeros –los que fueron contratados en primer lugar– se ajustó el salario en un denario. Los demás fueron contratados por lo que fuera justo. A última hora, cuando ya estaba próximo el final de la jornada laboral, a la hora undécima, salió de nuevo el padre de familia y encontró a otros que estaban sin trabajar, y les dijo: ¿Cómo es que estáis aquí todo el día parados? Y le contestaron: Porque nadie nos ha contratado. Y los envió también a trabajar en su viña.

El Señor quiere darnos una enseñanza fundamental: para todos los hombres hay una llamada de parte de Dios. Unos reciben la invitación de Cristo en el amanecer de su vida, en una edad muy temprana, y recae sobre ellos una particular predilección divina por haber sido llamados tan pronto. Otros, cuando ya han recorrido una buena parte del camino. Y todos en circunstancias bien distintas: las que presenta el mundo en que vivimos. El denario que todos reciben al terminar el día es la gloria eterna, la participación en la misma vida de Dios2, en una felicidad sin término al concluir la jornada de la vida, y la incomparable alegría, ya aquí, de trabajar para el Maestro, de gastar la vida por Cristo.

Trabajar en la viña del Señor, en cualquier edad en que nos encontremos, es colaborar con Cristo en la Redención del mundo: difundiendo su doctrina, con ocasión y sin ella; facilitando a otros el sacramento de la Confesión, quizá enseñándoles el modo de hacer el examen de conciencia, exponiendo los grandes bienes que se derivan de este sacramento; llamando a otros a que sigan a Cristo más de cerca a través de una vida de oración; participando en alguna catequesis o labor de formación; colaborando económicamente para crear nuevos instrumentos apostólicos; apartando a alguno de una situación en la que puede ofender a Dios, con el oportuno consejo o mediante la corrección fraterna; planteando a algún amigo, con la prudencia necesaria y después de pedir insistentemente luces en la oración, la posibilidad de entregarse más plenamente a Dios...

Quien se siente llamado a trabajar en la viña del Señor debe, de muy diversos modos, «participar en el designio divino de la salvación. Debe marchar hacia la salvación y ayudar a los demás a fin de que se salven. Ayudando a los demás se salva a sí mismo»3.

No sería posible seguir a Cristo, si a la vez no transmitimos la alegre nueva de su llamada a todos los hombres, «pues el que en esta vida procura solo su propio interés no ha entrado en la viña del Señor»4. Trabajan para Cristo quienes «se desvelan por ganar almas y se dan prisa por llevar a otros a la viña»5; prisa, porque el tiempo de la vida es escaso.

II. El Señor sale a contratar obreros para su viña a horas muy diversas y en situaciones distintas. Cualquier hora, cualquier momento es bueno para el apostolado, para llevar obreros a la viña del Señor, para que sean útiles y den frutos. Dios llama a cada uno de acuerdo con sus circunstancias personales, con su modo de ser peculiar, con sus defectos y también con la capacidad de nuevas virtudes. Pero son incontables quienes quizá mueran sin saber apenas que Cristo vive y que trae la salvación a todos, porque nadie les transmitió la llamada del Señor. ¿Vamos nosotros a estar parados, sin hablar de Dios? «Me dirás, quizá: ¿y por qué habría de esforzarme? No te contesto yo, sino San Pablo: el amor de Cristo nos urge (2 Cor 5, 14). Todo el espacio de una existencia es poco, para ensanchar las fronteras de tu caridad»6.

Los primeros cristianos aprendieron bien que el apostolado no tiene limitaciones de personas, lugares o situaciones. Con frecuencia comenzaban por la propia familia: «a los siervos y siervas y a los hijos, si los tienen, les persuaden a hacerse cristianos por el amor que hacia ellos tienen, y cuando se hacen tales, los llaman hermanos sin distinción»7. Fueron incontables las familias que, desde el menor de los siervos hasta los hijos, o los padres, recibieron la fe y vivieron en el amor a Cristo. Después quizá fueron los vecinos, los clientes o los compañeros de oficio o de armas... La vida de los campamentos, las mismas virtudes castrenses y bien pronto el testimonio de los mártires favoreció la expansión del Evangelio entre soldados. El ejército proporciona mártires en Italia, en África, en Egipto y hasta en las orillas del Danubio. Incluso la última persecución comenzó por una depuración de las legiones8.

Todas las situaciones eran buenas para acercar las almas a Cristo, incluso las que humanamente podrían parecer menos adecuadas, como la de comparecer ante un tribunal. San Pablo, prisionero en Cesarea, habla en defensa propia ante el procurador Festo y el rey Agripa. Les desvela los misterios de la fe de tal forma que mientras se defendía de este modo (anunciando la resurrección de Cristo), el rey dijo en alta voz: Estás loco, Pablo, las muchas letras te han hecho perder el juicio. Y comenta San Beda: «Consideraba locura que un hombre encadenado no hablara de las calumnias que le hostigaban desde fuera sino de las convicciones que le iluminan por dentro»9.

Más tarde, Agripa dirá a Pablo: Un poco más y me convences de que me haga cristiano. Y Pablo le respondió: Quisiera Dios que, con poco o con mucho, no solo tú sino todos los que me escuchan hoy se hicieran como yo... pero sin estas cadenas10.

Y nosotros, ¿no sabremos llevar, con paciencia, con cordialidad, a nuestros parientes, vecinos, amigos... hasta el Señor? El sentido apostólico de nuestra vida nos indicará el amor que tenemos a Cristo. No desaprovechemos ninguna ocasión: todas las horas son buenas para llevar obreros hasta la viña del Señor. Todas las edades son buenas para llenar las manos de frutos.

III. Sorprende que el padre de familia saliera a última hora, cuando ya apenas quedaba tiempo para trabajar; y sorprende también la razón que dieron aquellos que fueron contratados a esta hora tardía: Nadie nos ha contratado, ninguno nos hizo llegar la buena noticia de que el dueño del campo buscaba obreros para que trabajaran en su viña. Es la misma respuesta que darían ahora muchos que fueron bautizados, pero que se encuentran con una fe que languidece por momentos, porque nadie se ocupó de ellos. «Has tenido una conversación con este, con aquel, con el de más allá, porque te consume el celo por las almas. —Persevera: que ninguno pueda después excusarse afirmando "quia nemo nos conduxit" -nadie nos ha llamado»11. Ninguno de nuestros parientes, de los amigos, de los vecinos..., de quien estuvo con nosotros una sola tarde, o realizó un mismo viaje, o trabajó en la misma empresa, o estudió en la misma Facultad... debería decir que no se sintió contagiado de nuestro amor a Cristo. Cuando el querer es grande se manifiesta en la más pequeña oportunidad.

Muchos se sentirán movidos por nuestras palabras que hablan con vigor y con alegría del Maestro, a otros les ayudará el ejemplo de un trabajo bien acabado, o la serenidad ante el dolor y la dificultad, o quizá el trato cordial que hunde sus raíces en la virtud de la caridad..., y todos se sentirán urgidos por nuestra oración y por una honda alegría, consecuencia de seguir a Cristo. Nadie que nos haya conocido en cualquier circunstancia debería poder decir al final de sus días que no hubo quien se ocupara de él.

Algunos de los contratados a la viña protestaron a la hora de recibir el salario. Sin razón, pues se le dio a cada uno lo que se había ajustado con él: un denario. No comprendieron que servir al Señor es ya un honor inmerecido. Trabajar para Cristo es reinar, y motivo de acción de gracias por haber sido llamados de la plaza pública a la propiedad de Dios. En el mismo servicio a Dios, siendo apóstoles en medio del mundo, encontramos la recompensa, porque en realidad nada buscamos para nosotros mismos: solo amar cada vez más a Cristo y servirle, llamando a otros para que vayan a trabajar en su campo. El Señor no nos olvidará jamás. Debemos tener en cuenta que en el denario del salario «está incisa la imagen del Rey»12: se nos da Dios mismo en esta vida. Y, al atardecer, nos dará una gloria sin fin: cada uno recibirá a la medida de su trabajo13.

«Acude conmigo a la Madre de Cristo. Madre Nuestra, que has visto crecer a Jesús, que le has visto aprovechar su paso entre los hombres: enséñame a utilizar mis días en servicio de la Iglesia y de las almas; enséñame a oír en lo más íntimo de mi corazón, como un reproche cariñoso, Madre buena, siempre que sea menester, que mi tiempo no me pertenece, porque es del Padre Nuestro que está en los Cielos»14. Pidamos ayuda a San José para que nos enseñe a gastar la vida en el servicio a Jesús, mientras realizamos con alegría nuestro quehacer en el mundo.

1 Mt 20,1-16. — 2 Cfr. F. M. Moschner, Las Parábolas del reino de los cielos, p. 215. — 3 Juan Pablo II, Sobre la virtud de la prudencia, 25-X-1978. — 4 San Gregorio Magno, Homilías sobre los Evangelios, 19, 2. — 5 Ibídem. — 6 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 43. — 7 Arístides, cit. por D. Ramos, El testimonio de los primeros cristianos, p. 195. — 8 A. G. Hamman, La vida cotidiana de los primeros cristianos, Palabra, 2ª ed., Madrid 1986, p. 81. — 9 San Beda, Comentario a los Hechos de los Apóstoles, in loc. — 10 Hech 26, 24-32. — 11 San Josemaría Escrivá,Surco, n. 205. — 12 San Jerónimo, Comentario al Evangelio de San Mateo, 4, 3. — 131 Cor 3, 8. — 14 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 54.

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21 de agosto

SAN PÍO X*

Memoria

— Necesidad de dar doctrina. Emplear todos los medios a nuestro alcance.

— Serenidad y buen humor ante las dificultades.

— Amor a la Iglesia y al Papa.

I. El Señor hizo poner una alianza de paz y lo nombró príncipe, para que fuera sacerdote eternamente1.

Los años del Pontificado de San Pío X fueron particularmente difíciles por las transformaciones internas de muchas naciones, que tuvieron serias repercusiones en los fieles cristianos. Con todo, el verdadero vendaval que azotó fuertemente a la Iglesia en este tiempo fue de carácter ideológico y doctrinal: los intentos de conciliar la fe con una filosofía que estaba, en sus mismos principios, muy lejos de ella desembocaron en numerosos errores de amplia difusión. Estas ideologías atacaban los mismos fundamentos de la doctrina católica y conducían directamente a negarla2.

San Pío X hizo realidad el lema de su Pontificado –instaurar en Cristo todas las cosas3– en su honda preocupación por atajar estos males, que llegaban de mil formas al pueblo fiel4. Insistía con frecuencia en el daño que produce la ignorancia de la fe: «es inútil esperar solía decir que quien no tenga formación pueda cumplir con sus deberes de cristiano». Exhortaba una y otra vez en la necesidad de enseñar elCatecismo. De esta inquietud por la formación cristiana surgió el llamado Catecismo de San Pío X, que tanto bien ha hecho en la Iglesia. Este afán de dar doctrina a un mundo que estaba hambriento y necesitado de ella se refleja en todo su Magisterio. Incluso él mismo, siendo Papa, no quiso abandonar los medios tradicionales de la Catequesis. Hasta 1911 solía enseñar el Catecismo en el cortile de San Dámaso y en el de la Piña, en el Vaticano. También cada domingo invitaba a los feligreses de una parroquia romana, les celebraba la Santa Misa y les explicaba el Evangelio.

Una buena parte de aquellos errores que combatió San Pío X parecen haber tomado carta de ciudadanía en nuestros días. Y en países evangelizados hace casi veinte siglos son muchedumbre los que no conocen las verdades más elementales de la fe. Muchos se encuentran indefensos y se dejan arrastrar por esos errores difundidos por unos pocos, con la complicidad de las propias pasiones5. Aquel llamamiento que hizo en su tiempo San Pío X para conservar y dar a conocer la buena doctrina sigue siendo plenamente actual. Es especialmente urgente que todos los cristianos, con los medios a nuestro alcance, demos a conocer las enseñanzas de la Iglesia sobre el sentido de la vida, el fin del hombre y su destino eterno, el matrimonio, la generosidad en el número de hijos, el derecho y deber de los padres para elegir la educación que estos han de recibir, la doctrina social de la Iglesia, el amor al Papa y a sus enseñanzas, la malicia del crimen del aborto... Y para esto debemos utilizar todos los medios a nuestro alcance: las catequesis familiares, la difusión de libros buenos, las conversaciones que todos los días surgen sobre temas que afectan a la fe o a la moral... No olvidemos además, como ha recordado el Papa Juan Pablo II, que «¡la fe se fortalece dándola!»6.

II . San Pío X se distinguió por una gran firmeza para hacer frente a un ambiente que muchas veces le fue adverso, y, a la vez, estuvo lleno de una profunda humildad y sencillez. En la Primera lectura de la Misa7se recogen estas palabras de San Pablo a los cristianos de Tesalónica, que bien pudo escribir también el Santo Pontífice: Tuvimos valor -apoyados en nuestro Dios para predicaros el Evangelio de Dios en medio de fuerte oposición. Sin embargo, San Pío X como San Pablo se mantuvo sereno y alegre en medio de las dificultades, porque su vida estaba fuertemente enraizada en la oración. No le faltó tampoco el buen humor.

Un soldado de la guardia suiza recuerda que le tocó una noche hacer la guardia en un patio al que daba la ventana del dormitorio del Papa. Con la alabarda al hombro, el soldado paseaba de un lado a otro. Sus pasos resonaban en las losas. En un momento de la noche se abrió la ventana y apareció la figura del Papa: «Bendito, ¿qué haces ahí?». El soldado explicó como pudo su cometido. Y San Pío X, benevolente, le recomendó: «Vete a descansar, que será mejor. Así podremos dormir tú y yo»8.

San Pío X tuvo fama de hacer milagros en vida. Un día fueron a verle al Vaticano sus antiguos parroquianos. Y con la sencillez y la confianza que siempre habían tenido con él y también con total falta de tacto, le preguntaron: «Don Beppo (así le llamaban cuando era párroco), ¿es cierto que usted hace milagros?». Y el Papa, con sencillez y buen humor, les respondió: «Mirad... aquí en el Vaticano hay que hacer un poco de todo»9. Sin embargo, un Obispo brasileño, habiendo oído hablar de la fama de santidad del Pontífice, se trasladó en los primeros meses de 1914 a Roma para implorar del Santo la curación de su madre, enferma de lepra. Ante su insistencia, San Pío X le exhortó que se encomendara a Nuestra Señora y a algún otro santo. Pero el Obispo, insistente, le rogó: «Al menos, dígnese repetir las palabras de Nuestro Señor ante el leproso: Volo, mundare!» (quiero, sé limpio). Y el Papa, con una sonrisa, y condescendiente, repitió: «Volo, mundare!». Cuando el Obispo regresó a su patria, encontró a su madre curada de la lepra10.

Entre las graves responsabilidades y la dureza de tantos acontecimientos que hubo de sobrellevar San Pío X, el Señor le concedió no perder la sencillez y el buen humor. Para nosotros, que hemos tomado en serio nuestra fe, vivida en medio del mundo, son dos virtudes humanas que podemos pedir hoy al Señor por intercesión de este Santo Pontífice. Nos ayudarán a sentirnos hijos de Dios, a estar serenos y alegres en cualquier dificultad.

III. San Pío X amó y sirvió con suma fidelidad a la Iglesia. Desde el comienzo de su Pontificado acometió una serie de profundas reformas. De modo particular dedicó una especial atención a los sacerdotes, de quienes lo esperaba todo. De su santidad, dijo muchas veces y de modos distintos, dependía en gran medida la santidad del pueblo cristiano. En el cincuenta aniversario de su ordenación sacerdotal dedicó a los sacerdotes una exhortación11 que tenía como motivo:Sobre cómo deben ser los sacerdotes que la Iglesia necesita. Pedía, ante todo, sacerdotes santos, entregados por entero a su labor de almas.

Muchos de los problemas, necesidades y circunstancias de aquellos once años de Pontificado de San Pío X, siguen siendo actuales. Por eso, hoy puede ser una buena ocasión para que examinemos cómo es nuestro amor con obras a la Iglesia; si, en medio de los quehaceres temporales, cada uno de nosotros tiene «una viva conciencia de ser un miembro de la Iglesia, a quien se le ha confiado una tarea original, insustituible e indelegable, que debe llevar a cabo para el bien de todos»12: dar buena doctrina, aprovechando toda ocasión oportuna, o creándola; ayudar a otros a que encuentren el camino de su reconciliación con Dios, mediante la Confesión sacramental; pedir cada día y ofrecer horas de trabajo bien acabado por la santidad de los sacerdotes; ayudar, con generosidad, al sostenimiento de la Iglesia y de obras buenas; contribuir a la difusión del Magisterio del Papa y de los Obispos, principalmente en asuntos que se refieren a la justicia social, a la moralidad pública, a la enseñanza, a la familia... «¡Qué alegría, poder decir con todas las veras de mi alma: amo a mi Madre la Iglesia santa!»13. Un amor que se traduce cada día en obras concretas.

Examinemos también cómo es nuestro amor filial al Papa, que para todos los cristianos ha de ser «una hermosa pasión, porque en él vemos a Cristo»14. Meditemos junto al Señor si pedimos todos los días por la persona del Romano Pontífice, para que el Señor lo custodie y lo vivifique y le haga dichoso en la tierra..., si estamos unidos a sus intenciones, si rezamos por ellas...

Dios poderoso y eterno -le rogamos con una oración de la Misa, que para defender la fe católica e instaurar todas las cosas en Cristo, colmaste al Papa San Pío X de sabiduría divina y de fortaleza apostólica; concédenos que, dóciles a sus instrucciones y ejemplos, consigamos la recompensa eterna.

1 Antífona de entrada. Cfr. Eclo 45, 30. — 2 Cfr. R. García de Haro, Historia teológica del Modernismo, EUNSA, Pamplona 1972. — 3 San Pío X, Carta Apost. Bene nostis, 14-II-1905. — 4 Cfr. ídem, Decr. Lamentabili, 3-VII-1907; Enc. Pascendi, 8-IX-1907. —5 Cfr. Juan Pablo II, Exhort. Apost. Christifideles laici, 30-XII-1988, 34. — 6 ídem, Enc.Redemptoris missio, 7-XII-1990, n. 2 — 7 1 Tes 2, 2-8. — 8 Cfr. J. M. Javierre, Pío X, Juan Flors, 5.ª ed., Barcelona 1961, p. 180. — 9 Cfr. L. Ferrari, Pío X: Dalle mie memorie, Vicenza 1922, p. 1528. — 10 G. Dal-Gal, Pío X, el Papa Santo, Palabra, 2.ª ed., Madrid 1988, p. 304. — 11 San Pío X, Enc. Haerent animo, 4-VIII-1908. — 12Juan Pablo II, Exhort. Apost. Christifideles laici, cit., 28. — 13 San Josemaría Escrivá,Camino, n. 518. — 14 ídem, Amar a la Iglesia, p. 32.

* San Pío X nació en la pequeña población de Riese, al Norte de Italia, el 2 de junio de 1835. De niño conoció las estrecheces de una familia sencilla de diez hijos; su padre era el alguacil del pueblo. Se distinguió por un continuo servicio a la Iglesia y a las almas como párroco, Patriarca Arzobispo de Venecia y Romano Pontífice. Mostró una energía santa en defender la pureza de la doctrina, revalorizó y dignificó la Sagrada Liturgia y extendió la práctica de la Comunión frecuente. Adoptó como lema de su pontificado: Instaurare omnia in Christo. Murió el 20 de agosto de 1914.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

San Pio X,
Pontífice

21 de agosto

 

José Sarto, después Pío X, nació en Riese, poblado cerca de Venecia, Italia en 1835 en el seno de una familia humilde siendo el segundo de diez hijos.

Todavía siendo niño perdió a su padre por lo que pensó dejar de estudiar para ayudar a su madre en los gastos de manutención de la familia, sin embargo ésta se lo impidió y pudo continuar sus estudios en el seminario gracias a una beca que le consiguió un sacerdote amigo de la familia.

Una vez ordenado fue vicepárroco, párroco, canónigo, obispo de Mantua y Cardenal de Venecia, puestos donde duró en cada uno de ellos nueve años. Bromeando platicaba que solamente le faltaban nueve años de Papa.

Muchas son las anécdotas de este santo que reflejan tanto su santidad como su lucha por superar sus defectos, entre ellas destacan tres:

Siendo Cardenal de Venecia se encontró con un anciano al que la policía le había quitado el burro que tenía para trabajar; al enterarse el Cardenal se ofreció a pagar la multa que le cobraban y a acompañarlo a recoger el burro porque exigían al anciano que lo respaldara una persona de confianza. Ante la negativa del anciano para que lo acompañara el Cardenal afirmó que si una obra buena no costaba no merecía gran recompensa

Cuando era un sacerdote joven, José Sarto, estando con su hermana se quejó de dolor de muelas lo que provocó que ella lo criticara y lo tachara de quejoso y flojo respondiéndole con una bofetada. Sintiéndose avergonzado se disculpó por ser tan violento, defecto que fue corrigiendo. Asimismo, una vez de visita en el Colegio de San Juan Bosco fue invitado a almorzar en la pobreza de ese colegio, donde al salir buscó un mejor lugar para comer, aunque después se volvió más y más sacrificado.

En 1903 al morir León XIII fue convocado a Roma para elegir al nuevo Pontífice. En Roma no era candidato para algunos por no hablar francés y él mismo se consideraba indigno de tal nombramiento.

Durante la elección los Cardenales se inclinaron en principio y por mayoría por el Cardenal Rampolla, sin embargo el Cardenal de Checoslovaquia anunció que el Emperador de Austria no aceptaba al Cardenal Rampolla como Papa y tenía el derecho de veto en la elección papal, por lo que el Cardenal Rampolla retiró su nombre del nombramiento. Reanudada la votación los Cardenales se inclinaron por el Cardenal Sarto quien suplicó que no lo eligieran hasta que una noche una comisión de Cardenales lo visitó para hacerle ver que no aceptar el nombramiento era no aceptar la voluntad de Dios. Aceptó pues convencido de que si Dios da un cargo, da las gracias necesarias para llevarlo a cabo. 

Escogió el nombre de Pío inspirado en que los Papas que eligieron ese nombre habían sufrido por defender la religión.

Tres eran sus más grandes características: La pobreza: fue un Papa pobre que nunca fue servido más que por dos de sus hermanas para las que tuvo que solicitar una pensión para que no se quedaran en la miseria a la hora de la muerte de Pío X; la humildad: Pío X siempre se sintió indigno del cargo de Papa e incluso no permitía lujos excesivos en sus recámaras y sus hermanas que lo atendían no gozaban de privilegio alguno en el Vaticano; la bondad: Nunca fue difícil tratar con Pío X pues siempre estaba de buen genio y dispuesto a mostrarse como padre bondadosos con quien necesitara de él.

Una vez que fue elegido Papa decretó que ningún gobernante podía vetar a Cardenal alguno para Sumo Pontífice.

Dentro de sus obras destaca el combate contra dos herejías en boga en esa época: Modernismo, la cual la combatió en un documento llamado Pascendi estableciendo que los dogmas son inmutables y la Iglesia si tiene autoridad para dar normas de moral; la otra herejía que combatió fue la del Jansenismo que propagaba que la Primera Comunión se debía retrasar lo más posible; en contraposición Pío X decretó la autorización para que losn iños pudieran recibir la comunión desde el momento en que entendía quien está en la Santa Hostia Consagrada. Este decreto le valió ser llamado el Papa de la Eucaristía.

Fundó el Instituto Bíblico para perfeccionar las traducciones de la Biblia y nombró una comisión encargada de ordenar y actualizar el Derecho Canónico. Promovió el estudio del Catecismo.

Murió el 21 de agosto de 1914 después de once años de pontificado. Su cuerpo permanece incorrupto (no se descompone):

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Sidon (Sidonio) Apolinar, Santo Obispo, Agosto 21  

Sidon (Sidonio) Apolinar, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Auvernia, en Aquitania, san Sidonio Apolinar. Era prefecto de la ciudad de Roma cuando fue ordenado obispo de Clermont, y muy bien formado en lo divino y lo humano, y dueño de gran fortaleza cristiana, se enfrentó a la ferocidad de los bárbaros, como padre de la Iglesia y doctor insigne (c. 479).

Este ilustre francés vino al mundo en la populosa e industrial ciudad de Lyon en el 430 y murió Clermont-Ferrand (Puy-de-Dôme) en el 480.

Tuvo, pues, 37 años para llenar su vida de aventuras en las que estuvo siempre presente el amado Cristo.

Este joven había alcanzado toda la fama que se puede desear en la vida. Se casó con la hija del emperador Avito. En aquellos tiempos la sucesión de los emperadores era rápida. El conoció nada menos que ocho.

El sabía cuándo tenía que comprometerse y cuándo no. E n el 456 hizo el elogio de su suegro Avito en el Senado. Y así tuvo que realizarlo por varias veces.

El último del que hizo el panegírico fue asesinado. Fue entonces cuando se retiró a Auvergne a vivir tranquilo con su mujer y sus dos hijos. Se distraía con la caza y la pesca y escribiendo poemas y cartas.

Fueron los cinco años más felices de su vida.

Todo, sin embargo, iba a cambiar para él cuando los Visigodos invadieron las fronteras y asaltaron Clermont-Ferrand.

Durante este tiempo, fue nombrado gobernador y obispo. Animó a los ciudadanos a que aguantaran el asedio y que nunca se rindieran..

Hasta entonces no supo lo que era pasar hambre. Sin embargo, llevado de su celo apostólico como obispo, fue un ejemplo para todos.

Luchó con todas sus fuerzas para mantener a su pueblo alejado de las herejías que traían los invasores.

Su amor por los pobres le llevaba hasta entregarle sus propios muebles y su vajilla.

La tristeza y la añoranza les hicieron morir de forma prematura.

Se dice que fue uno de los mejores escritores de su tiempo.

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Fuente: foros.Catholic.net
Victoria Rasoamanarivo, Beata Viuda y Princesa de Madagascar, Agosto 21  

Victoria Rasoamanarivo, Beata

Princesa de Madagascar

Martirologio Romano: En Antananarivo, en la isla de Madagascar, beata Victoria Rasoamanarivo, que, después de enviudar de un matrimonio con un hombre violento, y habiendo sido expulsados de la isla los misioneros, socorrió con toda solicitud a los cristianos y defendió a la Iglesia frente a los magistrados públicos (1894).

Nació en Tananarive (Madagascar). Perteneció a una de las familias más potentes del país, recibió una óptima educación moral.

Frecuentó las escuelas fundadas por la Compañía de Jesús y las Hermanas de la Congregación de San José de Cluny. La enseñanza de la religión católica y el ejemplo de los padres y las hermanas influyeron poderosamente en la joven, quien más tarde pidió ser admitida a la Iglesia.

Fue bautizada en 1863. Durante las persecuciones contra la Misión Católica, sus padres pretendieron que renegara de su fe pero ella no cedió. Los misioneros consideraron prudente respaldar su deseo a ingresar en la vida religiosa, pero fue entregada como esposa al hijo del primer ministro y alto oficial del ejército.

El matrimonio, debido al carácter y costumbres de su esposo, se constituyó para ella en un verdadero martirio. Sin embargo permaneció fiel a su marido no obstante los consejos de sus padres y de la misma reina.

Su vida cristiana ejemplar le ganaron la estima de la corte y el pueblo. Esta estima y su autoridad moral hicieron de ella una providencial sostenedora de la Iglesia Católica en Madagascar cuando los misioneros católicos fueron expulsados. Defendió públicamente a la Iglesia católica ante las autoridades y sostuvo la fe del pueblo. Cuando los misioneros regresaron en 1886 encontraron una comunidad vigorosa y floreciente debido al mérito y a la actividad de Victoria. Falleció el 21 de agosto de 1894.

Fue beatificada por Juan Pablo II en 1989.

 

Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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