sábado, 11 de julio de 2015

Domingo por la Santísima Trinidad. 12/07/2015. Excepto causa grave, no asistir a Misa dominical es pecado GRAVE (CIC 2042, 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). Precepto: Misa ENTERA. Víspera del Domingo comienza el Sábado después 1

JA

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 6, 7-13

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo llamó Jesús a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Les ordenó que no tomaran nada para el camino, excepto en bastón. Ni pan, ni morral, ni dinero consigo. Que llevaran sandalias, pero no dos túnicas. Les dijo además:
"Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de aquel lugar. Si en algún sitio no los reciben ni los escuchan, váyanse de allí y sacudan el polvo de la planta de sus pies, como testimonio contra ellos".
Ellos salieron a predicar y exhortaban a la conversión. Expulsaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.

El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu

El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

"El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?

Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).

Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?

Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html

Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).

 

 

Misal

 

15o. Dom Ord Ciclo B

Antífona de Entrada

Yo quiero acercarme a ti, Señor, y saciarme de gozo en tu presencia.

 

Se dice "Gloria".

Oración Colecta

Señor, tú que iluminas a los extraviados con la luz de tu Evangelio para que vuelvan al camino de la verdad; concede a cuantos nos llamamos cristianos imitar fielmente a Cristo y rechazar lo que pueda alejarnos de él.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

Ve y profetiza a mi pueblo

Lectura del libro del profeta Amós 7, 12-15

En aquel tiempo, Amasías, sacerdote de Betel, dijo al profeta Amós:
"Vete, vidente, márchate a Judá; gánate la vida profetizando allí. Pero no sigas profetizando en Betel, porque es el santuario del rey y el templo del reino".
Amós le respondió:
"Yo no era profeta ni discípulo de profeta, sino que me dedicaba a cuidar el ganado y cultivar higueras. Pero el Señor me tomó y me ordenó que dejara el rebaño diciéndome: "Vete y profetiza a mi pueblo Israel"".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Sal 84, 9ab-10.11-12.13-14

Muéstranos, Señor, tu misericordia.

Voy a escuchar lo que promete Dios: el Señor anuncia la paz a su pueblo y a su fieles. Sí, la salvación está cerca de los que le honran, Dios habitará en nuestra tierra.
Muéstranos, Señor, tu misericordia.

El amor y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se abrazan; la fidelidad surge de la tierra, y la justicia se asoma desde el cielo.
Muéstranos, Señor, tu misericordia.

El Señor también nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su cosecha; la justicia irá delante de él y seguirá su camino.
Muéstranos, Señor, tu misericordia.

Segunda Lectura

Dios nos eligió en Cristo antes de crear el mundo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 3-14

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que desde lo alto del cielo nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales. El nos eligió en Cristo antes de la creación del mundo, para que fuéramos su pueblo y nos mantuviéramos sin mancha en su presencia. Movido por su amor, él nos destinó de antemano, por decisión gratuita de su voluntad, a ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, y ser así un himno de alabanza a la gloriosa gracia que derramó sobre nosotros, por medio de su Hijo querido.
Con su muerte, el Hijo nos ha obtenido la redención y el perdón de los pecados, en virtud de la riqueza de gracia que Dios derramó abundantemente sobre nosotros con gran sabiduría e inteligencia. El nos ha dado a conocer su plan salvífico, que había decidido realizar en Cristo, llevando su proyecto salvador a su plenitud al constituir a Cristo en cabeza de todas las cosas, las del cielo y las de la tierra.
En él hemos sido herederos y destinados de antemano, según el proyecto de quien todo lo hace conforme al deseo de su voluntad. Así nosotros, los que tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, seremos un himno de alabanza a su gloria. Y en él también ustedes, los que recibieron la palabra de la verdad, la buena noticia que los salva, al creer en Cristo han sido sellados con el Espíritu Santo prometido, garantía de nuestra herencia para la redención del pueblo de Dios, y ser así un himno de alabanza a su gloria.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Que el Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestras mentes, para que podamos comprender cuál es la esperanza que nos da su llamamiento.
Aleluya.

Evangelio

Envió a los discípulos de dos en dos

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 6, 7-13

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo llamó Jesús a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Les ordenó que no tomaran nada para el camino, excepto en bastón. Ni pan, ni morral, ni dinero consigo. Que llevaran sandalias, pero no dos túnicas. Les dijo además:
"Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de aquel lugar. Si en algún sitio no los reciben ni los escuchan, váyanse de allí y sacudan el polvo de la planta de sus pies, como testimonio contra ellos".
Ellos salieron a predicar y exhortaban a la conversión. Expulsaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Se dice "Credo".

Oración de los Fieles

Celebrante:
Que nuestras oraciones lleguen, hermanos y hermanas, a la presencia del Señor, y que nuestros ruegos sean escuchados por Aquél que escruta el corazón humano.
(Respondemos a cada petición: Escúchanos, Señor).

Pidamos la sabiduría del Hijo de Dios para los que proclaman con fidelidad la palabra divina y para todos los ministros que sirven a la Iglesia, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.

Por Israel, el pueblo de la antigua alianza, por los cristianos separados de la Iglesia católica y apostólica y por los que no conocen al Dios verdadero, invoquemos al Señor, dueño de toda verdad, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.

Por los que viven lejos de su casa, por los encarcelados, por los débiles y oprimidos y por los justos que sufren persecución, oremos a Jesús, el Salvador, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.

Invoquemos con fe y devoción al Señor de la gloria por la paz y felicidad de los que ahora estamos aquí, huéspedes en la casa del Señor, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.

Celebrante:
Escucha, Padre todopoderoso, nuestras oraciones y concédenos considerar por encima de todo la grandeza de los favores que nos has otorgado con tu Hijo amado; para que, llenos del Espíritu Santo, anunciemos al mundo, de palabra y con las obras, el plan que has proyectado realizar en nuestros tiempos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Oración sobre las Ofrendas

Mira bondadosamente, Señor, las ofrendas de tu Iglesia suplicante y conviértelas en alimento espiritual que ayude a crecer en santidad a todos tus fieles.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

Las maravillas de la creación

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque creaste el universo con todo cuanto contiene; determinaste el ciclo de las estaciones y formaste al hombre a tu imagen y semejanza, porque lo hiciste dueño de un mundo portentoso, para que, en tu nombre, dominara la creación entera y, al contemplar la grandeza de tus obras, en todo momento te alabara, por Cristo, Señor nuestro.
A quien cantan los cielos y la tierra, los ángeles y los arcángeles, proclamando sin cesar:

Antífona de la Comunión

Dichosos los que se acercan a tu altar, Señor. Dichosos los que viven en tu casa y pueden alabarte siempre, Rey mío y Dios mío.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Te suplicamos, Señor, que esta Eucaristía que hemos recibido nos ayude a amarte más y a servirte mejor cada día.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén


Meditación diaria

Décimo quinto domingo
ciclo b

AMOR Y VENERACIÓN AL SACERDOCIO

— Identidad y misión del sacerdote.

— Dispensador de los tesoros divinos. Dignidad del sacerdote.

— Ayudas que podemos prestarle. Oración. Veneración por el estado sacerdotal.

I. Todos los bautizados nos podemos aplicar las palabras de San Pablo a los cristianos de Éfeso, recogidas en la Segunda lectura de la Misa1: nos eligió el Señor antes de la constitución del mundo para que fuéramos santos y sin mancha en su presencia, por el amor. Gracias al Bautismo y a la Confirmación, todos los fieles cristianos somos linaje escogido, una clase de sacerdotes reyes, gente santa, pueblo de conquista2, "destinados a ofrecer víctimas espirituales que sean agradables a Dios por Jesucristo"3. Por la participación en el sacerdocio de Cristo, los fieles cristianos toman parte activa en la celebración del Sacrificio del Altar y, a través de sus tareas seculares, santifican el mundo, participando de esa misión única de la Iglesia y realizándola por medio de la peculiar vocación recibida de Dios: la madre de familia, en la plena realización de su maternidad con los deberes que lleva consigo; el enfermo, ofreciendo su dolor con amor; cada uno en sus labores y en sus circunstancias, convertidas día a día en una ofrenda gratísima al Señor.

Por voluntad divina, de entre los fieles, que poseen el sacerdocio común, algunos son llamados –mediante el sacramento del Orden– a ejercer el sacerdocio ministerial; este presupone el anterior, pero se diferencian esencialmente. Por la consagración recibida en el sacramento del Orden, el sacerdote se convierte en instrumento de Jesucristo, al que presta todo su ser, para llevar a todos la gracia de la Redención: es un hombre escogido entre los hombres, constituido en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados4. ¿Cuál es, pues, la identidad del sacerdote? "La de Cristo. Todos los cristianos podemos y debemos ser no ya alter Christus, sino ipse Christus: otros Cristos, ¡el mismo Cristo! Pero en el sacerdote esto se da inmediatamente, de forma sacramental"5.

El Señor, presente de muchas maneras entre nosotros, se nos muestra muy cercano en la figura del sacerdote. Cada sacerdote es un inmenso regalo de Dios al mundo; es Jesús, que pasa haciendo el bien, curando enfermedades, dando paz y alegría a las conciencias; es "el instrumento vivo de Cristo" en el mundo6, presta a Nuestro Señor la voz, las manos, todo su ser7. En la Santa Misa renueva –in persona Christi– el mismo Sacrificio redentor del Calvario. Hace presente y eficaz en el tiempo la Redención obrada por el Señor. "Jesús –recordaba Juan Pablo II a los sacerdotes brasileños– nos identifica de tal modo consigo en el ejercicio de los poderes que nos confirió, que nuestra personalidad es como si desapareciese delante de la suya, ya que es Él quien actúa por medio de nosotros"8. En la Santa Misa es Jesucristo quien cambia la sustancia del pan y del vino en su Cuerpo y en su Sangre. Y "es el propio Jesús quien, en el sacramento de la Penitencia, pronuncia la palabra autorizada y paterna: Tus pecados te son perdonados. Y es Él quien habla cuando el sacerdote, ejerciendo su ministerio en nombre y en el espíritu de la Iglesia, anuncia la Palabra de Dios. Es el propio Cristo quien cuida a los enfermos, a los niños y a los pecadores, cuando les envuelve el amor y la solicitud pastoral de los ministros sagrados"9.

Un sacerdote es para la humanidad más valioso que todos los bienes materiales y humanos juntos. Hemos de pedir mucho por la santidad de los sacerdotes, hemos de ayudarles y sostenerlos con la oración y con nuestro aprecio. Debemos ver en ellos al mismo Cristo.

II. Jesús elige a los Apóstoles como representantes personales suyos, no solo mensajeros, profetas y testigos.

Esta nueva identidad –actuar in persona Christi– se ha de manifestar en una vida sencilla y austera, santa; debe mostrarse en una entrega sin límites a los demás. El Evangelio de la Misa10 nos relata que Jesús los envió dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más: ni pan, ni alforja, ni dinero en la faja...

Dios toma posesión del que ha llamado al sacerdocio, lo consagra para el servicio de los demás hombres, sus hermanos, y le confiere una nueva personalidad. Y este hombre elegido y consagrado al servicio de Dios y de los demás, no lo es solo en determinadas ocasiones, por ejemplo, cuando está realizando una función sagrada, sino que "lo es siempre, en todos los momentos, lo mismo al ejercer el oficio más alto y sublime como en el acto más vulgar y humilde de la vida cotidiana. Exactamente lo mismo que un cristiano no puede dejar a un lado su carácter de hombre nuevo, recibido en el Bautismo, para actuar "como si fuese" un simple hombre, tampoco el sacerdote puede hacer abstracción de su carácter sacerdotal para comportarse "como si" no fuera sacerdote. Cualquier cosa que haga, cualquier actitud que tome, quiéralo o no, será siempre la acción y la actitud de un sacerdote, porque él lo es siempre, a todas horas y hasta la raíz de su ser, haga lo que haga y piense lo que pensare"11.

El sacerdote es un enviado de Dios al mundo para que le hable de su salvación, y es constituido administrador de los tesoros de Dios12: el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que dispensa en la Misa y en la Comunión; y la gracia de Dios de los sacramentos, la palabra divina, mediante la predicación, la catequesis, los consejos de la Confesión. Al sacerdote le es confiada "la más divina de las obras divinas", como es la salvación de las almas; ha sido constituido embajador y mediador entre Dios y el hombre.

"Saboreo la dignidad de la finura humana y sobrenatural de estos hermanos míos, esparcidos por toda la tierra. Ya ahora es de justicia que se vean rodeados por la amistad, la ayuda y el cariño de muchos cristianos. Y cuando llegue el momento de presentarse ante Dios, Jesucristo irá a su encuentro, para glorificar eternamente a quienes, en el tiempo, actuaron en su nombre y en su Persona, derramando con generosidad la gracia de la que eran administradores"13.

Meditemos hoy junto al Señor cómo es nuestra oración por los sacerdotes, con qué finura los tratamos, cómo les agradecemos que hayan querido corresponder a la llamada del Señor, cómo les ayudamos para que sean fieles y santos. Pidamos hoy "a Dios Nuestro Señor que nos dé a todos los sacerdotes la gracia de realizar santamente las cosas santas, de reflejar, también en nuestra vida, las maravillas de las grandezas del Señor"14.

III. Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban... También los sacerdotes son como una prolongación de la Humanidad Santísima de Cristo, pues a través de ellos se siguen obrando en las almas los mismos milagros que realizó el Señor en su paso por la tierra: los ciegos ven, quienes apenas podían andar recuperan las fuerzas, los que habían muerto por el pecado mortal recuperan la vida de la gracia en el sacramento de la Confesión...

El sacerdote no busca compensaciones humanas, ni honra personal, ni prestigio humano, ni mide su labor por las medidas humanas de este mundo... No viene a ser partidor de herencias15 entre los hombres, ni a redimirlos de sus deficiencias materiales –esa es tarea de todos los cristianos y de todos los hombres de buena voluntad–, sino que viene a traernos la vida eterna. Esto es lo específico suyo; es, también, de lo que más necesitado anda el mundo; por eso hemos de pedir tanto que haya siempre los sacerdotes necesarios en la Iglesia, sacerdotes que luchen por ser santos. Hemos de pedir y fomentar estas vocaciones, si es posible, entre los miembros de la propia familia, entre los hijos, entre hermanos... ¡Qué inmensa alegría para una familia si Dios la bendice con este don! Todos los fieles tienen la gratísima obligación de ayudar a los sacerdotes, especialmente con la oración: para que celebren con dignidad la Santa Misa y dediquen muchas horas al confesonario; para que tengan en el corazón la administración de los sacramentos a enfermos y ancianos y cuiden con esmero la catequesis; para que se preocupen del decoro de la Casa de Dios y sean alegres, pacientes, generosos, amables y trabajadores infatigables para extender el Reino de Cristo... Les ayudaremos en sus necesidades económicas con generosidad, procuraremos prestarles nuestra colaboración en aquello que podamos... Y jamás hablemos mal de ellos. "¡De los sacerdotes de Cristo no se ha de hablar más que para alabarles!"16.

Si alguna vez vemos en alguno de ellos faltas y defectos, procuremos excusarlos, disculparles, y hacer como aquellos buenos hijos de Noé: taparlos con la capa grande de la caridad17. Será un motivo más para ayudarles con un comportamiento ejemplar y con nuestra oración y, cuando sea oportuno, con una corrección fraterna y filial a la vez.

Para crecer en amor y veneración a los sacerdotes nos pueden ayudar estas palabras que Santa Catalina de Siena pone en boca del Señor: "No quiero que mengüe la reverencia que se debe profesar a los sacerdotes, porque la reverencia y el respeto que se les manifiesta no se dirige a ellos, sino a Mí, en virtud de la Sangre que Yo les he dado para que la administren. Si no fuera por esto, deberíais dedicarles la misma reverencia que a los seglares, y no más (...). No se les ha de ofender: ofendiéndolos, se me ofende a Mí, y no a ellos. Por eso lo he prohibido, y he dicho que no admito que sean tocados mis Cristos"18.

1 Ef 1, 3-14. — 2 1Pdr 2, 9. — 3 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 10. — 4 Cfr. Heb 5, 1. — 5 San Josemaría Escrivá, Amar a la Iglesia, p. 70. — 6 Cfr. Conc. Vat. II, Decr. Presbyterorum ordinis, 12. — 7 Cfr. San Josemaría Escrivá. o. c., p. 71. — 8 Juan Pablo II, Homilía 2-VII-1980. — 9 Ibídem. — 10 Mc 6, 7-13. — 11 F. Suárez, El sacerdote y su ministerio, Rialp, Madrid 1969, p. 21. — 12 Cfr. 1 Cor 4, 1. — 13 San Josemaría Escrivá, o. c., p. 82. — 14 Ibídem, p. 71. — 15 Cfr. Lc 12, 13. — 16 Cfr. San Josemaría Escrivá. Surco, n. 904. — 17 Cfr. ídem, Camino, n. 75. — 18 Santa Catalina de Siena, El Diálogo, en Obras de..., BAC, cap. 16.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

San Juan Gualberto
Religioso benedictino
Año 1073

Nació en Florencia, de familia muy rica y su único hermano fue asesinado. Era heredero de una gran fortuna y su padre deseaba que ocupara altos puestos en el gobierno.

Un Viernes Santo iba este santo por un camino rodeado de varios militares amigos suyos, y de pronto se encontró en un callejón al esesino de su hermano. El enemigo no tenía a donde huir, y Juan dispuso matarlo allí mismo. El asesino se arrodilló, puso sus brazos en cruz y le dijo: "Juan, hoy es Viernes Santo. Por Cristo que murió por nosotros en la cruz, perdóname la vida". Al ver Gualberto aquellos brazos en cruz, se acordó de Cristo crucificado. Se bajó de su caballo. Abrazó a su enemigo y le dijo: "Por amor a Cristo, te perdono".

Siguió su camino y al llegar a la próxima iglesia se arrodillo ante la imagen de Cristo crucificado y le pareció que Jesús inclinaba la cabeza y le decía: "Gracias Juan".

Desde aquel día su vida cambió por completo. En premio de su buena acción, Jesús le concedió la vocación, y Juan dejó sus uniformes militares y sus armas y se fue al convento de los monjes benedictinos de su ciudad a pedir que lo admitieran como religioso. Su padre se opuso totalmente y exigió al superior del convento que le dovolvieran a Juan inmediatamente.

Cuando el papá vio al antiguo guerrero convertido en sencillo y piadoso monje se echó a llorar, y dándole su bendición se retiró.

En aquellos tiempos, el peor defecto que había en la Iglesia era la Simonía, es decir, algunos compraban los altos cargos, y así llegaban a dirigir la Santa Iglesia algunos hombres indignos. En el convento de florencia, donde estaba Juan, se murió el superior, uno de los monjes fue con el obispo y con dinero hizo que lo nombraran superior a él. También el obispo había comprado su cargo.

Gualberto no pudo soportar esta indignidad y se retiró de aquel convento con otros monjes y antes de salir de la ciudad, declaró publicamente en la plaza principal que el superior del convento y el obispo merecían ser destituidos porque habían cometido el pecado de simonía. Más tarde logró que los destituyeran.

Fundador. Se fue a un sitio muy apartado y silencioso, llamado Valleumbroso y allá fundó un monasterio de mojes benedictinos que se propusieron cumplir exactamente todo lo que San Benito había recomendado a sus monjes. El monasterio llegó a ser muy famoso y le llegaron vocaciones de todas partes. Con los mejores religiosos de su nuevo convento fue fundando varios monasterios más y así logró difundir por muchas partes de Italia las buenas costumbres, y fue atacando sin misericordia la simonía y las costumbres corrompidas. Las gentes sentían gran veneración por él.

Después de haber logrado que muchas personas abandonaran sus vicios y se convirtieran y que muchos sacerdotes empezara a llevar una vida santa, y gozando del enorme aprecio del Papa y de numerosos obispos, murió el 12 de julio de 1073, dejando muchos monasterios de religiosos que trataban de imitarlo en sus virtudes y llegaron a gran santidad.

Que sus ejemplos sean de gran provecho para nuestra alma.

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Fuente: Archidiócesis de Madrid
Proclo e Hilarión, Santos Mártires, 12 de julio  

Proclo e Hilarión, Santos

Mártires

Martirologio Romano: En Ancira, de Galacia, santos Proclo e Hilarión, mártires en tiempo del emperador Trajano y del prefecto Máximo (s. II).

 


Su memoria se hace el 12 de Julio en el martirologio romano; fueron naturales de Serpa.

Ambos, tío y sobrino fueron testigos de la fe, cuando Trajano era emperador en Roma y Marco Aurelio gobernaba la Bétic. Ante el prefecto Máximo y hacia el año 100, fueron castigados con tormentos horribles: colgados de un madero son decapitados, asaeteados e incendiados. De este modo cruento entregaron su espíritu a Dios.

Su rezo en el obispado de Badajoz comenzó juntamente con el de San Julián. Aunque en este obispado se carece de reliquias, sus memorias estuvieron vivas al ser territorio reconquistado por el Rey Sabio en tiempos posteriores.

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Fuente: Santiebeati.it
Inés Lê Thi Thành, Santa Mártir, 12 de julio  

Inés Lê Thi Thành, Santa

Madre de Familia y Mártir

Martirologio Romano: En la provincia de Ninh Binh, en Tonquín también, santa Inés Lê Thi Thành (Dê), mártir, madre de familia, que en tiempo del emperador Thiêu Tri fue cruelmente atormentada a causa de haber ocultado en su casa a un sacerdote, muriendo en la cárcel por negarse a abjurar de su fe (1841).

Etimológicamente: Inés = Aquella que es casta y pura, es de origen griego,

 

Ha sido siempre muy lo difícil hallar noticias seguras sobre los mártires, ya desde los primeros siglos de la era cristiana, ya también a veces para mártires de la era moderna, sobre todo si vivían en algún rincón apartado del planeta, esto ocurre con Santa Inés Lê Thi Thành, de nacionalidad vietnamita. Inés nació en el 1781 cerca de a Ba Den, en los alrededores de Tranh Hoa en Vietnam.

Madre de familia, a la edad de sesenta años fue encarcelada y sometida a crueles torturas por tener escondido en su casa a un sacerdote. Habiendo rechazado la posibilidad de renegar de su fe cristiana, murió en cárcel en la provincia de Ninh Binh en el Tonchino en época del emperador Thieu Tri el 12 de julio de 1841.

Inés Lê Thi Thành fue canonizada por el Papa a Juan Pablo II el 19 de junio de 1988 junto con otros 116 mártires que rociaron con su sangre el suelo de su patria vietnamita. El grupo, que tiene como protomártir a San Andrés Dung Lac y sus compañeros, son celebrados en el calendario litúrgico latino al 24 de noviembre.

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Fuente: Corazones.org
Verónica, Santa La mujer que secó la sangre de Jesús, 12 de julio  

Verónica, Santa

Etimología: Verónica = Aquella que es la verdadera imagen o Aquella que es la imagen verdadera, viene de de la palabra latina "vero" y de la palabra griega "eikom".

Santa Verónica es recordada por su gesto compasivo hacia Jesús en Su camino al Calvario. Unos le agredían, otros permanecían indiferentes ante tanta crueldad. Ella se le acercó y le enjugó el rostro con su velo. Aquel divino rostro, cruelmente golpeado, ensangrentado y sudoroso suscitó en el corazón de Santa Verónica la misericordia. La fuente de Misericordia recibe de ella en aquel momento un amor que casi todos le negaron.

Aunque poco sabemos de la vida de Verónica y su acto de amor no aparece en las Sagradas Escrituras, la tradición lo ha recogido como un acto ejemplar que recordamos en la sexta estación del Via Crucis. Dante lo evoca en el canto XXXI del Paraíso.

Santa Verónica es mujer de gran valentía, ya que su acto de amor le podría haber causado una peligrosa reacción por parte de los romanos o de las turbas. Es mujer de gran compasión, ya que venció todo miedo y decidió amar en medio de una multitud movida por odio o la indiferencia.

Santa Verónica, ruega por nosotros. Que sepamos consolar a Cristo en el Via Crucis de hoy.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Juan el Ibérico, Santo Abad, 12 de julio  

Juan el Ibérico, Santo

Abad

Etimológicamente significa "Dios es misericordia". Viene de la lengua hebrea.

En la antigüedad, la Iglesia de Georgia (llamada entonces la Iberia de Cólquide), se distinguió por el florecimiento de la vida monástica, no sólo en la misma Georgia, sino también en Siria, en Palestina, en Sinaí, en Bitinia, en Grecia y en las islas circundantes. Cuando San Atanasio el Atónita organizaba la vida religiosa, San Juan el Ibérico y su hijo San Eutimio fundaron ahí el monasterio de Ivirón. Felizmente, el monje Jorge, que fue casi contemporáneo de los dos santos, nos dejó un relato de los hechos.

Juan, que pertenecía a una noble familia ibérica, se distinguía por su simpatía, su valor en los combates, su inteligencia y su pureza de vida. En la alborada de la Edad Media, el futuro santo abandonó a su mujer y a su familia, renunció a su fortuna, a su cargo en el gobierno y se retiró a un monasterio del Monte Olimpo, en Bitinia. Sin embargo, tuvo que ir a la corte de Constantinopla, pues su hijo Eutimio y otros nobles de Georgia habían sido entregados como rehenes al emperador. Juan consiguió rescatar a su hijo, quien se retiró con él al Monte Olimpo. Pero al poco tiempo, ambos santos, cuya fama se había extendido mucho, se refugiaron en la "laura" de San Atanasio en la "Santa Montaña" de Athos. San Juan ejerció durante dos años el oficio de cocinero. Su cuñado, Juan Tornikios, renunciando a una brillante carrera militar, fue a reunírsele ahí. Los tres compatriotas obtuvieron entonces licencia de construir sus propias celdas y una capilla para ellos. El año 980, dado que los religiosos ibéricos del Monte Athos se habían multiplicado, quedó decidido que formasen una comunidad aparte. La construcción del nuevo monasterio se pagó en gran parte con el botín que Juan Tornikios había conquistado en su última campaña. A la muerte de éste, San Juan decidió retirarse a España con su hijo y algunos discípulos predilectos. El santo nunca había sido partidario de la idea de que los ibéricos formasen una comunidad aparte; y, una vez muerto su amigo Tornikios, con quien hasta entonces había compartido las dificultades de la fundación, la carga le resultó demasiado pesada. Cuando los peregrinos se hallaban ya en Abidos, el prefecto se enteró de su huida, y los fugitivos recibieron la orden de presentarse en Constantinopla. Los emperadores Basilio II y Constantino VIII dijeron a San Juan: "Santo padre, nosotros hemos dado abundantes muestras del afecto y la estima que te profesamos. ¿Por qué, pues, huyes de nosotros y emigras a un país extranjero?" El santo replicó: "Religiosísimos y muy poderosos emperadores, yo no soy más que un pobre laico y me encuentro muy mal en este mundo saturado de maldad. Por eso, deseo retirarme a un país remoto en el que pueda consagrarme a trabajar por la salvación de mi alma. Ahí podré vivir pobremente y librarme de la multitud de preocupaciones y de visitantes que me empezaron a asediar desde que mi cuñado llegó al Monte Athos." A pesar de todo, los emperadores lograron persuadirle a que volviese al Monte Athos y siguiese gobernando el monasterio de Ivirón.

San Juan pasó en el lecho los últimos años de su vida, a causa de la gota y de su estado de debilidad general. Cuando se sintió ya sin fuerzas, entregó la dirección del monasterio a su hijo. Pero, mientras vivió su padre, Eutimio no hacía absolutamente nada sin consultarle. En su lecho de muerte, San Juan exhortó a sus hermanos: "No permitáis que nadie os aparte de la santidad y el amor de Dios, es decir, de la humilde obediencia y de la caridad que debe reinar entre vosotros. Así os salvaréis de esta vida mortal y ganaréis la vida eterna por el amor que Cristo vino a traer al mundo. Que el Dios de misericordia se apiade de vosotros y os conduzca por el camino de sus divinas enseñanzas y de su santa voluntad, por la intercesión de su Santísima Madre y de todos los santos. Amén. Acoged siempre con los brazos abiertos a los huéspedes y compartid con ellos, en cuanto sea posible, todo lo que Dios os ha concedido por su bondad... Celebrad todos los años la memoria de nuestro padre espiritual Atanasio. Pedid por mí, hijos y hermanos míos, y no me olvidéis..." En seguida pidió la bendición a su hijo Eutimio y entregó apaciblemente su alma a Dios. Su biógrafo escribe: "En verdad, nuestro padre Juan fue un hombre amado de Dios y digno de toda veneración. Como Abraham, abandonó su país para vivir en la pobreza en el exilio. Se puso totalmente en manos de sus padres espirituales y Dios le hizo tan grande como los hombres en cuyas manos se había puesto." Y, hablando del monasterio que San Juan ayudó a fundar tan contra su voluntad, el biógrafo añade: "Admirad esa famosa "laura", esa construcción magnífica y primorosamente decorada. Estos santos varones la erigieron con gran trabajo e infatigable laboriosidad para que sirviese de refugio a muchas almas. Construyeron iglesias de celestial belleza y las enriquecieron con libros e imágenes. Dotaron el monasterio de tierras, fincas, dependencias y celdas e hicieron lo necesario para que el culto fuese dignamente celebrado. Obtuvieron de los más piadosos emperadores protección y privilegios y reunieron en el monasterio a un ejército de monjes de vida angélica, cuyas traducciones de los sagrados textos son el ornato de nuestro país y la flor de nuestro idioma." San Eutimio se distinguió precisamente en este tipo de trabajo, ya que tradujo más de cincuenta obras religiosas del griego al ibérico.

La liberalidad de San Juan se extendió a León el Romano, quien fundó en el Monte Athos un monasterio benedictino. Fue ése el primero y único monasterio latino del gran centro monástico bizantino, pero se le suprimió desde hace muchos siglos. El monasterio de Ivirón existe todavía, aunque ya no pertenece a los georgianos sino a los griegos.

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Fuente: Franciscanos.net
Juan Jones, Santo Mártir, Julio 12  

Juan Jones, Santo

Sacerdote y mártir de la Primera Orden Franciscana
(1559‑1598)

Martirologio Romano: En Londres, Inglaterra, san Juan Jones, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, mártir, el cual, oriundo de Gales, abrazó la vida religiosa en Francia, y por haber entrado en Inglaterra como sacerdote, siendo reina Isabel I, fue condenado a pena capital, consumando el martirio en la horca (1598).

Etimológicamente: Juan = Dios es misericordioso, es de origen hebreo.

 


Canonizado por Pablo VI el 25 de octubre de 1970.

Después de haber separado la Iglesia de Inglaterra de la Iglesia de Roma, el rey Enrique VIII persiguió a los católicos que no le reconocían el derecho a proclamarse cabeza de una religión de Estado. Bajo él cayeron, entre otros, el Obispo San Juan Fischer, el canciller Santo Tomás Moro, el Beato Juan Forest, San Juan Jones y San Juan Wall. A los católicos se les prohibía toda actividad religiosa.

Bajo estas leyes vino a caer en 1596 Juan, de la familia galesa Jones, el cual, habiendo crecido en un ambiente católico y educado religiosamente, había entrado en la Orden de los Hermanos Menores. Al destacarse entre sus cohermanos por su sencillez y espiritualidad, fue enviado a Roma, al convento franciscano de Aracoeli, en Campidoglio. Hubiera podido permanecer en Italia viviendo tranquila y santamente. Pero él mismo pidió regresar a Inglaterra, y no precisamente a Gales, donde había mayor tolerancia religiosa, sino a Londres, el centro irradiador de la reforma anglicana.

En Londres logró realizar por algún tiempo su actividad misionera bajo el falso nombre de Juan Buckley, hasta que cayó en manos de uno de los llamados "Cazadores de sacerdotes". Fue torturado cruelmente y mantenido en prisión dos años en espera del juicio.

Finalmente en julio de 1598 tuvo lugar el proceso del fraile franciscano acusado de haber sido ordenado sacerdote en el extranjero y haber regresado ilegalmente a Inglaterra para sublevar al pueblo. El fraile se defendió brevemente: "Soy religioso franciscano y sacerdote de Cristo, vine a Inglaterra para conquistar el mayor número posible de almas para Jesús. Si esto es un delito, soy el primero en acusarme y estoy listo para dar la vida por la fe católica y por el primado del Romano Pontífice".

Era la confesión que ellos esperaban, y de inmediato fue emitida la condena, que debía ejecutarse fuera de la ciudad, en el camino recorrido en la Edad Media por los peregrinos que visitaban la tumba de otro famoso mártir inglés, Santo Tomás de Cantorbery, víctima, cuatro siglos antes, de la intolerancia de otro Rey. La ejecución debía llevarse a cabo rápidamente, sin mucha publicidad, pero un contratiempo grotesco desbarató los planes de los perseguidores. El verdugo había olvidado el lazo y hubo de demorarse una hora. Desde el carruaje de los condenados Juan Jones pudo así hablar serenamente al pueblo que se había reunido a su alrededor, afirmando haber orado todos los días por el retorno del pueblo inglés a la unidad de la Iglesia católica y por la salvación de la reina de Inglaterra.
Tenía 39 años.

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Ignacio Clemente Delgado, Santo

 

San Clemente Ignacio Delgado Cebrián,Obispo

 

Martirologio Romano: En la ciudad de Nan Dinh, en Tonquín, san Clemente Ignacio Delgado Cebrián, obispo y mártir, que después de pasar cincuenta años predicando el Evangelio, fue encarcelado por orden del emperador Minh Mang a causa de su fe en Cristo y murió en la cárcel, donde tuvo que sufrir mucho (1838).

Etimología:
Ignacio = ardiente. Viene del latín.
Clemente = valiente, cariñoso. Viene de la lengua griega


S.S. Juan Pablo II. En un solo día, el 19 de junio de 1988, el Papa canonizó a 117 mártires que habían derramado su sangre por Cristo, en diversos momentos, en Conchinchina, Annalll y Tonkíll, hoy Vietnam del Norte.

Era hasta ahora la canonización más numerosa. El Papa pedía que estos Santos fueran semillas fecundas de nuevas y numerosas vocaciones misioneras.

Entre los 117 mártires había 11 españoles y un grupo de franceses, junto con una gran mayoría de nativos. Había obispos, sacerdotes seculares, religiosos dominicos, miembros de la fraternidad laical dominicana, catequistas, un seminarista y numerosos laicos de todas las clases sociales. Todos murieron víctimas de horrendos suplicios, de hambre, sed, asfixia, torturas, insultos y burlas. Todos murieron amando y perdonando.

Entre los 11 españoles -todos de la familia dominicana - había 6 obispos. Estos son los nombres de los nuevos Santos: Mateo, Francisco, Jacinto, José, Domingo, Jerónimo, José María, Melchor, Pedro, Valentín e Ignacio Clemente.

Ignacio Clemente nació en Villafeliche (Zaragoza) el 1762. Sus padres se llamaban Francisco Delgado y Teresa Cebrián-Melús. De ellos y de un tío sacerdote recibió desde niño una esmerada educación cristiana.
Profesó en los Dominicos de Calatayud y se ofreció para ir al Extremo Oriente. Ya no volvería más. Casi un año duró la azarosa travesía, por el Atlántico, México y el Pacífico. Ordenado Sacerdote en Filipinas, es nombrado obispo por Pío VI, a sus 31 años, en 1794, para el Tonkín Oriental.
Entre terribles dificultades y persecuciones, durante casi medio siglo de entrega misionera, se hizo todo para todos, con frutos abundantes de conversiones, consiguiendo también muchas vocaciones nativa. Traicionado y encarcelado, "a gusto daré mi vida por Cristo" exclamó. Fue enjaulado y expuesto al ardor del calor insoportable, hasta desfallecer y morir el 12 de Julio de 1838. "Todo lo soportó con increíble paciencia", dijo Gregorio XVI.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Paterniano, Santo Obispo, 12 de julio  

Paterniano, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Fano, en la región del Piceno, en Italia, san Paterniano, obispo (s. IV).

 

Según una antigua tradición, San Paterniano nació en Fano alrededor de 275.

Mientras arreciaba la persecución de Diocleciano una visión angélica le aconsejó dejar la ciudad; así lo hizo, yéndose al desierto, en donde vivió como ermitaño. Más tarde, cuando cesaron las persecuciones y el Cristianismo se convirtió en la Religión del estado con el emperador Constantino, los ciudadanos de Fano reclamaron como obispo al virtuoso eremita que tenía fama de santo

En vano trató él de oponerse, finalmente "casi a viva fuerza" fue llevado a la ciudad. Gobernó la diócesis durante 42 años aplacando los ánimos, istruyendo y confortando. Los paganos, atraidos por su predicación, abandonaron los ídolos y destruyeron los templos uniéndose al santo obispo. El Señor avaló su celo con muchos prodigios.

Advertido de su inminente fin, emprendió una visita a toda la diócesis. Murió en la periferia de la ciudad, el 13 de noviembre, probablemente en el año 360. sobre su sepulcro se multiplicaron los prodigios y su culto se extendió rápidamente en toda Italia. Sus reliquias se veneran en Fano, en la Basilica a a él dedicada.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Nabor y Félix, Santos Mártires, 12 de julio  

Nabor y Félix, Santos

Mártires

Martirologio Romano: En Milán, ciudad de la Liguria, santos Nabor y Félix, mártires, que, siendo soldados oriundos de Mauritania, se dice que sufrieron el martirio en Laus Pompeia (hoy Lodi) y fueron sepultados en Milán (c. 304).

Etimológicamente: Nabor = Aquel que lleva la luz del profeta, es de origen hebreo.

Etimológicamente: Félix = Aquel que se considera Feliz o afortunado, es de origen latino.

 

Los Santos Nabor y Félix derramaron su sangre por Cristo durante la persecución de Diocleciano (303). En tiempos posteriores, las legendarias actas de estos santos han aparecido, reproducidas de las actas de otros mártires (Víctor, Firmus, y Rusticus). Según éstas, que tienen un incalculable valor histórico, Nabor y Félix eran soldados del ejército romano de Maximiano Hercúleo. Al descubrirse que seguían a Cristo fueron condenados a muerte en Milán y se les decapitó en Lodi. Estos santos testigos de la fe fueron sepultados en Milán y sobre su tumba se erigió una iglesia. Posteriormente, en 1164, sus restos se trasladaron a Colonia, Alemania. San Ambrosio exaltó las virtudes de estos dos mártires.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Fortunato y Hermágoras, Santos Mártires, 12 de julio  

Fortunato y Hermágoras, Santos

Mártires

Martirologio Romano: En Aquileia, en los confines de Venecia, santos Fortunato y Hermágoras, mártires.

Etimológicamente: Fortunato = Aquel que es favorecido por la suerte, es de origen latino.

Etimológicamente: Hermágoras = Aquel que pertenece a Hermes, es de origen griego.

 

Según una tradición que data del siglo VIII, San Marcos el Evangelista, antes de ir a fundar la Iglesia de Alejandría, fue enviado por San Pedro a evangelizar Aquilea. El Apóstol predicó ahí el Evangelio, reforzó su predicación con milagros y convirtió a muchos paganos. Al partir de Aquilea, nombró obispo a un "distinguido personaje", llamado Hermágoras, a quien San Pedro confirió la consagración episcopal.

Los cristianos de Istria y sus alrededores le veneran como primer obispo de Aquilea. San Hermágoras, acompañado por su diácono San Fortunato, predicó el Evangelio en Belluno, Como, Ceneda y otras ciudades.

Las actas de San Hermágoras, que son muy posteriores y carecen de valor histórico, cuentan que Nerón envió a Sebastio a Aquilea para que pusiese en vigor los edictos de persecución contra los cristianos. Sebastio encarceló y torturó a San Hermágoras.

Una noche, el carcelero vio la celda donde estaba el santo, iluminada por una luz muy brillante; el prodigio le impresionó tanto, que se convirtió al cristianismo. Pero, lleno de un entusiasmo imprudente, salió a gritar por las calles de la ciudad: "¡Grande es el Dios de Hermágoras y grandes los prodigios que obra!" Muchas gentes acudieron entonces a la prisión y vieron la luz en la celda del santo, y se convirtieron. Aprovechando la oscuridad de la noche, Sebastio mandó decapitar inmediatamente a San Hermágoras y a San Fortunato.

En realidad, aunque San Fortunato fue martirizado en Aquilea, no hay ninguna razón de peso para relacionarle con San Hermágoras.

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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, 12 de julio  

Otros Santos y Beatos

San Vivenciolo, obispo
En Lyon, ciudad de la Galia, san Vivenciolo, obispo, que fue promovido al episcopado cuando enseñaba en la escuela monástica de San Eugendio, y animó a clérigos y laicos a estar presentes en el Concilio de Pau, para que el pueblo conociese mejor lo que los pontífices establecían (c. 523).

San León I, abad
En el monasterio de Cava, en la Campania, san León I, abad, que proveyó a los pobres con el trabajo de sus manos y les protegió ante los príncipes (1079).

Beato David Gunston, mártir
En Londres, en Inglaterra, beato David Gunston, mártir, caballero de la Orden de San Juan de Jerusalén, que por oponerse en lo espiritual al régimen del rey Enrique VIII, fue ahorcado en el patíbulo de Southwark (1581).

Beatos Matías Araki y siete compañeros, mártires
En Nagasaki, ciudad del Japón, beatos Matías Araki y siete compañeros, que sufrieron el martirio por su fe en Cristo (1626). Cuyos nombres son: beatos Pedro Arakiyori Chobioye y Susana, esposos; Juan Tanaka y Catalina, esposos: Juan Nagai Naisen y Mónica, esposos, y su hijo el niño Luis.

Beatas Rosa de San Javier (Magdalena Teresa) Tallien, Marta del Buen Ángel (María) Cluse, María de San Enrique (Margarita Eleonor) de Justamond y Juana María de San Bernardo de Romillon, vírgenes y mártires
En la población de Orange, en la región de la Provenza, en Francia, beatas Rosa de San Javier (Magdalena Teresa) Tallien, Marta del Buen Ángel (María) Cluse, María de San Enrique (Margarita Eleonor) de Justamond y Juana María de San Bernardo de Romillon, vírgenes y mártires, que alcanzaron la palma del martirio durante la Revolución Francesa (1794).

San Pedro Khanh, presbítero y mártir
En la provincia de Nghê An, en Annam, san Pedro Khanh, presbítero y mártir, que al ser reconocido como cristiano cuando se hallaba en su mesa de recaudador, pasó seis meses preso en la cárcel, y al negarse a abjurar de la fe, fue degollado por orden del emperador Thiêu Tri (1842).

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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