lunes, 6 de mayo de 2013

Lunes por las almas del Purgatorio. 6ta semana de Pascua. 06/05/2013. Santo Domingo Savio ¡ruega por nosotros!

JMJ

Pax

El Espíritu de verdad dará testimonio de mí

† Lectura del santo Evangelio según san Juan 15, 26-27; 16, 1-4

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: 
"Cuando venga el Consolador, el Espíritu de la verdad que yo les enviaré y que procede del Padre, él dará testimonio de mí. Ustedes mismos serán mis testigos, porque han estado conmigo desde el principio.
Les he dicho todo esto, para que no pierdan la fe en la prueba. Porque los expulsarán de la sinagoga; más aún, llegará un momento en el que les quiten la vida pensando que así dan culto a Dios. Y actuarán así, porque no conocen al Padre ni me conocen a mí. Les digo esto de antemano, para que, cuando llegue la hora, recuerden que ya estaba anunciado".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

lun 6a. Sem Pascua

Antífona de Entrada

Cristo, una vez resucitado, ya no puede morir; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Aleluya.

Oración Colecta

Oremos:
Concédenos, Dios misericordioso, que la celebración del santo tiempo de la Pascua produzca siempre frutos 
abundantes en toda nuestra vida.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

El Señor tocó el corazón de Lidia para que aceptara el mensaje de Pablo

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 16, 11-15

Por aquellos días, nos embarcamos en Tróade y fuimos directos a Samotracia. Al día siguiente fuimos a Neápolis, y de allí a Filipos, ciudad importante del distrito de Macedonia y colonia romana. Allí permanecimos 
algunos días.
El sábado salimos fuera de la ciudad y fuimos junto al río, donde pensábamos que se reunían para orar. Nos sentamos y estuvimos hablando con las mujeres que se habían reunido. Entre ellas había una llamada Lidia, que procedía de Tiátira y se dedicaba al comercio de telas. Lidia adoraba al verdadero Dios, y el Señor le abrió el corazón para que aceptara las palabras de Pablo. Después de haberse bautizado con toda su familia, nos suplicó:
"Si consideran que mi fe en el Señor es sincera, entren y quédense en mi casa".
Y nos obligó a ir.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 149, 1-2.3-4.5-6a y 9b

El Señor es amigo de su pueblo.

Canten al Señor un canto nuevo: alábenlo en la asamblea de los fieles, celebre Israel a su Creador, festejen los hijos de Sión a su Rey.
El Señor es amigo de su pueblo.

Que alaben su nombre con danzas, que toquen para él la pandereta y el arpa; porque el Señor aprecia a su pueblo y concede a los débiles la victoria.
El Señor es amigo de su pueblo.

Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vivas a Dios en la boca.
El Señor es amigo de su pueblo.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
El Espíritu de verdad dará testimonio de mí, dice el Señor, y también ustedes serán mis testigos. 
Aleluya.

Evangelio

El Espíritu de verdad dará testimonio de mí

† Lectura del santo Evangelio según san Juan 15, 26-27; 16, 1-4

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: 
"Cuando venga el Consolador, el Espíritu de la verdad que yo les enviaré y que procede del Padre, él dará testimonio de mí. Ustedes mismos serán mis testigos, porque han estado conmigo desde el principio.
Les he dicho todo esto, para que no pierdan la fe en la prueba. Porque los expulsarán de la sinagoga; más aún, llegará un momento en el que les quiten la vida pensando que así dan culto a Dios. Y actuarán así, porque no conocen al Padre ni me conocen a mí. Les digo esto de antemano, para que, cuando llegue la hora, recuerden que ya estaba anunciado".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Recibe, Señor, las ofrendas da tu iglesia exultante de alegría, y pues en la resurrección de tu hijo nos diste motivo de tanto gozo, concédenos participar también de la alegría eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

Cristo vive siempre e intercede por nosotros

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor; pero más que nunca en este tiempo en que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado. 
Porque continuamente se ofrece por nosotros e intercede por todos ante ti el que, inmolado en la cruz, venció a la muerte y, una vez muerto, vive para siempre. 
Por eso, 
con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría, y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: 

Antífona de la Comunión

Jesús se presentó en medio de sus discípulos y les dijo: "La paz sea con ustedes". Aleluya.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Mira, Señor, con bondad a estos hijos tuyos que has renovado por medio de los sacramentos, y condúcelos al gozo eterno de la resurrección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

 

Pascua. 6ª semana. Lunes

LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO

— Las virtudes sobrenaturales y los dones del Espíritu Santo.

— Los siete dones. Su influencia en la vida cristiana.

— Decenario al Espíritu Santo.

I. Vivimos rodeados de regalos de Dios. Todo lo bueno que tenemos, las cualidades del alma y del cuerpo..., todo son dones del Señor para que nos ayuden a ser felices en esta vida y alcancemos con ellos el Cielo. Pero fue sobre todo en el momento de nuestro Bautismo cuando nuestro Padre Dios nos llenó de bienes incontables. Borró la mancha del pecado original en nuestra alma. Nos enriqueció con la gracia santificante, por la que nos hacía partícipes de su misma vida divina y nos constituía en hijos suyos. Nos hizo miembros de su Iglesia.

Junto con la gracia, Dios adornó nuestra alma con las virtudes sobrenaturales y los dones del Espíritu Santo. Las virtudes nos dan el poder, la capacidad de actuar de una manera sobrenatural, de juzgar el mundo y los acontecimientos desde un punto de vista más alto, desde la fe, y de portarnos como verdaderos hijos de Dios. Nos dan la posibilidad de conocer íntimamente a Dios, de amarle como Él se ama, y de realizar obras meritorias para la vida eterna. Bajo el influjo de estas virtudes nuestro trabajo, aunque humanamente parezca de escaso relieve, se convierte en un tesoro de méritos para el Cielo.

Las virtudes sobrenaturales nos dan la capacidad, de manera semejante a como las piernas nos permiten caminar y los ojos contemplar el mundo que nos rodea. Con todo, no basta tener piernas para emprender un viaje, ni ojos para contemplar un cuadro. Es necesaria la cooperación de nuestra libertad, nuestro querer y nuestro esfuerzo para ponernos en camino en el caso del viaje, y poner la atención necesaria para captar la belleza de un cuadro.

Los dones del Espíritu Santo son un nuevo regalo que Dios otorga al alma para que pueda realizar de modo más perfecto y como sin esfuerzo las obras buenas en las que se manifiesta el amor a Dios, la santidad1: presencia de Dios, caridad, ofrecimiento del trabajo, pequeñas mortificaciones a lo largo del día.

El alma es investida «de un aumento de fuerza, se hace apta para obedecer con mayor facilidad y prontitud a la llamada y a los impulsos del Espíritu. Es tanta la eficacia de estos dones, que conducen al hombre a las más altas cimas de la santidad, y tanta su excelencia, que perseveran intactos, aunque más perfectos, en el reino celestial. Merced a ellos, el Espíritu Santo nos mueve a desear y nos empuja a conseguir las bienaventuranzas evangélicas, que son como flores abiertas en la primavera, como indicio y presagio de la eterna bienaventuranza»2.

Los dones del Espíritu Santo van conformando nuestra vida según las maneras y modos propios de un hijo de Dios, nos dan una finura y sensibilidad mayor para oír y poner en práctica las mociones e inspiraciones del Paráclito, que así va gobernando con prontitud y facilidad nuestra vida, que entonces se guía por el querer de Dios, y no por nuestros gustos y caprichos.

Hoy le pedimos al Espíritu Santo que doblegue en nosotros lo que es rígido, particularmente la rigidez de la soberbia; que caliente en nosotros lo que es frío, la tibieza en el trato con Dios; que enderece lo extraviado3, porque son muchos los apegamientos terrenos, el peso de los pecados pasados, la flaqueza de la voluntad, la ignorancia de lo que en tantas ocasiones sería más grato a Dios... De aquí provienen los fracasos y debilidades, los cansancios y derrotas. Por eso, le pedimos en nuestra oración que arranque de nuestra alma «el peso muerto, resto de todas las impurezas, que le hace pegarse al suelo (...); para que suba hasta la Majestad de Dios, a fundirse en la llamarada viva de Amor, que es Él»4.

II. Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí5. El Evangelio de la Misa recoge este nuevo anuncio del Señor, y la liturgia de la Iglesia nos invita de muchas maneras a preparar nuestras almas a la acción del Espíritu Santo.

La lucha decidida contra todo pecado venial deliberado nos dispone para recibir la luz y la protección del Paráclito a través de sus dones. La claridad que recibimos en la inteligencia nos hace conocer y comprender las cosas divinas; la ayuda que alcanza nuestra voluntad nos permite aprovechar con eficacia las oportunidades de realizar el bien que se nos presentan cada día y rechazar las tentaciones de todo aquello que nos alejaría de Dios.

El don de inteligencia nos descubre con mayor claridad las riquezas de la fe; el don de ciencia nos lleva a juzgar con rectitud de las cosas creadas y a mantener nuestro corazón en Dios y en lo creado en la medida en que nos lleve a Él; el don de sabiduría nos hace comprender la maravilla insondable de Dios y nos impulsa a buscarle sobre todas las cosas y en medio de nuestro trabajo y de nuestras obligaciones; eldon de consejo nos señala los caminos de la santidad, el querer de Dios en nuestra vida diaria, nos anima a seguir la solución que más concuerda con la gloria de Dios y el bien de los demás; el don de piedad nos mueve a tratar a Dios con la confianza con la que un hijo trata a su Padre; el don de fortaleza nos alienta continuamente y nos ayuda a superar las dificultades que sin duda encontramos en nuestro caminar hacia Dios; el don de temor nos induce a huir de las ocasiones de pecar, a no ceder a la tentación, a evitar todo mal que pueda contristar al Espíritu Santo6, a temer radicalmente separarnos de Aquel a quien amamos y constituye nuestra razón de ser y de vivir.

En estos días en que nos preparamos para celebrar el envío solemne del Espíritu Santo sobre la Iglesia, representada por los Apóstoles reunidos en el Cenáculo, junto a Santa María, Madre de Dios, pedimos insistentemente que seamos dóciles a la acción del Paráclito en nuestra alma y que no cese su acción y sus inspiraciones sobre los hombres de esta época nuestra, «particularmente sedienta del Espíritu Santo»7 y tan necesitada de su protección y de su ayuda. Le decimos:

Ven, Espíritu Santo, y envía desde el cielo un rayo de tu luz.

Ven, padre de los pobres; ven dador de las gracias; ven, lumbre de los corazones (...). Concede a tus fieles, que en Ti confían, tus siete sagrados dones. Dales el mérito de la virtud, dales el puerto de la salvación, dales el eterno gozo8.

III. Para aumentar la devoción al Espíritu Santo, empecemos por practicar las virtudes humanas y cristianas, en el trabajo y en la convivencia diaria. Si el cristiano «lucha por adquirir estas virtudes, su alma se dispone a recibir eficazmente la gracia del Espíritu Santo (...). La Tercera Persona de la Trinidad Beatísima –dulce huésped del alma(Secuencia Veni, Sancte Spiritus)– regala sus dones: don de sabiduría, de entendimiento, de consejo, de fortaleza, de ciencia, de piedad, de temor de Dios (Cfr. Is 11, 2)»9.

El Espíritu Santo desea –como nunca podremos nosotros llegar a quererlo– darnos sus dones en tal abundancia que formen un río impetuoso en nuestra vida sobrenatural y que produzcan en nosotros sus admirables frutos. Solo espera que quitemos los posibles obstáculos de nuestra alma, que le pidamos a Él mismo más deseos de purificación, que le digamos desde lo más hondo: Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles, y enciende en ellos el fuego de tu Amor. No desea otra cosa que llenarnos de su gracia y de sus dones. Si vosotros –decía el Señor–, siendo malos, sabéis dar buenos regalos a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que le piden?10.

A lo largo de estos días en los que preparamos la fiesta de Pentecostés debemos rogar con humildad al Padre de las luces11 que envíe a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual nos hace exclamar: Abba! ¡Padre!12. Debemos pedir a Cristo que, desde el seno del Padre, mande al que es Consolador óptimo, dulce Huésped del alma, dulce refrigerio13.

En el Decenario que comenzaremos después de la solemnidad de la Ascensión, queremos disponernos para ser más dóciles a las gracias que continuamente nos otorga el Paráclito. Pidámosle cada uno de sus dones para ser buenos instrumentos suyos en la familia, en nuestras ocupaciones, en la sociedad. «Camino seguro de humildad es meditar cómo, aun careciendo de talento, de renombre y de fortuna, podemos ser instrumentos eficaces, si acudimos al Espíritu Santo para que nos dispense sus dones.

»Los Apóstoles, a pesar de haber sido instruidos por Jesús durante tres años, huyeron despavoridos ante los enemigos de Cristo. Sin embargo, después de Pentecostés, se dejaron azotar y encarcelar, y acabaron dando la vida en testimonio de su fe»14.

Nuestra fidelidad a las inspiraciones y gracias que recibimos del Espíritu Santo se concretará, en muchas ocasiones, a la docilidad en la dirección espiritual, con un esfuerzo diario para sacar adelante las metas y sugerencias que nos señalan.

Acercarse a la Virgen, Esposa de Dios Espíritu Santo, es un modo seguro de disponer nuestra alma a los nuevos dones que el Paráclito quiera darnos.

1 Cfr. Santo Tomás, Suma Teológica, 1-2, q. 68, a. 1. — 2 León XIII, Enc. Divinum illud munus, 9-V-1897, 12. — 3 Cfr. Secuencia del Domingo de Pentecostés. — 4 Cfr. San Josemaría Escrivá, Camino, n. 886. — 5 Jn 15, 26. — 6 Ef 4, 30. — 7 Juan Pablo II, Enc. Redemptor hominis, 4-III-1979. — 8 Secuencia de la Misa de Pentecostés. — 9San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 92. — 10 Lc 11, 13. — 11 Sant 1, 17. — 12Gal 4, 6. — 13 Secuencia de la Misa de Pentecostés. — 14 San Josemaría Escrivá,Surco, n. 283.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Santo Domingo Savio 
Estudiante
(1857)

Historia:
Domingo significa: El que está consagrado al Señor.

Entre los miles de alumnos que tuvo el gran educador San Juan Bosco, el más famoso fue Santo Domingo Savio, joven estudiante que murió cuando apenas le faltaban tres semanas para cumplir sus 15 años.

Nació Domingo Savio en Riva de Chieri (Italia) el 2 de abril de 1842.
Era el mayor entre cinco hijos de Ángel Savio, un mecánico muy pobre, y de Brígida, una sencilla mujer que ayudaba a la economía familiar haciendo costuras para sus vecinas.
Desde muy pequeñín le agradaba mucho ayudar a la Santa Misa como acólito, y cuando llegaba al templo muy de mañana y se encontraba cerrada la puerta, se quedaba allí de rodillas adorando a Jesús Eucaristía, mientras llegaba el sacristán a abrir.
El día anterior a su primera confesión fue donde la mamá y le pidió perdón por todos los disgustos que le había proporcionado con sus defectos infantiles. El día de su primera comunión redactó el famoso propósito que dice: "Prefiero morir antes que pecar".
A los 12 años se encontró por primera vez con San Juan Bosco y le pidió que lo admitiera gratuitamente en el colegio que el santo tenía para niños pobres. Don Bosco para probar que tan buena memoria tenía le dio un libro y le dijo que se aprendiera un capítulo. Poco tiempo después llegó Domingo Savio y le recitó de memoria todo aquel capítulo. Y fue aceptado. Al recibir tan bella noticia le dijo a su gran educador: "Ud. será el sastre. Yo seré el paño. Y haremos un buen traje de santidad para obsequiárselo a Nuestro Señor". Esto se cumplió admirablemente.
Un día le dijo a su santo confesor que cuando iba a bañarse a un pozo en especial, allá escuchaba malas conversaciones. El sacerdote le dijo que no podía volver a bañarse ahí. Domingo obedeció aunque esto le costaba un gran sacrificio, pues hacía mucho calor y en su casa no había baño de ducha. Y San Juan Bosco añade al narrar este hecho: "Si este jovencito hubiera seguido yendo a aquel sitio no habría llegado a ser santo". Pero la obediencia lo salvó.
Cierto día dos compañeros se desafiaron a pelear a pedradas. Domingo Savio trató de apaciguarlos pero no le fue posible. Entonces cuando los dos peleadores estaban listos para lanzarse las primeras piedras, Domingo se colocó en medio de los dos con un crucifijo en las manos y les dijo: "Antes de lanzarse las pedradas digan: <<Jesús murió perdonando a los que lo crucificaron y yo no quiero perdonar a los que me ofenden>>". Los dos enemigos se dieron la mano, hicieron las paces, y no se realizó la tal pelea. Por muchos años recordaban con admiración este modo de obrar de su amiguito santo.
Cada día Domingo iba a visitar al Santísimo Sacramento en el templo, y en la santa Misa después de comulgar se quedaba como en éxtasis hablando con Nuestro Señor. Un día no fue a desayunar ni a almorzar, lo buscaron por toda la casa y lo encontraron en la iglesia, como suspendido en éxtasis. No se había dado cuenta de que ya habían pasado varias horas. Tanto le emocionaba la visita de Jesucristo en la Santa Hostia.
Por tres años se ganó el Premio de Compañerismo, por votación popular entre todos los 800 alumnos. Los compañeros se admiraban de verlo siempre tan alegre, tan amable, y tan servicial con todos. El repetía: "Nosotros demostramos la santidad, estando siempre alegres".
Con los mejores alumnos del colegio fundó una asociación llamada "Compañía de la Inmaculada" para animarse unos a otros a cumplir mejor sus deberes y a dedicarse con más fervor al apostolado. Y es curioso que de los 18 jóvenes con los cuales dos años después fundó San Juan Bosco la Comunidad Salesiana, 11 eran de la asociación fundada por Domingo Savio.
En un sueño - visión, supo que Inglaterra iba a dar pronto un gran paso hacia el catolicismo. Y esto sucedió varios años después al convertirse el futuro cardenal Newman y varios grandes hombres ingleses al catolicismo. Otro día supo por inspiración que debajo de una escalera en una casa lejana se estaba muriendo una persona y que necesitaba los últimos sacramentos. El sacerdote fue allá y le ayudó a bien morir.
Al corregir a un joven que decía malas palabras, el otro le dio un bofetón. Domingo se enrojeció y le dijo: "Te podía pegar yo también porque tengo más fuerza que tú. Pero te perdono, con tal de que no vuelvas a decir lo que no conviene decir". El otro se corrigió y en adelante fue su amigo.
Un día hubo un grave desorden en clase. Domingo no participó en él, pero al llegar el profesor, los alumnos más indisciplinados le echaron la culpa de todo. El profesor lo regañó fuertemente y lo castigó. Domingo no dijo ni una verdad, el profesor le preguntó por qué no se había defendido y él respondió: "Es que Nuestro Señor tampoco se defendió cuando lo acusaron injustamente. Y además a los promotores del desorden sí los podían expulsar si sabían que eran ellos, porque ya han cometido faltas. En cambio a mí, como era la primera falta que me castigaban, podía estar seguro de que no me expulsarían". Muchos años después el profesor y los alumnos recordaban todavía con admiración tanta fortaleza en un niño de salud tan débil.
La madre de San Juan Bosco, mamá Margarita, le decía un día a su hijo: "Entre tus alumnos tienes muchos que son maravillosamente buenos. Pero ninguno iguala en virtud y en santidad a Domingo Savio. Nadie tan alegre y tan piadoso como él, y ninguno tan dispuesto siempre a ayudar a todos y en todo".
San Juan Bosco era el santo de la alegría. Nadie lo veía triste jamás, aunque su salud era muy deficiente y sus problemas enormes. Pero un día los alumnos lo vieron extraordinariamente serio. ¿Qué pasaba? Era que se alejaba de su colegio el más amado y santo de todos sus alumnos: Domingo Savio. Los médicos habían dicho que estaba tosiendo demasiado y que se encontraba demasiado débil para seguir estudiando, y que tenía que irse por unas semanas a descansar en su pueblo. Cada mes, en el Retiro Mensual se rezaba un Padrenuestro por aquel que habría de morir primero. Domingo les dijo a los compañeros: "el Padrenuestro de este mes será por mí". Nadie se imaginaba que iba a ser así, y así fue. Cuando Dominguito se despidió de su santo educador que en sólo tres años de bachillerato lo había llevado a tan grande santidad, los alumnos que lo rodeaban comentaban: "Miren, parece que Don Bosco va a llorar". - Casi que se podía repetir aquel día lo que la gente decía de Jesús y un amigo suyo: "¡Mirad, cómo lo amaba!".
Domingo Savio estaba preparado para partir hacia la eternidad. Los médicos y especialistas que San Juan Bosco contrató para que lo examinaran comentaban: "El alma de este muchacho tiene unos deseos tan grandes de irse a donde Dios, que el débil cuerpo ya no es capaz de contenerla más. Este jovencito muere de amor, de amor a Dios". Y así fue.
El 9 de marzo de 1857, cuando estaba para cumplir los 15 años, y cursaba el grado 8º. De bachillerato, Domingo, después de confesarse y comulgar y recibir la Unción de los enfermos, sintió que se iba hacia la eternidad. Llamó a su papacito a que le rezara oraciones del devocionario junto a su cama (la mamacita no se sintió con fuerzas de acompañarlo en su agonía y su fue a llorar a una habitación cercana). Y a eso de las 9 de la noche exclamó: "Papá, papá, qué cosas tan hermosas veo" y con una sonrisa angelical expiró dulcemente.
A los ocho días su papacito sintió en sueños que Domingo se le aparecía para decirle muy contento que se había salvado. Y unos años después se le apareció a San Juan Bosco, rodeado de muchos jóvenes más que están en el cielo. Venía hermosísimo y lleno de alegría. Y le dijo: "Lo que más me consoló a la hora de la muerte fue la presencia de la Santísima Virgen María. Recomiéndele a todos que le recen mucho y con gran fervor. Y dígales a los jóvenes que los espero en el Paraíso".
Hagamos el propósito de conseguir la hermosa Biografía de Santo Domingo, escrita por San Juan Bosco. Y hagámosla leer en nuestra familia a jóvenes y mayores. A todos puede hacer un gran bien esta lectura.

Domingo: ¡Quiero ser como tú!.

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Fuente: Corazones.org
Pedro Nolasco, Santo Presbítero y Fundador, 6 de mayo  

Pedro Nolasco, Santo

Presbítero y Fundador
de la Orden de la Bienaventurada María de la Merced

Martirologio Romano: En Barcelona, en España, san Pedro Nolasco, presbítero, quien con san Ramón de Penyafort y el rey Jaime I de Aragón fundó, según se cree, la orden de la Bienaventurada María de la Merced, para la redención de los cautivos. Se entregó ardientemente con trabajo y esfuerzo a procurar la paz y a liberar del yugo de la esclavitud a los cristianos, en tiempo de los infieles (1258).

Nace en Barcelona, España, 1189.

A los 15 años sufre la muerte de su padre y se dispone a repartir santamente sus muchos bienes a lo que su madre asiente.

Años mas tarde, estando en edad de casarse, peregrina a Monserrat. Allí, a los pies de la Virgen, pudo comprender mejor el vacío de las vanidades mundanas y el tesoro que es la vida eterna. Prometió entonces a la Virgen mantenerse puro y dedicarse a su servicio.

Eran tiempos en que los musulmanes saqueaban las costas y llevaban a los cristianos como esclavos al Africa. La horrenda condición de estas víctimas era indescriptible. Muchos por eso perdían la fe pensando que Dios les había abandonado. Pedro Nolasco era comerciante. Decidió dedicar su fortuna a la liberación de el mayor número posible de esclavos. Recordaba la frase del evangelio: "No almacenen su fortuna en esta tierra donde los ladrones la roban y la polilla la devora y el moho la corroe. Almacenen su fortuna en el cielo, donde no hay ladrones que roben, ni polilla que devore ni óxido que las dañe" Mt 6,20.

En 1203 el laico San Pedro Nolasco iniciaba en Valencia la redención de cautivos, redimiendo con su propio patrimonio a 300 cautivos. Forma un grupo dispuesto a poner en común sus bienes y organiza expediciones para negociar redenciones. Su condición de comerciantes les facilita la obra. Comerciaban para rescatar esclavos. Cuando se les acabó el dinero forman grupos -cofradías- para recaudar la "limosna para los cautivos". Pero llega un momento en que la ayuda se agota. Pedro Nolasco se plantea entrar en alguna orden religiosa o retirarse al desierto. Entra en una etapa de reflexión y oración profunda.

Intervención de la Virgen para la fundación
La noche del 1 al 2 de agosto del año 1218, la Virgen se le apareció a Pedro Nolasco. Según una tradición dudosa, también se apareció la Virgen a San Raimundo de Peñafort, y al rey Jaime I de Aragón, y les comunicó a los tres por separado su deseo de fundar una orden para redimir cautivos.

El hecho es que la Virgen María movió profundamente el corazón de Pedro Nolasco para fundar la orden de la Merced y formalizar el trabajo que el y sus compañeros hacían ya por 15 años. El 10 de agosto de 1218 en el altar mayor de la Catedral de Barcelona, en presencia del rey Jaime I de Aragón y del obispo Berenguer de Palou, se crea la nueva institución. Pedro y sus compañeros vistieron el hábito y recibieron el escudo con las cuatro barras rojas sobre un fondo amarillo de la corona de Aragón y la cruz blanca sobre fondo rojo, titular de la catedral de Barcelona. Pedro Nolasco reconoció siempre a María Santísima como la auténtica fundadora de la orden mercedaria. Su patrona es La Virgen de la Merced. "Merced" significa "misericordia".(Mas sobre La Virgen de la Merced y San Nolasco).

La nueva orden fue laica en los primeros tiempos. Su primera ubicación fue el hospital de Santa Eulalia, junto al palacio real. Allí recogían a indigentes y a cautivos que regresaban de tierras de moros y no tenían donde ir. Seguían la labor que ya antes hacían de crear conciencia sobre los cautivos y recaudar dinero para liberarlos. Eran acompañados con frecuencia de ex-cautivos, ya que, cuando uno era rescatado, tenía obligación de participar durante algún tiempo en este servicio. Normalmente iban cada año en expediciones redentoras. San Pedro continuó sus viajes personalmente en busca de esclavos cristianos. En Argelia, Africa, lo hicieron prisionero pero logró conseguir su libertad. Aprovechando sus dones de comerciante, organizó con éxito por muchas ciudades colectas para los esclavos.

Los frailes hacían, además de los tres votos de la vida religiosa, pobreza, castidad y obediencia, un cuarto: dedicar su vida a liberar esclavos. Al entrar en la orden los miembros se comprometían a quedarse en lugar de algún cautivo que estuviese en peligro de perder la fe, en caso que el dinero no alcanzara a pagar su redención. Entre los que se quedaron como esclavos está San Pedro Ermengol, un noble que entró en la orden tras una juventud disoluta. Este cuarto voto distinguió a la nueva comunidad de mercedarios.

El Papa Gregorio Nono aprobó la comunidad y San Pedro Nolasco fue nombrado Superior General.

El rey Jaime decía que si había logrado conquistar la ciudad de Valencia, ello se debía a las oraciones de Pedro Nolasco. Cada vez que obtenía algún triunfo lo atribuía a las oraciones de este santo.

Antes de morir, a los 77 años (el 25 de diciembre de 1258), pronunció el Salmo 76: "Tú, oh Dios, haciendo maravillas, mostraste tu poder a los pueblos y con tu brazo has rescatado a los que estaban cautivos y esclavizados".

Su intercesión logró muchos milagros y el Papa Urbano VIII lo declaró santo en 1628.

La misión redentora la continúa hoy la familia mercedaria a través de sus institutos religiosos y asociaciones de laicos.
Es también la misión de todo buen cristiano.

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Fuente: Archidiócesis de Madrid
Petronax de Montecassino, Santo Obispo, Mayo 6  

Petronax de Montecassino, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Montecassino, en Italia, San Petronax o Petronaco, abad y obispo

 

Petronax, que llegó a ser obispo de Montecassino, pertenecía a una poderosa familia noble de la región de Nápoles.

Movido por el deseo de vida religiosa, resolvió gastar toda su hacienda en la restauración de Montecassino, monasterio benedictino situado en la colina del mismo nombre desde el que se domina la ciudad italiana de Cassino, situada al noroeste de Nápoles.

Fue fundado por san Benito, conocido como el padre del monacato occidental, que había nacido en una distinguida familia de Nursia, en Italia central, y que pasó sus primeros años estudiando en Roma; pero conmocionado por la degenerada vida de la ciudad, se retiró a una zona deshabitada cerca de Subiaco, donde vivió en una cueva (más tarde llamada la Gruta Santa) por tres años. Durante este periodo aumentó su fama de hombre santo, y se acercaban a visitarle multitud de personas. Aceptó el ofrecimiento para ser abad de un grupo de monjes que vivían en el norte de Italia, pero éstos no aceptaron sus reglas e intentaron envenenarle. Al descubrir la conspiración abandonó el grupo y poco después fundó el monasterio de Montecassino. Benito estableció una regla de vida, adoptada posteriormente por casi todos los monasterios de Europa, que subrayaba la vida en comunidad y el trabajo físico..

Pues bien, este sitio de trabajo y de oración, el monasterio más importante de Occidente durante siglos, donde se inició por los monjes la famosa escuela de medicina de Salerno en el siglo XI, fue destruido por los lombardos en el 590 y estaba desierto y arruinado desde un siglo antes de que viviera Petronax que ahora está dispuesto a reconstruirlo y devolverle el espíritu con el que nació.

Alentado por el pontífice san Gregorio II, llevó adelante su proyecto, recogió las tradiciones del santo patriarca, reunió compañeros participantes de su entusiasmo, y restableció en la sagrada montaña la observancia de la regla benedictina que imponía austeridad y ascetismo: Las comidas se hacían en comunidad y se evitaba la conversación innecesaria; tenían que disponer los monjes de la comida, ropa y abrigo adecuados, pero no podían tener propiedades; dependiendo de la época del año y de las fiestas litúrgicas que celebraran cada día, los benedictinos destinaban entre cuatro y ocho horas para celebrar el Oficio divino y siete horas para dormir. El resto del día estaba dividido con el mismo número de horas para trabajar (generalmente en la agricultura), y para el estudio y la lectura religiosa. El abad, como sucedió al principio con san Benito, tenía una total autoridad patriarcal sobre la comunidad, aunque él mismo estaba sujeto a la Regla y debía consultar con los miembros de la comunidad sobre los asuntos más importantes entre los que se contaba la limosna a los necesitados.

El obispo Petronax ya hubiera hecho mucho recuperando para la historia, la cultura, el arte y la Iglesia la joya que fue cuna de tanto bien; pero le hubiera faltado lo principal si no hubiera devuelto a aquellas piedras del monasterio el espíritu primigenio y el destino por los que fueron arrancadas de las montañas.
Esa fue en verdad la obra del santo.

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Evodio de Antioquía, Santo Obispo, Mayo 6  

Evodio de Antioquía, Santo

Obispo

 

Este cristiano del siglo I nos ha llegado por el ministerio apostólico que llevó a cabo durante su vida.

Antioquía, Turquía, tenía por aquel tiempo más o menos medio millón de habitantes. Era la residencia de los reyes seleucidas y más tarde la del legado imperial de Siria.

Todo el mundo consideraba a esta ciudad como la más moderna y la más atractiva por su turismo, sus calles, sus monumentos, sus fiestas civiles y religiosas, hoteles, jardines y demás cosas que hacen la vida placentera al visitante.

Sin embargo, había un barrio apartado, marginado. Era el de los judíos expatriados.

A nivel religioso ocurría que existían muchos paganos con el culto a sus dioses falsos; otros paganos iban poco a poco adentrándose en el misterio de la vida de los creyentes en Dios.

El cristianismo sobre todo debido a san Pablo, rompió las fronteras de Israel para ir a otros países.

Antioquía fue el primer lugar en el que nació una comunidad cristiana compuesta por antiguos paganos convertidos al cristianismo.

Pablo y Bernabé trabajaron apostólicamente entre ellos una vez que sucedió la venida del Espíritu Santo en la fiesta de Pentecostés.

El primer obispo fue san Pedro, pero, al irse para Roma, fue Evodio quien le sucedió y después de Evodio, el gran san Ignacio de Antioquía.

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Enrique Kaczorowski, Beato Sacerdote y Mártir, Mayo 6  

Enrique Kaczorowski, Beato

Presbítero y Mártir

Martirologio Romano: Cerca de Munich, de Baviera, en Alemania, beatos Enrique Kaczorowski y Casimiro Gostynski, presbíteros y mártires, que en la invasión de Polonia fueron hechos prisioneros por los perseguidores de la dignidad humana y conducidos al campo de concentración de Dachau, donde, por su fe en Cristo, exhalaron el último suspiro en las cámaras de gas (1942).

Etimológicamente: Enrique = Aquel que es jefe de hogar, es de origen germánico.

 

Nació en Bierzwiennej, Wielkopolskie, Polonia, el 10 de julio de 1888.

El beato Enrique, al igual que cualquiera que viva su fe en profundidad, tuvo que hacer frente a muchos problemas.

Se dio cuenta de que el compromiso de su fe, le exigía llevar las dificultades con la mayor dignidad posible.

Era el superior del seminario de Wloclawek, en Polonia, tierra de abundantes vocaciones religiosas desde siempre.

Cuando trabajaba a gusto en la formación de los futuros sacerdotes, en el seminario de Wloclawek llega la Gestapo y lo arresta.

Al preguntarle la razón de por qué lo hacían, le respondieron que por causa de sus actividades pastorales con la gente. No era fiel a la doctrina que impartía Hitler.

La Gestapo se lo llevó para mayor seguridad al campo de concentración de Dachau en Alemania.

Se sentían felices con tenerlo bajo atenta vigilancia. Una estupidez más de las muchas que se cometieron en tiempos del dictador.

Ya en el campo de concentración alemán, le asignaron el "bloque de los inválidos", es decir, de aquellos que, a causa de tantos malos tratos, quedaban con discapacidad en cualquier parte de su cuerpo.

Estando en esta situación, el 6 de mayo de 1942 lo encerraron en la cámara de gas en donde murió al instante.

Fue beatificado por el Papa Juan Pablo II junto a otros
107 mártires polacos, víctimas del odio nazi a la fe, el 13 de junio de 1999.

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Eadberto o Edberto de Lindisfarne, Santo Obispo, Mayo 6  

Eadberto o Edberto de Lindisfarne, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Lindisfarne, de Northumbria, en Inglaterra, san Eadberto, obispo, sucesor de san Cutberto, que brilló por su conocimiento de las Escrituras, por su observancia de los preceptos divinos y especialmente por sus generosas limosnas.

Etimológicamente: Eadberto = Aquel que destaca por sus riquezas, es de origen Teutónico

 

Murió en el año 721. Fue monje y obispo de Lindisfarne. Se conoce poco antes de que fuese obispo en el 698.

Lo que se cabe con certeza es que estudió en Irlanda y que fue un excelente calígrafo y artista.

Tardó tiempo en escribir e iluminar los Evangelios que pueden verse ahora en la Biblioteca Británica. Le dio a los Evangelios una presentación preciosa con sus dibujos y su letra atrayente y viva. Algunas de sus obras se encuentran en la actualidad fuera de Inglaterra, en Italia, en concreto.

Hay en sus obras muchos elementos que pertenecen a la iglesia romana y a la irlandesa. Su trabajo pastoral como obispo está íntimamente unido a la figura de Cutberto.

Tanto le quería como amigo suyo que llamó a Beda el Venerable para que escribiese su historia.

Tenía tan buenas cualidades y dotes que la gente iba a hacerle consultas. Es un punto clave en la vida personal poder contar con alguien que te dé orientaciones seguras y claras para seguir viviendo con alegría.

Cuando murió, fue enterrado cerca de la tumba de Cutberto. Al descubrirse las reliquias de éste, se llevaron junto a las de su amigo Eadberto.

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Fuente: Vatican.va
Ana Rosa Gattorno, Beata Religiosa, Mayo 6  

Ana Rosa Gattorno, Beata

Fundadora de las Hijas de Santa Ana, Madre de María Inmaculada

Martirologio Romano: En Roma, beata Ana Rosa Gattorno, religiosa, que era madre de familia, pero, al quedar viuda, lo dejó todo y se entregó totalmente a Dios y al prójimo, fundando las Hijas de Santa Ana, Madre de María Inmaculada, brillando por la gran labor que realizó en favor de los enfermos, los débiles y los niños desamparados, en cuyo rostro contemplaba a Cristo pobre (1900).

Etimológicamente: Ana = Aquella con gracia y compasión, es de origen hebreo.

 

"Amor mio, ¿cómo puedo hacer para que todo el mundo te ame?… Sírvete una vez más de este tu miserable instrumento para reavivar la fe y la conversión de los pecadores".

Este impulso generoso brotado a los pies de su "Sumo Bien", que la atraía siempre más irresistiblemente a sí, constituyó el anhelo profundo del corazón de Ana Rosa Gattorno, hasta impulsarla a ofrecer totalmente su vida en una continua inmolación por la gloria y complacencia del Padre.

Nació en Génova el 14 de octubre de 1831, de una familia de condición económica acomodada, de buena posición social y de profunda formación cristiana. Fue bautizada el mismo día, en la Parroquia de San Donato, con el nombre de Rosa María Benedetta.

En el padre Francisco y en la madre Adelaida Campanella, ella como sus otros cinco hermanos, encontró los primeros formadores esenciales de su vida moral y cristiana. A los doce años recibió la confirmación en Santa María de las Viñas, de manos del Arzobispo Cardenal Plácido Tadini.

Durante su juventud, le fue impartida la instrucción en casa, como era usanza en las familias acomodadas del tiempo. De carácter sereno, amable, abierto a la piedad y a la caridad, sin embargo firme, supo reaccionar ante la conflictualidad del clima político y anticlerical de la época, que afectó también a algunos componentes de la familia Gattorno.

A los 21 años (5 de noviembre, 1852) , contrajo matrimonio con su primo Jerónimo Custo y se trasladó a Marsella. Una imprevista crisis financiera turbó muy pronto la felicidad de la nueva familia, obligada a volver a Génova marcada por la pobreza. Desgracias aún mas graves la amenazaban, su primera hija Carlota afectada de una improvisa enfermedad quedó sordomuda para siempre; el tentativo de Jerónimo para hacer fortuna en el extranjero se concluyó con el regreso, agravado por una funesta enfermedad; el gozo de los otros dos hijos fue profundamente turbado por el fallecimiento del marido, que la dejó viuda a menos de seis años de casada (9 de marzo, 1858) y después de algunos meses la pérdida de su último hijito.

El apremiar de tantos acontecimientos tristes, marcó en su vida un cambio radical que ella llamará "su conversión" a la oferta total de sí al Señor, a su amor y al amor del prójimo.

Purificada por las pruebas, pero fuerte en el espíritu, comprendió el verdadero sentido del dolor, enraizándose en la certeza de su nueva vocación.

Bajo la guía del confesor don José Firpo emitió en forma privada los votos perpetuos de castidad y obediencia en la fiesta de la Inmaculada del 1858; enseguida también el de pobreza (1861), en el espírirtu del pobrecito de Asis, como terciaria franciscana. Desde el 1855 había obtenido el beneficio de la comunión diaria, no común en aquel tiempo. A tal manantial de gracia quedó constantemente anclada y sostenida por una siempre mayor intimidad con el Señor, en la cual encontró apoyo, ardor misionero, fuerza e impulso para el servicio a los hermanos.

En 1862 recibió el don de los estigmas ocultos, percibidos más intensamente los días viernes.

Ya esposa fiel y madre ejemplar, sin sustraer nada a sus hijos, siempre tiernamente amados y acompañados, con una mayor disponibilidad aprendió a compartir los sufrimientos de los otros, prodigándose en apostólica caridad: "me dediqué con mayor fervor a las obras piadosas y a frecuentar los hospitales y a los pobres enfermos a domicilio, socorriéndoles con cuanto podía y sirviéndoles en todo".

Las asociaciones católicas en Génova la solicitaban y así, aún amando el silencio y el anonimato, todos notaron el carácter genuinamente evangélico de su tenor de vida. Progresando en este camino le fue confiada la presidencia de la "Pía Unión de las nuevas Ursulinas, Hijas de Santa María Inmaculada", fundada por Frassinetti y por expreso deseo del Arzobispo Monseñor Charvaz, también la revisión de las reglas destinadas a la Pía Unión.

Justamente en aquella circunstancia (febrero 1864), en un clima de más intensa oración, delante del Crucifijo, recibió la inspiración de una nueva regla para una suya específica Fundación.

Temiendo ser obligada a abandonar los hijos, reza, hace penitencia, pide consejo. Fray Francisco de Camporosso, santo capuchino lego, aún mostrándose temeroso por las graves tribulaciones que se perfilaban, la sostiene dándole valor; de igual manera lo hacen el confesor y el Arzobispo de Génova.

Advirtiéndo siempre más insistentes sus deberes de madre, quiso la confirmación competente de la misma palabra de Pío IX, con la secreta esperanza de ser aliviada. El Pontífice en la audiencia del 3 de enero de 1866, la exhorta en cambio a iniciar de inmediato la fundación, agregando: "Este Instituto se extenderá rápidamente en todas las partes del mundo; Dios pensará en tus hijos, tú piensa a Dios en su obra". Aceptó, entonces, cumplir la voluntad del Señor y como después escribió en sus memorias: "con generosidad hice a Dios la oferta y le repetía las palabras de Abraham: "Héme aquí para cumplir tu voluntad "… me ofrecí víctima por su obra y recibí consolaciones muy grandes…".

Superadas las resistencias de los parientes y abandonadas las obras de Génova, no sin disgusto de su Obispo, da inicio en Placencia a la nueva Familia Religiosa que denominó definitivamente "Hijas de Santa Ana, Madre de María Inmaculada" (8 diciembre 1866). Vistió el hábito religioso el 26 de julio de 1867 y el 8 de abril de 1870 emitió la profesión religiosa junto a doce hermanas.

En el desarrollo del Instituto recibió la colaboración del P. Juan Baustista Tornatore, sacerdote de la Misión, a quien pidió expresamente que escribiera las Reglas y que luego fue considerado Cofundador del Instituto.

Confiada totalmente a la Providencia divina y animada desde el principio de un valeroso impulso de caridad, Rosa Gattorno dió inicio a la construcción de la "Obra de Dios", como la había llamado el Papa y como la llamará siempre también ella, elegida para cooperar, en espíritu de donación materna, atenta y solícita hacia las diversas formas de sufrimiento y de miseria moral o material, con la única intención de servir a Jesús en sus miembros adoloridos y heridos y de "evangelizar ante todo con la vida".

Da inicio a varias obras de servicio para los pobres y enfermos de cualquier enfermedad, para las personas solas, ancianas, abandonadas; los pequeños e indefensos; las adolescentes y las jóvenes "en peligro" a quienes proveía una instrucción adecuada y la sucesiva inserción en el mundo del trabajo.

A estas formas, se agregan muy pronto la apertura de escuelas populares para la instrucción de los hijos de los pobres y otras obras de promoción humano-evangélica, según las necesidades más urgentes de la época, con una efectiva presencia en la realidad eclesial y civil. Llamaba a sus hijas "Siervas de los pobres y ministras de la misericordia" y las exhortaba a acoger como signo de predilección del Señor el servicio a los hermanos, cumpliéndolo con amor y humildad: "Sean humildes… piensen que son las últimas y las más miserables de todas las creaturas que prestan su servicio a la Iglesia, de la cual tienen la gracia de formar parte".

A menos de diez años de fundación el Instituto obtuvo el Decreto de Aprobación(1876), y la aprobación definitiva en 1879, mientras que para la aprobación de las reglas se tuvo que esperar hasta el 26 de julio de 1892.

Muy apreciada y estimada por todos, colaboró en Placencia con el Obispo Monseñor Scalabrini, ahora beato, en modo particular en la obra a favor de las sordomudas por él fundada.

A pesar de todo, no fueron ahorradas a Madre Rosa Gattorno pruebas, humillaciones, dificultades y tribulaciones de todo género. No obstante esto, el Instituto se difundió rápidamente en Italia y en el extranjero, realizando así el ardiente deseo misionero de la fundadora: "Amor mío! Cómo me siento arder de deseo de hacerte conocer y amar por todos; quisiera atraer a todo el mundo, dar a todos, socorrer a todos… quisiera correr por doquier y gritar fuerte para que todos vengan a amarte". Ser "portavoz de Jesús" y hacer llegar a todos los hombres el Amor que salva, fue siempre el anhelo profundo de su corazón. En 1878 enviaba ya a las primeras Hijas de Santa Ana en Bolivia, después Brasil, Chile, Perú, Eritrea, Francia, España.

En Roma, donde había iniciado su obra desde el 1873, organizó escuelas masculinas y femeninas para los pobres, jardínes infantiles, asistencia a los hijos recién nacidos de los obreros de la Manufactura de tabaco, casas para ex prostitutas, mujeres de servicio doméstico, enfermeras a domicilio, surgió también la Casa Generalicia, con la Iglesia anexa.

A su muerte dejó 368 casas, en las cuales desempeñaban su misión 3.500 hermanas.

El secreto de su camino de santidad, del dinamismo de su caridad y de la fuerza de ánimo con la cual supo afrontar con fe robusta todos los obstáculos y guiar por 34 años, con dedicción plena, valor y clarividencia el Instituto, fue su continua unión con Dios y un total y confiado abandono en El: "No obstante en medio de tanto tumulto de un abismo de trabajo, nunca he quedado privada de la unión con mi Bien"; la atención y docilidad a los impulsos del Espíritu, la íntima y amorosa participación a la pasión de Cristo; la incesante súplica por la conversión de los pecadores y la santificación de todos los hombres.

Nutrió hacia la Iglesia un vivo sentido de pertenencia y fue siempre humilde, devota y obediente a las directivas del Papa y de la Jerarquía.

En su predilección por Santa Ana, vivió un amor especial hacia María en quien se confió enteramente para ser toda de Dios y toda de los hermanos.

Puro y simple instrumento en las manos del " delicado Artífice", conformada a Cristo pobre y víctima de amor con El, realizó en su vida el anhelo inculcado a sus hijas : "Vivir por Dios y morir por El, gastar la vida por amor".

Así vivió hasta febrero de 1900, cuando afectada por una inesperada enfermedad, se agravó rápidamente. Sometida a duras pruebas de penitencia, frecuentes y extenuantes viajes, una intensa correspondencia epistolar, preocupaciones y grandes disgustos, su físico no pudo más. El 4 de mayo recibió el sacramento de los enfermos y dos días después el 6 de mayo, a las 9 de la mañana, cumplido su peregrinaje terreno se extingue santamente en la Casa General.

La fama de santidad que ya había irradiado en vida, irrumpe en ocasión de su muerte, creciendo ininterrumpidamente en todas partes del mundo.

Expresión de un singular designio de Dios, en su triple experiencia de esposa y madre, viuda y después religiosa- fundadora, Rosa Gattorno ha honrado la dignidad y el "genio de la mujer" en su misión al servicio de la humanidad y la difusión del Reino. Siempre fiel a la llamada de Dios y auténtica maestra de vida cristiana y eclesial, permaneció esencialmente madre: de sus hijos, que constantemente acompañó; de las hermanas, que profundamente amó; y de todos los necesitados, de los sufridos y de los infelices, en cuyo rostro contempló al mismo Cristo, pobre, llagado y crucificado.

Su carisma se ha difundido en la Iglesia con el surgir de otras formas de vida evangélica: Hermanas de vida contemplativa, Asociación religiosa de vida sacerdotal, Instituto Secular y Movimiento eclesial de laicos, activamente operante en la Iglesia en casi todas partes del mundo.

El 9 de abril del año 2000 fue beatificada por S.S. Juan Pablo II.

Si usted tiene información relevante para la canonización de la Beata Ana Rosa, contacte a:
Sr. Anna Angela Florio, FSA
Figlie di S. Anna
Via Merulana, 177
00185 Roma, ITALIA

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Fuente: Franciscanos.net
Bartolomé Pucci-Franceschi, Beato Presbítero Franciscano, Mayo 6  

Bartolomé Pucci-Franceschi, Beato

Sacerdote de la Primera Orden Franciscana

Martirologio Romano: En Montepulciano, en la Toscana, beato Bartolomé Pucci-Franceschi, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, quien, impulsado por su amor a Dios, dejó a su mujer, a sus hijos y riquezas, haciéndose pobre de Cristo (1330).

Etimológicamente: Bartolomé = Aquel que es hijo de Tolomeo, es de origen hebreo.

 

Su culto fue aprobado por León XIII el 24 de junio de 1880.

Bartolomé Pucci‑Franceschi nació el año 1245 en Montepulciano, hijo de Puccio di Francesco, nombres que fueron unidos para formar el apellido familiar.

En su juventud casó con Milla, hija del capitán Tomás de Pécora, de la cual tuvo cuatro hijos, que hacia 1290, cuando él a los 45 años de edad, decidió ingresar entre los Hermanos Menores del convento de San Francisco de Montepulciano, ya habían llegado a la mayoría de edad. Las crónicas exaltan su memorable renuncia a la familia y al rico patrimonio, su caridad para con los pobres en los tiempos de carestía, y varios milagros.

El Señor le había inspirado consagrarse a su servicio y él, dócil a la divina llamada, proveyó al porvenir de sus hijos y con el consentimiento de su mujer se hizo religioso hermano.

En la vida de convento llegó a ser modelo de perfección. Durante la oración a menudo era arrobado en éxtasis, su rostro se volvía radiante con una luz celestial, su alma encendida en un fuego divino.

Se reputaba tan pequeño y pobre que no se atrevió a ser sacerdote, pero los superiores se lo impusieron y, después de un tiempo de estudios filosóficos y teológicos fue ordenado sacerdote y de inmediato se entregó humilde y devotamente al sagrado ministerio con fervor y santa vida. También entonces era tanta su humildad, que hubiera deseado vivir ignorado de todos.

Su amor por el prójimo y especialmente por los más pobres y desdichados era grandísimo. Por sus oraciones a menudo Dios multiplicó el alimento para su comunidad y a favor de los necesitados.

Frecuentes apariciones de la Santísima Virgen, de ángeles y de santos lo llenaban de tanta alegría que parecía estar ya en el paraíso. Fue para toda la comunidad modelo de observancia exacta de la regla de San Francisco, del espíritu de pobreza, de castidad y de penitencias con las cuales martirizaba su cuerpo.

Bartolomé se durmió serenamente en la paz de los justos el 6 de mayo de 1330. Fue sepultado en la iglesia de San Francisco, donde permaneció hasta 1930. Luego fue trasladado a la iglesia de San Agustín.

Un catálogo de 1538 recuerda que sus reliquias se conservaban en una urna de nogal, expuesta a la pública veneración de los fieles y cerrada con dos llaves, de las cuales una era guardada por el superior del convento y la otra era confiada a los descendientes de la familia del Beato.

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Fuente: Franciscanos.org
María Catalina Troiani, Beata Fundadora, Mayo 6  

María Catalina Troiani, Beata

Fundadora de la Congregación de las Franciscanas Misioneras

Martirologio Romano: En El Cairo, en Egipto, beata María Catalina Troiani, virgen de la Tercera Orden de San Francisco, que desde Italia fue enviada a Egipto, en donde fundó una nueva familia de Hermanas Franciscanas Misioneras (1887).

Etimológicamente: María = Aquella señora bella que nos guía, es de origen hebreo.

Etimológicamente: Catalina = Aquella que es pura y casta, es de origen griego.

 

A nuestra María Catalina se la llama también con frecuencia simplemente Catalina, y a veces María Catalina de Santa Rosa de Viterbo, que es el nombre completo que tomó al ingresar en religión; de seglar se llamaba Constanza Troiani.

Nació en Giuliano di Roma, provincia de Frosinone, en el Lacio, un centenar de Km. hacia el sur de la capital de Italia, el 19 de enero de 1813. Fue la cuarta de cinco hermanos, el segundo de los cuales llegó a ser sacerdote y los otros tres murieron a edad temprana. Sus padres, de posición desahogada, fueron Tomás Troiani y Teresa Panici Cantoni. Constanza pasó feliz en el hogar paterno los 6 primeros años de su vida, pero su madre falleció en 1819, y su padre se vio en la necesidad de confiarla, para su educación, a las religiosas que tenían un colegio pensionado en el convento de Santa Clara de la Caridad situado en Ferentino (Frosinone). Esta comunidad observaba unas constituciones inspiradas en la Regla de Santa Clara, guardaba clausura episcopal y se dedicaba a la educación y enseñanza de niñas. Inteligente, sensible, vivaracha, era a la vez obediente, y en el silencio y con aplicación iba desarrollando su personalidad humana y espiritual. Llegó el momento en que algunos familiares suyos le propusieron volver a su puesto en la vida social. Pero ella rehusó tales propuestas porque pronto sintió la vocación al claustro, y de hecho el 8 de diciembre de 1829, a la edad de 16 años, vistió el hábito franciscano allí mismo. Al año siguiente fue admitida a la profesión religiosa, y Constanza tomó el nombre de Sor María Catalina de Santa Rosa de Viterbo. Se le confió enseguida el cargo de enseñante en la escuela y luego el de vicemaestra de las educandas, además de otros varios oficios en el seno de la comunidad religiosa. Escribió entonces la crónica de su monasterio desde que se fundara en 1803.

Desde aquel tiempo se sintió fuertemente atraída por la contemplación de Jesús crucificado, por el amor a la penitencia y a la vida oculta imitando la de Cristo en Nazaret: "Quiero ser siempre la última en la casa de Dios, que eso es lo mejor para una religiosa", escribe el día de su profesión, a lo que añade: "Me acostumbraré a ofrecer cada acción antes de emprenderla y a vivir sin pausa en presencia de Dios, esforzándome en ser cada día mejor que el anterior". Su trato íntimo con el Señor fue progresando, y a veces se la oía exclamar: "¡Oh Jesús, dame el fuego de tu amor para que pueda consumirme por ti!" Se complacía en decir: "Penetremos en el interior del Corazón de Jesús: allí se está bien, y nadie puede hacernos daño".

El año 1835, cuando contaba 22 años de edad, se sintió fuertemente llamada a trabajar en las misiones extranjeras, pero tuvo que esperar muchos años, unos 24, para poder llevar a cabo esa vocación. Mientras tanto se dedicó a la animación misional entre sus compañeras. Y tan acertadamente lo hizo, que florecieron en su monasterio las vocaciones misioneras. En efecto, cuando el Vicario apostólico de Egipto, el franciscano Mons. Perpetuo Guasco, siguiendo la sugerencia que le hizo la misma Sor María Catalina por medio de su confesor que había ido a Egipto por motivo de predicación, propuso a las monjas de Santa Clara de Ferentino, que ya eran de clausura, la apertura de una casa en Egipto para la educación de niñas, especialmente pobres, de cualquier color, nación y religión, las encontró prontas para secundar el proyecto. Y así, el obispo de Ferentino, con la aprobación de la Sagrada Congregación de Propaganda Fide, envió un grupo de seis clarisas misioneras que, presididas por la madre M. Luisa Castelli y animadas por sor María Catalina, llegaron a El Cairo el 14 de septiembre de 1859. Durante el viaje, cuando hicieron escala en Malta, se enteraron de que había fallecido repentinamente Mons. Guasco, que era quien las había invitado a establecerse en Egipto. Este suceso provocó dudas en las monjas viajeras, pero Sor María Catalina las hizo reflexionar diciéndoles: "Nos hemos puesto en camino para responder no al deseo de un prelado, sino a la llamada de Dios".

De inmediato ocuparon la casa misión de Clot-Bey que se les había preparado en El Cairo Nuevo, aunque su primer trabajo lo desarrollaron en la iglesia católica de Muski que regían los franciscanos de la Custodia de Tierra Santa. Muy pronto la superiora que había guiado al grupo de misioneras hasta Egipto cayó gravemente enferma, y Sor María Catalina tuvo que ponerse al frente de las obras que habían emprendido. Luego, en 1863, fue elegida superiora de la casa misión.

La comunidad de Santa Clara de Ferentino se transformó en 1842 en monasterio, aceptando la clausura, y, aunque en 1859 había organizado la primera expedición de religiosas a Egipto, en 1865 decidió renunciar a aquella misión tan distante dadas las nuevas circunstancias y las dificultades surgidas. A ello contribuyó el hecho de que el delegado apostólico que sucedió a Mons. Guasco redactó unas constituciones nuevas para las misioneras, que debían sustituir a las que ellas habían traído de Ferentino, lo que no fue del agrado del obispo de esta ciudad ni de las monjas del monasterio de Santa Clara. Así sucedió que, buscando todos el mayor bien, surgió un conflicto entre autoridades y proyectos. En consecuencia, Sor María Catalina y sus hermanas tuvieron que afrontar la alternativa en que al fin las puso la comunidad de Ferentino: abandonar las obras emprendidas y regresar a la casa madre, o independizarse de ésta. Fue un trance muy triste y doloroso para las misioneras. Sor María Catalina y las demás religiosas decidieron permanecer en Egipto, separándose con dolor de su casa de origen. En 1868, después de los acuerdos alcanzados entre las autoridades afectadas, la Orden de Hermanos Menores y la Congregación de Propaganda Fide, mediante decreto pontificio, la misión de Clot-Bey (El Cairo, Egipto) quedó constituida como instituto autónomo, del que fue reconocida como fundadora y nombrada superiora general la Beata María Catalina, la cual fue confirmada en su cargo en el primer capítulo general, celebrado en 1877, y después de nuevo en 1883. El nuevo instituto adoptó desde el primer momento la Regla de la Tercera Orden Franciscana, aprobada por León X para los terciarios regulares (TOR), con unas constituciones adaptadas a la situación misionera del mismo, que fueron aprobadas en 1876. De este modo nació una nueva congregación de derecho pontificio, la de las Franciscanas Misioneras del Corazón Inmaculado de María, hasta 1950 llamadas Franciscanas Misioneras de Egipto, que en 1897 fue agregada a la Orden Franciscana (O.F.M.).

A las obras y actividades iniciales, la madre María Catalina fue añadiendo otras nuevas como respuesta a las muchas necesidades con que se encontraba en la población y particularmente en la infancia de aquel país. Su celo apostólico y su caridad se desarrollaron especialmente en dos obras misionales y sociales: la una, iniciada en 1860 en colaboración con dos sacerdotes, Olivieri y Versi, empeñados en la lucha contra la esclavitud, y destinada a rescatar y educar a las niñas negras esclavas, y la otra, iniciada en 1872, dedicada a recoger a los expósitos, recién nacidos abandonados. Las niñas pequeñas abandonadas al nacer o destinadas a los harenes turcos eran buscadas o acogidas, incluso pagando rescate por ellas. Para las niñas que gozaban de buena salud buscaba nodrizas que las criaran, y más tarde las confiaba a familias adoptivas. Con todo, eran muchas las pequeñas que estaban exánimes y pronto fallecían. Las niñas y las gentes, conmovidas por su bondad y entrega, la llamaban cariñosamente "Mamá Blanca". Con estas obras la madre María Catalina se insertó en lo más vivo de la lucha por el rescate y redención de los esclavos y por la dignificación de la mujer, uniéndose a los grandes líderes anti esclavistas de aquel tiempo como Olivieri, Versi, Daniel Comboni y el franciscano Ludovico de Casoria.

En 1882, cuando la Beata estaba proyectando la apertura de nuevas casas, estalló la guerra angloturca. El consulado italiano pidió a las religiosas que salieran del país porque no podía garantizar su seguridad. La Madre y las hermanas tienen que marcharse a Roma; pero, tan pronto como se restablece la paz en Egipto, vuelven a su casa y misión, que permanece intacta, y reanudan su labor misionera y social. De nuevo son incontables las niñas y jóvenes que llenan sus aulas y sus centros de acogida. Pero en 1883 se extiende la epidemia del cólera, y las víctimas son incontables; las religiosas, a las que no falta el ejemplo y las palabras de aliento de la madre María Catalina, no abandonan sus puestos de trabajo sino que se multiplican en sus tareas para asistir a los apestados aun exponiendo las propias vidas.

Durante sus 28 años de actividad misionera, la madre María Catalina abrió, con la colaboración de las autoridades y la ayuda de las personas a las que tendió la mano, numerosas casas en Egipto, en Jerusalén, en Malta, en Italia. Ella procedía de un ambiente de fuerte espiritualidad franciscana, e imprimió esa espiritualidad en su propia vida y en todas sus obras.

El 10 de abril de 1887, víspera de Pascua, la Madre Troiani, enferma y agotada, tiene que meterse en cama, sin esperanza de recuperación porque su organismo está exhausto. Y el 6 de mayo de 1887, después de haber recibido por última vez la Eucaristía, fallece plácidamente en Clot-Bey, a los 74 años de edad. Al día siguiente, sus funerales se trasformaron en una solemne celebración con la presencia de cristianos y de musulmanes y entre el llanto especialmente de tantas mujeres beneficiarias de su obra, todos los cuales querían rendir un último homenaje a aquella apóstol de la caridad. Fue enterrada de momento en el cementerio latino de El Cairo, pero sus restos mortales fueron luego trasladados a la capilla de Clot-Bey, y en 1967 a Roma, y se veneran en la iglesia de la casa general del Instituto, dedicada al Corazón Inmaculado de María. "Tenemos dos vidas -había escrito-, la presente y la futura. La primera está hecha de luchas, la segunda es el final de todas ellas, la recompensa y la corona. La primera representa la navegación, la segunda el puerto. La primera dura sólo un instante, la otra no conoce la vejez ni la muerte". Y con frecuencia había recomendado a sus hermanas: "Cumplid bien vuestro deber; esperamos ir un día allá arriba, al Paraíso, llenas de gozo y alegría. ¿Después de haber soportado tantas fatigas y sufrimientos, qué podemos esperar mejor que el Paraíso? Para vivir como verdaderas religiosas, hay que comportarse cada día como si fuera el primero de nuestra vida consagrada y el último de nuestra vida terrena".

Su fama de santidad se extendió enseguida, y desde el primer momento las autoridades civiles egipcias, los diplomáticos y gobernantes europeos y cuantos tuvieron conocimiento de la obra desarrollada por la Beata y su Congregación, le mostraron la más grande estima y gratitud. El papa Juan Pablo II la beatificó el 14 de abril de 1985 y estableció que su memoria se celebre el 6 de mayo.

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Fuente: www.geocities.com/hgig.geo/lavalesp.html
Francisco Montmorency-Laval, Beato Obispo y Fundador, Mayo 6  

Francisco Montmorency-Laval, Beato

Fundador de la Sociedad Sacerdotal llamada
"Seminario de Misiones Extrangeras, establicida en Quebec (SME)"
conocida ahora como el "Seminario de Quebec"

Martirologio Romano: En Quebec, en el dominio de Canadá, beato Francisco de MontmorencyLaval, obispo, quien estableció su sede episcopal en aquella ciudad y desde allí, durante casi cincuenta años, se dedicó con todas sus fuerzas a confirmar y acrecentar la Iglesia en aquella vasta región de América del Norte, llegando incluso hasta el golfo de México (1708).

Etimológicamente: Francisco = Aquel que porta la bandera, es de origen germánico.

 

De la familia Montmorency-Laval, una de las más distinguidas de Francia, nació Francisco el 30 de abril de 1623, en Montigny-sur-Avre. Educado en los jesuitas de La Flèche, recibió la tonsura, pero a la muerte de su padre, aún tuvo que ocuparse de los asuntos y negocios de los suyos, como cabeza de familia.

Ordenado sacerdote en 1647, fue designado archidiácono de Évreux, donde el obispo era tío suyo. Cuando en 1653 fue nombrado vicario apostólico de Tonkín, en Indochina, el viaje se hizo imposible, y se retiró cuatro años al Hermitage, en una escuela de espiritualidad abierta por Juan de Bernières.

Su vida misionera se inició en 1658, año en que fue designado vicario apostólico de la Nueva Francia y obispo titular de Petra. Llegó a Quebec al año siguiente, y en treinta años desarrolló una formidable actividad apostólica, organizando aquella Iglesia incipiente, luchando contra las tendencias galicanas de los gobernadores y defendiendo a los indios.

A él se debe el Seminario de Quebec - Universidad Laval, desde 1852 -, y la erección de la diócesis en 1674, de la que fue primer obispo. Los últimos años de su vida los pasó retirado en el Seminario, donde murió el 6 de mayo de 1708 a los ochenta y cinco años.

Venerable desde 1960, y beatificado en 1980, "fue en Canadá lo que San Agustín en Bretaña, San Bonifacio en Germania, o Cirilo y Metodio en los pueblos eslavos" (AAS 73,1981, 256).

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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, Mayo 6  

Otros Santos y Beatos

San Lucio de Cirene, santo del NT
Conmemoración de san Lucio de Cirene, a quien el libro de los Hechos de los Apóstoles nombra entre los profetas y doctores de la Iglesia de Antioquía (s. I).

Santos Mariano y Jacobo, mártires
En Lambesa, de Numidia (hoy Argelia), santos mártires Mariano, lector, y Jacobo, diácono. El primero de ellos, después de haber superado con anterioridad por su fe en Cristo diversas pruebas en la persecución desencadenada por Decio, fue detenido de nuevo junto con su querido compañero, y ambos, al cabo de soportar crueles suplicios, confortados con la gracia de Dios fueron muertos a espada en compañía de otros muchos (c. 259).

San Venerio, obispo
En Milán, de la Liguria (hoy Italia), san Venerio, obispo, discípulo y diácono de san Ambrosio, que acudió en ayuda de los obispos africanos enviándoles clérigos y favoreció a san Juan Crisóstomo en su destierro (409).

Santa Benita, monja
En Roma, santa Benita, virgen y monja romana, de la cual san Gregorio I Magno cuenta que descansó en el Señor, tal como ella misma había pedido con insistencia, a los treinta días de la muerte de santa Gala, quien la amaba de una manera especial por encima de las demás (s. VI)

San Eadberto, obispo
En Lindisfarne, de Northumbria, en Inglaterra, san Eadberto, obispo, sucesor de san Cutberto, que brilló por su conocimiento de las Escrituras, por su observancia de los preceptos divinos y especialmente por sus generosas limosnas (698).

Beatos Eduardo Jones y Antonio Middleton, presbíteros y mártires
En Londres, en Inglaterra, beatos Eduardo Jones y Antonio Middleton, presbíteros y mártires, los cuales, durante el reinado de Isabel I, por su condición de sacerdotes fueron ahorcados y descuartizados ante su propia casa (1590).

Beato Casimiro Gostynski, presbítero y mártir
Cerca de Munich, de Baviera, en Alemania, beatos Enrique Kaczorowski y Casimiro Gostynski, presbíteros y mártires, que en la invasión de Polonia fueron hechos prisioneros por los perseguidores de la dignidad humana y conducidos al campo de concentración de Dachau, donde, por su fe en Cristo, exhalaron el último suspiro en las cámaras de gas (1942).

 

 

Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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