lunes, 21 de agosto de 2017

[ † ] Lunes por las almas del Purgatorio. 21/08/2017. San Pío X ¡ruega por nosotros!

JA

JMJ

Pax

Si quieres ser perfecto, vende lo que tienes y tendrás un tesoro en el cielo

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 19, 16-22

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, se acercó un joven a Jesús y le preguntó: 
"Maestro, ¿qué debo hacer de bueno para conseguir la vida eterna?" 
Le respondió Jesús: 
"¿Por qué me preguntas a mí acerca de lo bueno? Uno solo es el bueno: Dios. Pero, si quieres entrar en la vida, cumple los 
mandamientos". 
El replicó: 
"¿Cuáles?"
Jesús le dijo: 
"No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, ama a tu prójimo como a ti mismo".
Le dijo entonces el joven: 
"Todo eso lo he cumplido desde mi niñez. ¿Qué más me falta?" 
Jesús le dijo: 
"Si quieres ser perfecto, vende todo lo que tienes, dales el dinero a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo. Luego ven y 
sígueme". 
Al oír estas palabras, el joven se fue entristecido, porque era muy rico.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.

El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk

El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu

El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc

Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?

Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).

Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?

Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html

Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).

 

 

Misal

 

lun 20a. Ordinario año impar

Antífona de Entrada

Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; atiéndeme y escucha mis palabras. Cuídame como a las niñas de tus ojos, cúbreme bajo la sombra de tus alas.

Oración Colecta

Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, haz que nuestra voluntad sea siempre dócil a la tuya y que te sirvamos con un corazón sincero.
Por nuestro Señor Jesucristo....
Amén.

Primera Lectura

El Señor instituyó jueces, pero los israelitas ni a ellos los quisieron escuchar

Lectura del libro de los Jueces 2, 11-19

En aquellos días, los israelitas ofendieron con su conducta al Señor, dando culto a los ídolos. Abandonaron al Señor, Dios de sus antepasados, que los había sacado de Egipto, y siguieron a dioses de los pueblos vecinos y los adoraron irritando al Señor. Abandonaron al Señor y dieron culto a Baal y Astarté.
Entonces el Señor se encolerizó contra Israel; los puso en manos de salteadores, que los despojaron, los entregó a sus enemigos de alrededor, y no fueron capaces de resistirlos. En todas sus campañas la mano del Señor intervenía contra ellos para castigarlos, como él les había dicho y jurado, y los puso en una situación desesperada. 
Entonces el Señor instituyó jueces, que salvaron a los israelitas de quienes los saqueaban, pero ellos tampoco escucharon a los jueces: se prostituyeron dando culto y adorando a otros dioses; se desviaron muy pronto de la conducta de sus antepasados, que habían cumplido los mandamientos del Señor, pero no los imitaron.
Cuando el Señor les instituyó jueces, él estaba con el juez y los salvaba de sus enemigos, pues se conmovía ante los gemidos que proferían bajo el yugo de sus opresores. Pero, en cuanto moría el juez, volvían a pecar y se portaban todavía peor que sus antepasados; seguían a otros dioses, les daban culto, los 
adoraban y volvían a sus prácticas y a su conducta obstinada.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 105

Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo.

No exterminaron nuestros padres a los pueblos que el Señor les había mandado. Se unieron con paganos y aprendieron sus prácticas.
Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo.

Dieron culto a los ídolos y éstos fueron para ellos como una trampa. Entonces entregaron a sus hijos e hijas en sacrificio a los demonios.
Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo.

Se contaminaron con sus obras y se prostituyeron con sus acciones; por eso el Señor renegó de su pueblo y estalló su enojo.
Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo.

¡Cuántas veces los libró, pero ellos se obstinaron en su actitud! Entonces el Señor miró su angustia y escuchó sus gritos.
Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Aleluya.

Evangelio

Si quieres ser perfecto, vende lo que tienes y tendrás un tesoro en el cielo

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 19, 16-22

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, se acercó un joven a Jesús y le preguntó: 
"Maestro, ¿qué debo hacer de bueno para conseguir la vida eterna?" 
Le respondió Jesús: 
"¿Por qué me preguntas a mí acerca de lo bueno? Uno solo es el bueno: Dios. Pero, si quieres entrar en la vida, cumple los 
mandamientos". 
El replicó: 
"¿Cuáles?"
Jesús le dijo: 
"No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, ama a tu prójimo como a ti mismo".
Le dijo entonces el joven: 
"Todo eso lo he cumplido desde mi niñez. ¿Qué más me falta?" 
Jesús le dijo: 
"Si quieres ser perfecto, vende todo lo que tienes, dales el dinero a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo. Luego ven y 
sígueme". 
Al oír estas palabras, el joven se fue entristecido, porque era muy rico.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Santifica, Señor, estos dones tuyos que con sincera voluntad te presentamos, y por medio de esta Eucaristía dígnate purificarnos y renovarnos. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

Jesús, buen samaritano

En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro alabarte, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, en todos los momentos y circunstancias de la vida, en la salud y en la enfermedad, en el sufrimiento y en el gozo, por tu siervo, Jesús, nuestro Redentor.
Porque él, en su vida terrena, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal.
También hoy, como buen samaritano, se acerca a todo hombre que sufre en su cuerpo o en su espíritu, y cura sus heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza.
Por este don de tu gracia, incluso cuando nos vemos sumergidos en la noche del dolor, vislumbramos la luz pascual en tu Hijo, muerto y resucitado.
Por eso,
unidos a los ángeles y santos, cantamos a una voz el himno de tu gloria:

Antífona de la Comunión

Los ojos del Señor están puestos en sus hijos que confían en su misericordia, para librarlos de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre.

Oración después de la Comunión

Oremos: 
Que esta celebración eucarística nos comunique, Señor, nuevas fuerzas para cumplir tu voluntad en esta vida y nos 
confirme en la esperanza de tu Reino. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

 

20ª semana. Lunes

ALEGRÍA Y GENEROSIDAD

— El joven rico. La alegría de la entrega.

— El Señor pasa y pide.

— La tristeza hace mucho daño al alma. Buscar la alegría a través de la generosidad.

I. Después de bendecir a unos niños, Jesús partió de aquel lugar, y cuando estaba en camino llegó un joven, se postró de rodillas1 y le preguntó: Maestro, ¿qué cosas buenas debo hacer para alcanzar la vida eterna? Jesús, de pie, contempla a aquel joven con una gran esperanza; los discípulos, que se han detenido, callan y miran. La escena, recogida en el Evangelio de la Misa2, es de una gran belleza. Quizá el joven ha escuchado a Jesús en alguna otra ocasión, y hasta ahora no se ha atrevido a comunicarse directamente con Él; en su alma hay deseos de entrega, de amar más..., quizá está insatisfecho con su vida. Por eso, cuando el Señor le dice que debe guardar los Mandamientos, él dice que ya los cumple, y pregunta: Quid adhuc mihi deest? ¿Qué me falta aún? Es la pregunta que tantos y tantas se han hecho al comprobar que no les llena la vida que llevan.

Jesús, tan atento a los menores movimientos de las almas, se conmovió al contemplar los deseos y la limpieza de aquel corazón. Fue entonces cuando le dirigió la mirada de la que nos habla San Marcos, y lo amó3. La mirada de Jesús, una mirada honda, imborrable, es por sí sola una llamada. Y le invitó a seguirle dejando atrás todos sus tesoros. Es una invitación a dejar libre el corazón para llenarlo todo de Dios. Se trata de cambiar el amor a los bienes por el amor a Jesús, se trata de dejar las posesiones materiales para enriquecerse, de una manera real y efectiva, con bienes eternos4.

No fue generoso este joven: se quedó con sus riquezas, de las que disfrutaría unos años, y perdió a Jesús, a quien tenemos para siempre, tesoro infinito, en este mundo y en la eternidad. En su egoísmo, el joven rico no esperaba esta respuesta del Maestro. Los planes de Dios no coinciden generalmente con los nuestros, con los que proyectamos en la imaginación, con aquellos que fabrica la vanidad o el egoísmo. Los planes divinos, forjados desde la eternidad para nosotros, son los más bellos que nunca pudimos imaginar, aunque alguna vez nos desconcierten.

Al oír el joven estas palabras de Jesús se marchó triste, pues tenía muchas posesiones. Todos vieron cómo resistía aquella amable y amorosa invitación del Señor y se marchaba con la huella de la tristeza en la cara. Posiblemente, más tarde, este joven encontraría falsas justificaciones a su falta de generosidad, que le devolverían al menos la tranquilidad perdida (nunca la paz, que es fruto de la entrega): quizá pensó que era muy joven, o que más tarde vería todo con más claridad y buscaría al Maestro... ¡Qué fracaso! ¡Qué ocasión desaprovechada!, pues a Jesús, o se le sigue o se le pierde. Cada encuentro con Él lleva consigo unas claras exigencias, y también un gran enriquecimiento de toda la persona. Jesús nunca nos deja indiferentes.

Una vez que alguien ha sentido posarse sobre él la mirada del Señor, ya nunca la olvida, ya no es posible vivir como antes. La alegría es fruto de la generosidad, de responder a las sucesivas llamadas que a cada uno en su estado dirige Cristo que pasa. La vida se llena de gozo y de paz en esa disponibilidad absoluta ante la voluntad de Dios que se manifiesta en momentos bien precisos de nuestra vida; quizá ahora.

II. «Aquel muchacho rechazó la insinuación, y cuenta el Evangelio queabiit tristis (Mt 19, 22), que se retiró entristecido (...): perdió la alegría porque se negó a entregar su libertad a Dios»5. Libertad que, si no le había servido para llegar a la meta, a Cristo que pasaba por su vida, para bien poco habría ya de servirle.

La tristeza nace en el corazón, como una planta dañina, cuando nos alejamos de Cristo, cuando le negamos aquello que de una vez, o poco a poco, nos va pidiendo, cuando nos falta generosidad. Esta mala enfermedad del alma «es un vicio causado por el amor desordenado de sí Mismo»6. Puede haber enfermedad, puede existir cansancio y dolor, pero la tristeza del corazón es distinta. En su origen encontramos siempre la soberbia y el egoísmo: detrás de esa desgana, sin causa aparente, en el propio quehacer, puede estar la imposibilidad de afirmar el propio criterio, la propia personalidad, la vanidad; detrás de ese dolor puede esconderse la rebeldía de no querer aceptar la voluntad de Dios; en ese desaliento, al ver una y otra vez las propias faltas, puede ocultarse más la humillación sufrida que el dolor por haber ofendido al Señor... «Si Dios me ha perdonado, si su amor misericordioso, siempre presente, se vuelca en mí, ¿cómo puedo estar yo triste? Si alguien alimentara su tristeza en el dolor de sus pecados, agarrado a su culpa, ese hombre debe saber que se trata posiblemente de un pretexto y, siempre, de un error»7. Las mismas faltas y pecados nos deben llevar a la alegría del arrepentimiento y del amor que nace de nuevo con más fuerza aún.

El Señor pasa cerca de nuestra vida en incontables ocasiones. Alguna vez nos pedirá mucho, para darnos más; otras, cosas pequeñas: el cumplimiento del deber, llevar a cabo en la hora prevista las prácticas de piedad que tenemos señaladas en nuestro plan de vida, sin dar cabida a la pereza; mortificar la imaginación y el recuerdo en asuntos banales; vivir con esmero la caridad con quienes están a nuestro lado; indicar con afabilidad la dirección que nos han pedido... Quizá se presente el Señor –tal vez cuando menos lo esperábamos– para invitarnos a seguirle aún más de cerca, quizá sin abandonar nuestros quehaceres en medio del mundo, pero con la plena entrega del corazón, según el propio estado, sin poner límites ni condiciones. «Hay que saber entregarse, arder delante de Dios como esa luz, que se pone sobre el candelero, para iluminar a los hombres que andan en tinieblas; como esas lamparillas que se queman junto al altar, y se consumen alumbrando hasta gastarse»8. Y esto nos lo pide a todos: cada uno en su lugar y en el estado al que es llamado, en la peculiar vocación que de Dios ha recibido. Esta vocación es el asunto más importante de la vida, y, una vez conocida, el negocio en el que debemos empeñarnos con tenacidad, con la ayuda de la gracia, hasta el último instante de nuestros días.

III. Se marchó triste. Nada más sabemos de él. Su historia termina envuelta en un manto de tristeza; quizá podría haber sido uno de losDoce. Pero no quiso; y Jesús respetó su libertad. Una libertad que no supo emplear. «El mercader –comenta San Basilio– no se entristece gastando en las ferias lo que posee para adquirir sus mercancías; pero tú (hace referencia a este joven rico) te entristeces dando polvo a cambio de la vida eterna»9: prefirió conservar el polvo –eso son todas las posesiones y riquezas– en vez de elegir la vida perdurable que le ofrecía Cristo, prefirió quedarse con el polvo en que se convirtieron estas al cabo de unos años, no demasiados.

La tristeza hace mucho daño al alma. Como la polilla al vestido y la carcoma a la madera, así la tristeza daña el corazón del hombre10, y predispone al mal. Por eso hemos de luchar enseguida, si alguna vez hiciera su aparición en el alma: Anímate, pues, y alegra tu corazón, y echa lejos de ti la congoja; porque a muchos mató la tristeza. Y no hay utilidad alguna en ella11. De ese estado solo cabe esperar males.

Si nuestra vida consiste realmente en seguir a Cristo, es lógico que siempre estemos alegres: es la única alegría verdadera del mundo, sin límite y sin medida; compatible, por otra parte, con el dolor, con la enfermedad, con el fracaso... «La alegría cristiana excluye de modo definitivo y combate implacablemente toda tristeza enfermiza o imaginaria: la envidia, el desaliento, el repliegue sobre sí mismo no pueden emparejarse con ella, y uno de sus beneficios es el de excluir todas esas penas, llenas de veneno y fuentes de muerte»12.

Un alma triste está a merced de muchas tentaciones. ¡Cuántos pecados han tenido su origen en la tristeza! ¡Cuántos ideales ha roto! Si alguna vez sentimos el zarpazo de la tristeza, examinemos su causa con sinceridad en la oración. Muchas veces encontraremos falta de generosidad con Dios o con los demás. «"Laetetur cor quaerentium Dominum" —Alégrese el corazón de los que buscan al Señor.

»—Luz, para que investigues en los motivos de tu tristeza»13. Preguntémonos, si esa situación llegara, y ahora, porque siempre podemos crecer en alegría, si estamos buscando seriamente al Señor en lo que cada día nos sucede, en la oración, en el empeño por mantener la presencia de Dios. Examinemos nuestra generosidad con los demás: a la hora de interesarnos por su salud, por sus ilusiones, en el sacrificio pequeño pero continuo que exige una fraternidad bien vivida, en los bienes y talentos que poseemos...

Si alguna vez nos sentimos con el alma entristecida, preguntémonos: ¿en qué no estoy yo siendo generoso con Dios?, ¿en qué no soy desprendido con los demás?, ¿me preocupo excesivamente de mí mismo, de mis cosas, de mi salud, de mi futuro, de mis pequeñeces?... Es posible que encontremos enseguida la causa y el remedio. Mientras tanto, procuremos afinar en el trato con el Señor, intentemos darnos sin cálculo a quienes están cerca, aunque sea en pequeños servicios; abramos el corazón a quien nos conoce y aprecia, a quien tenemos encomendada la dirección espiritual del alma.

Con la alegría que Cristo nos da, hacemos mucho bien a nuestro alrededor. Comunicarla a los demás será frecuentemente una de las mayores muestras de caridad hacia ellos. Muchas personas pueden encontrar a Dios en esa alegría honda; procuremos no perderla. Santa María, Causa de nuestra alegría, ruega por nosotros, concédenos seguir a Cristo de cerca, danos la gracia de no volverle nunca la espalda, ni siquiera en lo pequeño de todos los días.

1 Cfr. Mc 10, 17. — 2 Mt 19, 16-22. — 3 Mc 10, 21. — 4 Cfr. M. J. Indart, Jesús en su mundo, p. 251. — 5 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 24. — 6 Santo Tomás,Suma Teológica, 2-2, q. 28, a. 4, ad 1. — 7 C. López Pardo, Sobre la vida y la muerte, Rialp, Madrid 1973, p. 157. — 8 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 44. — 9 San Basilio, en Catena Aurea, vol. VI, p. 313. — 10 Prov 25, 20. — 11 Ecl 30, 24-25. —12 J. M. Perrin, El evangelio de la alegría, Rialp, Madrid 1962, pp. 59-60. — 13 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 666.

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21 de agosto

SAN PÍO X*

Memoria

— Necesidad de dar doctrina. Emplear todos los medios a nuestro alcance.

— Serenidad y buen humor ante las dificultades.

— Amor a la Iglesia y al Papa.

I. El Señor hizo poner una alianza de paz y lo nombró príncipe, para que fuera sacerdote eternamente1.

Los años del Pontificado de San Pío X fueron particularmente difíciles por las transformaciones internas de muchas naciones, que tuvieron serias repercusiones en los fieles cristianos. Con todo, el verdadero vendaval que azotó fuertemente a la Iglesia en este tiempo fue de carácter ideológico y doctrinal: los intentos de conciliar la fe con una filosofía que estaba, en sus mismos principios, muy lejos de ella desembocaron en numerosos errores de amplia difusión. Estas ideologías atacaban los mismos fundamentos de la doctrina católica y conducían directamente a negarla2.

San Pío X hizo realidad el lema de su Pontificado –instaurar en Cristo todas las cosas3– en su honda preocupación por atajar estos males, que llegaban de mil formas al pueblo fiel4. Insistía con frecuencia en el daño que produce la ignorancia de la fe: "es inútil esperar solía decir que quien no tenga formación pueda cumplir con sus deberes de cristiano". Exhortaba una y otra vez en la necesidad de enseñar el Catecismo. De esta inquietud por la formación cristiana surgió el llamado Catecismo de San Pío X, que tanto bien ha hecho en la Iglesia. Este afán de dar doctrina a un mundo que estaba hambriento y necesitado de ella se refleja en todo su Magisterio. Incluso él mismo, siendo Papa, no quiso abandonar los medios tradicionales de la Catequesis. Hasta 1911 solía enseñar el Catecismo en el cortile de San Dámaso y en el de la Piña, en el Vaticano. También cada domingo invitaba a los feligreses de una parroquia romana, les celebraba la Santa Misa y les explicaba el Evangelio.

Una buena parte de aquellos errores que combatió San Pío X parecen haber tomado carta de ciudadanía en nuestros días. Y en países evangelizados hace casi veinte siglos son muchedumbre los que no conocen las verdades más elementales de la fe. Muchos se encuentran indefensos y se dejan arrastrar por esos errores difundidos por unos pocos, con la complicidad de las propias pasiones5. Aquel llamamiento que hizo en su tiempo San Pío X para conservar y dar a conocer la buena doctrina sigue siendo plenamente actual. Es especialmente urgente que todos los cristianos, con los medios a nuestro alcance, demos a conocer las enseñanzas de la Iglesia sobre el sentido de la vida, el fin del hombre y su destino eterno, el matrimonio, la generosidad en el número de hijos, el derecho y deber de los padres para elegir la educación que estos han de recibir, la doctrina social de la Iglesia, el amor al Papa y a sus enseñanzas, la malicia del crimen del aborto... Y para esto debemos utilizar todos los medios a nuestro alcance: las catequesis familiares, la difusión de libros buenos, las conversaciones que todos los días surgen sobre temas que afectan a la fe o a la moral... No olvidemos además, como ha recordado el Papa Juan Pablo II, que "¡la fe se fortalece dándola!"6.

II . San Pío X se distinguió por una gran firmeza para hacer frente a un ambiente que muchas veces le fue adverso, y, a la vez, estuvo lleno de una profunda humildad y sencillez. En la Primera lectura de la Misa7 se recogen estas palabras de San Pablo a los cristianos de Tesalónica, que bien pudo escribir también el Santo Pontífice: Tuvimos valor -apoyados en nuestro Dios para predicaros el Evangelio de Dios en medio de fuerte oposición. Sin embargo, San Pío X como San Pablo se mantuvo sereno y alegre en medio de las dificultades, porque su vida estaba fuertemente enraizada en la oración. No le faltó tampoco el buen humor.

Un soldado de la guardia suiza recuerda que le tocó una noche hacer la guardia en un patio al que daba la ventana del dormitorio del Papa. Con la alabarda al hombro, el soldado paseaba de un lado a otro. Sus pasos resonaban en las losas. En un momento de la noche se abrió la ventana y apareció la figura del Papa: "Bendito, ¿qué haces ahí?". El soldado explicó como pudo su cometido. Y San Pío X, benevolente, le recomendó: "Vete a descansar, que será mejor. Así podremos dormir tú y yo"8.

San Pío X tuvo fama de hacer milagros en vida. Un día fueron a verle al Vaticano sus antiguos parroquianos. Y con la sencillez y la confianza que siempre habían tenido con él y también con total falta de tacto, le preguntaron: "Don Beppo (así le llamaban cuando era párroco), ¿es cierto que usted hace milagros?". Y el Papa, con sencillez y buen humor, les respondió: "Mirad... aquí en el Vaticano hay que hacer un poco de todo"9. Sin embargo, un Obispo brasileño, habiendo oído hablar de la fama de santidad del Pontífice, se trasladó en los primeros meses de 1914 a Roma para implorar del Santo la curación de su madre, enferma de lepra. Ante su insistencia, San Pío X le exhortó que se encomendara a Nuestra Señora y a algún otro santo. Pero el Obispo, insistente, le rogó: "Al menos, dígnese repetir las palabras de Nuestro Señor ante el leproso: Volo, mundare!" (quiero, sé limpio). Y el Papa, con una sonrisa, y condescendiente, repitió: "Volo, mundare!". Cuando el Obispo regresó a su patria, encontró a su madre curada de la lepra10.

Entre las graves responsabilidades y la dureza de tantos acontecimientos que hubo de sobrellevar San Pío X, el Señor le concedió no perder la sencillez y el buen humor. Para nosotros, que hemos tomado en serio nuestra fe, vivida en medio del mundo, son dos virtudes humanas que podemos pedir hoy al Señor por intercesión de este Santo Pontífice. Nos ayudarán a sentirnos hijos de Dios, a estar serenos y alegres en cualquier dificultad.

III. San Pío X amó y sirvió con suma fidelidad a la Iglesia. Desde el comienzo de su Pontificado acometió una serie de profundas reformas. De modo particular dedicó una especial atención a los sacerdotes, de quienes lo esperaba todo. De su santidad, dijo muchas veces y de modos distintos, dependía en gran medida la santidad del pueblo cristiano. En el cincuenta aniversario de su ordenación sacerdotal dedicó a los sacerdotes una exhortación11 que tenía como motivo: Sobre cómo deben ser los sacerdotes que la Iglesia necesita. Pedía, ante todo, sacerdotes santos, entregados por entero a su labor de almas.

Muchos de los problemas, necesidades y circunstancias de aquellos once años de Pontificado de San Pío X, siguen siendo actuales. Por eso, hoy puede ser una buena ocasión para que examinemos cómo es nuestro amor con obras a la Iglesia; si, en medio de los quehaceres temporales, cada uno de nosotros tiene "una viva conciencia de ser un miembro de la Iglesia, a quien se le ha confiado una tarea original, insustituible e indelegable, que debe llevar a cabo para el bien de todos"12: dar buena doctrina, aprovechando toda ocasión oportuna, o creándola; ayudar a otros a que encuentren el camino de su reconciliación con Dios, mediante la Confesión sacramental; pedir cada día y ofrecer horas de trabajo bien acabado por la santidad de los sacerdotes; ayudar, con generosidad, al sostenimiento de la Iglesia y de obras buenas; contribuir a la difusión del Magisterio del Papa y de los Obispos, principalmente en asuntos que se refieren a la justicia social, a la moralidad pública, a la enseñanza, a la familia... "¡Qué alegría, poder decir con todas las veras de mi alma: amo a mi Madre la Iglesia santa!"13. Un amor que se traduce cada día en obras concretas.

Examinemos también cómo es nuestro amor filial al Papa, que para todos los cristianos ha de ser "una hermosa pasión, porque en él vemos a Cristo"14. Meditemos junto al Señor si pedimos todos los días por la persona del Romano Pontífice, para que el Señor lo custodie y lo vivifique y le haga dichoso en la tierra..., si estamos unidos a sus intenciones, si rezamos por ellas...

Dios poderoso y eterno -le rogamos con una oración de la Misa, que para defender la fe católica e instaurar todas las cosas en Cristo, colmaste al Papa San Pío X de sabiduría divina y de fortaleza apostólica; concédenos que, dóciles a sus instrucciones y ejemplos, consigamos la recompensa eterna.

1 Antífona de entrada. Cfr. Eclo 45, 30. — 2 Cfr. R. García de Haro, Historia teológica del Modernismo, EUNSA, Pamplona 1972. — 3 San Pío X, Carta Apost. Bene nostis, 14-II-1905. — 4 Cfr. ídem, Decr. Lamentabili, 3-VII-1907; Enc. Pascendi, 8-IX-1907. — 5 Cfr. Juan Pablo II, Exhort. Apost. Christifideles laici, 30-XII-1988, 34. — 6 ídem, Enc. Redemptoris missio, 7-XII-1990, n. 2 — 7 1 Tes 2, 2-8. — 8 Cfr. J. M. Javierre, Pío X, Juan Flors, 5.ª ed., Barcelona 1961, p. 180. — 9 Cfr. L. Ferrari, Pío X: Dalle mie memorie, Vicenza 1922, p. 1528. — 10 G. Dal-Gal, Pío X, el Papa Santo, Palabra, 2.ª ed., Madrid 1988, p. 304. — 11 San Pío X, Enc. Haerent animo, 4-VIII-1908. — 12 Juan Pablo II, Exhort. Apost. Christifideles laici, cit., 28. — 13 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 518. — 14 ídem, Amar a la Iglesia, p. 32.

* San Pío X nació en la pequeña población de Riese, al Norte de Italia, el 2 de junio de 1835. De niño conoció las estrecheces de una familia sencilla de diez hijos; su padre era el alguacil del pueblo. Se distinguió por un continuo servicio a la Iglesia y a las almas como párroco, Patriarca Arzobispo de Venecia y Romano Pontífice. Mostró una energía santa en defender la pureza de la doctrina, revalorizó y dignificó la Sagrada Liturgia y extendió la práctica de la Comunión frecuente. Adoptó como lema de su pontificado: Instaurare omnia in Christo. Murió el 20 de agosto de 1914.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

San Pio X, el Papa de la Eucaristía
21 de agosto

José Sarto, después Pío X, nació en Riese, poblado cerca de Venecia, Italia en 1835 en el seno de una familia humilde siendo el segundo de diez hijos.

Todavía siendo niño perdió a su padre por lo que pensó dejar de estudiar para ayudar a su madre en los gastos de manutención de la familia, sin embargo ésta se lo impidió y pudo continuar sus estudios en el seminario gracias a una beca que le consiguió un sacerdote amigo de la familia.

Una vez ordenado fue vicepárroco, párroco, canónigo, obispo de Mantua y Cardenal de Venecia, puestos donde duró en cada uno de ellos nueve años. Bromeando platicaba que solamente le faltaban nueve años de Papa.

Muchas son las anécdotas de este santo que reflejan tanto su santidad como su lucha por superar sus defectos, entre ellas destacan tres:

Siendo Cardenal de Venecia se encontró con un anciano al que la policía le había quitado el burro que tenía para trabajar; al enterarse el Cardenal se ofreció a pagar la multa que le cobraban y a acompañarlo a recoger el burro porque exigían al anciano que lo respaldara una persona de confianza. Ante la negativa del anciano para que lo acompañara el Cardenal afirmó que si una obra buena no costaba no merecía gran recompensa

Cuando era un sacerdote joven, José Sarto, estando con su hermana se quejó de dolor de muelas lo que provocó que ella lo criticara y lo tachara de quejoso y flojo respondiéndole con una bofetada. Sintiéndose avergonzado se disculpó por ser tan violento, defecto que fue corrigiendo. Asimismo, una vez de visita en el Colegio de San Juan Bosco fue invitado a almorzar en la pobreza de ese colegio, donde al salir buscó un mejor lugar para comer, aunque después se volvió más y más sacrificado.

En 1903 al morir León XIII fue convocado a Roma para elegir al nuevo Pontífice. En Roma no era candidato para algunos por no hablar francés y él mismo se consideraba indigno de tal nombramiento.

Durante la elección los Cardenales se inclinaron en principio y por mayoría por el Cardenal Rampolla, sin embargo el Cardenal de Checoslovaquia anunció que el Emperador de Austria no aceptaba al Cardenal Rampolla como Papa y tenía el derecho de veto en la elección papal, por lo que el Cardenal Rampolla retiró su nombre del nombramiento. Reanudada la votación los Cardenales se inclinaron por el Cardenal Sarto quien suplicó que no lo eligieran hasta que una noche una comisión de Cardenales lo visitó para hacerle ver que no aceptar el nombramiento era no aceptar la voluntad de Dios. Aceptó pues convencido de que si Dios da un cargo, da las gracias necesarias para llevarlo a cabo. 

Escogió el nombre de Pío inspirado en que los Papas que eligieron ese nombre habían sufrido por defender la religión.

Tres eran sus más grandes características: La pobreza: fue un Papa pobre que nunca fue servido más que por dos de sus hermanas para las que tuvo que solicitar una pensión para que no se quedaran en la miseria a la hora de la muerte de Pío X; la humildad: Pío X siempre se sintió indigno del cargo de Papa e incluso no permitía lujos excesivos en sus recámaras y sus hermanas que lo atendían no gozaban de privilegio alguno en el Vaticano; la bondad: Nunca fue difícil tratar con Pío X pues siempre estaba de buen genio y dispuesto a mostrarse como padre bondadosos con quien necesitara de él.

Una vez que fue elegido Papa decretó que ningún gobernante podía vetar a Cardenal alguno para Sumo Pontífice.

Dentro de sus obras destaca el combate contra dos herejías en boga en esa época: Modernismo, la cual la combatió en un documento llamado Pascendi estableciendo que los dogmas son inmutables y la Iglesia si tiene autoridad para dar normas de moral; la otra herejía que combatió fue la del Jansenismo que propagaba que la Primera Comunión se debía retrasar lo más posible; en contraposición Pío X decretó la autorización para que losn iños pudieran recibir la comunión desde el momento en que entendía quien está en la Santa Hostia Consagrada. Este decreto le valió ser llamado el Papa de la Eucaristía.

Fundó el Instituto Bíblico para perfeccionar las traducciones de la Biblia y nombró una comisión encargada de ordenar y actualizar el Derecho Canónico. Promovió el estudio del Catecismo.

Murió el 21 de agosto de 1914 después de once años de pontificado. Su cuerpo permanece incorrupto (no se descompone):

 

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Sidon (Sidonio) Apolinar, Santo Obispo, Agosto 21  

Sidon (Sidonio) Apolinar, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Auvernia, en Aquitania, san Sidonio Apolinar. Era prefecto de la ciudad de Roma cuando fue ordenado obispo de Clermont, y muy bien formado en lo divino y lo humano, y dueño de gran fortaleza cristiana, se enfrentó a la ferocidad de los bárbaros, como padre de la Iglesia y doctor insigne (c. 479).

Este ilustre francés vino al mundo en la populosa e industrial ciudad de Lyon en el 430 y murió Clermont-Ferrand (Puy-de-Dôme) en el 480.

Tuvo, pues, 37 años para llenar su vida de aventuras en las que estuvo siempre presente el amado Cristo.

Este joven había alcanzado toda la fama que se puede desear en la vida. Se casó con la hija del emperador Avito. En aquellos tiempos la sucesión de los emperadores era rápida. El conoció nada menos que ocho.

El sabía cuándo tenía que comprometerse y cuándo no. E n el 456 hizo el elogio de su suegro Avito en el Senado. Y así tuvo que realizarlo por varias veces.

El último del que hizo el panegírico fue asesinado. Fue entonces cuando se retiró a Auvergne a vivir tranquilo con su mujer y sus dos hijos. Se distraía con la caza y la pesca y escribiendo poemas y cartas.

Fueron los cinco años más felices de su vida.

Todo, sin embargo, iba a cambiar para él cuando los Visigodos invadieron las fronteras y asaltaron Clermont-Ferrand.

Durante este tiempo, fue nombrado gobernador y obispo. Animó a los ciudadanos a que aguantaran el asedio y que nunca se rindieran..

Hasta entonces no supo lo que era pasar hambre. Sin embargo, llevado de su celo apostólico como obispo, fue un ejemplo para todos.

Luchó con todas sus fuerzas para mantener a su pueblo alejado de las herejías que traían los invasores.

Su amor por los pobres le llevaba hasta entregarle sus propios muebles y su vajilla.

La tristeza y la añoranza les hicieron morir de forma prematura.

Se dice que fue uno de los mejores escritores de su tiempo.

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Fuente: foros.Catholic.net
Victoria Rasoamanarivo, Beata Viuda y Princesa de Madagascar, Agosto 21  

Victoria Rasoamanarivo, Beata

Princesa de Madagascar

Martirologio Romano: En Antananarivo, en la isla de Madagascar, beata Victoria Rasoamanarivo, que, después de enviudar de un matrimonio con un hombre violento, y habiendo sido expulsados de la isla los misioneros, socorrió con toda solicitud a los cristianos y defendió a la Iglesia frente a los magistrados públicos (1894).

Nació en Tananarive (Madagascar). Perteneció a una de las familias más potentes del país, recibió una óptima educación moral.

Frecuentó las escuelas fundadas por la Compañía de Jesús y las Hermanas de la Congregación de San José de Cluny. La enseñanza de la religión católica y el ejemplo de los padres y las hermanas influyeron poderosamente en la joven, quien más tarde pidió ser admitida a la Iglesia.

Fue bautizada en 1863. Durante las persecuciones contra la Misión Católica, sus padres pretendieron que renegara de su fe pero ella no cedió. Los misioneros consideraron prudente respaldar su deseo a ingresar en la vida religiosa, pero fue entregada como esposa al hijo del primer ministro y alto oficial del ejército.

El matrimonio, debido al carácter y costumbres de su esposo, se constituyó para ella en un verdadero martirio. Sin embargo permaneció fiel a su marido no obstante los consejos de sus padres y de la misma reina.

Su vida cristiana ejemplar le ganaron la estima de la corte y el pueblo. Esta estima y su autoridad moral hicieron de ella una providencial sostenedora de la Iglesia Católica en Madagascar cuando los misioneros católicos fueron expulsados. Defendió públicamente a la Iglesia católica ante las autoridades y sostuvo la fe del pueblo. Cuando los misioneros regresaron en 1886 encontraron una comunidad vigorosa y floreciente debido al mérito y a la actividad de Victoria. Falleció el 21 de agosto de 1894.

Fue beatificada por Juan Pablo II en 1989.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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